domingo, 11 de noviembre de 2012

LA MACROFIESTA SOCIAL ESPAÑOLA




           Siento mucha tristeza y rabia por la muerte de Cristina, Rocío, Katia y la última menor fallecida. Ellas salían la noche de Halloween a celebrar una fiesta con los amigos, seguramente disfrazadas. Para disfrutar en el recinto municipal que se había alquilado para la celebración, pagaron una entrada nada barata. Pasada la noche, conocida la tragedia, lo que ha salido barato es el número de muertos, porque tal vez podíamos estar hablando de 20 o 30 jóvenes con facilidad. Pero, si algo vamos aprendiendo, es que el árbol no puede impedirnos ver el bosque.

           Populista la primera declaración del Ayuntamiento de Madrid, que dijo querer personarse como acusación particular en el hipotético proceso judicial contra la empresa que había gestionado la fiesta. Muy inteligentes: participar en el proceso judicial permite tener acceso a toda la información disponible en el sumario, algo que, si lo permite el Juez, no le vendrá mal a un Ayuntamiento que es corresponsable de lo sucedido, porque estas chicas han muerto en un local municipal y, como mínimo, cuando este alquila uno de los recintos que pagan y mantienen todos los madrileños, debe de garantizar una supervisión sobre la legalidad de las actuaciones que la empresa va a desarrollar.
 
 

           Y parece ser que les dijeron que se iba a celebrar una fiesta para unas 7.000 personas. Pero dentro algunos dicen que había 20.000. Y parece ser que la empresa que alquiló el local tenía deudas con la Seguridad Social, y al Ayuntamiento no le importó. Y parece ser, además, que el Ayuntamiento solo mandó a 12 policías municipales a controlar los exteriores del edificio para evitar aglomeraciones. Claro, las aglomeraciones donde se produjeron fueron dentro. Con la prisa que se dan para desalojar cualquier bar cuando se sobrepasa el límite de aforo, lo ocurrido es una negligencia municipal tan evidente, que nos hace a todos los madrileños partícipes de una gravísima dejación de funciones con resultado de muerte. Y sabemos que solo había cinco miembros de seguridad dentro del recinto, según publica la prensa. Y lo que seguiremos conociendo.

           La respuesta de la alcaldesa de Madrid no se ha hecho esperar. Usa una lógica aplastante, absurda. Como se nos cae la cara de vergüenza (Tal vez ni eso) volvemos a utilizar el populismo y anunciamos, a bombo y platillo, que se prohibirán todas las fiestas a partir de ahora. Penalizamos a los jóvenes por nuestros errores, asumimos que no somos capaces de organizar fiestas con seguridad. Yo, si fuera del Comité Olímpico Internacional que debe de valorar si Madrid está preparada para albergar unos Juegos Olímpicos, tomaría buena nota.
 
 

           Porque cuando hay varios actores, y de tanto peso, las responsabilidades se diluyen. En esto consiste. Hemos asistido a una cadena de negligencias en requisitos, control y supervisión, organización y seguridad por parte de la empresa que se lucraba y de la administración que lo consentía, que ha tenido resultado trágico. Y, de nuevo, han muerto los ciudadanos.

           Y esto no es nuevo. Lo repito, en eso consiste. Vivimos una grave estafa que repite, al milímetro, los mismos componentes de esta tragedia. Tenemos que darnos cuenta de ello y actuar en consecuencia. Unas empresas se han montado una macrofiesta social, unos banqueros y políticos se han lucrado con ello y los excesos, trágicos, los padece la ciudadanía. Porque nuestros políticos, tanto en la fiesta del Madrid Arena como en la de la burbuja inmobiliaria, no solo no controlaron a los empresarios sin escrúpulos, sino que obtuvieron beneficios dejándoles a los ciudadanos a su merced. Los que han muerto aplastados son los mismos que se han tirado por la ventana cuando iban a desahuciarles, los mismos que no tienen trabajo, los mismos a los que ya no facilitan determinados tratamientos médicos y les cobran por otros, los mismos a los que multan o aporrean cuando protestan. Somos nosotros, cada uno en su dolor particular, con sus circunstancias personales, con su insorportable sufrimiento. Pero nosotros, todos, la ciudadanía. Y este juego macabro que han organizado seguirá vomitándonos hasta que les hagamos frente de verdad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario