jueves, 12 de octubre de 2023

ELLAS DICEN ¡BASTA!

             

            Nuestras hermanas ya están hartas de ser asesinadas y de ser humanas de segunda clase. Y han dicho Basta. Basta de andar por la calle acompañada por un vigilante, a esconder la cabeza y el rostro, a ocuparse en exclusiva de las labores domésticas, de los cuidados a enfermos y ancianos, de tener que educar preferentemente, de estar sujeta al capricho de la pareja y estar dispuesta al sexo cuando se le reclama. Basta de ser un objeto útil para el provecho del  varón y del patrón y de ser una trabajadora Beta en las empresas y con sueldos beta. Basta de tener miedo a ser violada, asesinada por la pareja despechada o por el criminal de esquina,  drogada en un descuido o manoseada en el metro. Basta de Rubiales de antes, de ahora y de Rubialitos de nueva generación de la universidad del porno.

Basta han dicho, y lo han dicho alto y claro. Porque todo eso o parte de eso es de total actualidad en todo el mundo de un modo escandaloso. Porque existe una agresión inadmisible  a la mujer en todos los pueblos de la Tierra con diferentes grados de violencia, utilización y desprecio, desde Oriente a Occidente, y eso cada vez es más virulento.. Por eso nuestras hermanas se rebelan, se manifiestan en todas partes y dicen basta.

España, a través del equipo del Ministerio de Igualdad con Irene Montero a la cabeza está siendo un referente global de la oposición al patriarcado machista con la ley del Solo Sí es sí, que tanto ha enfadado a todo macho ibérico genuino con o sin toga, con o sin banco parlamentario, con o sin partido en la sesión del copeo  del Parlamento popular llamado Bar, porque ¿qué invento es este de ser iguales? ¿No le iba bien a nuestras abuelas cuando tenían que pedir permiso al marido para tener una cuenta en el banco o un pasaporte? Por eso era tan fácil pegarles lo justo sin ser mal visto, exhibirlas como un trofeo de caza entre machos cazadores o matarlas porque eran suyas si querían “ ser de otro”, por aquello del derecho sagrado de propiedad.

       Es que el asunto es viejo, es que  el machismo viene arrastrándose por siglos, alimentado por dos poderosos padrinos: el patriarcado y la Iglesia, a cual más enemigo de la mujer. En esa corriente existe en España  una tradición de lo más rancio, y una desmemoria histórica desde la guerra civil para acá sobre los nombres de mujeres relevantes en diversos campos, especialmente las republicanas y feministas,  que se van conociendo a cuentagotas  y aún  muy lejos de ocupar una página en los libros de las aulas. ¿Quién se acuerda de mencionar el nombre de la republicana  María Moliner, autora de un diccionario de la Lengua que no tiene nada que envidiar al de la RAE? ¿ Que escolar podría decir algo sobre la pintora surrealista Maruja Mallo, la actriz María Casares, la escritora María Zambrano, la diputada Clara Campoamor, o quienes eran las “Trece rosas” fusiladas por Franco. Tantas, que harían muy largo este artículo. Muchas, sí. Pero no se encuentran en los libros de niños y jóvenes porque no son modelos de referencia. Lo serán, pero aún falta desbrozar mentes y corazones masculinos.

Es bueno recordar a los más jóvenes que fascistas parientes de los que hoy vociferan en nuestro Parlamento para vergüenza de la democracia,   fusilaban  mujeres, las violaban salvajemente por ser de izquierdas ellas o sus maridos, las pelaban al cero, les daban aceite de ricino, las encarcelaban en lugares siniestros y marcaban sus vidas para siempre, si es que no se las quitaban. Pero el caso español  no es un caso aislado en que se  muestra el esfuerzo del Sistema patriarcal fanático por hacer callar a las mujeres feministas, anticapitalistas, y hasta cristianas  de espíritu libre, como vimos en tantos casos.          

    Por eso, y a medida que van tomando conciencia de tanto desprecio, tanto desmán y tanto crimen, ellas se van rebelando desde Irán para acá, reivindicando estilo de vida y valores propios  y opuestos  al patriarcado. Y como este se fundamenta en privilegios de clase, la rebelión feminista se convierte en una verdadera revolución que promete alterar el orden capitalista, de ahí que tantos “señoros” y señoritos de capa y espada con derecho de pernada duerman intranquilos  en sus propias alcobas a medida que se extiende. Tienen pesadillas imaginando que planchan ropa, hacen camas o barren la casa. Tienen pesadillas imaginando que su mujer les abandona y  han de hacer la compra, lavar pañales y desgracias por el estilo. Así que se despiertan con un sudor frío: hay una amenaza en la cocina.

Sabemos cómo se actúa cuando se tiene  poder, riqueza, prestigio y hasta cultura si eso no va acompañado de principios éticos y morales. ¿Es necesario recordar cómo actúan los patronos y jefes ante trabajadores  y subordinados, líderes  políticos con  militantes de base  de sus propios partidos, jefes militares o policiales con soldados de menor rango especialmente cuando son mujeres?..

Son muchos los Rubiales de este mundo. Desde futbolistas a empresarios de todo tipo, desde actores a productores, desde políticos a cantantes de ópera; desde monitores deportivos a profesores, desde jueces a médicos o policías, y ¿cómo no? desde curas a obispos.

        Son muchos los Rubiales en todas partes y todos tenemos en nuestra  memoria de hemeroteca nombres de alguno de esos  que acabo de citar. Parece que estos tipos deberían ser un ejemplo de buena gente, de ciudadanos en los que la juventud debería mirar para seguir su ejemplo. Y claro que son un ejemplo, pero de lo peor: el machismo inunda discotecas, puticlubs, colegios, institutos, y trabajos de todo tipo, hasta tal punto que si un hombre  malvive como un esclavo, si convive con mujer  ella será su propia esclava. No es por incultura, sino  porque se asimiló la cultura del cacique o la del predicador religioso en su desprecio a Eva, y a eso unió su ego de macho dominador por la fuerza física y la costumbre largamente instaurada en su medio. No es por incultura que un hombre que se autodefine de izquierdas sea machista, o que lo sea un catedrático de derecho penal. Demasiados casos en que la mujer del prócer es solo eso: la mujer de, sin otra identidad destacable. Así que tampoco la cultura revolucionaria clásica salva del machismo. Más que ante un asunto cultural, nos encontramos ante un asunto de conciencia, de justicia elemental, de primero de ética de la más simple, que nos muestra la verdad con rotundidad solar: la igualdad entre hombres y mujeres es algo vital en nuestro tiempo y para siempre, caiga quien caiga, aunque quien caiga sea el señorito de su caballo milenario y de la almena de su castillo.