Casado
y Rivera me recuerdan a Carrey y Daniels en la película de los Farrelly, dos
tontos muy tontos. En la cinta dos bobos de postín se empeñan en una absurda
persecución para devolver un maletín perdido a una guapa chica que ni siquiera
es consciente de la pérdida. La crítica tachó la obra de insufrible, chabacana
y penosa. Los citados actores cómicos, me refiero a los de Hollywood esta vez,
no son responsables de la calidad del film, más achacable a directores y
productores que no se sabe bien por qué invirtieron tiempo y dinero en esta
majadería.
¿O
si se sabe? Si no con certeza, sí que puede barruntarse que apostaron por que
siempre habrá un lote de descerebrados que se diviertan con simplezas. Es decir
que, probablemente, sabedores de que la obra es un puro dislate lleno de
sinsentido, queda la oportunidad de sacar provecho de lo más bajo, de apuntarse
al tortazo y al resbalón para arrancar unas risotadas estúpidas, pero pagadas
en taquilla, y van por la tercera secuela.
Hay
gente pa tó decía el Gallo y parece que los cómicos de la derecha han cogido el
rábano por las hojas y han decidido competir por ver quién es más lerdo y se
lleva el gato al agua del esperpento bien temperado.
Y
aquí comienza su carrera por ver quien emula más y mejor al más torpe y obtuso
de los analistas políticos (alguno pagado con fondos reservados), que claman
por la españolidad más española y mucho española. La patética posición de
denuncia de la invasión de la patria por parte de las hordas subsaharinas solo
cabe en la cabeza trastornada de dos tontos muy tontos que compiten a brazo
partido por la primera y segunda posición en este ranking.
Los
tropiezos, las astracanadas, los juegos de palabra y las triquiñuelas no han
hecho sino comenzar. Vamos a ver cosas que si no fuera porque ya lo adelantaron
los personajes citados, hasta nos harían reír. Pero es tarde. El papel está
reservado, si quieren seguir en esta línea que se lo pidan a los Farrelly o al
mismísimo Santiago Segura que dada su voracidad, estoy seguro que no haría
ascos a una secuela compartida de los dos tontos mezclada con una versión
Ozores del que vienen los socialistas.
Si así es, y me pillan en una buena tarde con algún efluvio etílico en las
venas o lo que se tercie, puede que acabe sonriendo.
Las
secuelas son lo peor, produce grima el estar forzando una trola, generar una
narrativa se dice ahora, que obliga a los cargos de sus respectivos partidos a
tener que decir y sostener “paponadas” de tal calibre que percibo hasta
bochorno en el tono de alguno de ellos cuando manifiestan por boca propia lo
que dicta el asno del jefe. Creo que sienten vergüenza ajena y no me extraña.
Estos dos tontos se han tomado su competición muy en serio. A la prueba de descalificación de
emigrantes le sigue la de utilización perversa de víctimas y finalmente la
prueba de fondo: Cataluña. Desde aquí pido que se otorguen dos diplomas al
ganador, uno obviamente por tonto y el otro por si lo pierde.
Se
me podría reprochar el usar la descalificación tontuna de manera injustificada,
pero no es así. Es tonta una persona cuando actúa imitando a otros sin
conciencia de su conducta seguidista. Haz lo que vieres hacer es una proverbio
que solo tiene sentido si se relaciona con haz el bien y no mires a quien, pero
estos cómicos locales más parece que siguen la máxima que dice que si culo veo,
culo quiero. Y han visto el culo de Salvini y el de Trump y quieren culo,
xenófobo y mentiroso, y además culo.
Y
aquí es donde su tontería llega al nivel muy alto, al de preocupación general,
pues quieras que no representan a una parte de la sociedad española que va a
dejar de depender del juicio conservador de la vida para depender de lo que se
ponga de moda aquí o allá. Es decir que estos baluartes del españolismo
autóctono van a tratar de construir un discurso político importado y claramente
alóctono.
Como
son tontos y siguen el dedo que apunta a la luna en lugar de a ésta, no parecen
tener constancia de que ya el único rey que conocemos por su sabiduría, Alfonso
X, llamaba españoles a los moros y judíos de su reino (aún no enteramente
español) a quienes reserva notables tareas de administración y justicia. Es
decir que contaba con la pluralidad racial y religiosa como forma de potenciar
lo que acabaría siendo el primer imperio planetario y el primer estado
preocupado por difundir en lengua clara (vernácula) todo el conocimiento no
religioso logrado en su tiempo.
Dado
que tras posiciones defendidas por este par de ases de la estulticia se esconden
operaciones como el examen de españolidad para solicitantes de permiso de
trabajo o residencia para extranjeros, creo que sería bueno también aplicarles
a ellos, como cabezas visibles de partidos políticos aspirantes a gobernar, el
que demostraran conocimiento básico de la cultura y trayectoria política de un
país territorio que conecta geográficamente Europa con África y culturalmente
con América.
Y
que nos cuenten a todos si tan colosal obra puede llevarse a cabo repudiando y
despreciando lo desconocido o si más bien conviene forjar asociaciones
provechosas más allá de la coyuntura puntual del florecimiento del voto
racista.
¡Pero
qué digo de pruebas o de exámenes! Si por ahí viene Casado exhibiendo sus
trabajos compensatorios de master ¡chúpate ésa, pardillo! Casado 1, Rivera 0.
Esto no ha hecho más comenzar ¡bbbrrrlllddd!