El
giro ideológico que inicia el PSOE en el Congreso de Suresnes (octubre de 1974),
acaba conduciendo al partido no sólo al abandono del marxismo (Congreso Extraordinario
“Forjando el Socialismo” (Madrid, septiembre de 1979), sino a una profunda
desideologización, en tanto que partido de izquierdas, y a un rumbo cada vez más
escorado hacia posiciones socioliberales.
Alejado
incluso de las posiciones socialdemócratas más progresistas, el PSOE ha ido
editando una socialdemocracia progresivamente desfigurada en su naturaleza
política, configurando la peor versión posible de la misma.
Un
cambio que acaba por transformar al PSOE en un partido “atrapalo todo”
(catch-all party, Otto Kirchheimer) con un discurso ideológicamente vaporoso y
ambiguo, basado en una retórica muy bien desarrollada por su intelligenza orgánica
durante años. Vocación de catch-all party reafirmada a medida que el PP se iba
deslizando hacia posiciones de la derecha extrema. Una retórica la del PSOE que
parece decir cosas, pero que en realidad dice nada.
En
efecto, el partido ha sabido desarrollar un lenguaje político del decir nada,
aunque muy sobrecargado de un léxico que le otorga verosimilitud y blindaje
ante la crítica de primera instancia del ciudadano de a pie, ya que toma la
apariencia de una liturgia con música de buenismo y progresismo.
Es
así como el principal partido de la actual oposición, se ha ido travistiendo para
adoptar la apariencia del mago de las palabras litúrgico-rituales, en una
puesta en escena en la que decir - aunque sea nada - es un acto de habla, una
acción dialéctica performativa, pero pura cascarilla teórico-ideológica y
placebo político para las masas.
Desde
los diferentes gobiernos del PSOE durante estos 30 años de bucle bipartidista,
se ha intentado el arte de la imposible prestidigitación: compaginar políticas
económicas de la órbita del neoliberalismo (Boyer, Almunia, Solbes, Elena
Salgado...) con políticas sociales que acaban siendo asfixiadas, disminuidas,
relativizadas, menguadas en su eficacia… en base a esta contradicción raíz.
Sin
duda, uno de los más graves errores del partido fue el abandono de la lucha de
clases, vector irrenunciable en la identidad de la izquierda política sin el
cual la izquierda deja de ser izquierda para convertirse en otra cosa. Y lo
hizo en aras de un interclasismo post-Suresnes, acorde con su nueva identidad
política “atrapalo todo”.
Era
inevitable que esto ocurriese, una vez que el partido fija como meta final no
ya la consecución de un socialismo democrático, sino la de un capitalismo de
color rosa, un capitalismo feliz en el que supuestamente todos podríamos llegar
a comer perdices y vivir felices. Un capitalismo repensado desde la cocina
ideológica del partido como una nueva Arcadia, en la que el rico y el pobre, el
explotador y el explotado, el banquero y el currante del salario mínimo...
enlazarían sus manos alegres y felices gozando de la armonía y la fraternidad
perpetuas.
Un
capitalismo al que incluso se rebautiza eufemísticamente para darle nombre
santo: economía social de mercado. Han transcurrido tres décadas de bucle
bipartidista, en las que el partido ha puesto énfasis en convencernos de que
todos somos clase media, un concepto etéreo que esconde las profundas
contradicciones de clases y la lucha de clases de la sociedad actual.
Ahora
mismo, en estos momentos de agonía ciudadana provocada por la crisis sistémica
y por los chatarreros del estado del bienestar, el partido manifiesta alergia
discursiva si tiene que hablar de clase trabajadora; parece sentirse más cómodo
hablando del hundimiento y problemas de la clase media. Y es que ya se sabe:
todos somos clase media.
Obviamente
esto incita al debate sobre las teorías sociológicas de la estratificación
social y sobre la estructura de clases en el actual período social marcado por
la globalización. No existe un proletariado o una clase obrera como la que
existía hace décadas y vivimos en una sociedad post-industrial en la que la
clase trabajadora aparece fragmentada, dividida y sometida no pocas veces a
conflictos internos. Habrá tiempo de tocar este tema en el blog.
Esta
entrada del blog está dedicada a rescatar del olvido un escrito de Pablo
Iglesias, fundador del PSOE.
Difícilmente
podría ser asumido por la actual nomenclatura orgánica del partido, lo que nos
hace reflexionar acerca de si en los tiempos actuales IU es acaso quien mejor
representa el legado, los valores y todo aquello por lo que luchó Pablo
Iglesias. Es un texto de hace 124 años, pero que sigue manteniendo en su
esencia una profunda actualidad. El lector, ¿sería capaz de reconocer al actual
PSOE en este texto de su fundador? He aquí un extracto del artículo de Pablo
Iglesias:
“Por
ignorancia unos, y otros por conveniencia, los hombres que tienen a su cargo la
defensa de los intereses patronales han negado siempre que la base de la
sociedad actual, como la de las sociedades precedentes, fuera la lucha de
clases. Y partiendo de esta negación han calificado de locos, perturbadores y
hasta criminales a los socialistas revolucionarios, que, ateniéndose a la
verdad y a los hechos, han sostenido con firmeza la existencia de aquella lucha
y recomendado, por tanto, a la clase trabajadora que la mantenga
conscientemente hasta que logre acabar con sus opresores y establecer un
sistema social donde la solidaridad haga imposible todo antagonismo entre los
seres racionales. (…)
¿Dónde
existe hoy la conciliación y la armonía entre los asalariados y capitalistas de
que nos hablan los economistas burgueses? (…)
¿Y
es posible que después de todo esto, de pugna tan marcada, de guerra tan
abierta y tenaz como la que en la actualidad mantiene la clase oprimida con la
clase opresora, los pobres con los ricos, haya quien se atreva a decir que la
lucha de clases no existe y que es solamente una invención dañina de los
socialistas revolucionarios?
Esto
no es ya cínico ni descarado, sino simplemente torpe; porque, ¿qué adelantan
los portaestandartes de la clase parasita con negar una cosa que no sólo se ve
perfectamente, sino que puede decirse que se palpa y se respira por todos?
¿Tranquilizar a su clase? ¿Darle a entender que su dominio se quebranta y que
disfrutará por mucho tiempo las riquezas que ha acaparado y las que pueda
arrancar todavía a los productores? Imposible. (...) Saben ya los que viven del
trabajo ajeno que tales manifestaciones encierran suma gravedad para su
existencia como clase, y que sólo la fuerza material podrá permitirles
prolongar un poco su imperio sobre las masas obreras.
(...) ¿Y cómo no, cómo podría ser otra cosa,
cuando hoy los explotadores los fustigan más que nunca, los atormentan
horriblemente y les roban como jamás lo han hecho el fruto de su trabajo?
(...)
Al presente, en que el antagonismo social, la lucha de la clase poseyente con
la clase desposeída se manifiesta por multitud de señales y fenómenos, no cabe
más que reconocerla francamente y aceptar la situación en que coloca a unos y a
otros, y así como los socialistas declaran que aún no tienen fuerza bastante
para hundir en el polvo el último régimen social basado en la esclavitud,
confiesen los abogados de la burguesía que la muerte, únicamente la muerte, es
lo que espera a su clase al término de dicha lucha.”
Pablo Iglesias, fundador del PSOE
Esta
descripción tan clara y rotunda de lo que está ocurriendo hoy mismo en España,
fue escrita por Pablo Iglesias y publicado en El Socialista, el 31 de mayo de
1889.
Algunos
militantes (no muchos, desgraciadamente), encuadrados fundamentalmente en
Izquierda socialista, hemos venido defendiendo las posiciones filosóficas,
reivindicativas, sindicales y políticas de los fundadores del Partido,
basándonos en el materialismo dialéctico e intentando desarrollarlo con
propuestas programáticas, actualizándolas y poniéndolas al día, pero
manteniendo la esencia de la defensa a ultranza de los intereses de la clase
trabajadora, contra los ataques del capitalismo.
En
los momentos actuales, deberíamos estar inmersos, no en una Conferencia
Política de maquillaje ideológico, sino
en el debate para la elaboración de una nueva táctica y una estrategia
global que recoja el Programa actualizado y posibilite la transición del
capitalismo al socialismo con el menor coste social posible para la clase
trabajadora. Porque bajo el capitalismo no hay salida para los pobres, la
juventud y la clase trabajadora.