Llámenme
malpensado, pero empieza a mosquearme tanto debate entre austeridad y
crecimiento que gobernantes y expertos han puesto en el centro de la agenda en
los últimos meses. Que si Merkel defiende la austeridad, que si Hollande propone
crecimiento..., y luego los que, como el FMI, piden un plato de cada:
austeridad con crecimiento.
Si
uno quiere pensar bien, creerá que en efecto se están dando cuenta de que la
austeridad fanática ha sido un error que nos ha llevado al pozo, pues la lucha
contra la deuda y el déficit han traído más deuda y más déficit, al precio de
hundirnos en la recesión y aumentar el paro y la desigualdad. De modo que
habría llegado el momento de levantar el pie del freno antes de que el coche se
pare del todo, y apretar un rato el acelerador para no quedarnos en la cuneta.
Pero
si uno piensa mal (y la experiencia de la crisis invita a ello), cabe pensar
que nos están preparando el cuerpo para la próxima vuelta de tuerca en la
construcción del nuevo capitalismo, y que esa vuelta se llamará política de
crecimiento. O dicho de otra manera: con la austeridad nos han ablandado, como
el pulpo al que se apalea un rato antes de cocinarlo; y ahora ya estamos listos
para que nos echen en la olla y suban el fuego.
Soy
el primero que piensa que la austeridad, esta austeridad, es un crimen, y que
necesitamos otra política económica. Pero cuando decimos “estímulos”, cuando
hablamos de “crecer”, ¿estamos pensando en lo mismo que piensan el FMI, Obama o
Rajoy? ¿De qué crecimiento hablamos? ¿Darle a la máquina de billetes sin más,
para poner en marcha otro ciclo a ver si aguanta el invento unos años más, y
otra vez dejando la cuenta para que la paguen los que vengan detrás? ¿De verdad
el modelo a seguir es Estados Unidos, donde algunos economistas ya advierten de
la repetición de errores en el sector financiero?
Ya
digo, no me hagan mucho caso, que me he levantado con el colmillo retorcido,
pero me pregunto si no están consiguiendo, con tanta insistencia en el debate
“austeridad vs. crecimiento”, que nos subamos todos al tren que ellos quieren,
el del “crecimiento”, para una vez a bordo volver a llevarnos a donde quieran,
a un descarrilamiento o a otra vía muerta. Y esta vez, además, en vagones de
tercera.
La
trampa es tener que elegir entre su austeridad o su crecimiento, poli malo y
poli bueno del nuevo capitalismo. La austeridad a la alemana nos matará de
hambre y sed, pero no seamos tan ingenuos de pensar que las políticas de
crecimiento que pide Rajoy nos traerán la felicidad, porque nada volverá a ser
como antes (desarrollo, consumo, Estado de Bienestar, democracia…). Pero
además, una política de crecimiento porque sí, sin antes adoptar medidas como
una auditoría de la deuda y el impago de la deuda ilegítima, sin quitar poder
al sector financiero, y desatendiendo prioridades sociales y ecológicas, será
otra vez pan para hoy y hambre para mañana.
Las
reglas del juego han cambiado, a ver si nos enteramos. Toca elegir si seguimos
jugando al mismo juego pero con reglas más desfavorables, o proponemos otro
juego donde no perdamos siempre los mismos.
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