jueves, 21 de abril de 2022

LOS DERECHOS HUMANOS SEGÚN OCCIDENTE

           La aplicación occidental de los DDHH es tan interesada como asimétrica, tan hipócrita como exasperante y tan lacerante como inmoral. Debería ser, por tanto, una preocupación generalizada. Sin embargo, que los DDHH se repartan al gusto del juego geopolítico no resulta alarmante para la mayoría de los occidentales, que conviven sin mayor dificultad con transacciones humanas o ventas de armas cuyas víctimas se cuentan por millones. La mayor tragedia humanitaria del planeta (Yemen) y el interminable listado en el que el Sáhara solo es el último ejemplo lo corroboran: Afganistán, Libia, Irak, Siria, el Sahel...

El presidente español, Pedro Sánchez, mantuvo una reunión con el dictador Mohamed VI el pasado 7 de abril en la que aseveró que España y Marruecos iniciaban "una nueva etapa en las relaciones bilaterales, basada en la transparencia y en el respeto mutuo". Una etapa marcada por la reapertura ordenada de las fronteras y la celebración de una cumbre a finales de año "al más alto nivel".

Y para celebrarlo, Mohamed VI ordenó que drones marroquíes, probablemente comprados a Israel y Turquía, bombardeasen civiles saharauis. No fue el único evento de los festejos del dictador marroquí para conmemorar el restablecimiento de las amistosas relaciones hispanomarroquíes. El último fin de semana incluyó, al menos, ocho bombardeos que han dejado, como mínimo, dos víctimas mortales, una mujer y un joven, además de varios heridos, algunos de ellos de gravedad. Entre los daños materiales fueron contabilizados daños en depósitos de agua, campamentos y camiones. Otra forma de asesinar, pero más lenta y subrepticia.

            Nada nuevo en el Sáhara, donde hace solo un mes, el 15 de marzo, un menor de 15 años falleció en otra serie de bombardeos que incluyeron un colegio. Y no mucho más atrás en el tiempo, en noviembre pasado, quince civiles fallecieron en otra serie de ataques aéreos, los cuales también tuvieron por objetivo a civiles y jóvenes saharauis.

Además, la decisión de Pedro Sánchez de entregar, de facto, el Sáhara a Marruecos no solo agrede con brutalidad a los DDHH, sino que, además, es contraria a los más elementales principios democráticos al tratarse de una decisión presidencialista que no ha contado ni con apoyo parlamentario ni con apoyo popular.

Por un lado, el Congreso de los Diputados desautorizó públicamente la decisión socialista tras la aprobación de una proposición no de ley firmada por Unidas Podemos, socios del gobierno socialista, Bildu y Esquerra Republicana de Catalunya. Debido a la posición de sus socios y aliados, el PSOE fue el único partido que votó en contra. Una desautorización que, por tanto, demuestra que la nueva posición española en el conflicto del Sáhara no solo causará un enorme padecimiento a todo un pueblo, sino que se sustenta en una minoría parlamentaria que no cuenta con el apoyo de los partidos que representan a la ciudadanía: solo la apoyan 120 de los 350 escaños parlamentarios. Y, probablemente, ni eso.

Por otra parte, existen serias dudas al respecto del respaldo de la población a la decisión de Pedro Sánchez, incluso dentro de los simpatizantes y votantes del PSOE. En el caso de la ciudadanía, sabemos que las múltiples encuestas en los medios de comunicación muestran rechazo, pero no se puede llegar más allá porque el CIS, centro encargado de testear la opinión ciudadana, no pregunta sobre Marruecos desde el año 2002 y sobre el Sáhara desde 1974. En el caso de las bases socialistas, no parece que se trate de una decisión de su agrado, ya que se han posicionado, históricamente, a favor de la autodeterminación del Sáhara y nada hace pensar que exista un cambio sustancial de su opinión.

En cualquier caso, la decisión, contraria a la resolución de la ONU sobre la cuestión saharaui, que exige que cualquier decisión se tome con la aprobación del Sáhara e incluya un referéndum, ha sido defendida por destacados miembros del PSOE. Así, Héctor Gómez, portavoz parlamentario del PSOE, defendía que "la política exterior la fija el presidente del Gobierno". Esto es, Pedro Sánchez.

Una defensa pública que ha alcanzado su cénit mediático cuando el expresidente socialista, Felipe González, se ha pronunciado. El expresidente español, todo un referente occidental, ha aseverado que se trata del plan más serio presentado en cuatro décadas para resolver el conflicto. Opinión que debe ser tenida muy en cuenta, pues Felipe González tiene mucha experiencia en cuanto a la solución de conflictos. No olvidemos que, bajo su mandato, se crearon soluciones serias para el conflicto vasco como los GAL, que torturaron, violaron y asesinaron durante el gobierno socialista de los años ochenta.

Aunque referentes occidentales como Felipe González lo omitan, quizás por sus propios intereses (en el año 2014 vendió terrenos en Tánger a la familia de la dictadura saudí), Marruecos es una dictadura. Una cruel dictadura que vulnera los DDHH de forma feroz y reiterada. Según el Informe 2021/22 de Amnistía Internacional sobre Marruecos y el Sáhara Occidental, la dictadura de Mohamed VI atenta contra la libertad de expresión y de asociación, el derecho a la privacidad, la libertad de reunión, el derecho a la salud, los derechos de las mujeres y de las niñas, los derechos del colectivo LGTBI, los derechos de los refugiados y migrantes. Además, perpetra actos de tortura y otros malos tratos. Una salvaje dictadura a la que el embudo occidental convierte en un socio serio y fiable.

Quizás, para comprender mejor el escenario, en el caso de la ignominiosa entrega del Sáhara a Marruecos hay que tener en cuenta que España y Marruecos vulneran los DDHH brazo con brazo en Ceuta y Melilla.

Por tanto, no solo es que los cuerpos policiales españoles esperen a los migrantes pertrechados de porras tras las concertinas o que la Guardia Civil los haya recibido a pelotazos en el mar, como en el caso de los quince migrantes fallecidos en la playa del Tarajal, sino que Marruecos los usa como munición contra España cada vez que tiene necesidad. Lo que sucede con demasiada frecuencia.

Por desgracia, países como España no tienen capacidad de decidir sus relaciones internacionales, las cuales, en más de una ocasión, parecen impuestas. Como en este caso. No olvidemos que el origen de la aceptación española del plan marroquí para el Sáhara emana del interés norteamericano por el restablecimiento de las relaciones de Israel con Marruecos y otros países no menos respetuosos con los DDHH. Y si EEUU le ha prometido el Sáhara como compensación a Marruecos, ¿quién es España para negarse?

Sánchez solo es un títere que un día gasta casi 4.500 millones de euros en ampliar y modernizar su flota de aviones de combate con el pretexto de defender el espacio aéreo canario de Marruecos y al siguiente concursa para que Mohamed VI compre las embarcaciones militares de Navantia. Un títere que no tiene inconveniente en regalar medio millón de personas al dictador marroquí y aporrear migrantes en Ceuta y Melilla mientras acoge a ucranianos como si fueran compatriotas. Un títere que ejemplifica como pocos la asimétrica aplicación occidental de los DDHH.

lunes, 11 de abril de 2022

LA OBSCENA TRAICIÓN DEL INCOHERENTE PEDRO SÁNCHEZ

  

           Sánchez ha puesto al pueblo saharaui a los pies del dictador que lo esclaviza. Y ha vulnerado los principios más elementales del Derecho

El presidente del Gobierno denuncia lo que está ocurriendo en Ucrania con la invasión rusa, pero no contempla lo que lleva ocurriendo desde hace 47 años en el Sáhara Occidental ocupado por Marruecos.

Los saharauis fueron bombardeados con napalm y fósforo blanco, hay desaparecidos, son perseguidos, encarcelados y Pedro Sánchez avala la autonomía que propone Marruecos para el territorio que invadió.

 “Violación sistemática de los principios más básicos de la humanidad recogidos en nuestro orden internacional”, “espeluznantes imágenes de bombardeos y matanzas contra población civil inocente”, “crímenes de guerra que no pueden quedar impunes”, “guerra ilegal, irracional, injusta”, “éxodo humano”…

Son manifestaciones del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso de los Diputados el 5 de abril, en la sesión en la que intervino telemáticamente el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, ante el Gobierno, congresistas y senadores, que aplaudieron en pie largamente al líder ucraniano.

    Esas y otras expresiones del presidente del Gobierno podrían servir, también, para reflejar la persecución y el sufrimiento que lleva padeciendo el pueblo saharaui desde hace 47 años, cuando fue entregado a Marruecos por España y que ahora, con el aval de Pedro Sánchez a la propuesta marroquí de autonomía para el Sáhara Occidental, ha supuesto en palabras del líder del Frente Polisario y presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Brahim Gali, “una reedición, peor si cabe, del abandono de 1975”.

Ese abandono, en época franquista, fue la primera traición de España al pueblo saharaui: el ejército marroquí entró “a sangre y fuego” en el Sáhara Occidental, la población civil que huía por el desierto fue bombardeada con napalm y fosforo blanco y hubo fusilamientos de civiles, como demostraron con el descubrimiento de fosas comunes en el desierto el médico forense Francisco Etxeberria y el médico y psicólogo Carlos Martín Beristain.

La intervención militar marroquí dio lugar a un procedimiento judicial en España y desde abril de 2015 doce altos cargos militares y de la policía de Marruecos se encuentran procesados en la Audiencia Nacional por delitos de genocidio contra el pueblo saharaui, con orden internacional de detención.     Los inculpados actuaron entre 1976 y 1991 en el Sáhara Occidental, donde se produjo “un ataque sistemático contra la población civil saharaui por parte de las fuerzas militares y policiales marroquíes”, según el auto del Juzgado Central de Instrucción numero 5. Marruecos no atendió ni una sola petición de la justicia española.

        Las acusaciones de Sánchez citadas al principio son por la invasión y las muertes que Rusia está causando en Ucrania, pero nunca se ha condenado la represión que a diario ejerce Marruecos en el Sáhara Occidental ocupado, donde, según organizaciones internacionales, se vulneran continuamente los Derechos Humanos, como han denunciado recientemente, una vez más, Amnistía Internacional, Human Rights Watch  o el Consejo de Derechos Humanos de la ONU.  Amnistía Internacional ha dirigido una carta a Sánchez con motivo de su viaje a Marruecos en la que le enumera las violaciones de los Derechos Humanos cometidas por las autoridades marroquíes.

También ha hablado Reporteros sin Fronteras: en su Clasificación Mundial 2021 de Libertad de Prensa sitúa a Marruecos en el puesto 136 de 180, y afirma que en este país la justicia cumple las órdenes del poder.

Pero los Derechos Humanos, que se dice son un principio rector de la política exterior del Gobierno de España y se defienden y promocionan en todos los países, como proclama el Ministerio de Asuntos Exteriores y se responde en preguntas parlamentarias, no se tienen en cuenta en la excolonia española. Y ello a pesar de que Pedro Sánchez dijo el 10 de diciembre de 2018 con motivo del 70 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Hoy, cuando algunos pretender retroceder, defendamos el respeto a los DDHH como la única vía para profundizar en la Democracia, el Estado de Bienestar y el desarrollo de nuestras sociedades. Actuemos todos y todas para convertir los Derechos Humanos en una realidad innegociable”.


        En esa línea, el 21 de agosto de 2021, con motivo de la llegada a la base de Torrejón de Ardoz de refugiados afganos, Sánchez dijo que “España siempre va a estar comprometida con la democracia, los derechos humanos y la libertad”. Cuatro meses después, el 15 de noviembre, en el 30 aniversario de las cumbres iberoamericanas, pidió trabajar por la consolidación y el avance de la democracia en toda Iberoamérica, así como por “el respeto de los derechos humanos, la libertad y la seguridad jurídica”, pues afirmó que «queda mucho por hacer».

Siempre en cualquier otra parte, nunca en el Sáhara Occidental bajo ocupación marroquí, que ahora Pedro Sánchez apoya en contra de lo que han dictaminado el Tribunal de Justicia de la Haya, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea y las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

Un respaldo al plan de autonomía marroquí que supone en opinión de la activista saharaui Aminetu Haidar, premio de DDHH de la Fundación Robert F. Kennedy y de la Fundación Right Livelihood, un apoyo a la vulneración de sus derechos legítimos: “Es luz verde a un país autoritario como Marruecos para eliminarnos a sangre fría”.

Ahora, el presidente del Gobierno, el mismo que consideró en mayo de 2021 “absolutamente inaceptable” la declaración del Ministerio de Asuntos Exteriores marroquí que achacó la crisis diplomática con España a que Madrid no aceptaba su soberanía sobre el Sáhara Occidental como había hecho Donald Trump, viaja a Rabat para normalizar las relaciones con Marruecos. Es la segunda traición al pueblo saharaui, esta vez bajo signo socialista, al abandonar el apoyo a su derecho a la libre determinación, el mismo que Sánchez defendió en 2018  ante el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas –lo que también hizo el rey Felipe VI– y que el PSOE llevó en su programa electoral.