lunes, 29 de octubre de 2012

EL NUEVO DIOS: MERCADO

        Un nuevo dios recorre el mundo: el mercado. Son muchos quienes temen su presencia. Nada más pronunciar su nombre se ponen a temblar, les entra el miedo, pierden la compostura y no saben dónde meterse. Entre sus cualidades destaca la omnipresencia. Su sombra cubre el planeta. Quienes lo provocan sufren la ira del supremo. Posee un hambre insaciable, nunca está satisfecho y exige tributos a diario. Las ofrendas tributadas provienen del sector público. Traga compañías de electricidad, hospitales, redes telefónicas, de navegación, viviendas sociales, universidades, etcétera. Nunca le hace asco a la privatización. Se pierde por la desregulación. Le encanta ver a los suyos portar viandas llenas de contratos basura, trabajo precario y despido libre. Se pirra por la esclavitud infantil, los inmigrantes sin papeles, la trata de blancas, el desahucio por impago o el lavado de dinero. Se atiborra de corrupción, fraude fiscal y subidas de IVA. A banqueros, empresarios y trasnacionales les ofrece, a cambio de profesar su doctrina, un trato de favor. Los exonera de impuestos, pagos a la seguridad social y les otorga el plácet para ejercer la usura. Asimismo, les bendice cuando realizan cualquier transacción donde se cobran comisiones abusivas a costa del sufrimiento de las mayorías sociales empobrecidas.

            Invocarlo en vano es una insensatez. Mejor plegarse a sus designios, de lo contrario desata su furia y castiga a los paganos con incertidumbre, miseria, hambre y muerte. Sus seguidores constituyen una secta. Fanáticos que practican rituales de sangre, a cuyo chivo expiatorio, el Estado del bienestar, degüellan, ofreciendo su cabeza al capital financiero y las trasnacionales. En su nombre se convocan reuniones internacionales, aquelarres en las cuales prima el despilfarro, acompañado de buenas viandas. Son cónclaves cuyos apóstoles se dan a la tarea de redactar homilías y sermones a los infieles. En ellos fijan objetivos e identifican a los enemigos, declarándoles una guerra a muerte. Tras la hecatombe, derrotado el hereje, se le ofrece una paz consistente en la reconstrucción. Es el momento para hacer negocios, repartir comisiones, ahondar en la corrupción y poner gobiernos conversos. Así, el dios mercado se siente satisfecho y pletórico. En caso de resistencia, sus cruzados invaden el territorio permitiendo aumentar los beneficios del complejo industrial-militar, uno de sus más leales seguidores.
 
 
            Para venerar al nuevo profeta se erigen catedrales. Entre las más conocidas, citamos la sede del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Asimismo, un lugar rancio se transforma en templo de peregrinación diaria, las bolsas de valores. De allí emanan los oráculos para el conjunto de los mortales. Con un lenguaje críptico nos declaman los idus del día. No hay país, grande o pequeño, rico o pobre, que no se precie de tener, al menos, uno de estos templos. Allí, también ventilan sus pecados y bendicen su suerte. Igualmente posee, como toda religión totalitaria, un tribunal inquisidor, un centro para el control de la fe y la doctrina. En este caso son las agencias de calificación de riesgos. Con casi un centenar de ellas esparcidas por el mundo, destacan tres: Standar&Poor’s, Moody’s Investor Service y Fitch Ratings. Al más mínimo desliz se abalanzan sobre el infractor, al cual torturan hasta que se retracte, utilizando todos los métodos a su alcance. La ortodoxia debe ser garantizada a cualquier precio.

            Al nuevo dios no hay nada que se le resista, pertenezca al reino vegetal, animal o mineral. Bosques, selvas tropicales, océanos, ríos, plantas, animales, oro, plata, coltán, petróleo, forman parte de los bienes tributados por sus acólitos. El mercado tiene cara de pocos amigos, siempre está dispuesto a provocar el caos. Aunque todo hay que decirlo, hubo un tiempo donde su poder era escaso y sus adoradores unos pocos cientos. Sin embargo, lentamente, sus discípulos fueron tejiendo redes y ganando adeptos hasta convertirlo en dios de dioses. En esta labor de proselitismo se le atribuyeron milagros como bajar la inflación, racionalizar los recursos, gestionar mejor y haber vencido al maligno en forma de comunismo. Con su espada justiciera luchó contra todo aquel que defendiera políticas de igualdad, pleno empleo, redistribución de la renta o patrocinara la inversión pública. Los herejes y resistentes han sido perseguidos. Considerados escoria deben ser destruidos. Sólo les queda un camino, entonar el mea culpa. Y para expiar los pecados tendrán que hacer penitencias. La primera y más destaca consiste en divulgar el evangelio escrito por sus apóstoles: Hayek, Von Mises, Smith, Mandeville, Rawls o Friedman.
 
            La economía de mercado se ha impuesto por la fuerza. Sin poder demostrar ninguno de sus milagros, se refugia en la violencia y ejerce la censura. La mejor manera para garantizar su hegemonía es recurrir al miedo y sembrar la desesperanza. Cada vez que es combatida se aferra a su profecía: “sin mercado no hay vida, intentar controlarlo nos aboca al fracaso como especie. O lo cuidamos y facilitamos su expansión o vendrán tiempos de estanflación, recesión e ingobernabilidad. No habrá centros comerciales, televisores de plasma en 3D, teléfonos móviles, ordenadores, pensiones, ni crecimiento. Banqueros y empresarios se verán avocados a despedir a millones de gentes y por último se restringirá el uso de tarjetas de crédito. Volveremos a la edad de piedra”. Para evitar que la profecía se cumpla y su maldición caiga sobre nuestras almas, debemos mantenernos firmes. La solución propuesta es sencilla, hay que apostatar de la democracia, incluso la representativa, la justicia social, la igualdad, la dignidad, la ética, y la cooperación social para el bien común. ¡¡Por favor soltemos amarras y demos la bienvenida al nuevo mesías!!

            En la economía de mercado, sus voceros anuncian la salvación de la humanidad si dejamos actuar su mano invisible mediante la ley de la oferta y demanda. Defensores acérrimos del lucro, la usura, practicantes del individualismo, la moral egoísta, la competitividad y el despilfarro, no tienen escrúpulos en mentir. Tras años de predicar las buenaventuras del dios mercado, ninguna de sus promesas se han cumplido. Más pobreza, desempleo, pérdida de derechos sociales y políticos, por tanto involución en los derechos humanos. La crisis actual lo atestigua. Aún así, le rezan, ponen velas y brindan las últimas ofrendas para saciar su hambre de privatización, esperando de esa manera colmar su voraz apetito y que apacigüe su ira sacándonos de la crisis. Bienaventurados los crédulos, pues de ellos será el reino del mercado. Amén.

jueves, 18 de octubre de 2012

¿QUE ES UN MILITANTE?


            Un militante es alguien que ha encontrado una verdad que lo trasciende. No es una verdad revelada. No es una verdad divina. No es, ni siquiera, una verdad permanente, segura, como un anclaje firme que otorga cimientos y sosiego a una vida entera.

            No corren buenos tiempos para los militantes. No corren buenos tiempos para nadie. Pero el militante no utiliza la " mala temporalidad " para " matar el tiempo". No se entrega. No es heroico, pero es quizás obstinado. Es frecuente que repita lo que machaconamente le dicen. "Todo esto es un desastre, no tiene arreglo, marchamos hacia un nuevo fracaso, la historia nos juega en contra. " Pero todo este tremendismo no tiene el poder de apabullarlo. Repito: no es un héroe. Simplemente quiere vivir. Simplemente no se conforma con aceptar que otros han decidido ya su vida, su futuro, sus módicas ambiciones y su muerte. Pero sabe - lúcidamente lo sabe- que si acepta lo que quieren que acepte, ni morir se necesitará. Porque ya estará muerto. Alguien dijo alguna vez: "Vivamos de tal modo que nuestra muerte sea una injusticia.". Una muerte - no dramaticemos por favor- es solamente un hecho más de nuestra vida, un hecho (esto sí) final, que patéticamente revela nuestros límites. Pero el militante sabe que tiene su vida. Y quizás, porque conoce los tiempos que corren, no se ha propuesto nada tan grandioso como la toma del Palacio de Invierno.

            Quizás, sencillamente, no busca la inmortalidad. Ha aceptado con calma, ha atravesado su correspondiente y dolorosa crisis cuando esa verdad se le reveló ("no sólo mueren los demás, también voy a morir yo, sobre todo yo, cosa increíble, y en ese momento, como todos, voy a estar solo") pero tampoco esta revelación lo ha destruido. Al hacerlo, conscientemente o no, ha tirado por la borda íntegramente a Dostoyevsky. Todo ese tremendismo eslavo le es ajeno.

            La militancia en España tuvo en el pasado una relación con la muerte hermanada con el existencialismo trágico, no sólo con Dostoyevsky sino especialmente con Nietzsche. Pero eso pasó y no estoy hablando de aquellos militantes, de los setenta, tan fervientes, tan desmesurados, tan seguros de tener la historia como inclaudicable aliada, no. Hablo de los de hoy. Y éstos de hoy saben que tienen que vivir. Y que aunque no vivirán una vida grandiosa (los tiempos no dan para tanto) harán lo necesario por estorbar un poco. Y si es posible - porque la política y la historia son, afortunadamente, improbables- harán también algo más. La desnacionalización de la economía, o más exactamente el reemplazo del circuito productivo por el circuito financiero, no produce sólo un resultado, digamos estructural, materialmente verificable en la organización económica de la sociedad, produce también un resultado humano. Se destruye al hombre. Se lo destruye como ser social, solidario. Se lo transforma en un individualista hosco, temeroso y agresivo. Se lo transforma en un marginado. Y donde aparece el marginado muere el militante.
 
            La destrucción del aparato productivo, además, está arrojando a innumerables trabajadores a la marginación y la extrema pobreza. Y no existe ninguna dialéctica revolucionaria entre pobreza y conciencia de clase. (Atención: hablo aquí de "pobreza" en tanto marginación del circuito productivo). Los marginales pueblan las páginas de sucesos del amabilísimo periodístico. Aquí han sido confinados. Antes formaban comisiones internas, asistían a las asambleas de sus empresas y sectores, votaban sus directrices. Ahora transitan oscuramente por los suburbios. Eran trabajadores, eran compañeros, hoy son seres desesperados abocados a la delincuencia y el lumpenaje.

            En España, entonces, la activación del aparato productivo no es sólo necesaria por razones económicas, sino por razones humanas y políticas. Para que la solidaridad, el compañerismo y la militancia vuelvan a surgir entre nosotros, hay que crearles un lugar. Este lugar es el trabajo. Militancia y trascendencia. Un militante, por el contrario, cree en la solidaridad social. No es un "individuo" en el pobre sentido que del individuo tiene el liberalismo burgués. Nada tiene que ver con Hobbes. Lo ha superado. Sabe que su individualidad se realiza en el grupo. Su incorporación al trabajo, a la producción, a su grupo de pertenencia, a su clase social, lo incorpora a la solidaridad, al compañerismo, a la amistad sincera. Para decirlo claro: lo humaniza. Un militante es un ser en constante proceso de humanización. Su militancia lo hará mejor padre, mejor esposo de su esposa, mejor amigo de sus amigos. Sabe que habita este mundo para luchar junto a los demás, no para usarlos. El militante respeta el trabajo. No porque sea un sometido, sino, porque sabe que en el trabajo está su poder, su capacidad de organización y el sentido final de su militancia: la justicia social. Y también porque sabe que por fuera del trabajo, no sólo está la miseria económica, sino la otra: la social y la humana. La que hará de él un apartado, un egoísta, un resentido y hasta un delincuente.

             El militante, es necesario repetirlo, cree en una verdad que lo trasciende y da sentido a su vida. Esta verdad es su ideología, la ideología que comparte con sus compañeros y expresa su lucidez. La ideología que hace de él un sujeto y no un objeto de la historia. Ha amasado esta ideología durante años, la ha padecido, la ha cuestionado, la ha asumido cotidianamente. Porque cotidianamente intentan quitársela, se la oscurecen y deforman desde las pantallas de la TV o desde las radios. Aparecen allí, frente a él, en su hogar, hombres cultivados, con buenos modales, racionales hasta el asombro y vértigo, implacables, que le dicen que no, que está equivocado, que todo está bien, o que todo está mal, pero que, en todo caso, nada está como él cree. ¿Cómo lucha contra toda esa insidiosa verborrea? Hablando con sus compañeros. Buscando la verdad donde está: en el grupo. Porque cuando los militantes son esto, militantes, y están unidos por sus intereses comunes, la verdad es una tenaz corriente eléctrica que los recorre y los une aniquilando el discurso del enemigo. Porque es cierto (según postula un diabólico axioma del pensamiento autoritario) que mil repeticiones hacen una verdad. Pero no es menos cierto que mil repeticiones pueden también aburrir, transformarse en un sonido apenas desagradable y persistente. En suma inaudible.

            El militante es una persona que tiene una razón para vivir. Y más también. Cierta vez dijo Camas "Una razón para vivir es una razón para morir”. El militante, en efecto, puede llegar a morir por su causa. Pero en España - hoy a esta altura de nuestra experiencia y de nuestro dolor- habrá que afirmar tenazmente que el momento más alto de realización de un militante es su vida (cualquiera de los infinitos actos en que su militancia lo ha comprometido) y no su muerte.

            La deshumanización acecha también al militante. Puede transformar su ideología en dogma, en obstinación y autoritarismo. Puede creerse más heroico. Puede confundir el desprecio por la vida con el coraje. Puede enajenarse en su lucha. Puede olvidar las pequeñas cosas en nombre de los grandes ideales. Puede olvidar que los grandes ideales se persiguen y se conquistan para posibilitar las pequeñas cosas. Puede llegar a considerarse sólo el eficaz cuadro de una organización. Y hasta puede llegar al extravío de exigir también eso de los demás. Puede llegar a realizar esta frase de Brecht: "Nosotros que nos unimos para luchar por la amistad entre los hombres, no supimos ser amigos". El viejo problema de los medios y los fines se agitan detrás de éstas ideas. Pero si la militancia ha de servir para humanizar al militante, los fines deberán estar presentes en todos los medios. Porque el militante está vivo hoy, y es hoy, en cada uno de los actos que realiza para conquistar una sociedad más justa, donde están enteramente en juego su humanización o su envilecimiento.. y hoy que el sistema capitalista se desintegra, y está por nacer una sociedad diferente, mejor o peor, pero diferente, es más necesario que nunca el militante para que la nueva sociedad sea más justa, igualitaria y solidaria.

lunes, 8 de octubre de 2012

Ernesto Guevara, el “Che”, Vive para siempre

                                             

  
             Ernesto Guevara, el "Che", fue capturado el 8 de octubre de 1967, cuando se encontraba en el interior de la selva boliviana para extender la revolución social a Bolivia, corazón de América Latina. El día 9 fue asesinado en el pueblo de Higuera. Tenía 39 años. No murió en combate como hubiera deseado, sino vilmente asesinado a manos del coronel Joaquín Zenteno Anaya y el agente cubano de la CIA Félix Rodríguez.
            Libertador para los más  y para otros pura mercadería de gorras, insignias, camisetas y posters. No hace mucho preguntaba a varios chicos, chicas de entre 20 y 30, sobre este personaje y dentro de sus revolucionadas meninges (su neurona sigue girando a 45 r.p.m. al ritmo de Lady Gaga o el reguetón-ton-tón de turno) habían oído algunos comentarios y leyendas (¿a sus abuelitos ñoños?) Incluso uno me dijo "¿El que fumaba puros y llevaba boina?". Bueno, a veces no está hecha la miel para la boca del borrego. Generación Ni-Ni. O sea Ni puta idea, Ni falta que hace. Vaya futuro....
            En los años que ocupó la escena mundial era la voz de los pueblos dominados por el imperialismo, el trato desigual que recibían de los organismos de crédito internacionales y de las multinacionales que hacían sus negocios sobornando a los gobiernos corruptos. Tenía razón. Pero las naciones comunistas no lo apoyaron. Fue un solitario luchando contra el capitalismo salvaje.
            Puso en los oídos del mundo detalles de la siniestra política norteamericana. Pero no se conformó con denunciarlo, pensaba que había enfrentar ese avasallamiento con la guerrilla. Pensaba que los pueblos lo iban a acompañar en la gesta que les permita sacarlos de la opresión, pero no pudo repetir la experiencia cubana.
            Eligió los caminos de Latinoamérica, mezclarse con los pobres a los que les ofreció su capacidad de médico, entender la realidad de los excluidos e imaginar cómo cambiarla. Luchó por un mundo mejor, el que él tenía como ideal.
            ¿Cuál Che Guevara está en nuestros espíritus? ¿El médico solidario y desinteresado, el guerrillero, el intelectual, el marxista, el que enfrenta al capitalismo?. Serán todos o ninguno, en función de quién lo observe. Para algunos será solo el poster, la lámina bicolor con su rostro enérgico o una canción de gran poesía. Para otros una referencia ideal: llegar a donde quiso sin impedimentos, decir y hacer lo que pensaba, sin dobleces.
            Eduardo Galeano escribió: ¿Por qué será que el Che tiene esa peligrosa costumbre de seguir naciendo? Cuanto más lo insultan, lo manipulan, lo traiciona más nace. Él es el más nacedor de todos. ¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en un mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan porque no se conocen?.
             Su trayectoria en la guerra de guerrillas que derrocó la dictadura de Fulgencio Batista, el 1 de enero de 1959, es conocida.
 
 

            Pero lo es menos su batalla para la creación de un hombre nuevo y una sociedad igualitaria a partir de un diferente modelo económico y de relaciones entre los pueblos.

            Esta otra batalla, más profunda, más irreversible y más definitiva, lo lleva a buscar aliados en los países en proceso revolucionario en medio de las tensiones que existían entre el bloque capitalista y el comunista durante la guerra fría.

            Antes de tomar la decisión de empuñar las armas en Bolivia, Guevara intenta encontrar aliados en una gira por el mundo socialista y por los países en lucha anticolonialista. Comienza en noviembre de 1964 con la visita a la Unión Soviética, donde logra mejores acuerdos pero dentro del marco de relaciones que acentúan la dependencia cubana. 
            Más tarde pronuncia en la ONU un discurso que se hará famoso y en el que defiende a Cuba y apoya las luchas de liberación anti imperialistas, raciales y anticolonialistas del mundo: a los pueblos heroicos de Vietnam, de Laos, de la Guinea llamada Portuguesa, de Sudáfrica, o Palestina, de Venezuela, de Guatemala y de Colombia y "a todos los países explotados que luchan por su emancipación y a los que debemos extender nuestra voz amiga, nuestra mano y nuestro aliento".

            Su gira continua en busca de aliados con los que sostener esta estrategia y formar la Tricontinental, asamblea donde los países África, Asia y América puedan encontrar un foro de acuerdos que los fortalezca en sus respectivas luchas.

            Visita, entonces, Argel, Malí, Congo, Guinea, Ghana; pasa por París y va a Dahomey. En febrero se entrevista con Nasser en El Cairo y termina el recorrido nuevamente en Argel pronunciando, en febrero, un discurso en el que muestra su desilusión por las relaciones económicas con el bloque socialista: "¿Cómo puede significar "beneficio mutuo" vender a precios de mercado mundial las materias primas que cuestan sudor y sufrimientos sin límite a los países atrasados y comprar a precios de mercado mundial las máquinas producidas en las grandes fábricas automatizadas del presente? Si establecemos ese tipo de relación entre los dos grupos de naciones, debemos convenir que los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperial".

            A su regreso a Cuba, se entrevista con Fidel y la plana mayor del gobierno cubano y durante unos meses no se sabe nada de él. Mas tarde, en octubre, se harán públicas las tres cartas de despedida del "Che", a sus hijos, a su familia y a Fidel, en un acto organizado en el Teatro Chaplin.
          
             En la carta a Fidel dice "Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está vedado por tu responsabilidad al frente de Cuba." y para evitar que acusen a Cuba de "exportar la revolución", renuncia a sus cargos y a su ciudadanía. 
            Las cartas, las otras cartas, las del destino, estaban echadas. La misión diplomática de Cuba había fracasado: el camino, para el "Che" no podía ser otro que el de las armas.

            Llega a Bolivia, a fines de 1966, con un grupo de cubanos que tenían experiencia guerrillera. Se contacta con los hermanos Roberto y Guido "Inti" Peredo, que están dispuestos a tomar las armas y repetir la experiencia cubana.

            El "Che" no pierde de vista la importancia de tomar contacto con el Partido Comunista boliviano y coordina la entrevista crucial con Mario Monje, el Secretario General del PC que había estado con Fidel en Cuba. Ambos dirigentes se encontraron, por única vez, en la noche de año nuevo de 1967 y no pudieron llegar a un acuerdo, por lo cual la brecha entre ambos será cada vez más profunda.

            Esa misma noche los guerrilleros escucharon por radio un discurso de Fidel que enviaba "un nuestro mensaje especial y cálido, porque nos nace de muy adentro, de ese cariño nacido al calor de nuestras luchas, nuestro mensaje, en cualquier sitio del mundo donde se encuentren al comandante Ernesto Guevara y sus compañeros".
 
            En abril de1967, desde la selva boliviana, el "Che" envía a Cuba un último texto donde explica su estrategia: "Crear dos, tres, muchos Vietnam". Pero ya sabe que Vietnam está aislado, que él mismo está aislado sin apoyo del campesinado y sin apoyo del PC boliviano.

            Si bien la derrota del Che significó su muerte, no fue la de su proyecto de unir a los países del Tercer Mundo para lograr romper las relaciones de dependencia económica, hoy reverdecido, por ejemplo, en los tratados que van forjando la creciente unidad sudamericana.
 
HASTA SIEMPRE, COMANDANTE. HASTA LA VICTORIA, EL INFINITO Y MÁS ALLÁ.
         


martes, 2 de octubre de 2012

LOS ENGAÑOS DE MARIANO I “EL BREVE”

 
 

Las promesas de don Mariano han caído en el saco roto de las palabras. Con tan solo nueve meses en el sillón de la Moncloa el desmantelamiento del Estado del Bienestar es solo un aperitivo de lo que todavía está por llegar. La ignorancia de un millón de votantes procedentes de la izquierda ha legitimado el ruido urbano del presente. Hoy la izquierda de este país llora la culpa de su sumisión ante el guante blanco de sus derechos. La contrarreforma o mejor dicho, el empobrecimiento social de la clase media en contraposición con la dolce vita de los pudientes deja patente la trampa que durante meses anticipamos.
 

            Después de nueve meses en el poder, la escoba ha vuelto a barrer para las capas de la nobleza. El rodillo azul de la derecha ha tapado los aciertos rojos de Zapatero. La involución ha quedado patente durante estos nueve meses gobernados por Rajoy. La eliminación de Educación para la Ciudadanía y el nuevo Proyecto de Ley de Educación, que promete devolvernos a la escuela de los años 60, junto con los drásticos recortes presupuestarios a la educación pública; las impúdicas y vergonzosas reformas y modificaciones del sistema de salud pública, con escalofriantes recortes presupuestarios que colocan fuera del sistema a más de un millón de ciudadanos; el indecente desprecio a la Ley de Dependencia que deja en la cuneta a cientos de miles  de personas en las peores condiciones de subsistencia; la reforma legal que amenaza con penas de cárcel la resistencia pasiva? y la vuelta con la ley de plazos del aborto, los toros como "ingrediente de la marca España" en palabras del ministro Wert, el abaratamiento del despido, el desmantelamiento de la negociación colectiva, el aumento de poder de las corbatas en detrimento de los cuellos azules de la balanza, la subida del IRPF con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo, la subida del I.V.A. a niveles suecos (que amenaza con la ruina del sector de la cultura) la vuelta con las teorías de la conspiración como instrumento de la derecha para legitimar sus medidas basadas en la desigualdad, y la sumisión a los dictados de Merkel para "sacar pecho" en las calles de Europa, son una pequeña muestra de la contrarreforma de la derecha en sus nueve meses de Moncloa.
 

            El último error de ZP ha sido el mayor favor que los socialistas hemos hecho al nefasto gobierno de don Mariano. Con Rubalcaba a la cabeza el discurso progresista ha perdido la credibilidad necesaria para recuperar el millón de desencantados que votaron cambio y se han encontrado con la vuelta a su pasado. La figura de Alfredo es el recuerdo constante de las políticas neoliberales de Zapatero. Las mismas decisiones que le costaron el cetro a José Luis por traicionar sus principios socialdemócratas y romper con la identidad política de sus votantes. La mesa democrática sin la pata de una oposición crítica y alternativa es la causante de buena parte de los abusos de poder de las mayorías. La disputas internas por conseguir el sillón en la casa de Ferraz ha dejado huérfanos de voz a millones de votantes que convencidos de la despolitización de la crisis votaron a la rosa como la mejor opción para evitar el vuelo bajo de las gaviotas (aves carroñeras por naturaleza).
 

            La involución que decíamos atrás y una oposición desacreditada son la combinación perfecta para que miles de ciudadanos afectados por las "élites tóxicas del poder" salgan a la calle para manifestar su descontento con sus elegidos. Es precisamente el cabreo social con el poder, el lubricante que une a nuestros manifestantes con los millones de ciudadanos que un año y medio atrás perdieron su vida en diferentes plazas de corte musulmán. La “primavera valenciana” o el 25-S deja en las pantallas del televisor la huella crónica de una España herida que vive angustiada por la asfixia de su presente, ante la incapacidad de sus élites para poner remedio a lo irremediable.
 

            A mí, juzgar la política de nuestro gobierno se me antoja difícil, más que juzgar la política juzgar las responsabilidades de nuestros políticos respecto a la política que aplican, pues como todos sabemos nuestro país vive sometido a los dictados de Alemania y su canciller, directamente o vía Bruselas. Vivimos en un tipo de semi-soberanía (y estoy siendo generoso) y de “Pax Merkeliana” mediante la cual mantenemos una democracia aparente y formal vaciada de forma obscena por los “consejos”, los “compromisos” y la ortodoxia de imposible incumplimiento.
 

             Como leí hace algún tiempo, Mariano Rajoy no es un presidente o un primer ministro, en el fondo es un monarca sin poder, es Mariano I de España y V servidor de Alemania (los 4 servidores anteriores son los primeros ministros de Grecia, Irlanda, Portugal e Italia). Mariano no es un gobernante, Mariano es un virrey elegido democráticamente pero un virrey al fin y al cabo, de estos que esperan a que les traigan el pergamino con los deseos de su graciosa majestad para convertirlos en ley.
 
              Por eso objetivamente no hemos cambiado de gobierno y nuestro gobierno no lleva 9 meses, lleva mínimamente unos dos años y medio bajo dos presidencias diferentes. En este contexto me es muy difícil valorar la diferencia entre lo que ha hecho este presidente y lo que hubiese hecho el anterior, pues no tenemos dos realidades alternativas que poder comparar.
 

             Pero voy a intentar hacer el ejercicio de juicio. ¿Qué podríamos decir que define estos nueve meses de gobierno Rajoy? Yo lo resumiría con una palabra: La mentira.
 

            La mentira, o el engaño si se prefiere, es el concepto clave que define lo que ha hecho este gobierno y este presidente durante los primeros nueve meses de gobierno. No creo que haya en la historia de la política un gobierno que haya actuado de forma tan contraria a lo que había prometido en tan poco tiempo como lo ha hecho éste. En nueve meses todas las promesas y palabras de Rajoy han saltado por los aires, en nueve meses todo ha quedado en evidencia. Supongo que los votantes del PP racionales que no sean hooligans se sentirán engañados. Los votantes del PSOE de 2008 también se sintieron engañados por Zapatero, pero se sintieron engañados en 2010 dos años después de las elecciones, no a la semana como este caso. Supongo que a quien votase a Rajoy en base a lo que decía y prometía se le habrá quedado la cara de tonto en todas y cada una de las decisiones que se han tomado.
 

             Podríamos decir que ha habido cuatro grandes mentiras. La primera era muy burda, era aquella que hacía creer que los problemas de España eran causa de la desconfianza que provocaba el gobierno de Zapatero. Con un gobierno serio, recto y con ideas claras en cuestión de semanas todo comenzaría a encauzarse: La prima de riesgo bajaría, Bruselas (Berlín) nos daría la confianza, los agazapados empresarios comenzarían a crear empleo confiados en la seriedad del nuevo gobierno…Bien, las previsiones del gobierno una vez ha llegado al poder es un aumento del paro de 630.000 personas en 2012 (que me temo será mayor), una presión de Bruselas y Berlín creciente, una prima de riesgo que sólo baja por cuestiones ajenas a nuestras fronteras y una recesión galopante.
 

             Aquello de la “confianza” era una absoluta patraña y ellos lo sabían, por mucho que ahora se escuden detrás de las más estrambóticas excusas. Que si el déficit que les han dejado era mayor (cosa que sabían perfectamente porque gobernaban la inmensa mayoría de las comunidades), que si es Europa quien nos lo impone (¿y al gobierno anterior no?), etc. Y lo peor del caso es que hay gente que se cree las excusas en vez de ir al centro de la cuestión y aceptar que les estuvieron engañando en la precampaña y campaña electoral.
 

             La segunda gran mentira de Rajoy fue que no iba a subir los impuestos. No hacía falta ser adivino para darse cuenta que esto era absolutamente imposible y que no se podía ni soñar en cumplir los objetivos de déficit sin subirlos. La primera medida del gobierno fue la subida del IRPF a  y después el IVA a niveles suecos, algo que además se supone radicalmente contrario a la política económica de la derecha. Grandes masas de profesionales asalariados con muy buen nivel salarial que votaban al PP básicamente para que les rebajase los impuestos se han sentido profundamente engañados. Estas medidas, hubiesen sido tildadas de soviéticas por el PP si la hubiese hecho otro gobierno.
 

             Han subido otros impuestos como el IBI, el impuesto sobre las rentas del capital y el tabaco, todas ellas (excepto quizá la tercera) contrarias a la propia esencia de un gobierno de derecha económica y que ha enfadado a sus propias bases. El único misterio ha sido por qué no subieron el IVA en los primeros 100 días. Yo estaba seguro que se iba a subir en Abril pero me temo que las elecciones andaluzas y asturianas condicionaron mucho la medida.
 

             De hecho la semana antes de la presentación de los presupuestos para el 2012 se especulaba con la posibilidad de que el IVA reducido desapareciese para ciertos productos, avanzada por el ministro Montoro a los empresarios. ¿Por qué no se hizo? Es difícil de saber. Francamente parece que este gobierno actúa a impulsos (las famosas “ocurrencias” que criticaban al gobierno anterior), como unos malos estudiantes que tienen que presentar un trabajo en una fecha límite y el día anterior aún no saben ni cómo hacerlo. Al final parece que escriben cuatro cosas sobre la marcha para cuadrar los números y las presentan, pudiendo haber presentado las contrarias de haber tenido que presentarlas otro día diferente. La otra posibilidad es que las órdenes sean claras y concisas y lleguen justo el día antes de tener que hacer las reformas, por lo que los ministros, que serían absolutamente desconocedores de lo que se cuece y decide, se dedicarían a hablar y avanzar cosas sin tener ni reverenda idea de lo que están diciendo. Ambas posibilidades son igualmente terribles.
 

             La tercera gran mentira es la política antiterrorista. El PP ha estado en estos últimos 8 años defendiendo una política de intransigencia y no negociación con el terrorismo que era contraria a todo lo que se había hecho en España desde la transición. Esta postura en la oposición se lo puso muy difícil al anterior gobierno que parecía debilitado y desautorizado, con las consecuencias evidentes de que los terroristas se aprovechaban de eso al creer que estaban ante un gobierno débil que estaba siendo atacado desde el lado de sus propios aliados.
 

             Esta política loca y destructiva llegó a impregnar a los votantes potenciales del PP y a algunos que no lo son ya que, ciertamente, es muy primaria y toca mucho el corazón y el orgullo del ciudadano español. Pero una vez llegas al gobierno los populismos y disparates que dices en la oposición son inasumibles.
 

             De eso de no negociar jamás, de la derrota policial hasta que no quede ni una mosca y demás bravuconadas hemos pasado a la política lógica en un gobierno, es decir, si se puede actuar desde el gobierno para acabar con esto, cuanto antes mejor, y si se hace sin pasar ninguna línea roja pues se hace. Desde el trato a Amaiur (que han pasado de querer meterlos en la cárcel a todos a pedirles que colaboren con el fin de ETA) hasta la aceptación de que se puede hacer política penitenciaria y de gestos para facilitar la disolución definitiva de ETA, todo ha cambiado.
 

             Y esto, evidentemente, no les podía salir gratis. Los más radicales dentro de las filas del PP, espoleados por las diatribas patrioteras de antaño, no pueden comprender como ahora se está haciendo casi lo mismo que el gobierno Zapatero (y eso que no sabemos lo que se está cociendo por detrás). El PP y Rajoy les han engañado durante muchos años defendiendo una postura que no se podía mantener en el gobierno.

           La cuarta gran mentira es que no abarataría el despido. La actual reforma laboral está  generalizando los despidos con 20 días por año trabajado, menos de la mitad que teníamos antes, e incluso en el mejor de los casos estaríamos en 33 días. Una reforma laboral horrible que nos sudamericaniza como país,
 
             Este punto realmente no es muy rechazado por el electorado tradicional del PP, al que se le supone (si es que sabe lo que vota y por qué lo vota) que le debería parecer bien estas medidas de teórica “flexibilización” del mercado laboral. Pero claro no todos los votantes del PP son su electorado tradicional sino que hay muchos que son electorado puntual y que les han votado simplemente “para que lo hagan mejor que los otros”. Es esa gente la que más engañada se habrá sentido por esta cuarta mentira.
 

            Porque a todo esto tenemos que añadir las idioteces constantes del ministro Wert, la contra legislación absurda de Gallardón con el aborto, el peligro constante de un gobierno que puede recortar en todo y no tiene línea roja alguna. Todo esto nos produce la terrible sensación de que estamos ante un gobierno esclavo del exterior que no tiene limitación alguna y sobre el que no podemos hacer previsiones porque no parece tener ni línea política coherente.
 

             Las consecuencias de los primeros nueve meses de Rajoy han sido muchas: Una huelga general, acompañada por exitosas manifestaciones y que reflejan una sensación de gran malestar con la reforma laboral; y, sobre todo, las derrotas electorales de Andalucía y Asturias.
 

             Las dos primeras elecciones que tuvo el PP a tres meses de alcanzar el gobierno han sido dos fracasos (fracasos al no alcanzar los objetivos esperados), fracasos que se han dado en un momento en que nosotros seguimos hundidos en el suelo electoral más absoluto que se nos conocía.
 

             Es decir, el PP ha comenzado por primera vez desde que yo recuerde a perder votos a favor de la abstención. Lo que ha pasado en Asturias y sobre todo Andalucía es que los votantes del PP se han comenzado a abstener cabreados por todas estas mentiras que he comentado en el texto. Muchos se han sentido engañados y se han quedado en casa antes de ir a votar en estas autonomías. Y ojo porque llevamos nueve meses y este potencial abstencionista va a ir aumentando con los meses, veremos crecer este cabreo en las próximas elecciones gallegas, vascas y catalanas.
 

             Y yo, por el futuro de España, me alegro. Me alegro de que por primera vez el votante del PP comience a ser tan escrupuloso y exigente como el de la izquierda y se atreva a quedarse en casa y no tragar con los engaños y traiciones constantes. Ahora lo que nos falta es tener la capacidad y el programa político necesario para absorber a estos votantes descontentos.
 

             El futuro no es nada esperanzador. Seguimos con un gobierno servil y con unas medidas que ya se han demostrado inútiles en países como Grecia, Irlanda o Portugal o, si nos vamos atrás en el tiempo, en países de Latinoamérica en los 80 y 90.
 

             Al final mi única esperanza a corto plazo es que se reorganicen las fuerzas en Europa y que se forme un bloque que plante cara a la ortodoxia prusiana de Angela Merkel. Me temo que dependemos mucho de que Hollande demuestre no ser un cobarde en la presidencia francesa.
 

             Y a medio plazo necesitamos construir nuevos espacios políticos de convergencia y unidad de la izquierda y nuevas ideas económicas para nuestro país, que acaben con este bipartidismo y con esta política económica impuesta. En eso estoy y en esto seguiré, porque creo que es el único camino que vale la pena.
 

            La sumisión permanente de los Estados miembros a los dictámenes neoliberales de Merkel será la causante de la mayor Revolución de la Izquierda que tendrá lugar dentro de las fronteras artificiales de Europa.
 

            Desde nuestras convicciones de izquierda, debemos hacer un llamamiento contundente a la indignación colectiva para solicitar a gritos la restitución de nuestros Estados por encima de los mercados. La imposición de estos últimos a la voluntad popular, o dicho de otro modo, el golpe de poder mediante la militarización de la oferta y la demanda, está siendo la grieta que terminará por asfixiar los pulmones encharcados de la libertad política occidental.
 

            Los 630.000 nuevos parados que, según el mismo gobierno nos traerá la reforma laboral vaticinan los metros de pancarta que colapsarán las calles y avenidas en la España triste del presente. La falta de ética kantiana causada por la incoherencia entre los silencios de la oposición y los hechos actuará como arma destructiva en el sólido poder del nuevo ciclo marianista. La crítica destructiva y populista a las políticas de Zapatero por parte de la bancada azul conservadora será la trampa que impedirá a Rajoy terminar su contrato de cuatro años como inquilino de la Moncloa. El rodillo azul tendrá dificultades para dar una nueva pasada al deterioro futuro de su fachada.
 

            Los mercados serán las olas que destaparán la verdad de las arenas demagógicas de la derecha. Los datos reiterados de la EPA y las tijeras exacerbadas de Europa pondrán sobre el asfalto cientos de metros de pancarta que marcarán los inicios de la revolución de la izquierda. La frustración electoral por la búsqueda de soluciones en frentes equivocados y la ausencia de grúas en la España de Rajoy serán las causantes del desahucio forzoso de Mariano en su incómodo chalet popular. La visualización en un horizonte temprano de un número superior a seis millones de parados sin tener a ZP para lanzarle los dardos envenenados de los males existenciales, precipitará al vacío los cimientos ideológicos neoliberales y la toma de conciencia colectiva de repulsa europea.
 

            Este sentimiento social será la razón para la regeneración de la izquierda y la puesta en práctica de un cambio ideológico que anteponga la supervivencia de los Estados a las exigencias competitivas de los mercados. Las exigencias del cambio de modelo político conseguirán devolver a los políticos la libertad perdida durante los años de prisión en una cárcel llamada Europa.
 

            A día de hoy, el político soberano elegido libremente mediante el escrutinio de las papeletas de ayer ha pasado a ocupar el rol de mando intermedio en los cuadros directivos del poder europeo. Hoy los políticos han pasado a ser los "jefecillos" de millones de subordinados cuyo poder de control viene determinado por las decisiones de sus directivos de arriba. La ausencia de libertad que supone la escenificación del rol de mando intermedio en la empresa europea impide gobernar la casa con libertad. Los mercados, o dicho de otro modo, los cuadros directivos de Europa han sustituido a los "jefecillos emocionales de Grecia e Italia" por tecnócratas racionales sin la legitimización civil de su poder. En España, probablemente Rajoy, será sustituido antes de salir de su trinchera por la supremacía "merkeliana". La izquierda deberá levantarse para impedir a España arrodillarse ante un nuevo "Tejero" llamado Mercado.