miércoles, 10 de octubre de 2018

MUJERES CASTAS, BUENAS ESPOSAS Y SANTAS MADRES


Está claro que las relaciones de poder entre los sexos se han basado tradicionalmente en el control de los cuerpos, la sexualidad y la capacidad de reproducción de las mujeres, y el Estado, a través del Derecho, ha institucionalizado con frecuencia este control. Regular los casos y circunstancias en los que una mujer puede decidir tener o no tener hijos, esto es, interrumpir voluntariamente su embarazo o acceder a técnicas de reproducción asistida, ha sido siempre una forma de limitar la autonomía de las mujeres, vulnerar sus derechos sexuales y reproductivos (aunque no solo estos), y fomentar la subordinación y la opresión sexual en la que se apoya el sistema patriarcal.
El PP ha demostrado sobradamente en estos años su falta de sensibilidad en temas de género y su confianza en el patriarcado como sistema de cohesión social. No solo se opuso ferozmente a la Ley de Igualdad y a la de Violencia de Género, sino que, ya en el poder, retiró todo apoyo a la aplicación de esta última y modificó el Código Penal al objeto de dinamitarla sustituyendo, incluso, la expresión “violencia de género” por “violencia doméstica”, como si fueran sinónimas.
El PP admite a duras penas que la mujer está discriminada y, de hecho, se ha resistido desde tiempo inmemorial a la articulación de acciones afirmativas en este campo, así que si hablamos, como es el caso, de violencia sistémica, opresión y dominación sexual, lo normal es que no entienda una palabra. De hecho, su última legislatura ha estado marcada por un casposo conservadurismo, una especie de paternalismo benevolente o incluso una forma de moralismo legal, que “animaba” a las mujeres a comportarse como es debido, y estigmatizaba y perseguía a quienes no se atuvieran a la norma. Ni putas, ni abortistas, ni bolleras. Mujeres castas que cumplan el rol social para el que han sido llamadas: buenas esposas y santas madres.
Ya en la Ley Mordaza el PP aumentó la presión sobre los consumidores de prostitución, algo que, aisladamente, podrían suscribir ciertas formas de feminismo y que, de hecho, no constituye, necesariamente, una violación de los derechos de las mujeres. El problema es, sin embargo, que la Ley castiga también a las prostitutas, a las que impone multas de hasta 600 euros, en casos de infracción leve (artículo 37.5) o hasta 30.000, si no se obedece de forma reiterada los mandatos de los funcionarios policiales y se siguen ofreciendo servicios sexuales (artículo 36.6).
El castigo a las prostitutas solo se explica desde un paradigma moral para cuya salvaguarda se utiliza la fuerza jurídica y policial, lo que sucede únicamente en el Estado islámico y en algunos otros, no, por cierto, democráticos. Todo ello sin considerar ahora el modo en que tales disposiciones aumentan la deuda de las mujeres con sus proxenetas y la necesidad, por tanto, de mantenerse en el bucle de la prostitución y la trata.
Por lo demás, el PP se ha empeñado con el mismo entusiasmo en obligar a las mujeres a tener hijos que no querían, como en prohibirles que los tuvieran cuando querían, siempre y cuando se trate de bolleras o de mujeres sin varón que las tutele.
Primero, intentaron limitar el aborto para situar la legislación en algún lugar anterior a la década de los 80, que ya les debió parecer el despelote; después, presentaron un recurso de inconstitucionalidad para mostrar que hay vida incluso antes de la existencia del varón y la mujer. Es más, ya en el encuentro entre ambos y en la intencionalidad, hay una vida en ciernes que merece protección. Evidentemente, toda esta filosofía visionaria y enormemente imaginativa, pasaba olímpicamente de los informes y la legislación internacional que señalan desde hace décadas que la prohibición del aborto viola un sinfín de derechos de las mujeres.
Y lo peor es que la cosa no se ha quedado ahí. Además de perseguir a putas y a abortistas, la cruzada del PP ha consistido en proteger a la sagrada familia (joya de la corona del conservadurismo más senil) del vil asalto de bolleras y solteronas. ¡No pongáis vuestras sucias manos sobre Mozart, por Dios!
Así que Ana Mato redujo heroicamente el acceso a las técnicas de reproducción asistida a los casos de “problemas médicos”, esto es, a los casos de esterilidad, fijando como requisito para ser usuaria tener “un trastorno documentado de la capacidad reproductiva” o “ausencia de embarazo tras un mínimo de 12 meses de relaciones sexuales con coito vaginal sin empleo de métodos anticonceptivos” (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, noviembre de 2014).
Sí, sí…sé que todos se preguntan cómo se acredita la esterilidad en este último caso, pero el Gran Hermano lo sabe todo. Aunque la esterilidad no es un hecho natural, dado que exige determinados comportamientos sexuales, y en España la intimidad está protegida, el PP ha encontrado el modo de acreditar semejante extremo. ¿Y cómo lo ha encontrado? Muy fácil: deduce tales comportamientos de la simple existencia de una pareja heterosexual estable que se ha mantenido durante más de un año.
Si tienes pareja heterosexual estable es que tienes coitos vaginales orientados al embarazo, y si no hay varón pues está claro que los coitos no son los que debieran ser, de modo que no puedes demostrar tu esterilidad, y, en consecuencia, amiga, estás fuera. ¿No lo ven? ¡Se trata de poner en práctica una auténtica ingeniería jurídica de alta gama! Y aunque un fallo del Juzgado de lo Social nº 18 de Madrid confirmó que esta disposición es discriminatoria por razones de orientación sexual, dado que niega la reproducción asistida a mujeres lesbianas y a mujeres sin pareja, esto es algo que Ana Mato ya sabía y que al PP nunca le ha parecido mal.
El control sobre la reproducción es una forma de opresión que impide a las mujeres tomar sus propias decisiones o definir las condiciones en las que tales decisiones se dan; es una forma de violencia institucional orientada al mantenimiento de la familia biológica convencional y de la sexualidad patriarcal.
Una violencia que se refuerza con la utilización de excusas médico-sanitarias para excluir a las mujeres solas, bajo el presupuesto de que los hijos en los matrimonios heterosexuales son una necesidad y en los demás casos, no son más que un capricho.
 Los hijos son la alegría del hogar y una pareja de lesbianas o una mujer sola ni pueden fundar un hogar, ni pueden fundar nada. Las bolleras y las solteronas son anomalías sociales, seres patológicos y desviados a los que no hay más remedio que tolerar pero a los que no vamos a animar a reproducirse. De hecho, ya sabemos las razones por las que, en su momento, el PP bombardeó cualquier conato de matrimonio homosexual.
En fin, lamentablemente, en estos años hemos comprobado que los menonitas, Amish y el Tea Party no son solo cosa de Estados Unidos, sino que se trata más bien de un movimiento mundial homófobo y misógino que se presenta con diversas etiquetas, y que en España ha tenido la suerte de gobernar con mayoría absoluta.

viernes, 28 de septiembre de 2018

DOS TONTOS MUY TONTOS


Casado y Rivera me recuerdan a Carrey y Daniels en la película de los Farrelly, dos tontos muy tontos. En la cinta dos bobos de postín se empeñan en una absurda persecución para devolver un maletín perdido a una guapa chica que ni siquiera es consciente de la pérdida. La crítica tachó la obra de insufrible, chabacana y penosa. Los citados actores cómicos, me refiero a los de Hollywood esta vez, no son responsables de la calidad del film, más achacable a directores y productores que no se sabe bien por qué invirtieron tiempo y dinero en esta majadería.
¿O si se sabe? Si no con certeza, sí que puede barruntarse que apostaron por que siempre habrá un lote de descerebrados que se diviertan con simplezas. Es decir que, probablemente, sabedores de que la obra es un puro dislate lleno de sinsentido, queda la oportunidad de sacar provecho de lo más bajo, de apuntarse al tortazo y al resbalón para arrancar unas risotadas estúpidas, pero pagadas en taquilla, y van por la tercera secuela.
Hay gente pa tó decía el Gallo y parece que los cómicos de la derecha han cogido el rábano por las hojas y han decidido competir por ver quién es más lerdo y se lleva el gato al agua del esperpento bien temperado.
Y aquí comienza su carrera por ver quien emula más y mejor al más torpe y obtuso de los analistas políticos (alguno pagado con fondos reservados), que claman por la españolidad más española y mucho española. La patética posición de denuncia de la invasión de la patria por parte de las hordas subsaharinas solo cabe en la cabeza trastornada de dos tontos muy tontos que compiten a brazo partido por la primera y segunda posición en este ranking.
Los tropiezos, las astracanadas, los juegos de palabra y las triquiñuelas no han hecho sino comenzar. Vamos a ver cosas que si no fuera porque ya lo adelantaron los personajes citados, hasta nos harían reír. Pero es tarde. El papel está reservado, si quieren seguir en esta línea que se lo pidan a los Farrelly o al mismísimo Santiago Segura que dada su voracidad, estoy seguro que no haría ascos a una secuela compartida de los dos tontos mezclada con una versión Ozores del que vienen los socialistas. Si así es, y me pillan en una buena tarde con algún efluvio etílico en las venas o lo que se tercie, puede que acabe sonriendo.
Las secuelas son lo peor, produce grima el estar forzando una trola, generar una narrativa se dice ahora, que obliga a los cargos de sus respectivos partidos a tener que decir y sostener “paponadas” de tal calibre que percibo hasta bochorno en el tono de alguno de ellos cuando manifiestan por boca propia lo que dicta el asno del jefe. Creo que sienten vergüenza ajena y no me extraña. Estos dos tontos se han tomado su competición muy en serio.          A la prueba de descalificación de emigrantes le sigue la de utilización perversa de víctimas y finalmente la prueba de fondo: Cataluña. Desde aquí pido que se otorguen dos diplomas al ganador, uno obviamente por tonto y el otro por si lo pierde.
Se me podría reprochar el usar la descalificación tontuna de manera injustificada, pero no es así. Es tonta una persona cuando actúa imitando a otros sin conciencia de su conducta seguidista. Haz lo que vieres hacer es una proverbio que solo tiene sentido si se relaciona con haz el bien y no mires a quien, pero estos cómicos locales más parece que siguen la máxima que dice que si culo veo, culo quiero. Y han visto el culo de Salvini y el de Trump y quieren culo, xenófobo y mentiroso, y además culo.
Y aquí es donde su tontería llega al nivel muy alto, al de preocupación general, pues quieras que no representan a una parte de la sociedad española que va a dejar de depender del juicio conservador de la vida para depender de lo que se ponga de moda aquí o allá. Es decir que estos baluartes del españolismo autóctono van a tratar de construir un discurso político importado y claramente alóctono.
Como son tontos y siguen el dedo que apunta a la luna en lugar de a ésta, no parecen tener constancia de que ya el único rey que conocemos por su sabiduría, Alfonso X, llamaba españoles a los moros y judíos de su reino (aún no enteramente español) a quienes reserva notables tareas de administración y justicia. Es decir que contaba con la pluralidad racial y religiosa como forma de potenciar lo que acabaría siendo el primer imperio planetario y el primer estado preocupado por difundir en lengua clara (vernácula) todo el conocimiento no religioso logrado en su tiempo.
Dado que tras posiciones defendidas por este par de ases de la estulticia se esconden operaciones como el examen de españolidad para solicitantes de permiso de trabajo o residencia para extranjeros, creo que sería bueno también aplicarles a ellos, como cabezas visibles de partidos políticos aspirantes a gobernar, el que demostraran conocimiento básico de la cultura y trayectoria política de un país territorio que conecta geográficamente Europa con África y culturalmente con América.
Y que nos cuenten a todos si tan colosal obra puede llevarse a cabo repudiando y despreciando lo desconocido o si más bien conviene forjar asociaciones provechosas más allá de la coyuntura puntual del florecimiento del voto racista.
¡Pero qué digo de pruebas o de exámenes! Si por ahí viene Casado exhibiendo sus trabajos compensatorios de master ¡chúpate ésa, pardillo! Casado 1, Rivera 0. Esto no ha hecho más comenzar ¡bbbrrrlllddd!

domingo, 9 de septiembre de 2018

BORBONEANDO ENTRE EMERITOS Y “PREPARADOS”


El penúltimo escándalo del rey emérito, por el cual su amante oficial durante muchos años reconocía en una filtración de conversaciones, su papel de intermediaria en las actividades comisionistas de aquel, añade otra gota al ya colmado vaso de este país. Por mucha presunción de inocencia que podamos tener, es evidente que las líneas de implicación de la familia real en los negocios fraudulentos a gran escala no se cierran con la sentencia condenatoria del yerno díscolo, Iñaki Urdangarin, otrora Duque de Palma por casamiento con la infanta Cristina.
Está claro que el nombre de la empresa, Nóos, objeto de la condena, en realidad se tendría que leer como el plural mayestático Nos, usado por reyes y Papas para vincular su figura a la institución que representan. Por otro lado, el intento de colocar el cortafuego en el yerno, dejando a su esposa Cristina como una mera ama de casa ignorante de la proveniencia del tren de vida familiar se desmorona ante la confesión de Corinna, dejando de manifiesto la pinza acusatoria sobre el penúltimo borbón y por extensión, a su hijo ahora rey.
Pero esta forma campechana de convertir la piel de toro en una oficina de cobro de comisiones, y a su familia en empleados a comisión, no era una novedad, ya que tenía sus antecedentes, también se sabe ahora, conocidos a través de la carta que le dirigió JC I al entonces Sha de Persia en 1978 para pedir apoyo económico a la campaña electoral de Adolfo Suarez. De esta manera, el monarca rompía ya al inicio de su reinado la figura de neutralidad y arbitrio político que se suponía había de tener, y que sancionaba la bisoña constitución recién salida de la imprenta, pero que se asociaba más al falsamente jocoso termino coloquial de “borboneo” con el cual se han conocido las actividades y maniobras del penúltimo borbón. Además de sus sospechosas relaciones “familiares” con todas las monarquías sátrapas (Arabia Saudí, Marruecos, etc)
Ya en este nuevo siglo el cambio de banquillo en el equipo de la flor de Lis no ha dado los frutos que se hubiera esperado de este último borbón al que se supone se le “preparó” a conciencia. El contundente discurso de Felipe VI con posterioridad a los sucesos del 1 de octubre de 2017 en Cataluña, no dejaron ni orgullo, ni satisfacción, más bien todo lo contrario, por ser una vez más el reflejo de una opción partidista y no un llamamiento a la conciliación de las partes en conflicto.
Son ya casi 300 años de frustrante relación de la ciudadanía con esta dinastía anacrónica, repletas de desencuentros, expolios y traiciones, y no han sido suficientes para dar a esta por finalizada. Pronunciamientos, guerras civiles fratricidas, golpes de estado, muertos y exiliados, dos repúblicas frustradas y dos restauraciones no parecen ser bastante para formalizar definitivamente el divorcio con los herederos de Felipe V.
En este primer tramo del siglo XXI estamos viviendo sucesos que recuerdan las corruptelas y maniobras políticas de la otra Cristina, de Borbón y dos Sicilias, madre de Isabel II, que provocaron su primer exilio en 1840 y las revueltas de 1854. Pero se la recuerda por sus negocios a costa del dinero público, la fuga de capitales al extranjero y el entonces lucrativo comercio de esclavos.  Pero la corrupción no tuvo su final con la expulsión de esta, sino que su hija le dio una continuidad hasta la revolución de 1868, y que la restauración, tras la efímera I República, tampoco frenó hasta el reinado de Alfonso XIII. No hay uno solo de los miembros de la estirpe, ya desde Carlos IV, que no haya dado muestras suficientes para demostrar que algo no funciona con la flor de Lis.
Estos años, desde que empezara la crisis económica en 2011, han puesto de relieve la fractura del régimen del 78. Los tres poderes puestos en duda por la ciudadanía ante el diktat de Bruselas en pro de políticas austericidas, la desigual forma de dictaminar sentencias y el peso de las mismas, la judicialización progresiva de la política y en su forma de ejercerla, el abandono a su suerte de las clases más desfavorecidas ante el acoso de bancos y eléctricas, el mismo rescate de esa banca con dinero público a fondo perdido, y la corrupción que contamina toda la estructura sobre la que se fundamenta el Estado desde municipios, diputaciones, CCAA y gobierno central son factores que han sobrepasado los límites de resistencia del estado fracturándola incluso en su propia concepción, al no haberse dado solución al problema de encaje de los territorios históricos y para el que el sistema autonómico fue solo una solución sujeta a las olas centrifugas y centrípetas del contexto electoral.
Un régimen que fundamentó su último acto de supuesta regeneración en la moción de censura de junio pero que ha demostrado su carácter continuista al frenar cualquier investigación sobre las últimas revelaciones sobre JCI. Y cuando aún no nos habíamos recuperado de la impresión de la moción de censura exprés, el ultimo Ministro de Justicia de Rajoy firmaba la sucesión al título de Duquesa de Franco, concedida en su día por el emérito a tan insigne familia, a la ahora sucesora, la “nietísima” del dictador quien su a vez le nombró heredero y garante de los principios del Movimiento. Cerrando así el círculo de premios, lealtades y fidelidades entre la dictadura y la estirpe borbónica restaurada.
Ante esta situación de colapso no es posible pensar de otra forma que no sea la ruptura que no se gestó en 1976 en beneficio de una reforma pactada. La presión a la que se vio sujeta la población española por las fuerzas vivas del extinto régimen dictatorial, el contexto internacional que no dejaría jamás que se repitiera una revolución como la de abril del 74 en Portugal, unos medios de comunicación totalmente escorados hacia la opción borbónica, y el pasado presente de la confrontación civil fueron suficientes para que la propuesta rupturista no se pudiera materializar.
Por esa razón, las fuerzas sociales de espíritu republicano deben unirse en la consecución de esa ruptura no solo con el régimen reformista del 78, sino con el sistema que lo sustenta y con una estirpe anacrónica y tóxica hacia la ciudadanía desde su implantación en 1700. Deben unirse para organizar un referéndum vinculante que ponga punto final a esta situación insostenible y que permita decidir la forma de gobierno que deseamos.
Hemos de recuperar los valores y el espíritu de las dos repúblicas que nos precedieron, haciéndolos nuestros y que a través de un proceso constituyente en el cual participe la ciudadanía, se reflejen en la transformación de nuestra sociedad. Una sociedad que habrá de ser igualitaria, fraternal y libre, y en la que nadie se sienta excluido, marginado o perseguido. Una sociedad laica, solidaria, pacifista y ecologista, libre de fronteras físicas o mentales y donde se respete y proteja el derecho de asilo y acogida.

 

lunes, 30 de julio de 2018

¡VIVAN LAS CADENAS!


La princesa Corina ha hablado sobre los negocios presuntamente sucios de Juan Carlos de Borbón. Los medios de comunicación libres se han hinchado a publicar portadas, artículos y hasta editoriales, los otros, los monárquicos, se han limitado a esconder la noticia entre el laberinto de sus columnas.
La Casa Real calla. El Gobierno calla. Lo mejor de todo es que a ningún súbdito/a, osea a ningún español/a la noticia le ha sorprendido y, lo peor de todo, muchos, muchísimos le quitan importancia.
El grito de ¡Vivan las cadenas!, con el que los absolutistas españoles recibieron al borbón Fernando VII a su vuelta del destierro, se repite hoy y desde 1975.
No contenta con ello media España está dispuesta a desenganchar los caballos del carruaje del borbón y ocupar el lugar de sus bestias de tiro, literalmente ya lo hicieron en 1814.
A falta de Franco un rey, o dos. Así lo decidió el dictador y así lo acata el pueblo español, así lo tiene decidido de forma inmensamente mayoritaria. Una decisión basada en el general desconocimiento de lo que una república representa como forma de estado, enormemente agravado por el antirepublicanismo fomentado desde el estado y la iglesia católica desde 1939 hasta nuestros días.
España es así. Nos va la marcha, la militar también. Me dicen que la World Values Survey (WVS), un proyecto global de investigación social que explora de forma empírica los valores y opiniones de la gente, entre otros temas el apoyo a las democracias, en sus nuevos datos publicados asegura que casi el 40% de la población española preferiría un régimen autoritario a un sistema democrático.
Si un 40% de la población infravalora un modelo de estado democrático, nos puede dar una idea de la valoración que pueden hacer de una República democrática y no digamos ya si esa República se constituye como “… una República de trabajadores de toda clase, que se organizan en régimen de Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”, tal y como quedaba expresado en el Artículo 1 de la II República Española.
Por si algo faltaba, hoy mismo la derecha heredera del franquismo, aunque algunos (muchos) lo nieguen y se empeñen en autodenominarse centro-derecha, ha dado un paso de gigante hacia la derecha pura y dura.
En estos días un ferviente admirador de Manuel Fraga y de José María Aznar ha sido elegido como presidente del Partido Popular, y por tanto candidato a la presidencia del gobierno, y lo ha sido con el respaldo de la vieja guardia del partido hábilmente espoleada por Aznar y los suyos. Se avecinan malos tiempos.
Así las cosas el problema no es el Borbón, al Borbón y a los borbones se les puede meter en un transporte con destino a cualquier país del mundo, por ejemplo a Suiza, ya se hizo en 1931, el problema reside en ese 40% de españoles en edad de votar que ni saben ni quieren saber lo que es la Libertad y la Justicia social…. y se inclinan entusiasmados al paso del rey.

martes, 17 de julio de 2018

ACABAR DE UNA VEZ CON LA ALARGADA SOMBRA DEL FRANQUISMO


Hace unos días, el Presidente Pedro Sánchez anunció que antes de acabar el verano se exhumarían y trasladarían los restos mortales de Francisco Franco al lugar que indicara su familia. Una antigua reivindicación de las gentes que aman la libertad para empezar a suprimir lo que resta de franquismo y sus nefastas herencias y huellas en este país.
El Gobierno de Sánchez ya ha hablado al respecto con la familia del fallecido dictador y también con la jerarquía de la Iglesia Católica (gestora del mausoleo y basílica del Valle de los Caídos donde están los restos de Franco) para concretar su exhumación y traslado. Altos dignatarios de la Iglesia habían hecho saber públicamente que colaborarían en la exhumación y traslado de lo que quede del autócrata en el Valle de los Caídos.
Una medida deseada por muchos ciudadanos y ciudadanas, aunque persistan algunas opiniones contrarias minoritarias y necias (del latín, nescio, nescis, nescire, nescivi, nescitum: no saber, ignorar, desconocer) propias de partidarios, admiradores y nostálgicos del franquismo.
Al tiempo que se comunicaba la intención de trasladar los restos del dictador, Izquierda Unida registraba en el Congreso de los Diputados una propuesta de ley que amplía la de memoria histórica democrática con medidas que van desde la ilegalización de cualquier asociación del tipo que sea que haga apología del franquismo o de Franco hasta multas y penas de cárcel por incumplir la ley de memoria histórica, además de establecer un censo oficial de víctimas de la dictadura franquista y un mapa de fosas comunes.
Hace 43 años falleció el dictador Franco, tras soportar la ciudadanía española 36 años de férreo autoritarismo y represión. Ahora, que llevarán sus restos a donde su familia indique (si es que lo indican pues, al parecer, ni su familia lo quiere), cabe recordar que en 1946, la ONU condenó el franquismo de modo tajante. Fue en San Francisco, Potsdam y Londres, ciudades en las que se reunió la asamblea general de los pueblos de las Naciones Unidas para crear la ONU.
Las Naciones Unidas condenaron por unanimidad el régimen de Franco. La Asamblea General de los pueblos de las Naciones Unidas concluyó sin el menor asomo de duda que en origen, naturaleza, estructura y actuación general, el régimen de Franco era un régimen fascista. La ONU aseguró que pruebas innegables demostraban que Franco fue, con Hitler y Mussolini, culpable de una conspiración de guerra contra los países que fueron agredidos por fascistas, nazis y franquistas y, tras la II Guerra Mundial, formaron las Naciones Unidas. La Asamblea General de los pueblos de las Naciones Unidas afirmó que el Gobierno fascista de Franco en España fue impuesto al pueblo español por la fuerza, no lo representaba ni lo representó nunca. Y sancionó al régimen franquista con la retirada de embajadores, embargos y otras medidas.
Lamentablemente, los intereses de EEUU, presididos primero por el ex-jefe supremo de los ejércitos aliados en Europa durante la guerra mundial, general Dwight Eisehower, y después por Harry Truman, acabaron con el bloqueo al que la ONU había condenado a la España franquista por su evidente colaboración con al fascismo de Mussolini y el nazismo de Hitler. Pero EEUU prefirió considerar la dictadura franquista como aliada en su enfrentamiento con la Unión Soviética y estados satélites en la guerra fría que empezaba. Los intereses de EEUU primaron sobre el hecho de que la España de Franco fuera una dictadura implacable, condenada internacionalmente, que violaba sistemáticamente los derechos de la gente.
Una dictadura que hoy sabemos causó al menos 143.000 desaparecidos forzados, cuyos restos mortales siguen en las cunetas del país en unas 2.500 fosas comunes. España soporta así la vergüenza de ser el segundo país del mundo con más desaparecidos forzados detrás de la Camboya del criminal Pol Pot y sus jémeres rojos. Además, según informe del Consejo de Europa, en los años cuarenta e incluso principios de los 50, los presos políticos fueron en la España de Franco extremadamente numerosos: unos 400.000, muchos de los cuales fueron forzados a trabajar en obras del franquismo. En 1940, “la tasa de encarcelamiento en España era casi tan elevada como la de la Alemania nazi“, asegura un informe del Consejo de Europa. A sumar además entre las víctimas de la dictadura los 220.000 exiliados que se fueron a Francia, México, Argentina y otros países de América Latina para poder vivir.
Cientos y cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas españoles, denuncia ese informe, sufrieron cárcel, malos tratos y torturas por luchar por la libertad y por la democracia y aún constan como delincuentes en los archivos de la Justicia española de la época franquista de un modo incomprensible, porque ningún gobierno de la época democrática desde 1976 ha tenido el valor y el coraje de anular las sentencias de la ilegítima y criminal dictadura franquista.
Según varias estimaciones, los muertos por la dictadura franquista serían unos 150.000, pero podrían ser 400.000 si se incluyen las víctimas muertas en campos franquistas de concentración durante la guerra civil y primeros años de dictadura. El historiador francés Guy Hermet subraya que las masacres se prolongaron mucho tiempo bajo el gobierno franquista y, de los cientos de miles de presos internados en campos de concentración franquistas, fueron fusilados más de 190.000.
El franquismo fue una dictadura asesina que murió matando. El 27 de septiembre de 1975 en Madrid, Barcelona y Burgos, fueron fusilados tres miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y dos de ETA político-militar. Apenas dos meses después, murió el dictador tras una larga y dolorosa agonía.
Además de la ONU, el 16 de marzo de 2006, el Consejo de Europa (organización que agrupa los 47 Estados de Europa, salvo Bielorrusia, Kazajistán y el Vaticano) también condenó por unanimidad las “graves y múltiples violaciones de Derechos Humanos cometidas en España por el régimen franquista de 1939 a 1975“.
Según Miguel Ángel Rodríguez Arias, profesor de Derecho Penal de la Universidad de Castilla-La Mancha, España es la única democracia que no ha investigado nunca su terrorismo de Estado tras desaparecer la dictadura. A pesar de que, según el historiador británico Paul Preston, los crímenes políticos que perpetró Franco fueron muy superiores a los cometidos por Hitler, aunque éste lo aventajó ampliamente en masacres raciales. Los crímenes del franquismo perpetrados por instituciones y personas franquistas fueron “una venganza ciega” según Preston.
Todo eso es agua pasada, oiréis que arguye una minoría que no quiere que se investiguen, juzguen ni castiguen los crímenes de guerra y de lesa humanidad perpetrados por la dictadura franquista en la guerra civil y durante los treinta y seis años siguientes. Pero, contra la falsa razón de que hay que olvidar y cerrar heridas, siguiendo con el símil, las heridas que no se abren, se limpian y airean, se infectan y provocan la muerte. Hay que juzgar los crímenes del franquismo que, por ser de guerra y lesa humanidad, no prescriben según el derecho penal internacional.
Además es imprescindible anular los juicios y condenas de republicanos y demócratas en general perpetrados por tribunales franquistas y, por supuesto, procesar a quienes se rebelaron criminalmente contra la legítima República, provocaron la guerra civvil y crearon y sostuvieron la dictadura franquista. Todo ello es la gran asignatura pendiente de España y de su ciudadanía. En tanto no se aborde y resuelva, este país no levantará cabeza ni será una democracia completa digna de tal nombre.

martes, 5 de junio de 2018

LA PRIMERA REVOLUCIÓN DE LAS MUJERES EN ESPAÑA


El 19 de julio de 1936 debería estar señalado con letras rojas y de molde en el calendario de la Historia del feminismo y de la lucha de las mujeres en España. El 19 de julio debe ser el Día de la Mujer en nuestro estado español, de la Mujer Luchadora, al margen de que el 8 de marzo se celebre su Día Internacional. Porque nunca antes, y creo que ahora tampoco a pesar del auge y profundidad del movimiento feminista actual, las mujeres dieron un paso tan importante y verdadero para su total emancipación.
Podría haber ilustrado este artículo con una fotografía de las innumerables milicianas que todas hemos visto en las revistas y diarios, muchas de ellas jóvenes y agraciadas, y en actitud guerrera a veces, pero ninguna como esta puede servirme para la idea que quiero expresar. Además, estas milicianas de la Juventud Socialista que custodiaba un edificio público de Valencia los primeros días de la sublevación fascista, de las que no sabemos su nombre ni apellidos, bien pudieran ser el prototipo de la mujer empoderada que nuevamente, como ya dijera la gaditana Amalia Carvia 30 años antes, gritaba a los hombres de la República: «¡Paso a la mujer!».
La lucha de las mujeres en España ha sido muy dura y muy larga desde las primeras feministas-librepensadoras-republicanas-espiritistas-masonas del siglo XIX. Se consiguieron incuestionables logros sociales, el reconocimiento de líderesas políticas e intelectuales, y en 1931 se pudieron presentar a las elecciones y algunas entraron en el Parlamento: Clara Campoamor, Victoria Kent y Margarita Nelken. Y a partir de la constitución de diciembre de dicho año pudieron ser ciudadanas y protagonistas de la historia al poder votar en unas elecciones generales como ocurrió en noviembre de 1933. Universidad, aborto, divorcio, paternidad, etc…Todo eso estaba muy bien, pero no eran más que medidas que muchos demócratas y republicanos de centro y de derecha aprobaron y podían asumir. Mas eso no era el poder y la igualdad; la emancipación y el poder no estaban en esos terrenos para las mujeres. La mayoría de ellas seguían ocupando un papel secundario y subalterno, segregado a veces, en una sociedad republicana que recién renacía con la victoria del Frente Popular. La verdadera revolución feminista estaba por llegar y fueron los fascistas quienes la precipitaron. Ocurrió un 19 de julio de 1936.
Ese día, y sin pedir permiso, muchas mujeres cogieron las armas y defendieron a la República. Algo nunca visto y que muchos hombres se negaron a ver, o no quisieron verlo. Pero al hacer eso, al decir y hacer «aquí estamos nosotras. ¡nosotras!», en un mismo plano, dentro de la misma barricada, dejaron claro que «con el fusil en el hombro venimos a reivindicar como mujeres nuestra igualdad, a defenderla y a materializarla». No era casualidad que la República tenía figura de mujer con gorro frigio. Solo con las armas en las avanzadillas del frente las mujeres se sintieron iguales a los hombres y se sintieron fuertes. Empoderadas se dice hoy…
Cuando la batalla de las mujeres se jugó en el campo del sufragismo en los primeros veinte años del siglo pasado, las mujeres españolas fueron a la zaga de estadounidenses, inglesas o australianas, y a veces con un gran complejo de inferioridad. Pero ahora que la Segunda República las había aupado al nivel de las primeras, la llamada imperiosa a defenderla frente al fascismo las convirtieron en las pioneras y ejemplo de las mujeres de todo el mundo. Mujer maternal y educadora, mujer piadosa y pacifista, y ahora su imagen de mujer antifascista recorría la prensa del mundo entero…«¡paso a la mujer!», nuevamente.
Las fotografías de las milicianas de las grandes ciudades españolas causaron la envidia y admiración de mujeres y hombres avanzados de medio mundo. Con razón. Porque lo cierto es que no se había visto nada igual. No era una imagen propagandística como algunos mojigatos han insinuado. Era la demostración palpable de una realidad que suponía la culminación del movimiento feminista en aquellas décadas. En la España del 19 de julio del 36 las heroínas se contaban por centenares, y las milicianas por millares. Era la verdadera emancipación de las mujeres tantos años suspirada por las feministas visionarias de finales del siglo XIX.
En el n.º 5 del mes de agosto de 1936 de la revista mexicana Frente a Frente, órgano central de la «Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios» aparecía la primera portada dedicada a España y con una foto de milicianas armadas. Este pie de foto es sugerente: «La mujer española, callada víctima del dolor de siglos, combate heroicamente en las filas».
Hubo que inventar la palabra «miliciana» y se tuvieron que acostumbrar a verlas en las trincheras y en los parapetos, hombro con hombro de los varones. Y hubo que inventar la palabra «capitana» y que los milicianos vieran en mujeres como Anita Carrillo, Luisa Paramont, Mika Feldman o Encarnación Hernández Luna a su mando superior. ¿Cuándo se había visto esto antes? Y encima, las noticias de su valor, arrojo y heroísmo no dejaban de llegar desde el frente. Los fotógrafos, salvo algunos misóginos que se pusieron una venda en los ojos, no tuvieron más remedio que disparar sus cámaras y enfocarlas con sus objetivos en los primeros días de la revolución. Ellas eran la verdadera noticia, la verdadera revolución. Gracias a profesionales como Díaz Casariego, Alfonso o Albero y Segovia, su imagen ha permanecido en la historia para orgullo y ejemplo de las mujeres.
No se ha publicado el número de mujeres que murieron en los primeros momentos de la sublevación fascista. Solamente en el diario de la noche L’Instant, de Barcelona, se ofreció en la edición del 22 de julio del 36 una relación incompleta de muertos y heridos que llegaron a la mayoría de los Hospitales de Barcelona. Allí murieron en combate por la libertad las mujeres Lucía Padua Jornet, Catalina Benedicto, Juliana Vara Cerezuela, Concepción Canet Alcaraz, Eugenia Preimau, Teresa Querol Querol, Francisca Pallareś Alcón, Ángela Alemany Marimón e Isabel López Giménez. Además de decenas de heridas de diversa consideración como Antonia Anjora Redido, Carmen Alba, María Bosch Litros, Engracia Carceller Giménez y muchas más. Sirva esta lista como homenaje a todas ellas y a las de las demás ciudades donde se sucedieron combates con las tropas fascistas sublevadas.
¿Y estas muertes las acobardaron? En absoluto. Pasaron horas en las largas colas, al fin cogieron su fusil o pistola, y se montaron en camiones y vehículos improvisados para partir al frente. La mayoría eran jóvenes, pero otras no tanto, y todas era hijas del 14 de Abril y del Octubre revolucionario y del 16 de Febrero unitario y victorioso. La mayoría eran anarquistas y libertarias, muchas eran comunistas y socialistas, y republicanas las menos, pero todas eran mujeres antifascistas dispuestas a dar la vida.
Esta revolución de las mujeres, al principio silenciada y después denostada, ridiculizada y combatida, se pudo escudriñar en alguna noticia de la prensa diaria. Es el caso de Málaga, donde no apareció ninguna referencia a este fenómeno histórico, pero sí se pudo leer en El Popular del 6 de agosto de 1936, en la sección «Lo que escriben los marinos» una carta escrita por Jesús Vacas, del Comité del barco cañonero «Laya». Se titulaba «Honor al alto espíritu libertario de la mujer malagueña» y en ella cuenta que sus camaradas le contaron los elementos más sobresalientes de la lucha de los primeros días en Málaga contra los golpistas, y que sobre todo, y «que debe conocer el mundo entero», es «el alto espíritu libertario que demostraron las Juventudes Femeninas, echándose a la calle con las armas en la mano y uniéndose a las Milicias». Pero nada de esto salió en la prensa de esos primeros días, ¿por qué?…
En Madrid no se pudo acallar esta realidad revolucionaria; en La Libertad del 22 de julio todavía no se hablaba de milicianas, pero sí de mujeres valerosas y guerrilleras, «nuestras madrileñas combatientes son hoy un magnífico ejemplo de valor y fortaleza que asombrará al mundo femenino». «Antes, en otros tiempo, se enaltecía una figura de mujer heroica. Ahora no es posible…son todas las que han de pasar a la historia y a las que habrá de levantar la República un monumento que perpetúe estas sublimas jornadas con que nos están asombrando…». No se ha erigido aún ese monumento a las mujeres milicianas de la revolución del 19 de julio…
Lola Iturbe, en su libro «La mujer en la lucha social» escribía: «Un equipo de cineastas de la CNT instaló una cámara de cine en un camión y filmó la partida de la Columna que luego formaría parte de la película El Movimiento revolucionario en Barcelona dirigida por Mateo Santos. Una compañera, al ver que iban tantas mujeres en la columna, intentó reunirlas y hacerlas desfilar en grupo ante la cámara, pero no pudo ser…».
Como tampoco pudo ser que triunfara esta revolución y los hombres pusieran por encima de ella las excusas de la guerra, de la pretendida eficacia y pragmatismo militar, o de burlas y mentiras sobre las mujeres. Una vez más, se repitió el «mandato a la cocina» que denunciara Amalia Carvia en junio de 1933; aunque esta vez se vistiera con el mandato más fino de «la mujer a la retaguardia»: ¡Se acabó la revolución!

domingo, 20 de mayo de 2018

CREANDO TENDENCIA EN POLITICA

Hay una postverdad oficial y recurrente. La de los de arriba, la de los propagandistas. Grandes corporaciones o Estados que fabrican opinión a su favor o en contra de sus adversarios sin importar que sean meros bulos bien diseñados. Contra eso estamos más o menos vacunados. De toda la vida los poderosos han apañado la desinformación y la publicidad para engañar a la gente. Se trata de que consumamos, votemos y paguemos los impuestos sin rechistas. En la lógica de la servidumbre voluntaria.
No ocurre igual cuando la postverdad viene de abajo, de “uno de los nuestros”, de la “casa común”. Entonces lo normal suele ser tirar balones fuera, mirar para otro lado, por aquella bobada de no hacer el juego al enemigo. Estúpida consigna utilizada para encubrir ese estado de gracia sin fecha de caducidad que parece acompañar a la sedicente izquierda. Sobre todo activada cuando la pillan con el carrito de los helados. Términos como “intoxicación” y expresiones del tipo “campaña de desprestigio” son algunos de los reclamos manejados para quitarse de encima el marrón y seguir como si tal cosa.
Es lo que acaba de ocurrir con la “exclusiva” sobre el nuevo hogar de la pareja Iglesias-Montero, un casoplón de 268 metros de superficie situado una de las zonas exclusivas de la sierra madrileña, que soporta una hipoteca bancaria de casi 540.000 euros a pagar en 30 años a un interés muy ventajoso (la media actual en España es de 120.000 euros en 24 años). La noticia solo sería un cotilleo más del capítulo de ecos de sociedad y del amarillismo periodístico sino fuera por la trascendencia pública de sus titulares, el secretario general y la portavoz parlamentario de Podemos, el partido anticasta por excelencia. La tribuna de los más desfavorecidos, los jóvenes pillados en la burbuja del ladrillo (“casas sin gente, gente sin casas”), los activistas de la Plataforma de Afectados por las Hipoteca (PAH) o los damnificados de las preferentes por la codicia de las entidades financieras.
A todo eso y aledaños los dirigentes podemitas acaban de decirles “no os representamos”. Han pasado a formar parte de esa selecta jet society que tiene la inmensa fortuna, en solo cuatro años de ejercicio político, de brincar de un vivir de alquiler en un modesto piso de Vallecas a instalarse en una espléndida finca con piscina, casa de invitados y zona de confort de 2.000 metros cuadrados. Eso sí, “para vivir, no para especular”.
Dinero público a cuatro manos (en mayor medida) con rendimientos que ya quisiera para sí uno de esos tahúres de los negocios buitres que Robespierre-Iglesias suele tirotear en momentos de exaltación vindicativa. Por más que algunos de los voceros de Podemos sostengan que no hay que sacar las cosas de quicio. Como el secretario de Organización Pablo Echenique (“es lo normal, lo que muchas familias han hecho”), multado por la Inspección de Trabajo y Seguridad Social por tener un asistente personal sin contrato (bien como asalariado o como autónomo). O Juan Carlos Monedero, que tira de ironía victimista: “Los insensatos van a pagar de por vida una letra de 500 euros en vez de haberse ido de alquiler a pagar 1.000. Malditos rojos que no viven debajo de un puente. Terminarán por querer estudiar en la universidad”. Trola piadosa que su amigo Pablo se ha encargado de desmentir a renglón seguido. Los jefes de Podemos tienen que acoquinar 1.600 euros mensuales de hipoteca, dos veces el salario mínimo y casi tres de la pensión media de jubilación. Tonterías, ni media, Monedero.
Claro que al pintoresco fundador de Podemos, ahora en la reserva táctica, también le parecía lógico tener una mercantil para facturar trabajos a gobiernos latinoamericanos sin tributar por IRPF (lo hizo por sociedades, como todos los linces del escaqueo) y de paso infringir la Ley de Incompatibilidades que rige en la Universidad donde profesa, lo que le valió una multa de Hacienda de 200.000 euros y una suspensión de empleo y sueldo de 6 meses por la Complutense. ¿Anécdota o categoría? Lo primero, claro, si fuera un caso aislado, o dos. Una golondrina no hace verano. Pero es mucho más delicado si los signos de desfachatez e impostura (ande yo caliente…) pasan a formar parte del paisaje cotidiano de la marca Podemos.
En esa saga tenemos el antecedente de Tanía Sánchez, tercera en discordia del ticket de Podemos para la Comunidad. Que siendo concejala de Rivas por IU otorgaba importantes y reiteradas subvenciones a empresas de su hermano, sin al parecer saberlo, aunque la familia Sánchez solía verse todos los días a la hora del almuerzo. O el caso de Íñigo Errejón, cabeza de lista en la misma candidatura que hoy ya habla de entenderse con “el Ibex 35” de Rivera, y su contrato de investigación de la universidad de Málaga para realizar un estudio sobre la vivienda en Andalucía, con privilegios similares a los del master-full de Cifuentes. También está la inaudita pantomima del ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa, Julio Rodríguez, el mando militar que tras ser fichado por el pablismo declamaba sentirse antimilitarista y pacifista.
Actitudes todas ellas que crean tendencia. Y ahí precisamente es donde la cuestión adquiere una dimensión política relevante. Descartado el eje derecha-izquierda, que aunque cada vez más difuminado aún servía para diferenciar clases, actitudes, sensibilidades y mentalidades en conflicto, se ha instalado como “nueva política” el trágala mecanicista arriba-abajo, cuyo objetivo-diana es alcanzar el poder sin mirar a quien. Eso significa descartar la coherencia democrática y la ética política como valores, imponiendo de paso el mensaje populista de una deshumanización cuyos estragos son las cada vez más variadas y letales formas de corrupción. 
Basta ver al propio Pablo Iglesias haciendo compatible (es legal porque el Congreso lo permite) su función como representante político de izquierdas con producir, dirigir y presentar un programa de entrevistas en un emisora televisa patrocinada por el régimen de Irán, un Estado teocrático, sanguinario y homófobo, continuamente denunciado por Amnistía Internacional por la bárbara represión a mujeres transgresoras y homosexuales (ejecuciones en público, torturas, mutilaciones y flagelaciones como prácticas represivas regladas). O el caso paradigmático de los liberados de CCOO y UGT rodeando el Banco de España en demanda de mejores jubilaciones sin importar un ápice que hayan sido precisamente sus respectivos sindicatos los primeros que pactaron con la patronal y el gobierno de Zapatero la contrarreforma estructural del sistema público de pensiones (aparte de ofrecer ellos mismos planes privados asociados con la banca). Todo vale, todo se aprovecha, de un cuerno se hace una percha.
Lo grave es que aparte de empezar a ser tendencia, la “nueva política” de deshumanizar al contrario (da lo mismo que sea a nivel político que a nivel de raza, género, clase o religión) se está convirtiendo en trending topic mundial. La prueba está en esa política oxímoron que comienza a practicarse como alternativa al justo derrumbe del bipartidismo socio-liberal que derivó la crisis sobre las espaldas de los ciudadanos. La fórmula que garantiza tomar el poder consiste en matrimoniarse con el enemigo ideológico de siempre en régimen de gananciales. Lo vimos de forma pionera en el gobierno griego de Siryza, una coalición radical de izquierda, aliándose con el partido ultranacionalista y xenófobo Griegos Independientes. Pero entonces, como el actor principal era “uno de los nuestros”, se pusieron paños calientes y se ahogaron las críticas con el consabido mantra de que se hacía el juego al enemigo.
Pero ahora ya no se puede pasar por alto, porque acaba de producirse en Italia, la tercera economía europea, con el amancebamiento entre el Movimiento 5 Estrellas, de estirpe antisistema de izquierdas, y la Liga, un referente del populismo postfascista. Antes de tomar el poder, sus líderes Luigi Di Maio y Matteo Salvini se lo han repartido a tramos en su programa de gobierno. El M5E aporta a la boda la parte populista progre (renta básica de ciudadana y tarifa plana fiscal), y la Liga la populista retro de los “italianos primero” (acabar con lo que llaman “el negocio de la inmigración” de las ONG, incluso repatriando en masa a los inmigrantes). Los dos amenazan con salirse de la eurozona y coinciden en levantar las sanciones a la Rusia de Putin por anexionarse militarmente Crimea.
La deshumanización del adversario puede producir monstruos y hace extraños compañeros de viaje. Ahora hace ochenta años en que Stalin y Hitler, enfrentados ideológicamente hasta las cachas pero con una misma visión sobre la “nueva política”, cruzaban plenipotenciarios para pocos meses después desencadenar la Segunda Guerra Mundial contra el decadente orbe capitalista. No hay estética sin ética.

viernes, 6 de abril de 2018

SOY ATEO. SOLO CREO EN LAS PERSONAS


Que vaya por delante mi respeto atento y preciso a las personas que creen cosas, las que sean, y las defienden sin imponerlas, o que sencillamente las creen y se las guardan para ellas. En el ámbito religioso quiero dejar claro que defiendo desde hace años un espacio público libre de mezclas entre el mundo institucional y el religioso, porque creo que todo el mundo puede pensar en los milagros y fantasías diversas que quiera y le apetezcan, pero a la vez quienes se consideran representantes institucionales no tienen que tener nada que ver a nivel público con ninguna religión en concreto. Mucho menos, todavía, las fuerzas armadas o los militares.
Podría recurrir a mi postura ideológica o a mi sentimiento profundo, que también tengo porque soy humano - a pesar de que no lo impongo a nadie -, para justificar las palabras que hoy me pasan por la cabeza para hablar y calificar este esperpento de la Semana Santa en este estado que se llama España y se califica de español. Pero no lo haré porque no hace falta.
La visión de cuatro ministros del Gobierno del PP (Cospedal, Catalá, Méndez de Vigo y Zoido) cantando «Soy el novio de la muerte» me parecen tan contundente y definitoria como las banderas a medio asta para recordar la muerte de Jesucristo.
Les gusta cantar himnos fascistas como “El novio de la muerte” a la pandilla del partido de la Gürtel, allí estaban rindiendo honores esta Semana Santa a La Legión y a su Cristo de la Buena Muerte, todo va de muerte entre esta gentuza, la ministra de defensa y otros conspicuos menesteres para beneficio ilícito de su ínclito marido la tal Cospedal, junto a otros pendencieros ministruchos como Zoido, De Vigo y Catalá, cuyo mayor entretenimiento es perseguir o meter en la cárcel a personas honradas que defienden el derecho a decidir de su pueblo en Catalunya, a raperos que cantan la verdad y la justicia, mientras dejan en la puta calle a los miles de ladrones y delincuentes de su partido.
Hasta el mamporrero ex de Fuerza Nueva, Rafael Hernando, salió de su caverna para afirmar que él también lo canta y se pone a mil con la misma canción del Fascio español.
Pienso que si yo fuera católico o cristiano me dolería mucho ver a esta pandilla de criminales ensuciando un momento como el que supongo que es la Semana Santa para quien se la cree de verdad, que no soy yo ni la mayoría de quienes lucen túnica o cirio estos días por las calles de este país.
Pienso que si yo creyera en este Dios o en cualquier otro me daría asco ver a los legionarios haciendo el tonto en procesiones que supuestamente son de recogimiento y de estar con uno mismo, al menos en el caso de quienes creen que el muerto y torturado aquel era hijo de Dios.
Pienso que si yo creyera en la resurrección de los muertos me moriría de vergüenza de ver como en una celebración de la regeneración anual se produce una exposición de caspa casposa y de militarismo exacerbado en plazas y calles.
Y a pesar de no ser cristiano, a pesar de no creer en ningún Dios y a pesar de no creer en la resurrección de los muertos me jode y mucho que un estado como este que nos ocupa se produzca una asquerosa muestra de los elementos más patéticos del dominio de la Iglesia sobre la vida pública de una sociedad, hasta el punto de no poder distinguir demasiado entre militares, curas, políticos, creyentes y cristos crucificados. Hasta el punto que algunos católicos ultras pidan respeto cuando alguien, como yo, pone en entredicho que esto que hacen sea mínimamente cuerdo. Cómo si las personas que no tenemos Dios ni ganas no tuviéramos derechos o no mereciéramos respeto, al menos tanto como los que adoran trozos de madera pintados o los que no adoran imágenes sino palabras de libros que en muchos casos no tienen ni siquiera derecho a interpretar literariamente.
Ninguna «tradición» puede justificar esta no separación clara y rotunda del mundo religioso del mundo civil, y aquí hay que diferenciar entre la religiosidad de las personas y el intento de dominio religioso de la Iglesia por encima el resto del mundo. Ninguna «antigua historia», por muy arraigada que esté, puede convertir los cuentos para niños desvelados que son los evangelios en obligación, ni su representación iconográfica en dueña del espacio de todo el mundo. Ninguna fe particular podemos permitir que se convierta en «pública» o colectiva y a la vez reciba privilegios absolutos y sea pagada con dinero de todas y todos. Ninguna superstición de adultos podemos dejar que se convierta en dogma escolar ni que forme parte de currículums escolares. Ninguna mentira sobre supuestos alucinajes milagrosos podemos permitir que se convierta en doctrina de fe, ni aquí ni en ninguna parte. Y ningún privilegiado podemos dejar que nos pida consideración cuando es incapaz de reconocer las privilegios con que vive y tiene.
En todo caso, que crea quién quiera pero que nadie incordie demasiado y mucho menos nos obligue, al resto, a aguantar públicamente sus vicios o incluso a pagarlos.
Y no, no soy «novio de la muerte» ni creo que lo tenga que ser nadie. Y sí, soy ateo pero no espero que lo sea nadie… que no lo quiera ser por voluntad propia y libre determinación. Pero tranquilos que no pondré nunca ninguna multa a quien se cague en el ateísmo o pase por medio de una procesión cualquiera de las que hagamos quienes no creemos en nadie más que en las personas