miércoles, 22 de marzo de 2017

PREOCUPACIÓN POR LAS PENSIONES


Tras dos reformas que han reducido la capacidad adquisitiva de los y las pensionistas y han retrasado la edad de jubilación, nos quieren volver a meter el miedo en el cuerpo con la insostenibilidad de las pensiones. De nuevo estamos sometidos a una fuerte ofensiva que nos dice que cada vez vamos a ser más las personas mayores y menos las jóvenes. El famoso problema demográfico. Más para cobrar y menos para trabajar. Por lo tanto, el sistema es insostenible. ¿Solución? Planes de pensiones privadas para complementar las públicas. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?
La situación no es nueva. En los años 90 del siglo pasado también tuvimos una fuerte ofensiva en el mismo sentido. Y con el mismo argumento: el problema demográfico. Se iban a hundir las pensiones públicas y teníamos que hacernos planes privados. A nosotros nos prometían supuestas ganancias, mientras que ellos se aseguraban suculentos beneficios con las comisiones de gestión: 1.830 millones al año, según Edmundo Fayanas. ¿Y en qué han quedado nuestras ganancias? De acuerdo a los datos de Fayanas, los planes de pensiones invertidos en renta variable se revalorizaron una media de 1,36%, y los de renta fija un 1,25%. Pero, como a esa rentabilidad hay que restar un 0,8% de la comisión de gestión y el efecto de la inflación, tenemos que, según la OCDE, la rentabilidad media ha sido de un -0,9% para el período 2008-2012. El único aliciente de los planes de pensiones, según Adicae, es la desgravación fiscal.
Pero en realidad, esa desgravación es más bien un aplazamiento del pago de impuestos, ya que cuando rescatas el dinero de tu plan, tendrás que pagarlos. Hasta la Unión Europea exige que se eliminen estas desgravaciones fiscales debido a su nula rentabilidad social. La consecuencia de todo esto es que, en cuanto surge la crisis del 2008, se va dejando de hacer planes privados. No han logrado que estos fondos despegaran aquí. Sin embargo, de nuevo vuelven a la carga.
Pero antes de la crisis hubo una burbuja financiero-inmobiliaria, a consecuencia de la cual el paro bajó, se creó empleo, el consumo creció… y el endeudamiento creció mucho más. Sobre todo el de los bancos y empresas; pero también el de las familias. ¿Y el cacareado problema de las pensiones? Se difuminó. El Fondo de Reserva llegó hasta los 67.000 millones de euros en 2011. Y, según Albino Prada, de ATTAC, ese Fondo de Reserva sería ahora de 519.000 millones de euros, si en el pasado los sucesivos gobiernos no hubieran realizado transferencias al Estado desde los superávits del sistema de Seguridad Social para sostener la sanidad y otras políticas públicas. ¿Y qué fue del gravísimo problema demográfico? Pues, que vinieron 6 millones de inmigrantes y adiós problema demográfico.
Aunque es cierto que cada vez somos más las personas mayores y que la tasa de natalidad es demasiado baja –también habría que cambiar las políticas actuales para solucionar este problema-, todavía tenemos un amplio margen de crecimiento del porcentaje del PIB destinado a pensiones si comparamos con la situación y perspectivas de otros países europeos. La amenaza para la sostenibilidad de las pensiones no es demográfica sino política: las políticas que impiden tener un empleo suficiente y de calidad.
Decía que vuelven de nuevo a la carga induciendo el miedo con la insostenibilidad de las pensiones públicas y tratando de convencernos de que hay que bajar el poder adquisitivo de los y las pensionistas, atrasar la edad de jubilación, fomentar los planes privados… Pero analicemos brevemente estas dos últimas políticas. Atrasar la edad de jubilación es un enorme contrasentido. Tenemos 4,3 millones de personas en paro y se retrasa la edad de jubilación, se aumenta la jornada y las horas extras, y se precariza el empleo. ¿Resultado? Gran parte de la juventud no tiene trabajo, cada vez tenemos peores condiciones de jubilación y también es cada vez peor el empleo para quien tiene la suerte de tenerlo. Todas y todos, mal.
Si importaran las personas, las políticas serían justo al revés: fomento de empleo de calidad, salarios más altos, topes a los chantajes con la deslocalización de empresas, reparto del trabajo con criterios de solidaridad, apoyo a autónomos y pequeñas empresas, políticas de redistribución vía fiscalidad y servicios públicos… Contra toda lógica social y económica, se concentra el empleo en lugar de repartirlo, se bajan salarios y se precariza el empleo cuando se necesita más demanda, se implementan políticas que reducen cotizaciones y recaudación cuando se necesitan más ingresos.
¿Y qué pasa con el fomento de las pensiones privadas? Pues lo mismo: las únicas que ganan son las entidades financieras. Ya hemos visto el resultado que están dando en el Estado español. Chile lleva sufriéndolas unas cuantas décadas. Es la base de su sistema de pensiones, ya que apenas tienen pensiones públicas desde Pinochet (menos del 10%). Pues bien, según Edmundo Fayanas, el 91% de las pensiones privadas chilenas cobran solamente 330 dólares, la mitad de su salario mínimo. Esto, traducido a España, sería unos 350 euros mensuales, subida reciente del salario mínimo incluida.
Las pensiones públicas deberíamos defenderlas con uñas y dientes, todas las personas: mayores, jóvenes y maduras. Porque si no lo hacemos, cada vez estarán peor. Son viables y, si fuera necesario en algún momento, están los presupuestos del Estado para aportar la financiación complementaria necesaria. Pero hay que hacer que el sistema actual de solidaridad intergeneracional funcione. Y para eso es necesario aplicar políticas de empleo, salarios, cotizaciones, impuestos… que sean adecuadas para tener empleo suficiente y de calidad, y también para tener unas pensiones dignas y una renta garantizada digna para quienes la necesite. Insisto, el problema no es demográfico. Si las personas nativas en edad de trabajar no son suficientes, vendrán personas de fuera. Como ya sucedió en los 90 y en los primeros 2000.
¿Preocupación por las pensiones? Depende. Si seguimos apoyando a fuerzas políticas que aplican políticas de austeridad, que realizan reformas que nos llevan al paro y a la precariedad, que ponen las políticas de promoción de empleo en último lugar, que implementan políticas regresivas de fiscalidad, que fomentan ayudas a las empresas vía reducción de cotizaciones y que impulsan los planes de pensiones privados, entonces sí que nos debemos preocupar seriamente por las pensiones públicas. Pero, si nos implicamos social y políticamente y obligamos a cambiar las actuales políticas, no tendría por qué haber motivos de preocupación.

miércoles, 8 de marzo de 2017

TE VAN A CRUJIR Y TU MIRANDO A PAMPLONA, IMBECIL


Seguro que cada uno tiene sus razones para pasar de tanta basura política.
Seguro que cada uno tiene sus motivos para preocuparse, asustarse o pensar que todo lo que nos sucede como país es una gran peonza política que gira en movimiento continuo sin ir a ningún lado.
Seguro que a muchos se les ha pasado por la cabeza mandar a tanto granuja al pedo.
Seguro que a ti, a mí, a nosotros,…a tantos, se nos ha ocurrido muchas veces que no merece la pena torturarse por el destino de una nave colectiva que se nos va al carajo.
Pero lo cierto es que ellos quieren vernos ignorar nuestro futuro y más cierto es aún que en esa nave no todos viajamos en la misma clase de pasajeros. Todos somos ciudadanos pero hay clases sociales y los intereses entre ellas son irreconciliables. Que a lo mejor no lo sabías o no lo querías saber porque te parece antiguo.
Si miramos sólo la apariencia de este sindiós político en el que un tipo aparentemente imbécil, más inteligente que sus oponentes, sea investido Presidente con la complicidad de un partido que se hace el harakiri por mandato superior, otro que jugó con los dos anteriores vive sin vivir en sí y el que pretende vender que es diferente sólo intenta heredar el estatus del que va camino de convertirse en irrelevante, sólo encontraremos el humo de la mentira que se desvanece entre los dedos de nuestras manos.
Si eres de los que crees que los políticos de todos esos grupos políticos son unos sinvergüenzas, no te faltará razón, pero no dejarás de ser uno de esos ciegos a los que el sol calienta en sus ojos muertos sin darles el más leve rayo de luz. Te quedas en la superficie de las cosas. Tu indignación de taberna es incapaz de comprender más allá de tu deseo de ahorcar a algún político. Me preocupa más que puedas entender hasta dónde ha de llegar tu rabia y quieras detenerla antes porque seas uno de esos que piensan que siempre hay que acercarse al que tiene dinero y que el actual sistema económico te parece bien mientras te caiga algo de pitanza.
Admito que ante gente como tú me irrito menos que ante los cándidos y los cínicos (de todo hay en la viña del señor) de la ilusión democrática; esos que dicen que con un poco de honestidad de los políticos, algo de corazón de los empresarios, unas dosis de economía colaborativa (la ponzoña de la “economía del bien común” ya se les va gripando como expresión), un par de bobadas sobre participación en proyectos municipales en los que no opina casi nadie y dos propuestas sobre transparencia (cómo legalizar la corrupción) se acaban todos los problemas y hasta se le cura el acné a Carlitos, que lo suyo era un poema.
La ingenuidad sobre el proceso político español, la mala baba que sólo se acaba en los políticos o la estupidez que habla de crisis de régimen cuando el capitalismo goza de la mejor de las saludes como sistema incuestionado (la fórmula del capitalismo refrenado es complicidad obscena a estas alturas) no resuelve nada.
Los millones de españoles en paro, los cientos de miles que ya no cobran o nunca cobrarán desempleo, los enfermos que mueren por desatención médica en una sanidad pública que está siendo destruida, los también millones de españoles que no cobrarán una pensión, la enorme cifra de personas que están bajo el umbral de la pobreza; todos esos, y muchos otros castigados por algo que llamamos crisis pero queremos ignorar qué la produce, no creo que vayan a ser mejor o peor tratados si les gobernase el PP, con mayor o menor colaboración del PSOE, o una coalición de un montón de alternativos a no se sabe qué, con o sin coleta.
Nos van a fundir de nuevo. Nos van a meter un recorte de al menos 15.000 millones de euros antes de que acabe 2017. Van camino de acabar con las pensiones (crees que contigo no va porque tienes menos de 40 años, pobriño). Nos van a crujir de nuevo con el IVA. Hay planes para recortar aún más el gasto en sanidad y en farmacia. Puedes seguir haciéndote selfies y contemplando el universo de las pelusillas de tu personal ombligo, despreciando lo que pasa a tu alrededor.
Pero como el objetivo de los recortes no se limita a pasar del 4,6% del déficit presupuestario de 2016 al 3,1% en 2017, los recortes no se quedarán ahí sino que continuarán porque el objetivo real es el déficit 0%. Eso significa que en 2018 los recortes han de llegar a los 26.000 millones. Suma y sigue ¿Qué te parece?
Por encima de los políticos que hacen como que gobiernan está un sistema económico (se llama capitalismo) que sólo puede obtener ganancias arrebatándote las migajas con las que te conformaste en su día y que te parecían grandes porque hubo una época en la que podías gastar más allá de tus necesidades.
La fiesta hace tiempo que acabó pero puede que aún creas que la cosa puede mejorar. Van ya 8 años de la crisis y a ti te va a ir a peor, a mucho peor de lo que imaginabas. Y en eso poco importa quién gobierne o si lo hace sin mayoría absoluta porque todos los partidos que aceptan este sistema económico están para obedecer al capital.
Puedes seguir disfrutando de García Ferreras en Al Rojo Vivo, de Mujeres y Hombres y Viceversa, del Sálvame o del Salvados para progres pero, si no te organizas, si no estás dispuesto a salir a la pelea, apártate y no entorpezcas porque toca pelear y zombies y esquiroles no aportan nada.
¿A ti no te han dicho que hay una cosa que se llama capitalismo y que te va dejar hech@ unos zorros, pimpollo?