viernes, 26 de febrero de 2016

EL PSOE NOS LA VUELVE A JUGAR


Las ocultas intenciones se han cumplido. Como era de esperar. Todas las pistas apuntaban a ello. Pocas palabras bastan para buenos observadores, y no era normal que a un partido que se autodenomina "socialista" al que le proponen un Plan de Gobierno desde la izquierda, no sólo se niegue a ello, sino que además, como ha hecho el PSOE, lo entienda como un ataque, un chantaje, o una humillación.
Ahora lo tenemos claro. Ahora todas las piezas encajan en su sitio. Todo aquello no eran más que aspavientos, excusas y declaraciones grandilocuentes para esconder el auténtico sentimiento que le producía al PSOE la propuesta de PODEMOS, que no era otro que miedo. Sí, miedo a tener que retratarse, miedo a perder su hegemonía de la falsa izquierda que propugna, miedo a que se le viera el plumero quedara claro que el PSOE abandonó la izquierda política hace ya mucho tiempo.
Las opiniones vertidas por los pesos pesados del partido, tales como Felipe González, Alfonso Guerra, Pérez Rubalcaba, junto a las presiones del Comité Federal y de los líderes territoriales, el famoso almuerzo con patéticos personajes históricos del partido, así como las presiones al más alto nivel (la prensa del régimen, la Comisión Europea, la Casa Real, la CEOE, o la Fundación "España Constitucional"), y a todo ello sumado la tibieza y cobardía de un Secretario General como Pedro Sánchez, al final han dado sus frutos, y el PSOE no pactará con PODEMOS la formación de un gobierno de corte progresista y de izquierdas.
Aliado para esta tarea con el PP y el partido de Albert Rivera, han ido vertiendo desde el 20D hasta acá todo tipo de declaraciones inaceptables sobre una fuerza política democrática como es PODEMOS, satanizando a su ideario y a sus líderes, demostrando muy poco respeto por sus votantes, y hablando, para este menester, el mismo lenguaje que los dinosaurios del PP, como José María Aznar o Esperanza Aguirre.
Hemos asistido durante estos más de dos meses a una operación de tal bajeza moral y política como nunca se había dado en nuestro país, al menos en su reciente etapa "democrática". Declaraba Susana Díaz, la lideresa andaluza, justo en el día del último Comité Federal de su partido, que estaba "cansada de que el señor Iglesias faltara el respeto a los dirigentes y a los militantes socialistas", y yo quiero decirle desde aquí a la señora Díaz que nosotros, los que pensamos y sentimos desde la izquierda, estamos hartos de este PSOE, señora Díaz.
Hartos de un partido de engañabobos, de pura apariencia, de cara a la galería, cuyos dirigentes históricos se sitúan en los planteamientos de la derecha más pura y dura. Ahí están los nombres de González, Bono, Leguina, Corcuera, Guerra, Ibarra, y tantos y tantos otros que llevan insultando al auténtico socialismo durante décadas. De hecho, las aberrantes descalificaciones que se han hecho a PODEMOS desde las filas "socialistas" son casi idénticas a las que se han hecho desde las filas del PP, y concretamente, las declaraciones de Felipe González, calcadas a las de José María Aznar (según ellos, esta fuerza política viene a "subvertir nuestro sistema democrático"). Muy fuerte.
Ellos, que llevan debilitando nuestra democracia, adelgazando nuestro Estado, desmontando nuestros servicios públicos, atacando las históricas conquistas sociales de la clase trabajadora, privatizando todo cuanto encuentran a su paso, y entregando el patrimonio público a las grandes empresas, justamente ellos, son los mismos que se atreven a acusar a PODEMOS de pretender subvertir el sistema democrático. No se puede ser más ruin y más despreciable.
La sagrada palabra que es "socialismo" se denigra y se pervierte en las voces de estos dirigentes de pacotilla, de estos mediocres servidores del capital, se prostituye y se degrada hasta provocar la náusea. Sí, estamos hartos de este PSOE que utiliza y llama al voto de la clase trabajadora para después volver a jugar con ella, para lanzar medidas contra sus intereses, y para insultar a los partidos que de verdad defienden un sistema de mayor justicia social.
Pero vamos a los hechos, para ilustrar al completo lo sucedido durante estos últimos días. Paralelamente a una reunión a cuatro con formaciones de izquierda (a la que hubo que "arrastrar" al PSOE, que se lo tuvo que pensar antes de acudir), el PSOE cerraba una negociación con la formación política de Albert Rivera (para lo cual no tuvo que pensárselo tanto), y a pesar de que CIUDADANOS, viendo cercano el acuerdo, impuso al PSOE cinco medidas cosméticas de "reforma de la Constitución", el PSOE las aceptó en menos de 24 horas, siendo muy significativo que no se haya hablado en esta ocasión de imposición, humillación o chantaje.
Dicho acuerdo no hace referencia a la derogación expresa del conjunto de leyes antisociales que el PP ha promulgado durante su legislatura, tales como la LOMCE (que se paraliza), la Ley Mordaza (que se deroga sólo parcialmente), o la Reforma Laboral, que no se deroga, y en su lugar se reforma parte de su articulado, en especial lo relativo a las indemnizaciones por despido (que se siguen abaratando) y a los tipos de contrato, presentando, por tanto, otra Reforma Laboral regresiva encubierta. Tampoco se deroga el copago sanitario, ni se sube el SMI un 5% como indicaba el programa electoral del PSOE (sólo un 1%), ni se hace referencia a la dación en pago para los casos de desahucio.
Por su parte, el acuerdo contempla un conjunto de medidas lesivas para las clases populares, tales como el complemento salarial para trabajadores pobres, y asume el compromiso de una "modificación de la redacción" del artículo 135 de la Constitución (que no su derogación).
Antes del acuerdo con CIUDADANOS, el PSOE había manifestado su discrepancia con PODEMOS en puntos tales como el referéndum en Cataluña (su mejor pretexto para no ir de la mano con Pablo Iglesias), el "control político" de ciertos organismos (nada que no se haya asumido por las Vicepresidencias de gobiernos anteriores), o el incremento del gasto público en 24.000 millones de euros anuales. Tampoco estaban de acuerdo en retrasar 3 años la reducción del déficit público por debajo del 3% (argumentando que eso depende de la Unión Europea), o con la renegociación del pago de la deuda pública (un auténtico lastre para implementar medidas de justicia social), o con la derogación de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria, entre otras cuestiones.
Son, por tanto, las propuestas de izquierda las que tanto molestan al PSOE. El acuerdo con CIUDADANOS está pensado (como han expresado muchas veces los dirigentes del partido naranja) para esperar al PP, para ejecutar indirectamente sus políticas, para tener una gran coalición "en diferido" (en expresión de Pablo Iglesias), en una palabra, para continuar ejecutando, pero de manera más suave y disfrazada, las políticas de la derecha.
El acuerdo, por tanto, no es progresista, sus reformas van en la misma línea económica que prefieren los altos directivos del IBEX-35, y bajo la excusa del pactismo y de contentar a izquierda y derecha (cosa harto imposible), vuelven a maltratar a las clases populares y trabajadoras. El PSOE ha vuelto a demostrar, y ya van muchas veces, que no quiere poner en práctica auténticas políticas al servicio de la inmensa mayoría social, sino continuar atendiendo a los intereses de los más poderosos.
No pueden empeñarse en mantener una negociación a dos bandas, a sabiendas de que los caminos de ambas formaciones son antagónicos. Ante esta situación, PODEMOS anunció su retirada de la mesa de negociación con el PSOE. Por supuesto, el espacio de negociación a cuatro (con IU-UP y Compromís) también se ha roto, ante la incompatibilidad de la situación creada.
El PSOE ha vuelto a frustrar, una vez más, una oportunidad histórica de un gobierno auténticamente progresista, que había despertado la ilusión de millones de personas, ante las auténticas barbaries legislativas del gobierno del PP. Está claro que lo seguirán pagando en próximas convocatorias electorales.
La guinda de todo este pastel la pondrá una consulta a la militancia absolutamente ridícula, un intento patético de simular una democracia entre sus bases, porque se va a formular una pregunta muy genérica, sin referencia a acuerdos concretos, ni a formaciones políticas específicas. Y así, los militantes del PSOE tendrán que responder sí o no a una especie de cheque en blanco, que legitima o refrenda los posibles acuerdos que la dirección del partido pueda alcanzar.   
En fin, esperamos que después de todo este episodio (aún tendremos que asistir al proceso de investidura, donde todavía podemos tener sorpresas), ni siquiera los militantes y simpatizantes más fieles del partido tengan dudas de que el PSOE, en la práctica, es idéntico al PP, y que ambos forman ese búnker del bipartidismo (ahora tripartidismo, con la presencia de CIUDADANOS), empeñado en que en nuestro país no gobiernen fuerzas que representen de verdad a la izquierda transformadora. Pero quizá este panorama cambie dentro de poco tiempo. No se puede estar jugando con fuego siempre, sin quemarse.

lunes, 8 de febrero de 2016

TITERES Y MARIONETAS DEL PODER


Empezaré con unas palabras, breves pero contundentes, que, considero, cualquier persona que tenga, de verdad, una mínima sensibilidad democrática y de respeto a los derechos humanos, sociales y civiles, podrá entender: Un estado en el que meten gente en la cárcel por hacer una función de títeres no puede ser considerado una democracia. JAMÁS.
Solo los estados con leyes totalitarias que permiten semejantes atrocidades pueden hacer cosas así.

Por muy duro o inapropiado que fuese el contenido de lo expuesto en la función, no dejan de ser títeres, sátira, ficción, arte. Por muy obscenas que sean las escenas, por mucho que atente contra la moral y la decencia establecida, insulte, ataque o provoque, es una mera representación que no supone el menor peligro para nadie. Encarcelar personas por hacer una representación de títeres es una abominación que no debería pasar nunca, en ningún sitio. Solo las dictaduras, fascistas o escondidas tras una farsa democrática, que necesitan tener pleno control sobre el pensamiento y la vida de la gente, actúan así cuando ven “peligro” para sus objetivos en la obra en cuestión.
Lo triste, lo penoso, lo lamentable, es ver como el grado de criminalización y represión del “antisistema” llega a tal en esta supuesta democracia “avanzada”, que una parodia que criticaba precisamente la criminalización y los montajes policiales y mediáticos, tal y como han explicado desde el entorno de los detenidos y ahora encarcelados, acabe sufriendo criminalización, montaje policial y mediático. Es la cuadratura del círculo que en una especie de bucle surrealista se refuerza a sí mismo como estado represor de las libertades más elementales y da la razón a los que hacían la obra y ahora mismo sufren las consecuencias de lo que criticaban en ella.
Los artistas ya están camino de la prisión, por obra y gracia de la mano de un juez que entiende que la ficción y el entretenimiento son también un campo de disputa política contra los “enemigos del sistema”, máxime si además puedes fundamentar tu decisión en cuestiones de estado. Ya quedará para siempre en el “imaginario colectivo”, de hecho, que la obra hacía “apología del terrorismo”, cuando, según se ha sabido, es radicalmente FALSO, pues en ningún caso se ensalza o alaba a ningún tipo de terrorismo, y ahora cualquiera que se atreva a criticar las detenciones o defender la libertad de expresión o incluso el contenido crítico mismo de la obra, pasará a ser un “defensor de los terroristas” y así todo.
El caso lo ha llevado además un juez de extrema derecha con un oscuro pasado, y si es de gente así de quien depende la decisión de mandar o no a la cárcel a los titiriteros detenidos, tampoco nos vamos a extrañar, a estas alturas de la película, del final. Las sombras de Franco siguen siendo muy alargadas.
La democracia es ese sistema en el que si llaman a tu casa a las 6 de la mañana sabes que es el lechero, decían. El mismo en el que se supone que hay suficiente madurez política como para saber diferenciar entre ficción y realidad, entre crítica política y “subversión”, entre peligros reales y peligros creados. El mismo en el que si un policía viene a cortar tu obra de títeres no es buena señal, pero no acabarás en la cárcel.
La obra representaba una legítima crítica contra las campañas represivas del estado contra activistas políticos “disidentes” y los habituales métodos de criminalización y creación de acusaciones “ad hoc” que se suelen utilizar. ¿Adoctrinamiento cuando se pasa a niños? Puede ser si alguien se quiere poner muy puntilloso, pero en ningún caso delito.
Otras de las escenas que se ven en la obra pueden ser cuestionables para mostrar a un público infantil o no, pero, desde luego, no son para que nadie vaya a la cárcel por ello. Y desde luego una pancarta, sacada en un contexto de la obra no como afirmación sino como elemento de guión para mostrar las estrategias habituales que se suelen usar contra determinados colectivos, con un lema inexistente en la realidad (“Gora ALKA-ETA”), y que no es más que juego de palabras para evidenciar unas intenciones discursivas que se integran en el mensaje de la obra y lo visualizan, con su interpretación correspondiente, de cara al espectador, no puede ser apología de absolutamente nada. Es crítica teatral.
Sometemos a nuestros hijos e hijas a horas y horas de televisión con su correspondiente ideología consumista-capitalista que les dice que valen por lo que tienen, los valores éticos y estéticos que deben tener, que para ser alguien en la vida tienen que comprar, consumir, ser más que los demás en tener las mejores marcas o los mejores teléfonos, un buen coche, y demás mierdas que les hacen polvo la cabeza, pero si alguien se le ocurre convertir una obra de títeres en una obra con crítica social y con una ideología “antisistema”, se forma el escándalo mayor. Cuanta hipocresía. Desde luego, a los responsables de los electroduendes y la bruja avería hoy los llevarían a los tribunales seguro. Es alucinante.
Pero parece además que la incapacidad para defendernos de tales acusaciones que nos genera el miedo que han logrado instaurar con su represión y criminalización sostenida, nos tienen de rodillas ante quienes desde el poder siguen aplaudiendo, alentado y haciendo posible que ocurran estos hechos, por mero interés de explotación política y electoral. Vale que llegar al gobierno de lo que sea no es llegar al poder, pero qué menos que utilizar esos espacios conquistados para ponernos de pie y no permitir que nos sigan pisando con la bota fascista en la cabeza. Qué menos que seamos capaces de no caer en sus prácticas y no reprimir y criminalizar al “disidente”. Una función de títeres, en carnaval, no puede acabar con nadie en la cárcel por representar una obra, pero mucho menos puede acabar con los artistas siendo criminalizados y amenazados con ser denunciados penalmente por quienes se dicen “gobierno del cambio” y llevan a gala estar al lado de las personas y no de la “casta” y sus intereses.

Es todo un contrasentido: ¿qué cambio queremos si a las primeras de cambio actuamos como ellos y validamos con ello sus leyes más represoras y sus modos de actuar más totalitarios? Sin luchar por la libertad y el fin de las improntas franquistas que siguen moviendo los hilos de la política y el orden jurídico en el estado español, no hay cambio posible. La única forma posible de luchar contra ellos es no ser como ellos.
Pensaba, de hecho, que uno de los objetivos centrales de la “nueva política” era acabar con esa impronta fascista que subyace en el estado, sus leyes “políticas” y su institucionalidad. Que la famosa segunda transición de la que tanto se habla ahora -con razón- iba en buena parte de eso: de superar aquella herencia que el espíritu de Franco nos dejó, con la presión de las pistolas encima de la mesa, en nuestro ordenamiento jurídico y nuestra institucionalidad.
Cuando veo personas que hasta hace poco, muy poco, se hubieran indignado ante lo sucedido, salir ahora raudos a condenar a los chavales, comprar de lleno la información deformada y falaz que sueltan los medios del régimen, esos mismos que los atacan día sí y día también con esas mismas calumnias y falsedades, sin esperar antes a conocer el fondo de la cuestión y la verdad de los hechos, y ponerse del lado de quienes encarcelan a personas por hacer una obra de títeres “polémica” en la calle, pienso: No, esto no era, no. El poder hay que conquistarlo, no dejar que nos domestique y nos convierta en sus vasallos. De lo contrario somos ellos.
Aquí hablamos de cosas muy serias en las que se expresa el sentido mismo de la “democracia” y el propio modelo de estado en el que queremos vivir: o te sitúas del lado de los que de verdad quieren dejar atrás las improntas totalitarias y fascistas del estado español y trabajan, desde donde estén, para lograrlo, o estás del lado de los que se suben a la ola de esas improntas y se dejan llevar por ellas incluso aunque acabe por ahogarlos y convertirlos en una especie de sombra de lo que un día, no tan lejano, dijeron ser.
Y quien no esté preparado para asumir la presión que supone estar en política en un contexto como el actual, que se vaya a su casa, pero que no se entregue de rodillas y humillado cada vez que desde cualquier ámbito cargan contra ellos. Que no se deje vencer por el miedo y el clima de terror mediático impuesto por aquellos que manejan el poder y se niegan a ceder ni un centímetro de espacio en él.


Recuerden siempre y en todo lugar que estén: la solidaridad es la ternura de los pueblos.