Las
ocultas intenciones se han cumplido. Como era de esperar. Todas las pistas
apuntaban a ello. Pocas palabras bastan para buenos observadores, y no era
normal que a un partido que se autodenomina "socialista" al que le
proponen un Plan de Gobierno desde la izquierda, no sólo se niegue a ello, sino
que además, como ha hecho el PSOE, lo entienda como un ataque, un chantaje, o
una humillación.
Ahora
lo tenemos claro. Ahora todas las piezas encajan en su sitio. Todo aquello no
eran más que aspavientos, excusas y declaraciones grandilocuentes para esconder
el auténtico sentimiento que le producía al PSOE la propuesta de PODEMOS, que
no era otro que miedo. Sí, miedo a tener que retratarse, miedo a perder su
hegemonía de la falsa izquierda que propugna, miedo a que se le viera el
plumero quedara claro que el PSOE abandonó la izquierda política hace ya mucho
tiempo.
Las
opiniones vertidas por los pesos pesados del partido, tales como Felipe
González, Alfonso Guerra, Pérez Rubalcaba, junto a las presiones del Comité
Federal y de los líderes territoriales, el famoso almuerzo con patéticos
personajes históricos del partido, así como las presiones al más alto nivel (la
prensa del régimen, la Comisión Europea, la Casa Real, la CEOE, o la Fundación
"España Constitucional"), y a todo ello sumado la tibieza y cobardía
de un Secretario General como Pedro Sánchez, al final han dado sus frutos, y el
PSOE no pactará con PODEMOS la formación de un gobierno de corte progresista y
de izquierdas.
Aliado
para esta tarea con el PP y el partido de Albert Rivera, han ido vertiendo
desde el 20D hasta acá todo tipo de declaraciones inaceptables sobre una fuerza
política democrática como es PODEMOS, satanizando a su ideario y a sus líderes,
demostrando muy poco respeto por sus votantes, y hablando, para este menester,
el mismo lenguaje que los dinosaurios del PP, como José María Aznar o Esperanza
Aguirre.
Hemos
asistido durante estos más de dos meses a una operación de tal bajeza moral y
política como nunca se había dado en nuestro país, al menos en su reciente
etapa "democrática". Declaraba Susana Díaz, la lideresa andaluza, justo
en el día del último Comité Federal de su partido, que estaba "cansada de
que el señor Iglesias faltara el respeto a los dirigentes y a los militantes
socialistas", y yo quiero decirle desde aquí a la señora Díaz que
nosotros, los que pensamos y sentimos desde la izquierda, estamos hartos de
este PSOE, señora Díaz.
Hartos de un partido de engañabobos, de pura
apariencia, de cara a la galería, cuyos dirigentes históricos se sitúan en los
planteamientos de la derecha más pura y dura. Ahí están los nombres de
González, Bono, Leguina, Corcuera, Guerra, Ibarra, y tantos y tantos otros que
llevan insultando al auténtico socialismo durante décadas. De hecho, las aberrantes
descalificaciones que se han hecho a PODEMOS desde las filas
"socialistas" son casi idénticas a las que se han hecho desde las
filas del PP, y concretamente, las declaraciones de Felipe González, calcadas a
las de José María Aznar (según ellos, esta fuerza política viene a
"subvertir nuestro sistema democrático"). Muy fuerte.
Ellos,
que llevan debilitando nuestra democracia, adelgazando nuestro Estado,
desmontando nuestros servicios públicos, atacando las históricas conquistas
sociales de la clase trabajadora, privatizando todo cuanto encuentran a su
paso, y entregando el patrimonio público a las grandes empresas, justamente
ellos, son los mismos que se atreven a acusar a PODEMOS de pretender subvertir
el sistema democrático. No se puede ser más ruin y más despreciable.
La
sagrada palabra que es "socialismo" se denigra y se pervierte en las
voces de estos dirigentes de pacotilla, de estos mediocres servidores del
capital, se prostituye y se degrada hasta provocar la náusea. Sí, estamos
hartos de este PSOE que utiliza y llama al voto de la clase trabajadora para
después volver a jugar con ella, para lanzar medidas contra sus intereses, y
para insultar a los partidos que de verdad defienden un sistema de mayor
justicia social.
Pero
vamos a los hechos, para ilustrar al completo lo sucedido durante estos últimos
días. Paralelamente a una reunión a cuatro con formaciones de izquierda (a la
que hubo que "arrastrar" al PSOE, que se lo tuvo que pensar antes de
acudir), el PSOE cerraba una negociación con la formación política de Albert
Rivera (para lo cual no tuvo que pensárselo tanto), y a pesar de que
CIUDADANOS, viendo cercano el acuerdo, impuso al PSOE cinco medidas cosméticas
de "reforma de la Constitución", el PSOE las aceptó en menos de 24
horas, siendo muy significativo que no se haya hablado en esta ocasión de
imposición, humillación o chantaje.
Dicho
acuerdo no hace referencia a la derogación expresa del conjunto de leyes
antisociales que el PP ha promulgado durante su legislatura, tales como la
LOMCE (que se paraliza), la Ley Mordaza (que se deroga sólo parcialmente), o la
Reforma Laboral, que no se deroga, y en su lugar se reforma parte de su
articulado, en especial lo relativo a las indemnizaciones por despido (que se
siguen abaratando) y a los tipos de contrato, presentando, por tanto, otra
Reforma Laboral regresiva encubierta. Tampoco se deroga el copago sanitario, ni
se sube el SMI un 5% como indicaba el programa electoral del PSOE (sólo un 1%),
ni se hace referencia a la dación en pago para los casos de desahucio.
Por
su parte, el acuerdo contempla un conjunto de medidas lesivas para las clases
populares, tales como el complemento salarial para trabajadores pobres, y asume
el compromiso de una "modificación de la redacción" del artículo 135
de la Constitución (que no su derogación).
Antes
del acuerdo con CIUDADANOS, el PSOE había manifestado su discrepancia con
PODEMOS en puntos tales como el referéndum en Cataluña (su mejor pretexto para
no ir de la mano con Pablo Iglesias), el "control político" de
ciertos organismos (nada que no se haya asumido por las Vicepresidencias de
gobiernos anteriores), o el incremento del gasto público en 24.000 millones de
euros anuales. Tampoco estaban de acuerdo en retrasar 3 años la reducción del
déficit público por debajo del 3% (argumentando que eso depende de la Unión
Europea), o con la renegociación del pago de la deuda pública (un auténtico
lastre para implementar medidas de justicia social), o con la derogación de la
Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria, entre otras cuestiones.
Son,
por tanto, las propuestas de izquierda las que tanto molestan al PSOE. El
acuerdo con CIUDADANOS está pensado (como han expresado muchas veces los
dirigentes del partido naranja) para esperar al PP, para ejecutar
indirectamente sus políticas, para tener una gran coalición "en
diferido" (en expresión de Pablo Iglesias), en una palabra, para continuar
ejecutando, pero de manera más suave y disfrazada, las políticas de la derecha.
El
acuerdo, por tanto, no es progresista, sus reformas van en la misma línea
económica que prefieren los altos directivos del IBEX-35, y bajo la excusa del
pactismo y de contentar a izquierda y derecha (cosa harto imposible), vuelven a
maltratar a las clases populares y trabajadoras. El PSOE ha vuelto a demostrar,
y ya van muchas veces, que no quiere poner en práctica auténticas políticas al
servicio de la inmensa mayoría social, sino continuar atendiendo a los
intereses de los más poderosos.
No
pueden empeñarse en mantener una negociación a dos bandas, a sabiendas de que
los caminos de ambas formaciones son antagónicos. Ante esta situación, PODEMOS
anunció su retirada de la mesa de negociación con el PSOE. Por supuesto, el
espacio de negociación a cuatro (con IU-UP y Compromís) también se ha roto,
ante la incompatibilidad de la situación creada.
El
PSOE ha vuelto a frustrar, una vez más, una oportunidad histórica de un gobierno
auténticamente progresista, que había despertado la ilusión de millones de
personas, ante las auténticas barbaries legislativas del gobierno del PP. Está
claro que lo seguirán pagando en próximas convocatorias electorales.
La
guinda de todo este pastel la pondrá una consulta a la militancia absolutamente
ridícula, un intento patético de simular una democracia entre sus bases, porque
se va a formular una pregunta muy genérica, sin referencia a acuerdos
concretos, ni a formaciones políticas específicas. Y así, los militantes del
PSOE tendrán que responder sí o no a una especie de cheque en blanco, que
legitima o refrenda los posibles acuerdos que la dirección del partido pueda
alcanzar.
En
fin, esperamos que después de todo este episodio (aún tendremos que asistir al
proceso de investidura, donde todavía podemos tener sorpresas), ni siquiera los
militantes y simpatizantes más fieles del partido tengan dudas de que el PSOE,
en la práctica, es idéntico al PP, y que ambos forman ese búnker del
bipartidismo (ahora tripartidismo, con la presencia de CIUDADANOS), empeñado en
que en nuestro país no gobiernen fuerzas que representen de verdad a la
izquierda transformadora. Pero quizá este panorama cambie dentro de poco
tiempo. No se puede estar jugando con fuego siempre, sin quemarse.