lunes, 24 de octubre de 2016

SALVADOR ALLENDE, EJEMPLO PARA LOS SOCIALISTAS ESPAÑOLES


A primeros de octubre la dirección del PSOE entraba en Ferraz con el dorsal de un Comité Federal unánime en el “no es no” al gobierno del PP, y antes de terminar el mes salía otro PSOE abierto en canal al virar en redondo hacia el “si” a Mariano Rajoy. Con una triple fractura: orgánica (139 votos favor de abstenerse frente a 96); territorial (todo el PSC en contra de la investidura) y de militancia (se ignoraron las más 90.000 firmas recogidas contra el pucherazo de los barones). Y para más inri, con la protesta de muchos afiliados y simpatizantes ante la sede en señal de pública repulsa. Parecía que, por obra de la gestora, el espíritu de la Casa del Pueblo hubiera mutado en Casa Cuartel, Todo por la Patria.
Al final, como ya esperábamos y sabíamos casi todos, se consumará la gran traición. El partido Socialista Obrero Español se abstendrá para que Mariano Rajoy siga siendo el presidente del gobierno. O lo que es lo mismo. El Partido Socialista Obrero Español se abstendrá para que nada cambie, para que todo siga siendo como ha sido hasta ahora. Los que pidieron el voto para luchar contra la corrupción, para eliminar la LOMCE y la Ley Mordaza, para que ninguna persona en este país se quedara sin techo (aunque la mitad ya se habían quedado sin él precisamente por culpa de ellos: aún recuerdo a la ministra Salgado diciendo que los suelos de las hipotecas daban seguridad al sistema económico español), los que se vendían a la opinión pública como los únicos que podían parar a una derecha despiadada y absolutamente deshumanizada, los que, en definitiva, nos proponían limpiar de mierda este país, los van a ayudar a perpetuarse en el poder y van a permitir que la mierda siga campando a sus anchas.
En la introducción al programa electoral con el que el PSOE se presentó a las elecciones de junio se podía leer el siguiente párrafo.
“Después de cuatro años de gobierno de la derecha, el cambio es necesario y urgente. Un cambio que una. Que repare a un país fracturado social y territorialmente. Que reconcilie a la sociedad con sus instituciones democráticas. Que nos vuelva a encaminar al diálogo y al acuerdo como forma normal de la política. ”
Cuatro meses después, todos sabemos que esas palabras no sirven para nada. Este país volverá a padecer la lacra de un gobierno conservador dirigido por un gran inepto, Mariano Rajoy Brey. Y todo ello se lo debemos a los hombres y mujeres del Partido Socialista, el partido que fundó un tipógrafo hace 120 años para defender los intereses de los trabajadores, de los desfavorecidos, de los pobres, de los parias de la tierra. Pero ahora, en octubre del año 2016, ese mismo partido, está más por la labor de defender los intereses de los ricos, de los del Ibex35, de los que no pagan sus impuestos, o de los que usan las tarjetas black. Así es la vida.
Con esta abstención completan definitivamente su viraje a la derecha. A partir de ahora los socialistas nunca más podrán hablar de socialdemocracia, de izquierda, de igualdad, o de justicia social. O mejor dicho, podrán hacerlo, faltaría más. Pero nadie en su sano juicio volverá a creerlos. Nadie confiará en la palabra de un socialista, porque están demostrando que esa palabra carece por completo de valor.
No se equivocan quienes afirman que este domingo 23 de octubre se ha vivido un momento histórico en la calle Ferraz . Al resolver votar por la abstención los barones del PSOE han dado un enorme vuelco político ; por primera vez , en su larga historia partidaria, la élite dirigente entregará la llave del gobierno al presidente de un partido conservador calificado por instancias policiales como una organización criminal .
Pero eso no es todo, ni mucho menos, la decisión del “Susanismo” tendrán inevitablemente efectos sísmicos porque profundizará la profunda crisis que vive el Partido y colocará a sus militantes en una grave encrucijada.
A pesar de los arrestos de independencia de los socialistas catalanes, todo indica que la inefable Susana Díaz impondrán la disciplina partidaria y los diputados partidarios del No es NO terminarán bajando la cerviz (pese que sus votos superaron el 40 por ciento del Comité Federal).
Al fin y al cabo, la mayoría de estos diputados necesitan sus cupos parlamentarios para sobrevivir políticamente : o por lo menos eso creen.
La siguiente historia puede demostrar que la cobardía política muy pocas veces da beneficios; ocurrió allá por el año 1952 en un pequeño país - ubicado en el culo del mundo- cuando un socialista llamado Salvador Allende se atrevió a saltar la disciplina de su partido.
En esa época el Partido Socialista de Chile decidió apoyar en las elecciones presidenciales a un ex-militar populista y de centro derecha , el general Carlos Ibáñez del Campo; el entonces senador Salvador Allende se resistió acatar esta resolución que calificó de oportunista y falta de principios.
Fue un momento difícil; había que dividir el partido que ayudó a fundar, pero el Doctor Allende se atrevió y dio el salto, cruzó el Rubicón. Se fue del Partido Socialista oficial, formó el Partido Socialista Popular, se unió a otras fuerzas de izquierda y se presentó a las elecciones como candidato a Presidente. Obtuvo un magro 5,4 por ciento, pero logró levantar una alternativa contra la oligarquía criolla. En las siguientes elecciones perdió por solo 10 mil votos la presidencia de la República que finalmente ganó el 4 de Septiembre de 1970: su triunfo fue producto de la perseverancia, honestidad y consecuencia política.
Visto lo visto, los diputados socialistas del NO la tendrán muy difícil de ahora en adelante. La abstención del “Susanismo” no solo implica que gobierne Rajoy también involucra votar a favor de los presupuestos generales y la consiguiente política de recortes impuesta por Bruselas.
Por tanto, son farisaicos aquellos que argumentan que harán una oposición dura a Rajoy . En España el presidente del gobierno tiene la potestad de llamar a elecciones cuando estime conveniente.
Este puro hecho coloca una espada de Damocles al PSOE, porque si Rajoy ve que sus leyes no son aprobadas, tardará muy poco en llamar a nuevos comicios dejando al PSOE en una posición irrelevante.
No nos engañemos, la resolución del Comité Federal es una rendición en toda regla. Es el primer paso para un gobierno que en la práctica será un “gobierno de gran coalición del PP, PSOE y Ciudadanos” .
Después de mucho juego de media cancha el equipo del IBEX 35 ganó por goleada, lo que pasó es que el maletín y las puertas giratorias se pasearon por los camarines de un equipo contrincante que dejó la portería descubierta.
¿En estas circunstancias que pueden hacer militantes y dirigentes de base del Partido Socialista Obrero Español? Parece que a esta altura del partido las explicaciones torticeras ya no valen para los votantes. Se acerca la hora de las definiciones.
¿Serán capaces los socialistas españoles de dar el salto que dio en su momento Salvador Allende? No lo sabemos, tampoco sabemos si existe el coraje político de Allende en algún dirigente importante español.
Que les quede muy claro a todos los socialistas que el próximo fin de semana, cuando con su abstención cobarde y mentirosa, sus diputados permitan que Mariano Rajoy pueda volver a formar gobierno, estarán dando un sí como una catedral a la corrupción, a la desigualdad, a la injusticia social, a la mentira y al dolor de varios millones de personas que han sufrido el shock neoliberal de los últimos años.
Que les quede muy claro: el pueblo español no les perdonará jamás esta trascendental traición.
Sin embargo , también creo que está cerca el día que la militancia recupere la dignidad socialista, esa dignidad inquebrantable, del obrero tipógrafo que fundó el partido.

miércoles, 19 de octubre de 2016

PRIETAS LAS FILAS


         A medida que la pugna en el seno del Partido Socialista se desliza hacía un vergonzante “prietas las filas”, como corresponde a un lobby ideológico convertido en agencia de colocación, parece necesario dejar de llamar partido político a lo que en la práctica supone una congregación de fieles.
Porque esa es la característica principal que define a una organización que, como el PSOE dinástico, enarbola una fantasmagórica “disciplina de voto” como norma suprema. Solo las órdenes monásticas y las bandas fascistas piden a sus miembros parecida disciplina.
Las primeras, exigiendo tomar los votos (de pobreza, castidad, obediencia, etc.) a su grey para ser admitida, y las segundas, ejerciendo la obediencia debida caiga quien caiga. En este último caso, ciertamente, hasta que los Juicios de Núremberg fallaron que esa fe ciega no eximia de responsabilidad a quienes habían jaleado los crímenes de los jerarcas nazis.
Desde que la ilustración secularizó la política, creíamos estar a salvo de algunos aquelarres más propios de los conjurados de la devotio ibérica que de quienes actúan como legítimos representantes de la ciudadanía.
¿Cómo puede confiarse en un partido que cercena la libertad de conciencia de sus integrantes para gobernar una sociedad democrática? ¿Con semejantes atributos despóticos, dónde queda el enunciado constitucional que prescribe a los partidos una estructura y funcionamiento democrático (art.6.C.E.)? ¿No supone ya una flagrante vulneración de esa Constitución que, en vez activar el artículo 36 de los Estatutos del PSOE para convocar un Congreso extraordinario que devuelva la decisión a las bases, se forme una gestora conculcando su propia normativa?
Agencia de colocación, obediencia debida, disciplina de voto, es el pautado del partido concebido como aparato de poder autorreferencial. Pero hay más y peor. Ocurre que, al considerarlos “un instrumento fundamental para la participación política” (art.6. C.E.), lo que hagan necesariamente nos afecta. Representantes y representados van encadenados como una cuerda de presos, y sus virtudes y sus vicios terminan siendo parte de su acervo común. Por capilaridad, ósmosis o simple mimetismo, todos están concernidos.
Y eso se demuestra en el hecho absurdo y patético de que sus propias fechorías terminan siendo secundadas por parte de la sociedad a la que dicen servir. Se trata de la gota malaya por la que la corrupción obtiene recompensa en las urnas y se acepta sin demasiado reproche que la cúpula del primer partido de la oposición funcione con una cuadrilla de bribones.
Tantos años denunciando el modelo en que una minoría privilegiada somete a la mayoría social, para al final verlo reproducido en aquellos que lo criticaban. Ni siquiera los escasos 180.000 afiliados del PSOE serán los que con su abstención vayan a dar el gobierno sobre 46 millones de españoles al Partido Popular de la trama Gürtel.
Esa pirueta la hará posible un grupo de notables interpretando a su favor la opinión de los más de 5 millones de votantes que creyeron en el programa socialista para echar al PP de la Moncloa. Y todo ello con trolas y falsedades que sonrojarían a cualquier persona con dos dedos de frente y un átomo de decencia. Sin importarles el grado de desfachatez e impostura.
Se puede escuchar al número dos de Susana Díaz argumentar que el acta del diputado pertenece al partido, sin parar en que la Constitución prohíbe el mandato imperativo (art. 67, 2). O toparse con un titular a cuatro columnas de un diario de referencia afirmando que “los votantes del PSOE creen que al partido le conviene abstenerse” aunque la encuesta en que se basa diga todo lo contrario: que el 49 % de los votantes socialistas prefieren evitar un gobierno de Rajoy frente al 47% que piensan que lo óptimo es impedir nuevas elecciones” (El País, 15 de octubre, págs. 1 y 15).
Dudo mucho que, como acaba de escribir, el profesor Javier Pérez Royo, estemos en la antesala de la Tercera República. Precisamente porque actualmente no existe un bloque de centro izquierda capaz de un nuevo Pacto de San Sebastián que entierre a esta Segunda Restauración. Por más que desde el punto de vista de su adecuación a la realidad social hace tiempo que el régimen de la Transición es un cadáver exquisito.
Lo que si puede afirmarse con toda seguridad es que desde este momento el PSOE ya forma parte del problema, junto a los sindicatos CCOO y UGT que han asistido al putsch de los barones desde la barrera. Todos a una porque “la indisoluble unidad de la Nación Española, patria común e indivisible de todos los españoles” (art.2 C.E.), puede verse comprometida por el derecho a decidir en Catalunya.
Pienso más bien que nos encontramos en los prolegómenos de algo parecido a los que ocurrió en las Cortes de Cádiz (180-1814), cuando los comisionados americanos defendieron para sus circunscripciones un nuevo estatus fundado en la igualdad, la autonomía y en el reconocimiento de su especificidad republicana.

miércoles, 12 de octubre de 2016

12 DE OCTUBRE: ABOMINABLE CELEBRACION DE UN GENOCIDIO UNIVERSAL


El tirano Francisco Franco había instituido el 18 de julio -el día en que se inició el “glorioso alzamiento”- como la fiesta nacional. En esa fecha se realizaba el magnánimo “desfile de la victoria” donde las tropas nazi-franquistas desfilaban altivas en honor al “generalísimo de los ejércitos”.
Tras la muerte del dictador el rey de España Juan Carlos I el 13 de mayo de 1977 dispuso que el 12 de octubre o el día de la Hispanidad fuera considerado como la fiesta mayor del reino -suprimiendo el 18 de julio- a pesar de la presión de sus consejeros franquistas.
         En 1981 todos los partidos políticos refrendan el 12 de octubre como la fiesta nacional. Y Juan Carlos I firma dicho decreto ley para que se comunique y se cumpla. El descubrimiento de América ha sido máxima hazaña del imperio español y debe ser enaltecida eternamente en la memoria de las futuras generaciones.
         Dios ha elegido a España en esta gloriosa misión civilizadora. “Debo cumplir con mi misión histórica y la cumpliré porque la divina providencia me ha elegido para ello” -Adolf Hitler.
         La madre patria celebra la gesta victoriosa del descubrimiento, conquista y colonización de un Nuevo Mundo. Una epopeya inolvidable que es parte indispensable de su idiosincrasia y folclore.
        
Entre los sin iguales personajes del genocidio universal hay que necesariamente nombrar al rey Felipe II. Este soberano avaricioso y megalómano -como fiel heredero de su estirpe- se propuso hasta conquistar la China. El explotar sus riquezas y evangelizar a los gentiles era su principal obsesión. Los dominios de ese imperio donde jamás se ocultaba el sol tenían que extenderse hasta el infinito. Pero la derrota de la Armada Invencible frustró sus maquiavélicos planes. El imperio español -en el intento fallido de invadir Inglaterra- perdió 20.000 hombres, 100 navíos y 40.000.000 ducados. Felipe II deseaba poseer los más inmensos tesoros; el oro, la plata, las piedras preciosas, marfil, diamantes, perlas, sedas o esclavos y esos territorios ignotos misteriosos y exóticos (Algo que sirvió de inspiración siglos más tarde al Führer Hitler).
         A principios del siglo XIX el imperio napoleónico invade la península ibérica y captura al rey de Fernando VII. Al monarca lo envían al exilio a Bayona donde permanece prisionero en el castillo de Valençay. El rey Felón abdica a favor de Napoleón Bonaparte y ordena a sus súbditos que se sometan a su voluntad. A pesar de que había condenado a la plebe a la ignorancia, la esclavitud y la miseria esta lo adoraban hasta tal punto que una vez regresó a España lo recibieron con el célebre grito de ¡Vivan las caenas!
         La “heroica” guerra de Independencia es uno de los hechos históricos que más enorgullece el españolismo. Aunque hay algunos detalles insólitos que no encajan. Paradójicamente los franceses traían las ideas de la ilustración y los principios revolucionarios de la libertad, igualdad y fraternidad. La victoria sobre Napoleón debería ser considerada la fiesta nacional pero tal vez por vergüenza se ha desechado. Y es que cuando el rey Fernando VII regresa triunfante a España –al retirarse las tropas napoleónicas- lo primero que hace al llegar a su palacio en Madrid es derogar la Constitución de Cádiz (de ideología liberal) reinstaurando el absolutismo. Fue algo escandaloso pues en las universidades se prohibió estudiar ciencias privilegiando la cátedra de tauromaquia.
        
España necesita fabricar héroes y mártires, manipular la historia y levantar ídolos que enaltezcan su glorioso pasado. Que otra cosa se espera que haga un imperio abatido y humillado por las continuas derrotas: la pérdida de Gibraltar, la independencia de las colonias americanas, después el desastre de Cuba, Puerto Rico y Filipinas en la guerra de 1898 contra EE.UU. Ni siquiera el apóstol Santiago empuñando la espada de plata a la grupa de su caballo blanco o el brazo incorruptible de Santa Teresa pudieron salvar a España de la debacle. Esa España que se creía protegida por Dios al construir los mayores templos y catedrales, esa España de la oración y el recogimiento espiritual ahora se veía abandonada y en la ruina.
         Todo este proceso de construcción imperial ha sido algo premeditado y sin escrúpulos. El reino de España también participó en el reparto de África -ese “lobby colonial” del que hacían parte las potencias europeas que se reunieron en la conferencia de Berlín (1884-1885) con el fin de finiquitar el expolio de ese inmenso continente-. Se firmaron las nuevas capitulaciones Santa Fe (Colón-Reyes Católicos) mediante la cual se abría la veda para explotar sus recursos naturales y raciales (esclavitud) A cada potencia le correspondía una parte equitativa del gran botín. Aunque siempre existieron grandes desavenencias que más tarde desencadenaron la Primera Guerra Mundial.
         Una de las derrotas más grandes jamás conocida del ejército español se produjo en la Batalla de Annual en el Rif. Duelo que se saldó con más de 8.000 soldados españoles muertos y otros tantos miles de heridos. Luego vengarían la derrota el general Sanjurjo y el comandante Franco en una criminal ofensiva en la que utilizaron gas mostaza y armas químicas como fosgeno, difosgeno, cloropicrina. Su intención no era otra que exterminar a los rebeldes indígenas y cabileños y anular cualquier resistencia que pusiera en peligro la soberanía española. Un demencial genocidio que nos recuerda a los cometidos en América por Pizarro, Cortés, Jiménez de Quesada, Orellana, Lope de Aguirre, Nuño de Guzmán, Pedro de Alvarado, Diego de Almagro, Pedro de Valdivia…
De esta forma tan clara y categórica se demuestra como ya sean indígenas americanos o negros ecuatoguineanos (Bantú y Fang), Saharauis, Cabileños, rifeños, o tribus de las Filipinas como los Bontoc, Ibaloi, Ifugao, Isneg, Kalinga, Kankanaey, Tinguian, Palawanes, indígenas de Guam, las Marianas o las Carolinas todos han sufrido las consecuencias de ese “genocidio universal” del imperio español. Los castellanos se acostumbraron de vivir del botín, de robar a otros pueblos y amasar fortuna patrocinando la corrupción y el pillaje.
         Tras la victoria en la guerra civil el caudillo Francisco Franco tenía planeado reconstruir el imperio español en el norte de África. De ahí que una de las principales exigencias para unirse a las fuerzas del eje -en su célebre encuentro en Hendaya el 23 de octubre de 1940 con Hitler- era que a cambió le cediera el Roussillon francés, la región de Orán en Argelia, Gibraltar y el Marruecos francés para de esta manera unirlo con el Sahara Occidental y así continuar la escalada expansionista hasta Senegal y Gambia. En sus delirios de grandeza el Caudillo intentaba resucitar ese imperio hacia Dios. Algo que el führer rechazó de plano puesto que nadie podía hacerle sombra en sus aspiraciones de convertirse en el monarca universal (el maldito síndrome de los reyes católicos y Felipe II).
         En la fiesta nacional (no confundir con las corridas de toros que son igual de sangrientas) no sólo se celebra el “descubrimiento” de ese Nuevo Mundo sino también las conquistas en otros continentes como Asia, Oceanía o en África.
         España desde tiempos pretéritos ha tenido una vocación guerrera, expoliadora y evangelizadora. En un acto de “inmensa generosidad” que ha redimido a los indígenas presas del paganismo y la barbarie. Por algo su símbolo supremo es la espada y la cruz.
        
Las fuerzas vivas de la sociedad españolista y monárquica se reunirán una vez más este el 12 de octubre a celebrar la fiesta nacional. Es necesario rendirle un sentido homenaje a Cristóbal Colón, el héroe por antonomasia del reino y máxima figura del panteón patrio. El almirante con su gran gesta del descubrimiento condujo a España a la más alta cumbre.
         España debe recuperar su vocación imperial aprovechando esta nueva fase del capitalismo globalizador. Los banqueros y multinacionales se preparan a la reconquista material y espiritual y así concluir la gran obra encomendada por Dios padre todopoderoso.
         Todos los pueblos precisan de personajes legendarios que forjen la identidad y la conciencia colectiva. Una fecha exacta en la que canten todos al unísono las grandezas del pasado. Quizás también se celebre dentro de 500 años el advenimiento del III Reich o el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki.
         Hacer fiesta de un holocausto sólo puede caber en la mente enfermiza de un psicópata o un asesino en serie. ¿Acaso la destrucción, la muerte, el expolio, la imposición, la violación y la tortura de millones de aborígenes, de pueblos y naciones, de culturas y civilizaciones es un motivo de júbilo? Los nostálgicos y soñadores de la gesta del descubrimiento, conquista y colonización olvidan el patíbulo, la picota, el hacha, el garrote vil, la daga, la hoguera, los perros rabiosos, la horca y todas las artes de la tortura inquisitorial. El reino de España sin ningún escrúpulo bebe, brinda y danza sobre los millones de cadáveres de su glorioso genocidio universal.

martes, 4 de octubre de 2016

LA HISTORIA DEL PSOE: ENTRE HISTÓRICOS Y RENOVADORES


Malos tiempos corren para los socialistas. No, mejor decir: malos tiempos corren para el Partido Socialista Obrero Español. Ha pasado por otras crisis en su historia, que no fueron transmitidas en tiempo real como ocurre ahora, por las redes sociales y los medios en Internet. Cada una de las crisis se ha producido en momentos históricos concretos, en función de la posición adoptada por el partido. Diferentes consecuencias, incluso con rupturas y rosario de abandonos.
Los conflictos han ido surgiendo por los distintos posicionamientos sobre políticas nacionales concretas, por los principios que deberían regir a la organización o por el modelo del partido, la elección de los líderes o la participación de la militancia. Lo cierto es que en el seno del PSOE siempre han convivido distintas sensibilidades. En la última etapa: guerristas, renovadores, renovadores por la base, cristianos, sindicalistas, los convergentes en Madrid y la corriente Izquierda Socialista.

Hubo casi ruptura, cuando lo de «hay que ser socialista antes que marxista»; bronca por las políticas de reconversión llevadas a cabo por Solchaga; o cuando Borrell ganó las primarias a Joaquín Almunia y la dirección no le respaldó. Ahora continúan los conflictos.
Crisis de la socialdemocracia, caso Filesa por financiación ilegal, los GAL, caso Jun Guerra, la Tercera Vía y la reforma del artículo 135, son otros acontecimientos que han marcado la vida del partido. En otros momentos de la historia, Indalecio Prieto dimitió de la Comisión Ejecutiva (octubre de 1924), en protesta por la colaboración del partido con la dictadura de Primo de Rivera a raíz de la entrada de Largo Caballero.

Con Felipe González, el abandono del republicanismo y el rechazo a la OTAN; ley de patada en la puerta de Corcuera. Huelga general de 1988 y la fractura con la UGT. Ahora el golpe de Susana Díaz y otros barones para acabar con Pedro Sánchez, supone el estallido de una lucha de poder arrastrada en los últimos meses, por la abstención o no para permitir un Gobierno de Rajoy. Con cada parada una sangría de votos y de militantes.
En Madrid, los socialistas, llevan años de conflictos. La primera ruptura dentro de la entonces FSM ocurrió al estrenarse la democracia. Con Pedro Sánchez y Cesar Luena, el golpe contra Tomás Gómez y el cese de su ejecutiva. Allá por 1979, el entonces secretario regional Alonso Puerta, protagonizó una de las mayores crisis para el partido cuando, siendo Teniente de Alcalde en el ayuntamiento, denunció una adjudicación por corrupta en los contratos de limpieza. El escándalo provocó que el PSOE suspendiera de militancia a Puerta, que acabó en el PASOC. Fue sustituido por Leguina, quien ahora anda diciendo: «Si vamos a unas terceras elecciones, vamos a votar todos a Rajoy».
Ahora tenemos un nuevo enfrentamiento entre familias. Dos «bandos» en guerra abierta en la que ambos proclaman su legitimidad para dirigir el partido. De momento ha perdido el partido, tras «un largo proceso de suicidio colectivo» (Odón Elorza). Ya en el Congreso de Toulouse, agosto de 1972, se había abordado la renovación, venciendo la tesis renovadora del interior sobre las del exilio, que encabezaba Rodolfo Llopis. Al no aceptar su destitución, provocó la ruptura en dos: el PSOE Renovado y el PSOE Histórico. Desde el XI Congreso en 1971, venía gestándose la ruptura entre los socialistas del exilio y los del interior: el relevo generacional, el traslado de la dirección al interior o su permanencia en el exterior, y las relaciones con los comunistas constituían tres problemas de fondo entre ambos sectores. Durante dos años, el PSOEr de González y el PSOEh de Llopis pugnaron por la legitimidad y las siglas. Finalmente, en 1974, la Internacional Socialista se inclinó por el de Felipe como único interlocutor.
La historia del PSOE es larga y rica en debates sobre ideas, estrategias y objetivos. En Suresnes comenzó otro cambio de orientación política e ideológica. Se acordó adaptar la idea y la acción a la lucha por la democracia y las libertades desde el interior. En el XXVIII Congreso (1979), con el lema «Construir en libertad», con aquel «hay que ser socialistas antes que marxistas» de Felipe González, continuó la revisión ideológica. Nueva imagen y nuevas formas de acción y abandono de algunos objetivos históricos, por presiones internacionales. Fue durante la Transición a la democracia, cuando se volvió a perder algún que otro principio y seña de identidad. Sin república y con monarquía, se pretendía ir hacia una «transición política y económica», en la España de las oportunidades.
El PSOE de Suresnes aprobó una resolución que marcaba su posición respecto al problema nacional y la configuración territorial del estado. Claramente se defendía el pleno reconocimiento del derecho de autodeterminación, que comportaba la facultad de que cada nacionalidad pueda determinar libremente las relaciones que va a mantener con el resto de los pueblos que integran el Estado español. El PSOE pretendía establecer una República Federal de las nacionalidades que integran el Estado, que salvaguardara la unidad de la clase trabajadora de los diversos pueblos.
¡Qué tiempos!, hoy parecen ensoñaciones, por lo que ha llovido y por la pérdida de las frustradas esperanzas. La renovación del partido era inevitable. Acercar la organización a España imprescindible y la necesidad de un nuevo liderazgo resultaba evidente. «Yo me ocupo de UGT y tú del Partido», dicen que dijo Nicolás Redondo a «Isidoro» Felipe González.
Hace cuarenta años, el PSOE se definía «por un método dialéctico de transición al socialismo», en combinación con la lucha parlamentaria, la movilización popular en todas las formas, creando «órganos democráticos de poder de base», como cooperativas y asociaciones de vecinos, buscando la profundización del concepto de democracia «superando el carácter formal que las libertades políticas tienen en el estado capitalista, accediendo a las libertades reales», señalando las reivindicaciones de cada momento, «con la perspectiva de una revolución socialista». No podía existir libertad sin socialismo ni socialismo sin libertad.
El PSOE ha venido perdiendo elección tras elección. A favor de Sánchez, hay que decir que la evolución negativa, viene desde antes de que la actual ejecutiva en «funciones» se hiciera con la dirección. Han continuado con el descalabro en escaños que arrancó con Rubalcaba y la evolución del apoyo electoral a la baja. En las generales de 2008, el PSOE ganó las elecciones con 169 escaños (5 más que en 2004, con un 43,87% de los votos. En las siguientes de 2011, obtuvo 110 escaños (59 menos que 2008) y un 28,76% de los votos. El 20D de 2015, el PSOE, con Pedro Sánchez, obtuvo el 22,01% de los votos y 90 diputados (20 menos que en los anteriores comicios, por la aparición de Podemos y Ciudadanos). Por último en las del 26J obtuvo el 22,63% de los votos, con 85 diputados, su peor resultado en la historia de la democracia.
La caída espectacular de apoyos al PSOE no empezó con Pedro Sánchez. De los cuatro últimos secretarios generales, Pedro Sánchez es el que mejor deja el partido con respecto a cómo lo cogió, pese a lo que le acusan. Según datos del CIS, Rubalcaba, sucesor de Zapatero al frente del PSOE, ha sido el que peor ha dejado el partido. Perdió 6,8 puntos en porcentaje de voto. Almunia, secretario general entre 1997 y 2000, le sigue en el ranking al perder 5,8 puntos durante su mandato. Rodríguez Zapatero perdió 3,6 puntos. Sánchez es el único con saldo positivo, aunque moviéndose en cifras muy inferiores a las del pasado a causa de la irrupción de Podemos y Ciudadanos.
Un fantasma recorre el PSOE; la división del partido en dos mitades. Los socialistas, en su larga historia, han ido cambiando el modelo organizativo, sus principios, fines y objetivos, para adaptarlos a los tiempos. Hoy, los bandos en conflicto no declaran abiertamente cual es la razón de la guerra civil declarada, aunque todo parece, como siempre que es cuestión de poder. De no perder el poder o de hacerse con él, sin que digan claramente para que quieren ejercerlo.
El bloqueo político e institucional en España es razón del conflicto, entre el «NO es NO» y la abstención para permitir gobernar al PP, con su «Primero España, luego el PSOE y después nosotros, los militantes», aunque no todos los «críticos» están en esa posición. Bajo ningún concepto se puede dejar gobernar al PP ni a Rajoy. Ahora, con la dimisión como Secretario General de Pedro Sánchez, todo está por ver. Frente a todo, no conocemos cuales son las líneas ideológicas y estratégicas que defienden los bandos en conflicto.

 El PSOE ha evolucionado y no siempre hacia delante, pero no todo ha estado mal hecho. En otros momentos propugnó la revolución social y en los primeros gobiernos democráticos favoreció el bienestar. Hay que retomar algunas viejas ideas y formas de acción abandonadas, actualizadas a la nueva realidad y construir el futuro en igualdad, solidaridad y con justicia social. Mucho se ha quedado por el camino, objetivos y definiciones, como marxismo, socialismo democrático o república.
Pedro Sánchez y su ejecutiva han dimito presionados por la oposición de los llamados «críticos», que les han ganado la partida. La dimisión tendría que haberse producido antes; se habría evitado un largo sábado trágico y de miseria política. Javier Fernández, elegido presidente de la Comisión Gestora del PSOE, hasta la celebración un congreso extraordinario, es de la opinión de que «O gobierna la lista más votada o vamos a elecciones», rechazando pactar con los independentistas catalanes y ve imposible un acuerdo a tres con Podemos y Ciudadanos. Tiempo tendremos para valorar su gestión. Pedro Sánchez dimitiendo, aunque tarde, lo hace poniéndose a disposición de la Gestora: «Hoy más que nunca hay que sentirse orgulloso de militar en el PSOE».
Ahora y siempre, primero la idea –el socialismo–, luego la gente –su bienestar–, por justicia social y la solidaridad; después todo lo demás.

jueves, 29 de septiembre de 2016

¡VIVA PEDRITO SÁNCHEZ!


Una de las premisas básicas en la crisis del bipartidismo abierta desde el 20D es que la ruptura de uno de los partidos era una de las opciones que podía resolver, momentáneamente, esa crisis. Con o sin terceras elecciones, el golpe de un sector del PSOE –formado por una confluencia de sectores– ha sido el primer ataque orgánico del sector que opta por la abstención en un nuevo intento de investidura de Rajoy.
La gobernabilidad en términos de la Gran Coalición está más cerca tras la dimisión de 17 miembros de la Ejecutiva del PSOE, que se ha producido a eso de las 17:30 de ayer. Con ese movimiento de varios miembros la dirección socialista, se abre la mayor crisis interna en el socialismo tras el XXVIII Congreso del partido en 1979.
No he votado por Pedro Sánchez ni le votaré; pero, después de todo le que le está cayendo encima, desde la Derecha y la Izquierda, y, sobre todo, después del ataque traicionero y asesino de Felipe González, movilizando a los suyos en la Ejecutiva para forzar al partido socialista a cambiar el “NO” por un “SI” o una “abstención” a la investidura de Rajoy, cómo no gritar ¡Viva Pedro Sánchez!
Por las razones que sean, Pedro Sánchez sigue manteniéndose firme al frente de la Ejecutiva y en el “NO” a la investidura de Rajoy, y por eso se ha convertido en el único obstáculo -en el día a día- a tal investidura. De ahí los ataques, las maniobras y el linchamiento político y mediático sin precedentes de que es objeto.
Alguien ha escrito que “para estar acorralado y medio muerto resulta impresionante la cantidad de munición que se está despilfarrando en rematar a Pedro Sánchez. La balacera resulta realmente atronadora. La variedad y potencia destructiva de la munición empleada parece digna de una película de Marvel.”
Que la Derecha (el PP y Ciudadanos, etc.) le reproche, le incrimine y lo ponga por los suelos por su entercamiento en el “NO” se comprende, es normal. La Derecha va a lo suyo… y nunca ira a lo que propone la Izquierda, salvo si es lo mismo. Pero que la Izquierda no lo defienda, que lo triture o lo abandone es incomprensible. Por lo menos la Izquierda institucional “nueva”, esa que justifica su participación en el Sistema para provocar el “cambio”. Pues, de parte de “barones” y “baronesas” del PSOE, hace tiempo que se sabe lo que quieren, cuales son sus intereses y a quienes sirven…
A Pedro Sánchez se le acusa de embarcarse en el “no a Rajoy” por pura supervivencia política, por el solo afán de conservar el poder dentro de su partido. Y también por mezclar irresponsablemente los problemas orgánicos de su partido y los problemas de la gobernabilidad de España.
¡Cómo si no fuese eso lo que hacen todos los días los políticos! ¡Cómo si hubiera alguno que piense en otra cosa que en su carrera e intereses personales! ¡Cómo si la política fuese hoy algo más que un medio (una profesión) para los políticos de hacerse un nombre y un lugar en la pirámide del poder político y económico de la sociedad! Cómo si los políticos pudieran dejar de obedecer (remember Alexis Tsipras) a los que realmente tienen el Poder, a los que realmente mandan -hoy como ayer- en la sociedad, a los del Ibex.
No sé si Pedro Sánchez, el pipiolo fotogénico, les ha salido respondón y realmente quiere defender los principios del PSOE y la posición de la base socialista, mayoritariamente partidaria del “No es No”. O si solo es por orgullo y cabezonería que lo hace, cansado de pelear con los “barones” y la “baronesa” de Andalucía que quieren gobernar el partido desde la sombra. Difícil de saberlo. Lo único que sí está claro es que toda esa banda y la Derecha se lo quieren cargar para impedir que el PSOE vuelva a ser siquiera un poco de Izquierda (socialdemócrata, por lo menos) y siga manteniendo el “No es No”.
Sea por lo que sea, dentro de pocos días sabremos si es una pelea por los principios o únicamente por el poder en el partido y quién la ha ganado. Pues parece poco probable que las “17 dimisiones” sean una maniobra para salvar el cuerpo y alma del PSOE… Como tampoco para recuperar la clientela progresista que hasta hace poco votaba “socialista”. A lo sumo, para intentar recuperar la clientela conservadora.
En todo caso, la división interna del PSOE no es cosa de ayer por la tarde. Más allá de los principios, la lucha por el poder es una constante en todos los partidos. Así pues, gane Sánchez y siga con su hoja de ruta o pierda y provoque una escisión que empeore aún más el resultado electoral del PSOE, el desenlace de esta guerra no modificará -en positivo- el bochornoso y desastroso panorama político actual en España.
Al contrario, más allá de esta guerra interna en el PSOE y de la corrupción imperante en el seno de la clase política, la realidad es que la corrupción no ruboriza ni a los corruptos ni a los que les frecuentan en las Instituciones del Poder, y que entre unos y otros están consiguiendo que el PP pueda seguir gobernando.
Y lo más vergonzoso es que se lo permitirán sin siquiera obligarle a atenuar las políticas reaccionarias que han sumido en la precariedad laboral, el desempleo y la pobreza a muchas familias en el país.
Lo más indignante, del escandaloso espectáculo que nos ofrecen los políticos (y políticas) a día de hoy, no es solo la insensibilidad social y la desfachatez con la que los “viejos” muestran sus verdaderas ambiciones sino también la manera en que los “nuevos” (esos que iban a poner fin a la vieja política y provocar el “cambio”) muestran ahora -sin tapujos ni medias tintas- lo bien que se sienten formando parte de la “casta”. Esa que hace unos días denostaban…
Repito pues lo que dije al comienzo: no he votado por Pedro Sánchez ni le votaré, e incluso empiezo a plantearme si no será más honesto la abstención activa. Pero, dado que su actitud –consciente o inconsciente- ha dado pie a esta jauría de ambiciosos y serviles de los poderosos para arrancarle las carnes por su osadía de mantenerse en el “no es no” a Rajoy, ¿cómo no estarle agradecido? Pues, sea por lo que sea, ¡menudo espectáculo ha provocado!
Claro que no es de risa; pero tampoco de llorar… ¡Es la realidad descarnada de la política! ¡Es lo que hay!. Es el lamentable espectáculo de la política  a cara de perro. Es la pena por ver como una jauría de lobos despedazan a dentelladas sanguinolentas los despojos de un partido que fue el auténtico abanderado del progreso y la defensa de los derechos de los trabajadores… hasta que llegó Felipe González.

lunes, 5 de septiembre de 2016

LA TRAGEDIA GOLPISTA DE BRASIL


Una banda de “malandros”, como canta el incisivo y premonitorio poema de Chico Buarque -“malandro oficial, malandro candidato a malandro federal, malandro con contrato, con corbata y capital”- acaba de consumar, desde su madriguera en el Palacio Legislativo de Brasil, un golpe de estado (mal llamado “blando”) en contra de la legítima y legal presidenta de Brasil Dilma Rousseff. Y digo “mal llamado blando” porque como enseña la experiencia de este tipo de crímenes en países como Paraguay y Honduras, lo que invariablemente viene después de esos derrocamientos es una salvaje represión para erradicar de la faz de la tierra cualquier tentativa de reconstrucción democrática.
El tridente de la reacción: jueces, parlamentarios y medios de comunicación, todos corruptos hasta la médula, puso en marcha un proceso pseudo legal y claramente ilegítimo mediante el cual la democracia en Brasil, con sus deficiencias como cualquier otra, ha sido reemplazada por una descarada plutocracia animada por el sólo propósito de revertir el proceso iniciado en el 2002 con la elección de Luiz Inacio “Lula” da Silva a la presidencia.
La voz de mando es retornar a la normalidad brasileña y poner a cada cual en su sitio: el “povao” admitiendo sin chistar su opresión y exclusión, y los ricos disfrutando de sus riquezas y privilegios sin temores a un desborde “populista” desde el Planalto. Por supuesto que esta conspiración contó con el apoyo y la bendición de Washington, que desde hacía años venía espiando, con aviesos propósitos, la correspondencia electrónica de Dilma y de distintos funcionarios del estado, además de Petrobras.
No sólo eso: este triste episodio brasileño es un capítulo más de la contraofensiva estadounidense para acabar con los procesos progresistas y de izquierda que caracterizaron a varios países de la región desde finales del siglo pasado.
Al inesperado triunfo de la derecha en la Argentina se le agrega ahora el manotazo propinado a la democracia en Brasil y la supresión de cualquier alternativa política en el Perú, donde el electorado tuvo que optar entre dos variantes de la derecha radical.
No está de más recordar que al capitalismo jamás le interesó la democracia: uno de sus principales teóricos, Friedrich von Hayek, decía que aquella era una simple “conveniencia”, admisible en la medida en que no interfiriese con el “libre mercado”, que es la no-negociable necesidad del sistema. Por eso era (y es) ingenuo esperar una “oposición leal” de los capitalistas y sus voceros políticos o intelectuales a un gobierno aún tan moderado como el de Dilma.
De la tragedia brasileña se desprenden muchas lecciones, que deberán ser aprendidas y grabadas a fuego en nuestro país. Menciono apenas unas pocas:
 Primero, cualquier concesión a la derecha por parte de gobiernos de izquierda o progresistas sólo sirve para precipitar su ruina. Y el PT desde el mismo gobierno de Lula no cesó de incurrir en este error favoreciendo hasta lo indecible al capital financiero, a ciertos sectores industriales y a los medios de comunicación más reaccionarios.
Segundo, no olvidar que el proceso político no sólo transcurre por los canales institucionales del estado sino también por “la calle”, el turbulento mundo plebeyo. Y el PT, desde sus primeros años de gobierno, desmovilizó a sus militantes y simpatizantes y los redujo a la simple e inerme condición de base electoral.
Cuando la derecha se lanzó a tomar el poder por asalto y Dilma se asomó al balcón del Palacio de Planalto esperando encontrar una multitud en su apoyo apenas si vio un pequeño puñado de descorazonados militantes, incapaces de resistir la violenta ofensiva “institucional” de la derecha.
Tercero, las fuerzas progresistas y de izquierda no pueden caer otra vez en el error de apostar todas sus cartas exclusivamente en el juego democrático. No olvidar que para la derecha la democracia es sólo una opción táctica, fácilmente descartable.
Por eso las fuerzas del cambio y la transformación social, sin mencionar los sectores radicalmente reformistas o revolucionarios, tienen siempre que tener a mano “un plan B”, para enfrentar a las maniobras de la burguesía y el imperialismo que manejan a su antojo la institucionalidad y las normas del estado capitalista. Y esto supone la organización, movilización y educación política del vasto y heterogéneo conglomerado popular, cosa que el PT no hizo.
Conclusión: cuando se hable de la crisis de la democracia, una obviedad a esta altura de los acontecimientos, hay que señalar a los causantes de esta crisis. A la izquierda siempre se la acusó, con argumentos amañados, de no creer en la democracia. La evidencia histórica demuestra, en cambio, que quien ha cometido una serie de fríos asesinatos a la democracia, en todo el mundo, ha sido la derecha, que siempre se opondrá con todas la armas que estén a su alcance a cualquier proyecto encaminado a crear una buena sociedad y que no se arredrará si para lograrlo tiene que destruir un régimen democrático.
Para los que tengan dudas allí están, en fechas recientes, los casos de Honduras, Paraguay, Brasil y, en Europa, Grecia. ¿Quién mató a la democracia en esos países? ¿Quiénes quieren matarla en Venezuela, Bolivia y Ecuador? ¿Quién la mató en Chile en 1973, en Indonesia en 1965, en el Congo Belga en 1961, en Irán en 1953 y en Guatemala en 1954?

jueves, 11 de agosto de 2016

LA GRAN MENTIRA DE LA POLITICA ESPAÑOLA


Los grandes imperios mediáticos y económicos están construyendo la realidad de que España y sus ciudadanos necesitan un ejecutivo. Ocultan que hablan de un gobierno determinado favorable a sus intereses y con unas políticas muy concretas.
Han pasado 233 días desde que los españoles acudimos a las urnas el pasado 20 de diciembre. 33 semanas en las que los líderes de los partidos políticos han dicho una cosa y la contraria sin ruborizarse. 5.591 horas de hastío ciudadano que, incrementado con la canícula de agosto, favorecen que se instaure un pensamiento de parte. España necesita gobierno. Pero no un gobierno, sino uno determinado con unos intereses muy particulares.
En el nuevo ciclo político abierto tras el 26 de junio se ha instalado en la agenda pública la necesidad de formar Ejecutivo por encima de cualquier circunstancia antes de acudir a unas terceras elecciones. Para evitar la nueva coyuntura electoral se está presionando al PSOE para que se abstenga y permita gobernar al PP de Mariano Rajoy a pesar de que el partido de Pedro Sánchez tenía como línea principal de su campaña electoral el no frontal al Partido Popular.
La apelación a la responsabilidad institucional y los intereses de España se esgrimen para favorecer una determinada posición que esconde unos intereses concretos muy diferentes a los que tiene la ciudadanía, que a tenor de lo mostrado en las urnas el pasado mes de junio es muy diversa y heterodoxa.
La principal circunstancia que ha impedido que en España haya un gobierno, del color que sea, ha sido la decisión de los ciudadanos en las urnas. Los votantes han elegido un parlamento multicolor con abundancia de diferencias y vetos cruzados. Apelar a que la ciudadanía quiere un gobierno determinado por encima de cualquier otra consideración es hablar de espaldas a las urnas y atribuyendo una portavocía genérica que no es posible.
Si los ciudadanos hubieran querido que Mariano Rajoy gobernara hubieran votado esa opción de forma mayoritaria, sin embargo los datos arrojan una realidad diferente. De los 35 millones de ciudadanos llamados a las urnas 28 millones eligieron una opción distinta a la que ofrecía el PP.
El régimen parlamentario que rige en España dicta la posibilidad de que Rajoy gobierne con su 33% de los votos y sus casi 8 millones de apoyos, pero ésa no es ni mucho menos la opción elegida de forma mayoritaria por los españoles, ni la única posible, ni sobre todo la prioritaria por encima de unas terceras elecciones.
Ese alegato es una posición política, muy particular, pero no es la única aceptable ni la única que evitaría unas terceras elecciones, que parecen ser el mal a evitar según los editoriales cebrianinos. Lo cierto es que los vetos y bloqueos, y las necesidades de conseguir apoyos para gobernar, no tienen nada que ver con la responsabilidad de Estado e institucional, sino que se deben a simples intereses partidistas y un cuidado exquisito de los egos y bienes personales.
El Partido Popular empuja al PSOE con el mantra de la responsabilidad y la sensatez. Pide a Pedro Sánchez que se abstenga para facilitar el gobierno por el bien de España, que necesita un Ejecutivo para afrontar sus compromisos con Europa y no perjudicar más la economía.
Ignoramos dónde estaba la responsabilidad de Estado del PP cuando votó en contra de un acuerdo del PSOE y Ciudadanos para formar gobierno. Un acuerdo que ahora esgrime en 125 puntos coincidentes para acercar a Ferraz a sus postulados.
Parece ser que en marzo la economía no sufría y no había compromisos que cumplir con Europa. Y Rajoy no se toca, todos los partidos coinciden en que su presencia es el mayor obstáculo, pero por encima de España está la carrera profesional del señor Brey.
Ciudadanos ha cambiado su negativa radical a Rajoy por una abstención “responsable”, pero no por los españoles, ni por esa supuesta visión de Estado, sino por el miedo a desaparecer cual CDS sepultados por el voto útil en favor del PP en unas hipotéticas terceras elecciones. Los medios de comunicación de forma mayoritaria, una vez más, alaban a Albert Rivera lo que llevan años criticando del resto de formaciones. Que digan una cosa en campaña y cuando consiguen los apoyos cambien de posición.
Al menos Ciudadanos miente a los electores de forma orgullosa. Fernando de Páramo, secretario de comunicación de Ciudadanos, lanzaba un aviso a navegantes, no les importa la hemeroteca y cambiarán su palabra las veces que haga falta por el bien de los españoles. Aunque no sabemos qué españoles son esos de los que habla a los que se miente por su bien.
El PSOE bastante tiene con soportarse. Lo único coherente que han hecho en la última década es mantener, por ahora, el no a Rajoy. Cualquier lector interesado en política tiene que asistir asombrado a cómo los periodistas más ilustres y los editoriales de los diarios antaño respetados exigen a Pedro Sánchez que rompa el compromiso electoral que firmó con los votantes.
Vivimos tiempos extraños. Años pidiendo desde páginas de periódicos, cadenas de televisión, tribunas académicas y consejos de administración a los políticos que no mientan en campaña y cuando por fin un partido se mantiene en su posición prometida se le presiona para que la cambie.
Víctima de la agenda mediática de esta nueva etapa, el PSOE es a pesar de todo el único responsable de su situación. Sus propios vetos a aceptar abstenciones de independentistas para intentar un gobierno de izquierdas le mantiene anquilosado. Otrora partido de izquierdas, hoy vive acomplejado por la repercusión que tendría acercarse a los independentistas para negociar una salida cordial con los nacionalistas en Cataluña.
Los antiguos compromisos del PSC para convocar un referéndum han sido borrados del ideario socialista, como una nebulosa, para no aceptar que su actual política con Cataluña es un complejo socialista con la posición de la derecha en lo que respecta a la organización territorial.
Pedro Sánchez tiene miedo de desatar la ira furibunda de los medios de masas por “romper España” y ha dejado que Susana Díaz imponga el veto a los nacionalistas para arrinconar al secretario general en una posición imposible y ocupar su lugar cuando fracase. Díaz sabe que imponiendo el veto a los nacionalistas impide un posible acuerdo con Podemos, sabe que sin esos votos no dan los números. Y, mientras, espera silente desde el sur verse despeñar a su compañero con su vara de mando y pajes a los flancos.
Aunque todo esto no sería posible sin Podemos. El verdadero stopper de la constitución de gobierno. Si no existe un Ejecutivo es por el partido de Pablo Iglesias, que tras el golpe sufrido en las pasadas elecciones asiste en cuarto plano a la constitución de una legislatura que impide con su simple existencia. Iglesias atusa sus barbas esperando un paso en falso del PSOE sabiendo que su mera abstención pone a Podemos en una situación privilegiada. La oposición ante el gobierno de la casta. Término que sería convenientemente recuperado. 
          La ocasión sería propicia: PP y Ciudadanos gobernando con la connivencia del PSOE. Casi el sueño húmedo de Pablo Iglesias, que preferiría una gran coalición que los dejara como única alternativa. Sin Podemos, sin Pablo Iglesias, el PSOE ya habría negociado una abstención técnica, si no la Große Koalition. Pero la amenaza por la izquierda los mantiene atemorizados y atenazados.

El miedo ganó en las pasadas elecciones. Unos comicios polarizados favorecieron la pervivencia del statu quo y que los intereses del establishment permanecieran a salvo. Al miedo se le está sumando el hartazgo, y los creadores de la agenda son conscientes de los réditos que otorga manejar estos sentimientos en su propio interés.
No es cierto que España necesite gobierno, este gobierno. Existen muchas alternativas que los que no están interesados en ellas se encargan de que parezcan imposibles o perjudiciales. Nos están engañando. España no necesita un gobierno. Su España necesita este gobierno.