lunes, 30 de julio de 2018

¡VIVAN LAS CADENAS!


La princesa Corina ha hablado sobre los negocios presuntamente sucios de Juan Carlos de Borbón. Los medios de comunicación libres se han hinchado a publicar portadas, artículos y hasta editoriales, los otros, los monárquicos, se han limitado a esconder la noticia entre el laberinto de sus columnas.
La Casa Real calla. El Gobierno calla. Lo mejor de todo es que a ningún súbdito/a, osea a ningún español/a la noticia le ha sorprendido y, lo peor de todo, muchos, muchísimos le quitan importancia.
El grito de ¡Vivan las cadenas!, con el que los absolutistas españoles recibieron al borbón Fernando VII a su vuelta del destierro, se repite hoy y desde 1975.
No contenta con ello media España está dispuesta a desenganchar los caballos del carruaje del borbón y ocupar el lugar de sus bestias de tiro, literalmente ya lo hicieron en 1814.
A falta de Franco un rey, o dos. Así lo decidió el dictador y así lo acata el pueblo español, así lo tiene decidido de forma inmensamente mayoritaria. Una decisión basada en el general desconocimiento de lo que una república representa como forma de estado, enormemente agravado por el antirepublicanismo fomentado desde el estado y la iglesia católica desde 1939 hasta nuestros días.
España es así. Nos va la marcha, la militar también. Me dicen que la World Values Survey (WVS), un proyecto global de investigación social que explora de forma empírica los valores y opiniones de la gente, entre otros temas el apoyo a las democracias, en sus nuevos datos publicados asegura que casi el 40% de la población española preferiría un régimen autoritario a un sistema democrático.
Si un 40% de la población infravalora un modelo de estado democrático, nos puede dar una idea de la valoración que pueden hacer de una República democrática y no digamos ya si esa República se constituye como “… una República de trabajadores de toda clase, que se organizan en régimen de Libertad y de Justicia. Los poderes de todos sus órganos emanan del pueblo”, tal y como quedaba expresado en el Artículo 1 de la II República Española.
Por si algo faltaba, hoy mismo la derecha heredera del franquismo, aunque algunos (muchos) lo nieguen y se empeñen en autodenominarse centro-derecha, ha dado un paso de gigante hacia la derecha pura y dura.
En estos días un ferviente admirador de Manuel Fraga y de José María Aznar ha sido elegido como presidente del Partido Popular, y por tanto candidato a la presidencia del gobierno, y lo ha sido con el respaldo de la vieja guardia del partido hábilmente espoleada por Aznar y los suyos. Se avecinan malos tiempos.
Así las cosas el problema no es el Borbón, al Borbón y a los borbones se les puede meter en un transporte con destino a cualquier país del mundo, por ejemplo a Suiza, ya se hizo en 1931, el problema reside en ese 40% de españoles en edad de votar que ni saben ni quieren saber lo que es la Libertad y la Justicia social…. y se inclinan entusiasmados al paso del rey.

martes, 17 de julio de 2018

ACABAR DE UNA VEZ CON LA ALARGADA SOMBRA DEL FRANQUISMO


Hace unos días, el Presidente Pedro Sánchez anunció que antes de acabar el verano se exhumarían y trasladarían los restos mortales de Francisco Franco al lugar que indicara su familia. Una antigua reivindicación de las gentes que aman la libertad para empezar a suprimir lo que resta de franquismo y sus nefastas herencias y huellas en este país.
El Gobierno de Sánchez ya ha hablado al respecto con la familia del fallecido dictador y también con la jerarquía de la Iglesia Católica (gestora del mausoleo y basílica del Valle de los Caídos donde están los restos de Franco) para concretar su exhumación y traslado. Altos dignatarios de la Iglesia habían hecho saber públicamente que colaborarían en la exhumación y traslado de lo que quede del autócrata en el Valle de los Caídos.
Una medida deseada por muchos ciudadanos y ciudadanas, aunque persistan algunas opiniones contrarias minoritarias y necias (del latín, nescio, nescis, nescire, nescivi, nescitum: no saber, ignorar, desconocer) propias de partidarios, admiradores y nostálgicos del franquismo.
Al tiempo que se comunicaba la intención de trasladar los restos del dictador, Izquierda Unida registraba en el Congreso de los Diputados una propuesta de ley que amplía la de memoria histórica democrática con medidas que van desde la ilegalización de cualquier asociación del tipo que sea que haga apología del franquismo o de Franco hasta multas y penas de cárcel por incumplir la ley de memoria histórica, además de establecer un censo oficial de víctimas de la dictadura franquista y un mapa de fosas comunes.
Hace 43 años falleció el dictador Franco, tras soportar la ciudadanía española 36 años de férreo autoritarismo y represión. Ahora, que llevarán sus restos a donde su familia indique (si es que lo indican pues, al parecer, ni su familia lo quiere), cabe recordar que en 1946, la ONU condenó el franquismo de modo tajante. Fue en San Francisco, Potsdam y Londres, ciudades en las que se reunió la asamblea general de los pueblos de las Naciones Unidas para crear la ONU.
Las Naciones Unidas condenaron por unanimidad el régimen de Franco. La Asamblea General de los pueblos de las Naciones Unidas concluyó sin el menor asomo de duda que en origen, naturaleza, estructura y actuación general, el régimen de Franco era un régimen fascista. La ONU aseguró que pruebas innegables demostraban que Franco fue, con Hitler y Mussolini, culpable de una conspiración de guerra contra los países que fueron agredidos por fascistas, nazis y franquistas y, tras la II Guerra Mundial, formaron las Naciones Unidas. La Asamblea General de los pueblos de las Naciones Unidas afirmó que el Gobierno fascista de Franco en España fue impuesto al pueblo español por la fuerza, no lo representaba ni lo representó nunca. Y sancionó al régimen franquista con la retirada de embajadores, embargos y otras medidas.
Lamentablemente, los intereses de EEUU, presididos primero por el ex-jefe supremo de los ejércitos aliados en Europa durante la guerra mundial, general Dwight Eisehower, y después por Harry Truman, acabaron con el bloqueo al que la ONU había condenado a la España franquista por su evidente colaboración con al fascismo de Mussolini y el nazismo de Hitler. Pero EEUU prefirió considerar la dictadura franquista como aliada en su enfrentamiento con la Unión Soviética y estados satélites en la guerra fría que empezaba. Los intereses de EEUU primaron sobre el hecho de que la España de Franco fuera una dictadura implacable, condenada internacionalmente, que violaba sistemáticamente los derechos de la gente.
Una dictadura que hoy sabemos causó al menos 143.000 desaparecidos forzados, cuyos restos mortales siguen en las cunetas del país en unas 2.500 fosas comunes. España soporta así la vergüenza de ser el segundo país del mundo con más desaparecidos forzados detrás de la Camboya del criminal Pol Pot y sus jémeres rojos. Además, según informe del Consejo de Europa, en los años cuarenta e incluso principios de los 50, los presos políticos fueron en la España de Franco extremadamente numerosos: unos 400.000, muchos de los cuales fueron forzados a trabajar en obras del franquismo. En 1940, “la tasa de encarcelamiento en España era casi tan elevada como la de la Alemania nazi“, asegura un informe del Consejo de Europa. A sumar además entre las víctimas de la dictadura los 220.000 exiliados que se fueron a Francia, México, Argentina y otros países de América Latina para poder vivir.
Cientos y cientos de miles de ciudadanos y ciudadanas españoles, denuncia ese informe, sufrieron cárcel, malos tratos y torturas por luchar por la libertad y por la democracia y aún constan como delincuentes en los archivos de la Justicia española de la época franquista de un modo incomprensible, porque ningún gobierno de la época democrática desde 1976 ha tenido el valor y el coraje de anular las sentencias de la ilegítima y criminal dictadura franquista.
Según varias estimaciones, los muertos por la dictadura franquista serían unos 150.000, pero podrían ser 400.000 si se incluyen las víctimas muertas en campos franquistas de concentración durante la guerra civil y primeros años de dictadura. El historiador francés Guy Hermet subraya que las masacres se prolongaron mucho tiempo bajo el gobierno franquista y, de los cientos de miles de presos internados en campos de concentración franquistas, fueron fusilados más de 190.000.
El franquismo fue una dictadura asesina que murió matando. El 27 de septiembre de 1975 en Madrid, Barcelona y Burgos, fueron fusilados tres miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota (FRAP) y dos de ETA político-militar. Apenas dos meses después, murió el dictador tras una larga y dolorosa agonía.
Además de la ONU, el 16 de marzo de 2006, el Consejo de Europa (organización que agrupa los 47 Estados de Europa, salvo Bielorrusia, Kazajistán y el Vaticano) también condenó por unanimidad las “graves y múltiples violaciones de Derechos Humanos cometidas en España por el régimen franquista de 1939 a 1975“.
Según Miguel Ángel Rodríguez Arias, profesor de Derecho Penal de la Universidad de Castilla-La Mancha, España es la única democracia que no ha investigado nunca su terrorismo de Estado tras desaparecer la dictadura. A pesar de que, según el historiador británico Paul Preston, los crímenes políticos que perpetró Franco fueron muy superiores a los cometidos por Hitler, aunque éste lo aventajó ampliamente en masacres raciales. Los crímenes del franquismo perpetrados por instituciones y personas franquistas fueron “una venganza ciega” según Preston.
Todo eso es agua pasada, oiréis que arguye una minoría que no quiere que se investiguen, juzguen ni castiguen los crímenes de guerra y de lesa humanidad perpetrados por la dictadura franquista en la guerra civil y durante los treinta y seis años siguientes. Pero, contra la falsa razón de que hay que olvidar y cerrar heridas, siguiendo con el símil, las heridas que no se abren, se limpian y airean, se infectan y provocan la muerte. Hay que juzgar los crímenes del franquismo que, por ser de guerra y lesa humanidad, no prescriben según el derecho penal internacional.
Además es imprescindible anular los juicios y condenas de republicanos y demócratas en general perpetrados por tribunales franquistas y, por supuesto, procesar a quienes se rebelaron criminalmente contra la legítima República, provocaron la guerra civvil y crearon y sostuvieron la dictadura franquista. Todo ello es la gran asignatura pendiente de España y de su ciudadanía. En tanto no se aborde y resuelva, este país no levantará cabeza ni será una democracia completa digna de tal nombre.