miércoles, 17 de diciembre de 2014

EL "PEQUEÑO NICOLÁS" Y LA CORRUPCIÓN GNERALIZADA

En el contexto de la operación Púnica -la trama de consecución de contratos públicos a cambio de comisiones, capitaneada por Francisco Granados-, Rosa Díez le espetó a Mariano Rajoy que la corrupción podría ser como el ébola de la democracia. Tiene su gracia que UPyD se erija en azote de esta lacra que todo lo ensucia, si tenemos en cuenta que dentro de la formación magenta han surgido todo tipo de críticas, relativas a su liderazgo narcisista y despótico, implacable con las voces disidentes. Hay que recordar, entre otras polémicas, que los orígenes de este partido progresista y no nacionalista están manchados igualmente por la sombra de la duda. Según informaciones publicadas en El País , el 31 de enero de 2013, la plataforma Basta Ya, germen de UPyD, pudo ser financiada con dinero proveniente de la contabilidad B del Partido Popular.

Nos podríamos entretener un buen rato en el ejercicio de desmontar la imagen impoluta que pretende vendernos pero en algo tendremos que darle la razón a la exdiputada socialista: tal y como sostienen buena parte de expertos en la cuestión, si no se toman las medidas adecuadas, la corrupción es altamente contagiosa.

La subcultura del soborno, la prevaricación, el nepotismo, el tráfico de influencias, el enriquecimiento ilícito y, en general, del abuso de autoridad, está fuertemente arraigada en España, un país de larga tradición caciquil, en el que las artimañas oscuras del poder se transmiten fluidamente de generación en generación.

Uno de los casos más espeluznantes, a la par que interesantes, de los conflictos internos que se fraguan en las altas esferas lo encontramos en la muerte a tiros de la presidenta de la diputación de León, Isabel Carrasco, el pasado mes de mayo, desaparecido, por cierto, como por arte de magia de los medios de comunicación. La frustración de las ansias de trepar y la condena al ostracismo, condujeron a una madre y a una hija a poner punto y final a la vida de su odiada contrincante, compañera de filas del mismo partido. En el puente donde fue asesinada se podía leer una reveladora inscripción sobre el contexto sociocultural en el que ocurrió el crimen: “Aquí murió un bicho” recomiendo la lectura del artículo del periodista Jesús María López de Uribe, Isabel Carrasco y el León maquiavélico, publicado en la revista Tinta Libre, en la edición de julio-agosto.

Es imposible dejar de mencionar a los hermanos Pujol Ferrusola, paradigmas de la relación de la delincuencia de cuello blanco con los lazos de sangre. Sería un auténtico reto encontrar un solo miembro de la famiglia que no fuera experto en gestión de turbias transacciones bancarias o en coacción de empresarios, entre otras turbias competencias.

Últimamente, hemos conocido otro caso de contagio intergeneracional cuando nos hemos enterado de las pintorescas aventuras del joven de veinte años Francisco Nicolás Gómez Iglesias, conocido con el apodo de pequeño Nicolás en la prensa, y como Marqués de Prosperidad en el humilde barrio de Madrid de donde procede. La mayoría de tertulianos de los mass media lo han presentado básicamente como un aprendiz de conseguidor que cameló a todo el mundo con su tremenda picardía. Dada la lógica interna de las tramas ilegales, sería toda una rareza que se subvirtieran las relaciones de vasallaje, clientelismo y protección, para permitir que alguien actuara de una forma tan anárquica y desenvuelta, al margen de las triquiñuelas de los veteranos.

Sin la protección de algún pez gordo de la élite política o financiera parece imposible concebir que semejante pardillo reuniese los ingresos, los contactos, la infraestructura y los privilegios de los que gozaba para llenarse los bolsillos.

Por mi parte, más bien apostaría por suponer que, finalmente, la falta de madurez le impidió cultivar la necesaria fría previsión que se requiere para robar el dinero de los demás. A través de una ridícula fabulación como supuesto miembro del CNI y una chulería tan poco elaborada no se puede llegar muy lejos. Para ser Eduardo Zaplana no hay que finalizar ninguna carrera, es cierto, pero se requiere una mínima racionalidad para que los negocios no se te escapen de las manos.

Otro aspecto destacable en la trayectoria de este muchacho es su afiliación a las Nuevas Generaciones del PP, así como a FAES. Detrás del escaparate de los valores excelsos promovidos en estas canteras de futuros dirigentes, se persiguen unos objetivos que, a juzgar por los casos que conocemos cada día, tienen muy poco que ver con lo que debería ser noble arte de gobernar
.
Así las cosas, podemos imaginar que el joven Francisco Nicolás escogió un entorno adecuado, que le permitió su escalada hacia el estilo de vida del típico corrupto chabacano, que tanto codiciaba, a través de un sencillo proceso de aprendizaje por observación.

Si tenemos en cuenta que la mayoría de saqueadores salen indemnes de su actividad delincuencial, entendió que el negocio podía salirle redondo. Pocos castigos y múltiples recompensas. ¿Quién querría alejarse del riesgo y abstenerse de escapadas en yate, coches de alta gama y hoteles de lujo? Si se siguen promoviendo medidas como la amnistía fiscal de Montoro y, al mismo tiempo, se cierra el grifo de los recursos para que la Justicia investigue las redes mafiosas, tendremos aseguradas camadas de Nicolases por decenios.

Los códigos éticos son bien decorativos pero en ausencia de medidas estructurales serias para atacar de raíz las prácticas deshonestas, nunca lograremos salir del lodazal de la corrupción. De momento, parece que todo el mundo tiene las recetas muy claras. El problema siempre radica en ponerlas en práctica con éxito. ¿Podremos o no podremos?

         Toma la pasta y corre dijo el personaje de míster Allen. Tomaron nota. No se salva (casi) nadie. Ni la Casa Real borbónica (¡hasta los cimientos si existieran!), ni los dos partidos que se han ido turnando en el poder (no hablo de todos sus militantes) con las organizaciones más próximas, ni ex presidentes de la Generalitat, ni ex presidentes y presidentes de grandes multinacionales del fútbol, ni ex presidentes de grandes corporaciones bancarias o de grandes organizaciones empresariales, ni numerosos alcaldes y regidores, ni destacados miembros del aparato judicial. Largo etcétera. La corrupción, la impiedad, el clasismo, el elitismo, el desprecio de los más desfavorecidos, la expropiación de los bienes comunes está generalizada.

         La trama, que diría Manolo Monereo, tiene tentáculos por doquier, por todos los rincones del país. ¡Que se vayan, que se vayan todos! ¡Fuera, fuera! No hay otra, no hay más, no podemos aguantar más.

         Por si faltara algo: Esperanza Aguirre, quien según parece volvió a mentir a la ciudadanía negando relaciones con alguno de los alcaldes implicados en esa nueva trama de corrupción, la presidenta que nombró a Francisco Granados como alto cargo (llegó a ser vicepresidente) de sus gobiernos, trabaja (¿trabaja?) como caza-talentos. ¡Como caza-talentos…! y en una empresa catalana.

       Es la España, incluida Cataluña, sin exclusiones, que hiela el corazón. Machado nos advirtió hace décadas de ella. ¡En qué manos estamos! ¿En qué manos deseamos? ¡En nuestras propias manos! ¡Que se vayan, echémosles!.

sábado, 6 de diciembre de 2014

PODEMOS; DERIVA ORGANIZATIVA E IDEOLÓGICA

Nadie lo imaginaba hace apenas diez meses. La Tuerka –una televisión local que emite por internet–, un envite de Pablo Iglesias tanteando los primeros 50.000 seguidores, la presentación de febrero en el cine Palafox, y a partir de ahí todo un proceso de fermentación política que, pasando por el éxito en las europeas de mayo (5 eurodiputados, 1.245.948 votos y el 7.97% del voto emitido), ha llevado a que PODEMOS sea el tercer partido en estimación de voto según la última encuesta del CIS de octubre de 2014.

Semejante éxito se debe no sólo al contexto de crisis, corrupción e indignación reinante en España, sino también al acierto en la estrategia de autopresentación mediática y comunicación política del partido, acierto en el que sin duda el carisma y la telegenia de su líder, Pablo Iglesias, han sido decisivos.

Ahora bien, PODEMOS no es una realidad hecha y acabada sino un joven partido que se está haciendo, sometido además, a un proceso acelerado de ampliación de sus propias expectativas electorales. La adaptación a ese cambio, su repentina conversión en un partido con posibilidades de gobernar es, a mi entender, el principal reto al que PODEMOS se enfrenta ahora: transformarse en una fuerza política de masas sin perder su identidad o, mejor dicho, el alma con la que nació. Tal como van la cosas –debo decirlo–, asoman algunas dudas.

Me centraré en dos cuestiones: el modelo organizativo que sale del I Congreso de octubre (I Asamblea Ciudadana) y la deriva ideológica observable en el discurso más reciente. Veamos:

Tras este I Congreso, PODEMOS ya tiene un modelo de organización interna. Pero no sólo tiene eso. Tiene además un sistema de distribución y control del poder dentro de la organización. No podía ser de otra forma: toda organización es a la vez y necesariamente un sistema de poder interno, por la sencilla razón de que tiene que ser dirigida. Sin estructura organizativa no hay partido político; sin dirección no hay estructura organizativa. Tras un dilatado proceso de votación y con una abrumadora mayoría del 80%, los electores de PODEMOS eligieron uno de los dos modelos presentados. Y tuvieron que elegir porque no se logró sintetizar una propuesta unitaria.

Estos dos modelos se diferenciaban tanto por su contenido como por su procedimiento de elaboración. Sus contextos fueron bien distintos. El que encabezaba Pablo Echenique (Sumando Podemos) no sólo era el modelo más democrático – y, por tanto, el más coherente con el espíritu fundacional de PODEMOS, que a su vez se inspiraba en el espíritu democrático-radical del 15-M–; era también el que más democráticamente se había gestado. Si alguien se tomó en serio los principios de deliberación y participación en ese proceso “transaccional” fue el llamado sector “crítico” encabezado por Echenique, quien supo integrar a más de cuarenta propuestas previas a base de discutirlas abiertamente entre los distintos círculos.

En la teoría política se sabe que el consenso es el principio regulativo de la deliberación. Sin aspiración al consenso, carece de sentido entrar en la plaza pública a debatir, es decir, a utilizar la palabra como portadora de razones y convencer (no vencer) al otro. Creo que Echenique ha dado una lección de democracia deliberativa en este I Congreso.

Todo apunta a que, por el contrario, la propuesta organizativa encabezada por Pablo Iglesias (Claro que Podemos) fue desde el principio una propuesta elaborada a puerta cerrada y poco o nada abierta a la “transacción” deliberativa con la propuesta alternativa y con los círculos que pensaban de otro modo. No es de extrañar que saliera a relucir la metáfora del asalto frente al consenso.

El poder, en efecto –no el cielo–, demasiado a menudo se toma por asalto. Y cuando algo se toma por asalto, claro es, no se quiere compartir. Coherentemente, Pablo Iglesias avisó de que quien perdiera tenía que “hacerse a un lado”. A todas luces, en la cabeza de la “promotora”, se trataba de un congreso de ganadores, al que ni artimañas de última hora le habrían de faltar.

PODEMOS quería ser innovador, hacer política de otra forma, crear un espacio público para el encuentro de voces plurales, donde el poder estuviera lo más difusamente distribuido, donde la transparencia sustituyera a la opacidad, sin las hipocresías, las dobleces, los subterfugios –y, desde luego, sin los asaltos– de la vieja política. Ilusos o no, lo cierto es que, desde el principio, hubo en PODEMOS una decidida apuesta por la fraternidad democrática.

Desde mi punto de vista, la actuación de la promotora en este Congreso (con todo su éxito) se distancia de ese espíritu fundacional. Lo que ha resultado (porque así lo ha querido la gente de PODEMOS, aun con un sorprendente 40% de abstención) es un modelo de partido bastante convencional: personalista, vertical, con unos círculos poco menos que desactivados, con mecanismos más débiles de control y revocación de los líderes y, por supuesto, sin rastro alguno del sorteo que, como se sabe, ha sido históricamente uno de los mecanismos de selección de líderes y magistrados preferidos por la tradición democrática.

Es posible que una dirección unipersonal con una ejecutiva a la medida del secretario general sea un instrumento electoralmente más eficaz; pero pone los cimientos para una relación jerárquica y asimétrica con las bases. En efecto, en un modelo así, el éxito del partido pasa a depender sobremanera del liderazgo carismático del “jefe”.

Lo normal entonces es que ese líder carismático se concentre en sus tareas de comunicación con la sociedad, para afianzar su capital mediático y acrecentar su potencial electoral. Pero para ello habrá de tener un partido lo más controlado posible, con una voz unificada en sintonía con el discurso oficial. Así ha ocurrido históricamente en los partidos convencionales con fuertes liderazgos. Y entonces aparecerán las conocidas estructuras clientelares de patronazgo interno que, apuntaladas por el culto a la personalidad del líder, garantizarán la interesada obediencia de los cuadros intermedios, así como la concentración de poder en una cúpula directiva que tenderá a la autoperpetuación o la sucesión “dinástica”. Se trata de un proceso típico, aunque nada ideal, de oligarquización interna. El tiempo dirá si PODEMOS termina oligarquizándose, pero el modelo organizativo del que se ha dotado no parece la mejor herramienta para evitarlo.

Pero, si este diagnóstico es acertado, ¿cómo se entiende con el incuestionable hecho de que en este I Congreso ha habido una amplísima participación directa y abierta de una militancia nada despreciable de decenas y decenas de miles de militantes? ¿Por qué temer la oligarquización interna si la “última” palabra siempre la va a tener la gente, que siempre va a ser consultada en las grandes decisiones y podrá emitir su voto? Creo que la síntesis de ambas cosas (elitismo y democracia participativa interna) es una gran novedad de este partido. ¿Cómo se consigue dicha síntesis?

Es posible si se entiende lo siguiente: en PODEMOS hay una vanguardia democrática que desconfía de sus propias bases organizadas en los círculos. Por vanguardia democrática entiendo un pequeño grupo dirigente cuyo objetivo último sería hacer políticas democráticas, en plural, pero no tanto política democrática.

Una vanguardia democrática interpreta las necesidades de la ciudadanía (los de abajo, el pueblo, la gente, la “voluntad colectiva”), y cree tener una estrategia política y un modelo de democratización social, una vez tenga en sus manos los resortes de poder para hacerlo. Puede incluso tener bien claras las ideas (no digo que ésta de PODEMOS las tenga), y por ello mismo la democracia interna puede ser un estorbo para una vanguardia democrática: puede dejar decisiones importantes (doctrinales, tácticas y estratégicas) en manos de grupos desinformados o, peor aún, de grupos sobreinformados de militantes superactivos. Una vanguardia democrática puede preferir dirigirse a una masa abierta de militantes para ser plebiscitada por ella, antes que discutir las grandes cuestiones con unas bases activas y organizadas.

En realidad, PODEMOS tiene desde el principio esa dualidad organizativa: los círculos y la inscripción directa. Pero además, uno puede militar en PODEMOS sin integrarse en un círculo: novedad radical de este joven partido.

Todos los demás partidos tienen una estructura organizativa territorial cuya unidad es la agrupación local. Y cada militante se inscribe en una agrupación y actúa –discute, critica, conspira, vota– desde esa agrupación. En PODEMOS no: uno puede votar directamente en asambleas abiertas de máxima participación apretando un botón en el ordenador de casa.

Pues bien, dado que el crecimiento de la vanguardia de PODEMOS se ha debido a su acumulación de capital mediático, esa vanguardia bien puede explotar dicho capital para “puentear” a los incómodos círculos controlados muchos de ellos por “aristocracias supermilitantes”. Hay un demos virtual en PODEMOS al que la vanguardia llega directamente a través de la televisión y las redes, y que puede manifestar su voluntad desde su móvil en votaciones directas y abiertas. Creo que esta ha sido una ventaja comparativa de la “plataforma” dirigente que explica en gran medida el resultado del Congreso.

Ahora bien, después de este I Congreso, es posible que: a) los círculos se desactiven y sólo quede una vanguardia frente a una militancia virtual y atomizada; o b) que unos círculos debilitados sean penetrados por los cuadros leales a la vanguardia. En el primer caso, PODEMOS sería un partido autocrático poco estructurado pero muy activo mediáticamente, que apelaría directamente a la gente de la que obtendría su legitimidad “democrática”.
Sin embargo, en los sistemas de gobierno representativo modernos, el éxito electoral obliga a ocupar muchos puestos en el amplio y complejo aparato institucional, lo que exige una fuerte estructura organizativa capaz de generar un nutrido caudal de recursos humanos y cuadros. Un gran éxito electoral exige un gran partido con una fuerte organización. Por lo tanto, el resultado más probable es b), esto es, la oligarquización.

Las vanguardias democráticas siempre han querido controlar la democracia de base, cuando no han podido prescindir de ella. Lo paradójico es que esas élites siempre han pedido de esas mismas bases el máximo de confianza. Ahora en PODEMOS se ha completado la conformación del Consejo Ciudadano. La vanguardia democrática dominante ya había dado un paso nada menor: evitar que se le cuele un 20% de militantes al azar. Para esa vanguardia es importante tener ese Consejo bien controlado.

El equipo de Echenique retiró su candidatura al Consejo por considerar que el proceso no garantizaba la pluralidad, e Izquierda Anticapitalista no ha podido optar por la prohibición de la doble militancia. Es muy esclarecedor e interesante observar su composición. El Consejo será un instrumento de la ejecutiva más que un órgano independiente de control de la misma. Pero nadie podrá dudar de su “legitimidad democrática”. Decenas, si no cientos, de miles de militantes lo han votado en bloque.

Y así PODEMOS habrá obrado el milagro de la síntesis entre oligarquía y democracia internas. Será un instrumento doblemente eficaz: tendrá una dirección cohesionada en torno a un líder carismático con gran libertad de acción y a la gente del partido (que les renovará su confianza si hacen las cosas medianamente bien) como fuente permanente de legitimación democrática. Creo que pronto PODEMOS habrá depurado toda disidencia interna, y se presentará ante la sociedad como un partido sin fisuras. Todo un ejemplo de eficacia política. Admirable.

Durante el Congreso referido, se habló y mucho de la tensión entre eficacia y democracia: “no tiene por qué haber contradicción” se le oía explicar a Echenique que era consciente de la tensión y quería hacer compatible la máxima democracia interna con la eficacia política. Pablo Iglesias y su equipo lo plantearon más bien al contrario: buscaron hacer compatible la máxima eficacia con la democracia interna. Son estrategias bien distintas, y ambas legítimas. Pero nuevamente, lo que no me parece legítimo es zanjar el problema con una falsa solución conceptual. Esto es justamente lo que creo pretende Pablo Iglesias cuando corta por lo sano y “resuelve” el problema con una supuesta identificación semántica: eficacia –dice– es igual a democracia.

No. No son conceptos identificables. Un asesino puede ser eficaz, como lo puede ser un terrorista, una estrategia militar, un método de trabajo, una campaña publicitaria o un servicio de espionaje. Nada de eso tiene que ver con la democracia. Al revés, no todo lo que sale de un procedimiento democrático de decisión tiene por qué ser eficaz: el pueblo, sencillamente, puede equivocarse; mucho más si se deja seducir por demagogos desaprensivos. Identificar ambas cosas es un error de bulto, pues la eficacia remite a una relación estrictamente formal entre medios y fines, independiente del juicio moral que nos merezcan esos medios y estos fines.

Es verdad que no hay buena democracia sin servicios públicos de calidad, que funcionen eficazmente, pero para decir eso no es necesario confundir democracia con eficacia. El buen funcionamiento de las instituciones pasa por garantizar la selección meritocrática de los empleados públicos, reglas procedimentales claras y explícitas, una buena dosis de virtud cívica y una prudente racionalización de recursos.

La ampliación súbita de las expectativas electorales de PODEMOS explica, a mi entender, la preferencia por el modelo de partido elegido en el Congreso de octubre y su justificación en términos de eficacia competitiva de cara a las próximas elecciones generales. Pero explica también la deriva ideológica en la que parece haber entrado este joven partido a juzgar por el cambiante discurso de su dirección.

En efecto, en apenas ocho meses PODEMOS ha pasado de ser una emergente fuerza de izquierda, que aspiraba a disputar o arrebatar el espacio político de IU, a proclamar que la dicotomía izquierda-derecha está superada, que ya no vale para explicar la concreta realidad social y política de hoy. Sorprendente cambio de discurso, en verdad. En un momento en el que la globalización (y la crisis sistémica del capitalismo en la que seguimos instalados) ha polarizado la riqueza hasta extremos propios de la Europa de 1910 y ha generado una masa invertebrada pero identificable de grupos de alta vulnerabilidad a nivel global (el precariado), nos enteramos de que eso de la izquierda y la derecha es un esquema obsoleto y de que el foco político al que hay que apuntar es la “centralidad”.

Y eso lo dicen afirmando a la vez estas otras dos cosas: que a) PODEMOS es una nueva versión de la socialdemocracia y b) el bipartidismo está finiquitado. Esto no es una contradicción: para una contradicción basta una tesis y su contraria. Esto es directamente un lío.

Uno puede ser socialdemócrata, hasta ahí podíamos llegar. Bien, pero entonces es de izquierdas. Y un partido tiene todo el derecho a ser un partido omnívoro que intenta “centrarse” para sacar el máximo de votos, pero entonces está asumiendo una distribución del voto propia de los sistemas bipartidistas. Si el mapa político está verdaderamente fragmentado, lo mejor que puede hacer cada partido es apuntar a su fragmento más afín. Si por el contrario, el centro del espectro ideológico acumula el grueso del voto potencial, entonces el bipartidismo tarde o temprano se recompondrá.

A mi entender, PODEMOS corre el riesgo de diluir su identidad ideológica si se empeña en seguir una estrategia transversal de maximización del voto. PODEMOS no va a vivir eternamente de la crítica a la corrupción y las puertas giratorias: tarde o temprano tendrá que concretar su oferta programática y para ello tendrá que definir una identidad ideológica. Incluso una estrategia oportunista de convergencia hacia el centro se hace desde algún polo ideológico, desde la izquierda o desde la derecha.

Es de suponer (aunque se empeñan cada día en oscurecer esta cuestión) que si PODEMOS emprende ese viaje hacia la “centralidad” lo hará desde el polo de la izquierda. Pues bien, conviene entonces recordar que la izquierda europea moderna tiene dos grandes raíces.

La primera raíz es el proyecto democrático igualitarista que arranca de la Constitución del Año I (1793) de la Revolución francesa con su programa universalista de derechos sociales para todo el cuerpo de ciudadanos. La segunda raíz arranca de la Ilustración con su programa de educación laica de la inteligencia y su tenaz lucha contra el oscurantismo y la ignorancia.

Ambos programas, lejos de ser independientes entre sí, apuntan en la misma dirección: la lucha contra los privilegios de casta del antiguo régimen. Y apuntan en la misma dirección porque la ignorancia del pueblo (apoyada durante siglos en la teología cristiana de la dominación) era una de las condiciones para la perpetuación de los privilegios de las élites.

Es verdad que la globalización, entre sus múltiples perversiones, también ha dado de sí una “izquierda” posmoderna, es decir, anti-ilustrada y anti-racionalista, pero la gran tradición de la izquierda (con el marxismo a la cabeza) jamás abdicó de la racionalidad científica, del pensamiento crítico y del conocimiento objetivo y bien fundado empíricamente. El sapere aude de Kant encerraba algo más que un programa de educación de la inteligencia; encerraba una promesa de emancipación a través del conocimiento y la crítica.

Cambiar la dicotomía izquierda-derecha por la de casta-ciudadanos o poder-pueblo, no hace sino ocultar el hecho de que ese pueblo, esa ciudadanía, no es algo homogéneo. La sociedad moderna (por capitalista) está dividida en clases y, en su complejidad pluralista, comprende multitud de grupos y colectivos con intereses materiales y simbólicos contrapuestos.

Aparte de la élite y la superélite, hay viejas y nuevas clases medias, asalariado y precariado, “profitécnicos” y clase obrera tradicional. Y multitud de intereses que pueden entrar en conflicto (crecimiento económico y equilibrio ecológico, laicismo y religión, soberanismo y no soberanismo, etc.): la corrupción de la casta puede focalizar la indignación popular, pero gobernar implica atacar esa complejidad conflictual de la sociedad moderna con buenas herramientas y con robustos materiales de construcción de ciudadanía. Y para ello, el esquema tradicional izquierda-derecha sigue siendo fundamental.


El camino del éxito político está empedrado de traiciones a uno mismo. Si PODEMOS crece y prospera como partido, espero que no se deje el alma por el camino, su original alma de izquierdas. Es una de las asignaturas pendientes en este país: recomponer las fuerzas de una izquierda laica, republicana y democrática.

martes, 25 de noviembre de 2014

PODEMOS, ¿SOLUCIÓN O TRAMPA?

¿Cómo puede un Régimen que se está desmoronando y pudriendo en corrupción y despotismo, ser con su poderío mediático, el que está promocionando y aupando a los que dicen que le quieren quitar del poder? No sé el lector, pero pienso que es para desconfiar y pensar que se trata de un burdo montaje.

Existen excelentes trabajos  sobre el surgimiento de las mareas de indignados y sus “originales” formas de interpretar el conflicto político-social  imperante por estas tierras, siempre envueltos en turbias y sospechosas teorías “apolíticas” e “interclasistas”, y que a algunos nos daba la impresión de ser algo para nada espontaneo sino partes de algún proyecto siniestro, cosa que parece empezar a confirmarse  con la aparición de la formación de Pablo Iglesias,  Podemos.

Parece como la culminación de una de las etapa de un proyecto para nada halagüeño que se ira configurando y completando en etapas sucesivas.

          Podemos ha llegado, ¿pero quiénes lo trajeron? El capitalismo ha ungido ya a Podemos como su hijo bienamado del momento como paso necesario, y en previsión de ese día en que un hipotético gobierno de Podemos pueda causar desilusión, (que es lo que viene cuando se acaba la “ilusión”), y frustración. Será en ese momento en el que el escenario político esté maduro para otros actores políticos; cuando el discurso social ya no vaya contra una u otra representación concretas, contra partidos determinados, sino contra todo el sistema democrático formal y lo que se demande a voz en grito, sea un caudillo que acabe con todos los políticos y decida por todos. En los tics autoritarios y mesiánicos del macho alfa ya se adivina un futuro más allá de la configuración actual de Podemos.

Creo que esta es una deducción realmente interesante y realista, por eso me he permitido desarrollarla con una visión más extensa personal y directa sobre la intencionalidad de  lo que podría ser, controlado o incontrolado  un presunto “Proyecto Podemos”. Que claro esta no dejara de ser una mera especulación futurista, que aunque esté basada en datos coherentes, siempre existe una frontera entre la teoría y la práctica que se suele traspasar con la praxis.

Es decir con los hechos  contrastados, y por ahora… en eso andamos. El fin último de este artículo es despertar la inquietud y la curiosidad, que debe suplantar a la fe ciega  (que siempre será cosa del oscurantismo religioso), entre los/as  simpatizantes polemistas sobre los entresijos de esta formación, para alejarlos de  la peligrosa adhesión incondicional, basada en su encanto personal  y en sus palabras de oro. Para que, desde parámetros de la crítica constructiva, buceemos en el interior de sus promesas fáciles, contrastando entre lo que se promete  con lo que se puede o no se puede hacer.  Y es importante ver   que la “verdad libertadora” no suele ser tan fácil de reconocer y, cuando es el enemigo el que nos la muestra tan ruidosamente, desde su poder mediático, debemos desconfiar de ella, no vaya a ser una trampa.

¿Sera el presunto “PROYECTO PODEMOS” una realidad para articular una regresión totalitaria  del Régimen?

           En un escenario político totalmente  mediatizado, nunca mejor dicho, dado el enorme poder mediático del Régimen, que controla casi talmente los medios de TV, prensa radio  etc. (Control entendido como medios  afines e incondicionales defensores  del Régimen Monárquico surgido del Franquismo), suena a raro y a hueco el  papel de presunto “opositor radical” de Podemos al propio Régimen. Quiero decir que, ¿Cómo puede un Régimen que se está desmoronando y pudriendo en corrupción y despotismo ser, con su poderío mediatico, el que está promocionando y aupando a los que dicen que le quieren quitar del poder? ¿No sé el lector, pero  pienso que es para desconfiar y pensar que se trata de un burdo montaje “gatopardiano”?

             La teoría de la conspiración cobra enormes visos de credibilidad  conociendo a los agentes implicados  en el plan.  Se trataría de  un proyecto "gatopardiano," sacrificando algunos peones  en el  tablero del Estado para salvar su propia  esencia de  Estado al servicio de la burguesia. Esta  sería la primera etapa del proyecto Podemista caso de conseguir una mayoría en el Congreso y formar gobierno.
           Fase esta  que sería previsiblemente inviable, porque la casta neo franquista que controla el Estado  no  permitiría  el más mínimo retroceso y pérdida de sus poderes y privilegios, basados en la corrupción y el despotismo.

Y aunque Podemos  tuviese la mayoría en las Cortes y el Gobierno , todas sus leyes y reformas  serian inaplicables por tener enfrente a una burocracia estatal corrompida y viciada  que ya dura casi ochenta años de franquismo, primero y neo franquismo después al servicio de las castas de la eterna “España negra y cavernaria” ahora de vocación neoliberal.   Las  crisis institucionales y los sabotajes serian  diarias, lo que haría  inoperante la estabilidad del  gobierno y  la apertura de constantes y  enorme crisis de ingobernabilidad  etc. etc.  Y por supuesto     detrás de todo esto  entraría en escena el  arma principal  y más poderosa del Régimen, el Poder mediático, que engordaría modelaría y dirigiría a su conveniencia el fuego del caos  y la  ingobernabilidad, cosa que daría pie a la segunda fase del  plan del “Proyecto  Podemos”, el golpe.

En Venezuela, tras el triunfo del chavismo está ocurriendo algo similar, es decir la existencia de una burocracia estatal corrompida  durante muchísimas décadas que sabotea y se niega a aplicar los planes progresistas de la revolución Chavista. La ingobernabilidad desde  la burocracia ministerial lo están superando con una especie de burocracia estatal  paralela, compuesta por organizaciones  de masas perfectamente estructuradas y organizadas a través de las llamadas “Misiones”, que abarcan diversos campos de las necesidades sociales, desde la sanidad la educación, la alimentación, la seguridad etc. etc. y fundamentalmente porque tiene al ejercito de su lado, lo que hace que el gobierno funcione, aunque no tan bien como se desearía.

En Venezuela puede ocurrir esto gracias a la impresionante capacidad combativa de las masas de un pueblo trabajador preparado y armado con el Poder Popular de las masas, que ha implementado los poderes de la organización, la concienciación y la determinación  de triunfar, lo que   les hace tremendamente fuertes y poderosos para combatir y enfrentar a la derecha golpista de la burguesía.

Sin embargo, en el Estado español, el panorama de las masas es bastante desolador en cuanto a conciencia y organización, un “gran logro” gracias al Estado y sus eficientes aparatos de manipulación mediática y, también gracias a la desidia y la colaboración necesaria en esas tarea de las llamadas “izquierdas oficiales del Régimen” lo que nos presenta un panorama  gravísimo de indefensión de estas masas ante las embestidas futuras  de manipulación que  el Régimen nos puede preparar.

Y esta  tremenda carencia de concienciación política que sufren  las masas, con los cerebros aletargados de apoliticismo ante las previsibles crisis de gobierno, y de un caos planificado y provocado por la caverna política que controla la totalidad de los órganos del poder y sobre todo  el mediático, creciendo y manipulado mediáticamente la crisis, nunca podríamos esperar de las masas una respuesta en clave solidaria y organizada,  porque no olvidemos, que gracias a su despolitización son presa fácil para la manipulación, y si el poder mediático ya los manipuló como masa no pensante políticamente, alentándolos a considerar a Podemos y a botarlo como fuerza “salvadora”.

Es racional pensar que dada la  poca formación política de estas masas, también serán nuevamente convocadas  a sentir desanimo e irritación ante un panorama de caos e ingobernabilidad  para que asimilen, más aun,  la apatía  la frustración y  el odio a todo lo político sinónimo de corrupción y decadencia. etc., etc.

Y claro el Régimen ya vendría con antelación preparando la figura “salvadora “de un líder preparado para la misión de "salvar a la patria", previo modelado de su imagen como el sumun de honestidad eficiencia etc., lo habitual en estos casos, de márquetin político.

Quizás sería el Propio líder de Podemos, u otro desconocido por ahora, quien sabe, puede ser cualquiera porque suele ser una cara o fachada cuya misión es dar el pego de lider populista. Porque detrás del “líder “el verdadero poder estarían en  las oligarquías hegemónicas de la burguesía local asesoradas por el poder hegemónico del neoliberalismo mundial. Incluso  no sería aventurado pensar que estos poderes hegemónicos hayan escogido el Estado español, como escenario experimental para aplicar el “Proyecto Podemos,” para posteriormente exportarlo a sus  áreas de dominación  e influencia. El llamado “Mundo libre Occidental”.

Y no es descabellado pensar que sea el  Estado español el seleccionado pues  sus peculiaridades  sociológicas e históricas  han conferido a su masa social cierta naturaleza diferenciada a otros pueblos Occidentales en cuanto a su capacidad de ser susceptible de manipulación. Casi ochenta años de control mediático controlado por los franquistas primero y por los neo franquistas después, han dado sus frutos,

A su vez la enorme carencia de organizaciones de izquierda, (tras ser anulada  la llamada “izquierda oficial “como izquierda) que a su vez ha neutralizado todo atisbo de conciencia obrera y de organizaciones  de clase.

 Una   población atolondrada durante  casi cuarenta años aceptando como democracia un burdo transvase de una dictadura, a una Monarquía creada por el dictador para dejar “todo atado y bien atado”, es decir con todos sus Poderes  intactos etc. etc., Y el “Proyecto Podemos “pudiera ser  ya el comienzo del nexo con el  “Nuevo Orden“ mundial vasado en la fantasía totalitaria Orwelliana. Estos factores  hacen del  Estado español el escenario propicio para experimentos de manipulación política.  
                                    
El sagaz lector se habrá percatado del  papel del poder mediático en esta segunda fase, al igual que fue en la primera,  que será determinante para el devenir del “Proyecto” dado la gran  capacidad de “fuego mediático” del que dispone y que no le sería nada difícil modelar estados de ánimos cargados de  desaliento, desengaño y  desprecio hacia todo lo “políticamente” tradicional. El camino hacia un Estado gobernado por unas “elites” competentes, (Fascismo) y apolíticas estaría  conformándose  sin casi enterarnos.

Estaríamos pues en la segunda fase de un escenario propicio para la creación de un estado totalitario, hábilmente  camuflado, claro, con otros nombres más sutiles y adaptados a los “nuevos tiempos.” Pero que si tendrían denominadores comunes de lo que es el fascismo puro, el “apoliticismo”, un líder “Salva patrias”,  o quizás sean una elite colegiada  de “profesionales competentes”  que no serían  “ni de derechas ni de izquierdas” donde se prescindiría de los partidos políticos por ser “inoperantes y un nido de corrupción” y tampoco serían necesarias  las elecciones, ni un  parlamento, ni demás “chorradas" por inservibles. Un fascismo puro y duro estaría servido.

         Pero nosotros  no podemos olvidarnos de que los sujeto principales de esta involución fascista, serían los dos agentes eternos y constantes  de la política y de la lucha de clases; la clase trabajadora, la victima principal, y la oligarquía representando a la burguesa como la causante del "Golpe"  Aunque los  autores de la involución sí que se desgañitaran por ocultar el protagonismo potencial de ambas clases sociales.

Nos hablarán, como siempre de motivos subliminares y del recurrente “por el bien de España”. Y la clase trabajadora a la que se le habría arrebatado todas sus formas de organización, y representación, partidos, sindicatos, publicaciones, derecho a huelga, manifestación, etc., dejándola totalmente desarmada en todos los sentidos, a merced del capricho totalitario de la clase burguesa que tendría el poder absoluto para controlar las  relaciones laborables.

En cuanto a la clase burguesa, que aunque  nos ocultarán  que es la  misma clase  social dominante,  la que ahora está en las riendas del Estado, solo que , ahora sin las  libertades  tradicionales, (por corruptas , nos dirán)  ahora con los cambios  se habrá mejorado sus poderes, pues sus fechorías como clase social  ya  no se podrán ni difundir ni juzgarlas,  pues ya se sabe, lo que no aparece en la televisión , no existe.


Se repitiría la historia del nacimiento de los fascismos europeos, y en esta coyuntura los manipuladores de opinión lo tendrían mucho más fácil  que en aquellos tiempos, pues gracias a las técnicas modernas de ablandar cerebros, estos serían mucho más fáciles de domesticar  que en los años 30 europeos.

lunes, 17 de noviembre de 2014

¡EL 15-M HA MUERTO! ¡VIVA PODEMOS!

En la corta trayectoria recorrida por Podemos, se ha pasado –en mi opinión- de una propuesta de modelo basado en el espíritu que animo al 15-M, y que le hizo aparecer como su expresión política, a un modelo basado en las principales características de los partidos clásicos. Esto ha sido posible en un breve período de tiempo gracias a la consolidación de un hiperliderazgo capaz de hacer aceptar a los seguidores de esta formación esa transformación, mientras mantenía como coartada un discurso cada vez más contradictorio con la realidad, que se imponía en votaciones con un claro carácter plebiscitario, pues detrás de cada decisión lo que realmente se votaba era la continuidad y reforzamiento del liderazgo de Pablo Iglesias.

Del discurso empleado por el grupo promotor (el grupo de politólogos formado en torno a Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero), durante su puesta en escena y durante la campaña electoral europea, parecía que Podemos pretendía ser el instrumento político que le faltó al 15-M, la herramienta capaz de transformar las consignas de las asambleas callejeras del tipo del “No nos representan” y “Lo llaman democracia y no lo es” en un nuevo tipo de organización que, manteniendo el espíritu asambleario, participativo y democratizante del movimiento original, diese la batallaa en la arena política para disputar el poder a la casta. Este término que popularizaron los líderes de Podemos se refería, entre otras cosas, al tipo de políticos, partidos y comportamientos políticos que desde la transición han gobernado España en una continua alternancia entre conservadores y socialdemócratas.

Se trataba, al menos era la impresión que se trasmitía al inicio, no solamente de cambiar las políticas sociales y económicas que se han aplicado durante la crisis contra las clases populares por parte del gobierno Zapatero inicialmente, y del gobierno de Rajoy con posterioridad y mayor profundidad, se trataba, sobretodo, de empoderar a la gente, de transformar esas políticas con un instrumento y un método nuevo; es decir, con una organización diferente de las existentes y con un procedimiento basado en la participación democrática intensiva de las clases populares. Se trataba de todo un reto que despertó el entusiasmo de mucha gente que había participado en las movilizaciones de los últimos años.

El programa que avanzó Podemos para las elecciones europeas no era muy diferente del de Izquierda Unida. La justificación de su nacimiento -y del hecho de que suponía abrir una nueva división en la izquierda- no estaba en el programa, que ya era defendido desde la izquierda por IU u otros partidos, la justificación solo podía sostenerse en los nuevos métodos con los que pretendía actuar. Y esto es precisamente lo que el grupo promotor y el proceso de definición organizativa de Podemos acaban de enterrar. Podemos se está convirtiendo en una versión, y ni siquiera mejorada, del tipo clásico de partido al que tanto ha criticado.

Es necesario documentar las principales etapas de este proceso de cambio llevado a cabo por el grupo promotor. Su base de apoyo social se configuró en torno a la creación de círculos temáticos o territoriales a través de los cuales sus seguidores se organizarían. Su método de participación fundamental se haría a través de la utilización de los modernos medios de comunicación como internet o los servicios de telefonía móvil, en una clara imitación de Beppe Grillo y el Movimiento 5 estrellas italiano. Y el cemento que uniría esa nebulosa heterogénea creada de manera tan rápida iba a ser el hiperliderazgo creado en torno a Pablo Iglesias.

El discurso ultra-democrático, participativo y horizontal del grupo promotor se fue descubriendo como una simple estrategia para encubrir una voluntad decidida de poder. Según se iba consolidando el liderazgo esa voluntad se fue mostrando más abiertamente y el discurso justificativo se fue trasformando. Del método participativo y democrático como justificante, se pasó a la necesidad de vencer en las elecciones, ese fin debería justificar ahora el nuevo modelo organizativo que se ha terminado aceptando para Podemos.

Una democracia para que no sea un simulacro tiene sus reglas: igualdad de oportunidades para todos los participantes, procedimientos claros aceptados previamente, aceptación de resultados, respeto por las minorías, rechazo de chantajes, etc. Si estás reglas son violadas, pueden darse votaciones, pero serán simulacros que puede ir desde el caso extremo de los referéndum plebiscitarios que han utilizado algunas dictaduras -como la franquista sin ir más lejos-, hasta las críticas al funcionamiento de las democracias burguesas por ausencia de igualdad de oportunidades, totalmente distorsionada por la intervención de los grandes poderes económicos o mediáticos.

Y esta violación de las reglas es lo que han venido realizando desde el inicio el grupo promotor de Podemos. El método empleado para elegir a los candidatos a eurodiputados fueron las primarias abiertas a todos los que quisieran participar, pero en medio del período de votación Pablo Iglesias intervino con un artículo desde el periódico Público (Cinco candidat@s para ganar, 29/03/2014) para apoyar a sus candidatos preferidos y condicionar con su liderazgo las preferencias de los seguidores de Podemos. El resultado fue perfecto, cuatro de los cinco candidatos recomendados pasaron a ser eurodiputados, más él mismo; solamente una candidata de Izquierda Anticatalista (IA), Teresa Rodríguez, se les coló al grupo promotor. En cualquier democracia, este tipo de manipulación hubiese levantado una ola de indignación. Pero en Podemos pocos se escandalizaron, el hiperliderazgo empezaba a funcionar.

El siguiente paso, tras el éxito electoral, era definir el modelo de organización, los principios y la estrategia. Inicialmente, el grupo promotor quiso acentuar la diferencia con los partidos existentes y para ello rechazó que la organización que se quería levantar fuese un partido político, de manera que cuando en marzo pasado se inscribió a Podemos como partido, Juan Carlos Monedero llegó a afirmar que “El régimen de 1978 nos obliga a constituirnos como partido político; lo aceptamos, pero sólo como imperativo legal” (Público, 13/03/2014).

Pero no era más que un guiño a los seguidores procedentes del 15-M, en el fondo, como se ha demostrado en las propuestas de Pablo Iglesias -ganadoras en la asamblea fundadora- el modelo que tenían planeado era el de un partido político clásico, incluso más centralizado que muchos de los existentes.

El proceso de definición de los principios, de la estrategia y, sobretodo, el modelo era una cuestión delicada. El grupo promotor quería tener controlado férreamente todo el proceso, especialmente frente a la organización que les podía disputar ese control, Izquierda Anticapitalista, impulsora desde el inicio, junto al grupo promotor, del proyecto de Podemos. Para ello sabían que lo importante, como luego así se demostró, era controlar la convocatoria, reglas y desarrollo de la asamblea fundadora. Propuso entonces la creación de una comisión técnica elegida que pilotase ese proceso. 

Entonces, se produjo una nueva y grave violación de las reglas democráticas. El grupo promotor estableció las reglas para la elección de esta comisión técnica, sería una elección con listas cerradas y sistema mayoritario, con lo que la lista más votada coparía todos los puestos, un método empleado por los partidos mayoritarios y que tanto habían criticado, pero en eso no radicaba lo peor de estas reglas, lo peor es que cuando se hacía la propuesta, el grupo promotor ya tenía confeccionada su lista de 25 miembros, encabezada por Pablo Iglesias, y daba un plazo de seis días para presentar otras listas alternativas, lo que originó que solo pudiese presentarse una, la del círculo de enfermeras. La lista del grupo promotor venció ampliamente. Esta vez sí se expresó un cierto malestar en el interior de Podemos por el procedimiento empleado durante la celebración de la asamblea con representantes de toda España en junio, pero el hiperliderazgo de Pablo Iglesias se consolidaba y el proceso seguía adelante, ahora con el control del mismo mediante la comisión técnica.

El hiperliderazgo y la consigna en alza sobre la necesidad de ganar las elecciones impedían que apareciesen críticas importantes a las violaciones burdas de la democracia, a lo que empezaba a ser un claro comportamiento manipulador orientado a imponer un determinado modelo de partido fuertemente controlado por el grupo promotor. La democracia interna y el espíritu procedente del 15-M principalmente, e IA de manera colateral, eran las víctimas principales de este proceso.

La asamblea celebrada en octubre tenía que elegir el modelo de organización, el político y el ético, y previamente los diferentes círculos o equipos hicieron sus propuestas, negociaron entre ellos y midieron sus apoyos a través de las herramientas telemáticas de que disponían.

Fundamentalmente se fueron configurando dos bloques enfrentados en torno al modelo de partido, el que encabezaba Pablo Iglesias, que también proponía ponencias sobre el modelo ético y el político, y el que encabezaba Pablo Echenique que se centraba en el modelo de organización y apoyaba implícitamente los documentos éticos y políticos del grupo de Pablo Iglesias. Éste defendía un modelo clásico de partido, centralista, y con fuerte liderazgo, el modelo de Echenique concordaba más con el espíritu del 15-M, era mucho más participativo -por eso mismo este último iba recibiendo más apoyos internos conforme se acercaba la asamblea- y planteó a Pablo Iglesias la posibilidad de negociar ambos documentos para presentar uno sincrético y mayoritario.

Llegados a este punto es cuando aparecen más claramente las tendencias manipuladoras y autoritarias que se habían expresado previamente por parte del grupo de Pablo Iglesias. Primero, incluyendo en su borrador la prohibición de la doble militancia, con el objeto de marginar completamente a los militantes de Izquierda Anticapitalista de los órganos de dirección de Podemos. Segundo, rechazando tajantemente cualquier posibilidad de consenso y negociación con los otros borradores, volviendo a apostar por el método mayoritario en que el ganador se lleva todo y los perdedores quedan marginados. Tercero, utilizando el chantaje frente a los seguidores y anunciando que si su propuesta era derrotada el no seguiría como líder y pidiendo, además, a los que fuesen derrotados que se echasen a un lado y renunciasen a los órganos de dirección, se trataba de un expediente extremo ante el apoyo existente al borrador de Echenique. Cuarto, cambiando las reglas de votación después de la asamblea, anunciando la comisión técnica que aceptaba la demanda del equipo de Pablo Iglesias de que las tres ponencias deberían votarse en bloque y no por separado.

En estas condiciones el resultado quedaba sentenciado y las propuestas del equipo de Pablo Iglesias fueron apoyadas de manera mayoritaria. Lo que no está claro es si el resultado encierra un voto de protesta contenido en la abstención. Durante la semana siguiente al final de la asamblea, en la que se votaron las propuestas, se inscribieron 85.000 personas más en Podemos, y del censo final de 205.750 inscritos finalmente votó solo el 54%. ¿Por qué ante unas decisiones tan importantes y con unos seguidores tan motivados un 46% se abstuvo? ¿Corresponden esos abstencionistas con los sectores más críticos que habían tomado clara conciencia de lo que estaba pasando en Podemos?

Para terminar no podemos sustraernos a la tentación de realizar dos analogías históricas muy ilustrativas. La primera con el PSOE y la segunda con Los Verdes alemanes. En el 28 congreso del PSOE, celebrado en 1979, el líder del partido, Felipe González, planteó la necesidad de que se renunciase al marxismo como una condición para poder ganar las elecciones (como hoy Podemos rechaza definirse de izquierdas por los mismos motivos), pero el congreso se posicionó a favor de mantener el marxismo como seña de identidad y Felipe González dimitió. El partido no pudo soportar la ausencia del líder, convocó un congreso extraordinario ese mismo año, renuncio al marxismo como seña de identidad y Felipe volvió a ser secretario general. En 1982 el PSOE ganó las elecciones por mayoría absoluta. Hoy Podemos le considera un partido de la casta.

Los Verdes alemanes nacieron con un fuerte componente de partido antisistema y se vanagloriaba de ser un partido diferente de los existentes en las democracias burguesas, rechazaban los liderazgos y practicaban la horizontalidad y la democracia directa. En los años 80, con algunos éxitos electorales a sus espaldas, se enfrentaron dos tendencias, los fundis, que defendían las señas de identidad originales del partido, y los realos, que querían introducir modificaciones en el funcionamiento interno, la estrategia y el programa para poder tener más peso electoral y llegar al gobierno. Ganaron los realos, los verdes pactaron y entraron en gobiernos primero con la socialdemocracia y luego con los conservadores. Actualmente es un partido más del establishment alemán. Hoy aquél debate entre realos y fundis parece haberse reencarnado en el debate entre las propuestas del equipo de Pablo Iglesias y las del equipo de Pablo Echenique.

Los perdedores en la asamblea fundadora de Podemos han definido claramente el sentido de la votación cuando Teresa Rodríguez ha declarado "Entendemos que una amplia mayoría de personas cree que lo que necesitamos de cara al ciclo electoral que nos espera es una organización, muy centralizada, alrededor de un fuerte liderazgo" (Público, 27/10/2014). Lo mismo que dijeron el PSOE en el 79 y Los Verdes alemanes en los 80.


Podemos ha enterrado el 15-M, ¿conseguirá mantenerse su espíritu en las nuevas candidaturas municipalistas que como la de Guanyem Barcelona están surgiendo por todo el estado español? ¿conseguirán estas nuevas experiencias organizadoras corregir las tendencias plebiscitarias y al hiperliderazgo y el centralismo instaladas en Podemos?