domingo, 10 de septiembre de 2023

CHILE, 11 DE SEPTEIMBRE: LA ÚLTIMA LECCIÓN

 


         Hay fechas y fechas, y esta del 11 de septiembre de 1973 en Chile es una de las que es difícil olvidarse, sobre todo si uno vivía en ese momento y creía, como tantos millones de gentes del pueblo, que la Unidad Popular con Salvador Allende iba a demostrar al mundo que era posible acceder al socialismo desde las urnas.

Muchos españoles estábamos deseando el triunfo del socialismo en Chile, vomitivamente hartos del fascismo de aquí,  aunque pensáramos entonces como ahora  que el socialismo de todas partes  siempre es tímido tal como su  historia nos demuestra siglo a siglo,  y considero al MIR como la opción más revolucionaria. Pero, ay, apareció de golpe (de Estado) el fascismo de allí,  y ni siquiera el socialismo  iba a triunfar. (Aquí conviene un recuerdo fraternal  a Salvador Allende, ejemplo para  políticos honestos y valientes  ahora que tanto escasean)

Hace mucho que sabemos que  cada vez que una opción es deseada decididamente  por el pueblo, se convierte en indeseable para los enemigos del pueblo y estos no lo pueden soportar.  Aunque no sea la opción más radical, la más parecida a conseguir lo más básico como pan, libertad, trabajo, educación, sanidad  y justicia social y judicial pudo mover a los ciudadanos como hizo la U.P. hasta el punto de organizar a  tantos  para llevarla a cabo pacíficamente y urnas por medio. Y los enemigos del pueblo entonces  eligieron verdugo y Judas, todo a la vez en la figura de Pinochet.

        Si algo aprendimos dolorosamente tras el asalto a la democracia y a las urnas por el genocida Pinochet, y al consiguiente fracaso de todas y cada una de las opciones de redención social chilena, es que los que no pertenecen al pueblo tienen mucho dinero. Y no solo: sofisticadas armas, muchos fanáticos y miedosos seguidores  y muchos chulos violentos sedientos de medallas y sillones que  cuentan con el apoyo fraternal de los idem en los EEUU y en el resto donde tampoco manda el pueblo. O sea: en todas partes.

Todos ellos están tan dispuestos como lo estuvo el Gobierno yanqui para subvencionar golpes de Estado contra la voluntad popular si se ven en peligro mínimamente. ¿Tienen motivos para sentirse en peligro? Hoy pocos, desde luego. Se  recurre a la propaganda, a las noticias falsas, al ahogamiento económico, al descrédito internacional si hace falta. Se controla a la prensa y a la tv. todo por la patria y tanques a la calle si hace falta.  Enfrente, el pueblo sin nada de eso, porque  el pueblo de todas partes  solo tiene pobres, trabajadores que pugnan por llegar a fin de mes, y tirachinas. Ni un tanque.

Aquellos  ricos con sus  paraísos de oro desconfían de los pueblos  porque tienen mala conciencia- si es que alguna- y  no necesitan las democracias ni las urnas a no ser que les sirvan de tapadera y  los votos les den la razón, que es su  modo de entender la democracia, porque si las urnas les fallan, ya saben cómo las gastan, y el pueblo ya saben: solo tiene tirachinas.

      Este sueño de muchos de izquierdas de que por medio de los votos es posible  torcer el brazo al capitalismo hasta que derrame la bolsa del tesoro para repartirla porque no es suya, es uno de esos despertares que se aprenden con dolor. Tengo que darle la razón a ese impresentable millonario yanqui que dice- cito textual- “ La lucha de clases existe y la estamos ganando”. (¡Serán desgraciados!…)

Y si el socialismo auténtico  es imposible con estas democracias de teatrillo, la segunda es igual o más dolorosa que la primera, como hemos visto con Boric en el Chile de hoy: el fascismo deja un rastro de miseria mental, una especie de síndrome de Estocolmo que dura generaciones. Las víctimas llegan a recordar los tiempos del dictador como épocas estupendas y seguras, con ley y orden, como se les contaba que era eso. Por eso no ha cuajado el cambio de Constitución en el Chile de Boric, y nuestro amigo, visto lo visto, se vuelve modosito, no como Allende, pero intentó cambiar la Constitución, algo que en España es impensable hoy. 

Y esto debe ser una enfermedad muy extendida como el coronavirus, porque aquí la mayoría  de los españoles también  siguen siendo de derechas y el socialismo tiene, como en el Chile de hoy, ese toque de modestia a la hora de exigir cambios, y algunos hay como el auge del feminismo y algunos derechos sociales positivos que no hubieran sido posible sin  el empuje de Podemos, tan denostado hoy como lo estuvo el MIR en tiempos de Allende. Claro que Podemos no es el MIR ni el socialismo español se parece mucho al chileno de entonces.

       Los tiempos han cambiado y no para mejor, porque el fascismo no solo da golpes de estado con tanques: ha encontrado otros medios como leyes mordaza, cloacas policiales, jueces corruptos  y medios de comunicación en manos multimillonarias que dicen lo mismo, ocultan lo mismo, mienten sobre lo mismo y adoctrinan al pueblo, lo atontan, los entretienen y le inoculan pensar fascista sin que se dé cuenta. Este es su método para controlar la mente colectiva y evitar que se ponga a soñar cosas que no debe, pero que son justamente el tipo de cosas que debe soñar si quiere vivir con dignidad.

La última lección de la experiencia chilena es que necesitamos una ética colectiva y personal (Allende es un buen ejemplo), una izquierda sin dogmas y  sin egos para conseguir la unidad, y  empeño de todos para conseguir medios de prensa alternativa a la basura mediática y contrarrestar su influencia entre los jóvenes, que apuntan hacia el conservadurismo y el machismo por culpa de ese veneno mediático. Esto  es muy grave y debemos combatirlo con todos los medios posibles. Ya está bien.