miércoles, 26 de abril de 2017

EL PP ES UNA CHARCA HEDIONDA QUE DEBERÍA SER ILEGALIZADA


"En realidad, el capitalismo es en esencia un robo legitimado; la corrupción es simplemente un efecto secundario de su estructura. El problema no está en la corrupción sino en el sistema que la produce"
(Marcelo Colussi)

En multitud de ocasiones nos decía Esperanza Aguirre, esa lideresa pepera que siempre se va y nunca acaba de irse, que de todos los cargos políticos que ella había nombrado (más de 500, según propio testimonio), sólo dos le habían salido "rana". A tenor de lo ocurrido y destapado durante estos últimos meses, más bien tenemos que concluir que ella es la rana, ella es la protectora principal de la escandalosa corrupción de su partido, ella es la encargada de elegir a sus "batracios" preferidos, y su partido, el PP, es la charca donde nacen, se crían, actúan, se reproducen y mueren.
El PP es ese partido corrupto por definición, ese engendro político por antonomasia, esa charca fétida e infecta, esa maquinaria ponzoñosa de donde emerge la flor y nata del capitalismo más vil y descarnado, que es la propia esencia de la corrupción. Y es que después de los casos que todos conocemos, y cuya lista completa necesitaría varios artículos más (Pokemon, Auditorio, Palma Arena, Rus, Fabra, Púnica, Tarjetas Black, Gürtel, Baltar, Bankia, Rato o Brugal son algunos de los más conocidos) ha estallado el caso Lezo (en honor a Blas de Lezo, el famoso marino español del siglo XVIII), que implica al que fuera número 2 de la Administración Aguirre y posteriormente Presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y hasta 12 detenidos más (entre ellos, un hermano del ex presidente madrileño).
González ya venía siendo acosado por diferentes frentes (tales como el caso del conocido ático de Estepona, entre otros muchos, cuyo proceso de compra estudian los jueces), pero ahora, tras un minucioso y extenso registro por parte de la Guardia Civil tanto de la mansión como del despacho de González, así como de la sede de la empresa Canal de Isabel II, se ha procedido a dichas detenciones, acusando a Ignacio González de una extensa variedad de delitos contemplados en el Código Penal (prevaricación, organización criminal, malversación, cohecho, blanqueo, fraude, falsificación documental y corrupción en los negocios).
Esta "Operación Lezo" se centra sobre las oscuras actividades que llevó a cabo la mayor empresa pública de la Comunidad madrileña, Canal de Isabel II (con más de dos mil empleados/as), encargada de gestionar lo relativo al servicio público del agua para todos los madrileños. Concretamente, se centra en el saqueo que para las arcas públicas hayan podido suponer (estimado en más de 60 millones de euros) las diversas operaciones de adquisición de terceras empresas dedicadas a la gestión de los recursos hídricos situadas sobre todo en América Latina (República Dominicana, Haití, Colombia, etc.). La práctica habitual parece ser la de libro: adquirir empresas ruinosas a un precio de mercado bastante más alto que el estimado, para desviar comisiones ilegales, y enriquecer personalmente a los líderes y gobernantes de estas tramas corruptas.
Y como digo, la detención de Ignacio González se suma a la ya larga lista de políticos amparados por la lideresa Aguirre, y acorralados por la corrupción. Y es que decenas de alcaldes y cargos públicos del PP están involucrados directa o indirectamente en casos de corrupción. Ahora suelen distinguir eufemísticamente entre "meter la mano y meter la pata", para disculpar las torpes gestiones de algunos cargos públicos, y para intentar desviar el foco de atención sobre algunas prácticas, también corruptas.
Porque incluso se han atrevido (en sus discusiones con su formación política muleta, como es Ciudadanos) a revisar los límites del concepto de corrupción, circunscribiéndolo a los casos donde haya existido enriquecimiento personal. Una distinción absolutamente absurda, pues el concepto de corrupción no sólo es que abarque mucho más que eso, sino que es completamente inherente a su forma de gobernar, a su manera de entender la política. Y así, las famosas "ranas" de Esperanza Aguirre ya incluyen a López Viejo, Granados, González, Figar, Victoria, Beltrán Gutiérrez, Jesús Sepúlveda, González Panero, Moreno Torres, y un largo etcétera de cargos públicos del partido de la carroñera gaviota. Porque la corrupción les acompaña desde el mismo momento de su llegada al poder, desde sus tomas de posesión. Porque la corrupción consiste simplemente en desvirtuar la política, en desenfocarla de su principal misión de velar por el interés general, para favorecer al interés particular de los gobernantes y sus allegados.
La corrupción es la natural forma de actuar de la trama política-económica-mediática que nos gobierna, y que viene visibilizando Podemos en su "TramaBús". Bancos, grandes multinacionales, entidades públicas, se unen y entremezclan los intereses públicos con los privados, saqueando las arcas públicas en beneficio de los altos dirigentes de las mismas, y bajo la cómplice y servil colaboración de los políticos de turno, que luego ocuparán lujosos sillones en los respectivos Consejos de Administración de esas grandes compañías.
Ese es el motivo para las privatizaciones, para los recortes, para las "liberalizaciones", para las "externalizaciones", que son los nuevos eufemismos bajo los que disfrazan sus indecentes planes y actuaciones. Es realmente una trama de intereses que configuran políticos y empresarios en detrimento del conjunto de la ciudadanía, con la colaboración especial de los grandes medios de comunicación, que aunque "destapen" los casos de corrupción, jamás cuestionan los grandes dogmas del sistema, ni ponen en entredicho sus propios mecanismos de actuación. Es una trama que está parasitando las instituciones, socavando la democracia, y expoliando los recursos públicos.
La corrupción no es la excepción, es la norma. La corrupción no es aislada, es endémica. La corrupción no es la manzana, es el cesto. La corrupción no es la rana, es la charca. La corrupción no es una noticia puntual, sino nuestra decadente realidad cotidiana.
Y el PP es el mejor paradigma de esa corrupción. Se trata de un partido que se ha comportado (y así está reconocido por los jueces) como una auténtica organización criminal, organizada para delinquir. El Presidente de ese partido es el Presidente del Gobierno. Como nos cuenta Francisco Garrido, la actividad política del PP está íntimamente vinculada, estrechamente relacionada con su actividad delictiva, pudiéndose concluir que es su "modus operandi" natural, su manera de actuar por defecto.
Hoy día son más de 400 los altos cargos procesados por actividades delictivas, entre los que se encuentran todos los antiguos tesoreros del partido, y gran parte de las distintas direcciones políticas locales, autonómicas y estatales de esta organización mafiosa. El mismo Presidente del Gobierno (y del partido), mientras dirige los designios del país, es responsable máximo orgánico y operativo de actividades (campañas electorales, congresos, sedes, etc.) que son causa específica de investigación criminal, e incluso aparece señalado como beneficiario directo de la financiación ilegal (mediante los famosos sobres). Y como Francisco Garrido expresa: "No es que el PP hiciera política para cometer delitos sino que cometió delitos como forma ordinaria de hacer política.Lo que caracteriza a una banda criminal no es que en ella coexistan diversas finalidades de la acción colectiva sino el que la organización es usada como instrumento en la comisión de delitos". Y concluye: "No es que los corruptos se aprovechen del partido es que es el partido el que aprovecha las conductas individuales de los corruptos".
¿Cuál es la conclusión que podemos sacar de todo ello? No cabe otra: por sanidad democrática, por limpieza de la vida pública, por la recuperación de la misión y el control de las instituciones, el PP debería ser ilegalizado. Y lo absolutamente inexplicable en una sociedad democrática es que "ese partido al que nos referimos", es decir, el PP, esa formación política proyectada para delinquir, esa maquinaria de dopaje electoral y de corrupción endémica, no sólo lleve las riendas del actual Gobierno del país, sino que además persista en las diversas encuestas como formación política más votada.
Es un claro síntoma de una sociedad decadente y alienada. Y es que asistimos, en palabras de Jesús García Gualdras, al "destrozo de la cultura de la honestidad". En una carta publicada bajo tal título, nos describe textualmente cómo "Los representantes políticos se acaban constituyendo en cártel de intereses que se presentan a las elecciones, y gracias a las redes clientelares que van organizando, con la complicidad de las empresas de medios de comunicación, que son parte de la misma trama, consiguen instalarse en los centros de influencia". Toda una trama organizada con fines y medios concretos, bajo un disfraz político que dice mirar al interés general.
Una sociedad madura, avanzada y democrática no puede soportar por más tiempo esta terrible situación. Hemos de tomar conciencia de la gravedad de la corrupción en nuestro país, y actuar en consecuencia dando la confianza a otras opciones políticas que al menos están pidiendo intentarlo.

martes, 18 de abril de 2017

COMIENZAN LAS PRIMARIAS DEL PSOE


E
            El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha funcionado como la columna vertebral del régimen de la Transición. No sólo le ha aportado legitimidad democrática, sino que sirvió de factor de estabilidad ante las grandes crisis de Estado como después del intento de golpe de Estado del 23F o los atentados islamistas del 11M. Por otro lado, hasta fechas muy recientes, contaba con una importante implantación territorial en todas las Comunidades Autónomas, a diferencia del PP que en Catalunya y Euskadi desempeñaba un papel marginal.
La triple crisis económica, político-institucional y territorial en la que estamos inmersos, ha impactado directamente contra esta formación que, desde la caída de José Luis Rodríguez Zapatero, no sólo ha ido perdiendo, en términos globales, apoyos electorales, sino que éstos se concentran en las regiones meridionales del país. Además, sus apoyos se ubican preferentemente en zonas rurales y entre los sectores de población de más edad, perdiendo el favor de amplios segmentos de la juventud progresista. Estos factores contribuyen a explicar el ascenso de Podemos que prácticamente ha empatado con el PSOE con cinco millones de votos.
Así, pues, podría afirmarse que el partido socialista se ha convertido en la caja de resonancia de la crisis de las estructuras políticas del régimen del 78. De ahí, también, la importancia de las primarias que enfrentan a Susana Díaz, Patxi López y Pedro Sánchez cuyo desenlace está cargado de consecuencias políticas que van más allá de las estrictas fronteras del partido.
Las dos últimas elecciones generales reafirmaron este papel central del PSOE en el sistema de partidos español. En ambos comicios, a pesar de quedar en segunda posición a gran distancia del PP, pero a corta diferencia de Podemos, dispuso de la llave de la gobernabilidad. Hemos de recordar que, entonces, Pedro Sánchez tras la dimisión de Alfredo Pérez Rubalcaba fue el candidato del aparato frente a Eduardo Madina que encarnó el impulso regeneracionista. Justamente la situación inversa a la actual, donde Madina se ha alineado con el aparato y Sánchez se postula como el candidato de las bases y de la renovación del partido.
En las primeras generales, Sánchez acató las directrices del comité federal, que vetó un pacto con Podemos y con los independentistas catalanes, así que sólo le quedó la opción de Ciudadanos, precisamente la formación que da apoyo a Susana Díaz en Andalucía. Fracasada esta opción, tras las segundas elecciones, cuando intentó desmarcarse de sus mentores y ensayó un acuerdo con Podemos y los independentistas catalanes fue fulminado por un golpe palaciego, cuyo pistoletazo de salida fue dado por Felipe González, el buda viviente socialista. Así se constituyó una gestora, a la hechura de la presidenta andaluza que, con la oposición del PSC y un puñado de diputados del PSOE, permitió con su abstención la investidura de Rajoy.
En principio, la situación de Sánchez evoca vagamente el destino de Josep Borrell que venció en las primarias al candidato del aparato, Joaquín Almunia, pero que poco después hubo de renunciar al cargo por unas filtraciones sobre la corrupción de algunos de sus colaboradores y que las malas lenguas atribuyeron al propio aparato del partido. Sánchez, a diferencia de Borrell, ha decidido plantar cara a los poderes fácticos del PSOE, presentándose como el candidato de las bases, propugnando un giro a la izquierda del partido y apostando por una aproximación a Podemos, pues sin un acuerdo entre ambas formaciones será imposible que la izquierda pueda desbancar al PP.
En sentido radicalmente contrario se postula Susana Díaz que, en el acto de presentación de su candidatura, se presentó arropada, prácticamente sin excepciones, por los pesos pesados del aparato del partido. La presidenta andaluza apuesta por el mantenimiento del status quo y por sostener al PP mediante un pacto encubierto de gobernabilidad que ha ido funcionando hasta que la inminencia de las primarias ha obligado al grupo parlamentario a marcar distancias con Rajoy para favorecer las opciones de la presidenta andaluza.
Finalmente, Patxi López aparece como la tercera vía, el hombre bueno capaz de recomponer la unidad del partido entre las polaridades encarnadas por Díaz y Sánchez. Está por ver si los apoyos a López perjudicarán a algunos de los contendientes, de manera que serían determinantes para decantar la balanza a favor de alguno de ellos. Aunque resulta muy difícil adivinar a cuál de ellos puede favorecer o perjudicar.
Resulta difícil pronosticar el resultado de estas trascendentales primarias, sobre las que planea la sombra del pucherazo. En principio, el contexto político general parece favorecer las opciones de Sánchez; aunque podría darse el caso que el ex secretario general del partido fuese el preferido de los votantes y Díaz la favorita de los militantes. Y no hemos de olvidar que en estas primarias sólo votan los militantes.
En cualquier caso, una eventual victoria de Sánchez desencadenaría un terremoto interno en el partido de difícil gestión. Para empezar, la mayoría de diputados del grupo parlamentario socialista y los barones territoriales están alineados con Díaz. Por tanto, si Sánchez ganase las primarias, debería asumir una especie de reconstrucción integral del partido, erizada de dificultades, pues se enfrentaría a la oposición tanto del grupo parlamentario y de los barones territoriales, algunos de los cuales como Emiliano García-Page ya han advertido que abandonarían el partido si Sánchez se alzase con la victoria. Una perspectiva que, incluso, podría conducir a la escisión.
Si, superando estos obstáculos, Sánchez se hiciese con el control efectivo del partido, Ciudadanos se vería obligado a endurecer su relación de principal sostén parlamentario del PP ya que el PSOE realizaría una oposición frontal al PP y ello pondría aún más de manifiesto el papel subalterno de la formación naranja respecto al partido hegemónico de la derecha española. Además, se acrecentarían las tentaciones de Rajoy de convocar elecciones anticipadas para disponer de una mayoría más holgada y recuperar el terreno cedido a Ciudadanos.
Por el contrario, la victoria de Díaz aseguraría la estabilidad institucional, pero facilitaría extraordinariamente que Podemos se aposentase como alternativa de izquierdas al PP, comprometiendo a largo plazo el futuro del PSOE. No parece que López tenga ninguna posibilidad de vencer en estas primarias, aunque como ya hemos indicado sus apoyos podrían ser decisivos para decantar la balanza.
En definitiva, el desenlace de las primarias socialistas resultará una prueba de la solidez de las estructuras del sistema de partidos del régimen de la Transición. Una victoria de Susana Díaz abundaría en la tesis que el sistema es prácticamente irreformable y que los cambios sólo pueden llegar mediante una ruptura. Si Sánchez fuese el vencedor se abriría una posibilidad, más bien remota, de que se produjesen cambios en la arquitectura institucional del régimen.

domingo, 2 de abril de 2017

EL PSOE DE SUSANA DÍAZ


Ya tenemos los tres candidatos que finalmente competirán en primarias para la Secretaría General del Partido "Socialista" "Obrero" Español en el próximo mes de mayo. El primero de ellos fue Patxi López, pero de él hay poco que hablar: representa una tercera vía entre los otros dos candidatos, aunque en el fondo sus postulados se acercan mucho más a los de Susana Díaz, y por tanto, son más de lo mismo. 
          El segundo en presentar su candidatura fue Pedro Sánchez, el defenestrado ex Secretario General que fue obligado a dimitir ante las indecentes maniobras de la cúpula del partido, de sus barones, y de los poderes económicos y mediáticos que se encuentran detrás, porque comenzó a representar una postura incómoda para dichos intereses, en el sentido de querer "acercarse demasiado" a la izquierda. La opción que Pedro Sánchez representa es, sin duda, la más cercana a la militancia de base, que se rebeló ante dichas maniobras orquestales en la oscuridad del aparato del partido para quitarlo de en medio, y por ello mismo, mucho nos tememos que ese mismo aparato no vaya a permitir que su candidatura salga elegida vencedora, o si es así, ya se encargarán de volver a hacerle la vida imposible.

Y por fin, tenemos a la tercera y última candidata: Susana Díaz, la actual Presidenta de la Junta de Andalucía, gracias a un pacto con CIUDADANOS en esa Comunidad Autónoma, y con el desprecio permanente del que hace gala tanto a Izquierda Unida como a PODEMOS en Andalucía. No hay que ser un lince ibérico para entrever el perfil político de esta candidata: ella fue una de las artífices de la humillación sufrida por Pedro Sánchez, toda vez que la influencia de su grupo (andaluz) dentro del seno del PSOE es el que tiene y proyecta más poder. Fue una de las máximas partidarias de la postura de la abstención ante la investidura de Rajoy, que se llevó finalmente a término, para satisfacción del aparato del partido (que ahora lógicamente le presta todo su apoyo) y de los poderes económicos que se encuentran detrás. 
Ya lo expresó magníficamente Javier Gallego, cuando afirmó: "El PSOE es Teresa de Ávila. Voto sin votar en mí y digo sí aunque no quiero". ¿Qué representa, por tanto, la candidatura de Susana Díaz? Pues además de exponer mi punto de vista, voy a dejar que otros autores lo definan, que seguramente lo han hecho mejor que yo. Por ejemplo, en palabras de Antonio Antón: "La diferenciación del PSOE con la derecha y los poderes económicos, a veces áspera, es retórica. Aspira, fundamentalmente, al recambio de élites gubernamentales, la clásica alternancia. Se formula como aspiración a ser un partido "ganador" frente al PP, pero carece de proyecto alternativo. Expresa un interés corporativo, la añoranza del bipartidismo con la neutralización del cambio, con un oscurecimiento del contenido del proyecto y su compromiso con las capas populares".
Efectivamente, Susana Díaz representa la vuelta del PSOE de siempre. Su discurso hueco y vacío sólo estimula las ansias de los barones territoriales de volver a ganar al PP, pero para continuar manteniendo una hegemonía que ya creían perdida. De hecho, todos los líderes que expresamente han mostrado su apoyo a la candidata andaluza (José Luis Rodríguez Zapatero, Felipe González, José Bono, Emiliano García-Page, Javier Lambán, Guillermo Fernández Vara, Alfonso Guerra, Alfredo Pérez Rubalcaba, Eduardo Madina, etc.) han invocado a la necesidad de "ganar" del PSOE, y a cómo Susana Díaz representa justamente el mejor instrumento para alcanzar dicho objetivo.

Se basan lógicamente en su victoria electoral frente al PP en Andalucía, y lo único que pretenden es extrapolar dicha victoria en las próximas Elecciones Generales. Nada más. No se plantean (nunca lo han hecho) un proyecto realmente alternativo, de izquierdas, que sea capaz de revertir las políticas ejecutadas no sólo por el PP, sino también por ellos mismos durante décadas de gobiernos bipartidistas. Su objetivo no es ése. Su modelo de partido y su línea ideológica queda intacta, pretenden continuar siendo aquél partido del régimen del 78 que apuntala la Constitución, y garantiza la hegemonía de los poderes fácticos que se encuentran detrás de ella. Así de simple.
Invocan constantemente a la amplia historia de este partido, sin mencionar no sólo que esa historia fue definitivamente truncada desde el famoso Congreso de Suresnes en 1974, sino que, como afirma Floren Dimas, del Colectivo ANEMOI de militares republicanos: "La traición va en el ADN del PSOE: 1923, colaboración activa con la dictadura de Primo de Rivera; 1939, traicionando a la República y favoreciendo a Franco, y 2016, poniendo a Rajoy y al PP en el Gobierno de España, en contra de la voluntad de sus afiliados y de sus votantes".   
La historia del PSOE es una historia de continuas traiciones. De hecho, ahora se esfuerzan en el Congreso de los Diputados por mostrarse como una fuerza política alternativa al PP, pero la verdad es que en la mayoría de asuntos están de acuerdo con ellos, y votan en el mismo sentido (tratados de libre comercio, pacto antiyihadista, negativa al referéndum catalán, estabilidad presupuestaria, reducción del déficit público, privatización de servicios públicos, reducción de derechos laborales, y un largo etcétera que necesitaría varios artículos más).
En el Parlamento Europeo es donde mejor se observa este fenómeno, pues en más de un 70% de los casos, el PP y el PSOE coinciden en el sentido de su votación. El PSOE de la candidata Susana Díaz es justamente este partido. Es el partido del continuo engaño a la ciudadanía, de la continua estafa a sus votantes y simpatizantes, de la traición a su militancia de base. Un PSOE que debería ser superado en aras a un saneamiento político de nuestra sociedad. 
Un fragmento de una reciente Declaración de Socialismo 21 lo explicaba en los siguientes términos: "La dirección actual del PSOE ha renunciado a la oposición, ha traicionado a sus votantes y ha asumido, con la excusa de desbloquear la situación política, el objetivo de facilitar la imposición de los nuevos recortes que exige el Eurogrupo y la Comisión Europea, pagando el alto precio de dejar que la conducción del país siga en manos del PP".
Esto es exactamente lo que ha pasado, y ahora querrán vendernos, como siempre, que ellos representan "la alternativa". ¿Es que nos quieren hacer creer que estando ellos en el Gobierno abandonarían los preceptos de la "austeridad", derogarían las reformas laborales, crearían un polo de banca pública, revertirían todos los recortes llevados a cabo, volverían a potenciar la educación pública, derogarían los Acuerdos con la Santa Sede, permitirían el referéndum catalán, romperían con la OTAN, potenciarían el empleo público, apostarían por las energías renovables, desarrollarían una política ecologista, implementarían una renta básica, o blindarían todos los servicios públicos, que son sólo algunas de las cosas que necesitamos? ¿Pretenden que nos creamos esto? No creo que llegue a tanto la ingenuidad de miles de votantes, que ya se habrán dado cuenta por dónde van los tiros.

El PSOE de Susana Díaz jamás estará dispuesto a llevar a cabo todas estas transformaciones fundamentales en nuestro modelo productivo y de reparto y distribución de la riqueza, simplemente porque el PSOE de Susana Díaz se debe a las élites minoritarias que gobiernan sin presentarse a las elecciones, a esa élite social poderosa que está detrás de los grandes poderes económicos y mediáticos que nos dirigen.
         El PSOE de Susana Díaz es parte fundamental de esa trama que realmente gobierna el país, que está impregnada de corrupción hasta las cejas, pero que continúan decidiendo y organizando el indecente cotarro donde estamos inmersos. Manolo Monereo es quizá uno de los mejores referentes de la izquierda que ha logrado explicarlo mejor. Retomo sus palabras: "Hay algo que debemos tener claro: igual que los poderes fácticos han sido capaces de destituir a Pedro Sánchez, van a intentar levantar de nuevo al PSOE. La trama política, económica y mediática que ha trabajado contra la dirección del PSOE, ahora dedicará todo tipo de medios para impedir que Unidos Podemos se convierta en la oposición real a la derecha y a las políticas de derechas".  
La opción de Susana Díaz es la de un aparato desgastado y nefasto, pero que aún conserva mucho poder, y que intentará por todos los medios no sólo que su candidata sea la ganadora de las primarias, sino que además gane las próximas Elecciones Generales volviendo a "recuperar la ilusión" de su militancia, recurso emocional al que aluden para continuar traicionando e impidiendo a las auténticas opciones de izquierda que puedan gobernar en este país. Mientras, los piropos y ánimos a la andaluza "tocada por los dioses del socialismo" (en expresión de Javier Lambán) se continúan sucediendo. Pero su tarea para recuperar la credibilidad del PSOE será baldía.

El electorado de izquierdas ya ha comprendido que este partido no representará nunca una opción creíble de progreso social, sino que continuará desempeñando el mismo papel adjudicado desde la Transición, que no es otro que el de una fuerza política pensada para atraer el voto de las clases populares, para a continuación desarrollar políticas que vayan en sentido contrario a sus intereses, y así continuar beneficiando a los de siempre. Poco recorrido le auguro

a la candidata oficialista Susana Díaz. Aún menos a su partido.