¿Quien es Diógenes?

Nací un 8 de julio de 1949 en Vallekas (Madrid) – también llamada entonces “la pequeña Rusia” - donde viví hasta 1965, año en que me  trasladé con mis padres a la calle Huertas  en el centro de Madrid y me afilie (a sus espaldas) a las Juventudes del P.C.E. al tiempo que empezaba mi andadura laboral gracias a una oposición que me permitió ingresar en el Banco Internacional de Comercio como auxiliar administrativo. Paradójicamente, fue el Vicepresidente del banco y ex-ministro de trabajo franquista Licinio de la Fuente, quien convencido de mis capacidades intelectuales me consiguió una Beca, gracias a la cual pude licenciarme en Económicas por la Complutense, compaginando mi trabajo en el Banco por la mañana con mis estudios por la tarde- noche y mi militancia “full time”.

He estudiado y estudiaré economía porque considero que la sociedad puede y debe encontrar una mejor forma de producir, distribuir y consumir, y es en esta búsqueda en la que pretendo contribuir humildemente. Esta tarea la realizo siempre que puedo y allí donde me dejan. Procuro combinar el tiempo dedicado al estudio y a la formación en general con el tiempo dedicado a la divulgación y actividades puramente militantes.

Por eso además de participar en Congresos, Jornadas, etc. procuro colaborar activamente con organizaciones sociales, escribir textos de divulgación económica y política y militar políticamente. Esta es la razón por la que soy miembro del Partido Socialista Obrero Español (P.S.O.E.) y militante de la Corriente Izquierda Socialista (IS-PSOE).

Militancia previa
Mi paso por la Banca y la Universidad no fue ocioso en actividades militantes. Fui miembro del Comité de Huelga de la primera gran huelga de banca en 1969, sufriendo la represalia del despido. Además, tuve la fortuna de formar parte del grupo de estudiantes y recién licenciados que bajo la dirección de Joan Garcés se incorporaron como asesores en el Gobierno chileno de Salvador Allende, lo que me permitió vivir la experiencia revolucionaria más importante de mi vida, en el primer país del mundo donde el socialismo llegaba al poder por las urnas y no por las armas, hasta que hube de escapar el 14 de septiembrre de 1973 de la persecución pinochetista, gracias al buen hacer de la embajada italiana. Desde entonces mi alma es mitad chilena, mitad española y totalmente internacionalista.


Principios anticapitalistas

Reniego del sistema económico capitalista cuyos fundamentos he estudiado y en los cuales reconozco gran parte de la responsabilidad de las penurias que sufre la humanidad hoy en día. La propia dinámica del sistema y su sumisión ante el concepto de “crecimiento económico” ha impedido que los avances obtenidos puedan ponerse al servicio de todos y que sean respetuosos con el medio natural en el que vivimos. Al mismo tiempo provoca un proceso de regresión social en el que la población vive cada vez en peores condiciones (salarios, vivienda, tiempo libre, contaminación, etc.) a pesar del notable avance técnico alcanzado.
Entiendo igualmente que la presión de la competencia capitalista en la búsqueda por la ganancia económica empuja a todos los agentes económicos (empresas, hogares y Estados) hacia una carrera sin fin que nos conduce hacia el desastre medioambiental, amenaza con destruir las relaciones humanas y acaba por exterminar las propias vidas mediante las guerras y el hambre.


Antisistema y Radical

Soy antisistema, porque estoy en contra del sistema capitalista como ya dije, aunque, evidentemente,  es preferible que existan medidas paliativas frente a las consecuencias del subdesarrollo a que no existan. Prefiero que las ONG acudan a ayudar a los refugiados a que los dejen morir mientras huyen de la guerra, de la misma forma que prefiero que los países desarrollados donen el 0′7% de su riqueza a los países pobres a que no lo hagan. Pero considero que en ninguno de los casos es la solución. Lo mismo ocurre con las políticas socialdemócratas y, en general, con todas las medidas destinadas a mejorar el Estado del Bienestar dentro de un sistema económico capitalista. Prefiero una mejor redistribución de la renta dentro del proceso productivo aunque eso implique que los empresarios siguen apropiándose plusvalías, a una alternativa donde eso no ocurra. En definitiva, creo y lucho por la Justicia Social, aunque no desprecio la beneficencia.
Soy, en consecuencia, partidario de políticas de cambio estructural o políticas radicales. Radicales porque pretenden resolver el problema de raíz y no únicamente paliar las consecuencias del problema. Pero renuncio absolutamente a considerar enemigos a los reformistas y a quienes, como ellos, hacen esfuerzos por mejorar la situación de las personas en este sistema económico. Serán objetivo de mis críticas, por supuesto, pero en ningún momento caeré en la absurda obsesión por considerarlos los principales enemigos del cambio real.


Las falsas alternativas y las marionetas políticas

No soporto, en cualquier caso y en cualquier sitio, el arribismo político. Para mí la política es la forma de transformar ideologías en hechos, y sin duda para ello es necesario previamente disponer de una mínima base teórica que sustente la supuesta ideología. En caso contrario nos encontramos con un espectáculo dramático en el que las marionetas responden a los estímulos continuos que sus dueños y jefes dictaminan desde arriba.
 
Tampoco considero que los grupúsculos políticos minoritarios y casi unipersonales y las tendencias contraculturales sean efectivamente alternativas al sistema. Los primeros porque, siguiendo el razonamiento visto más arriba, carecen de un programa político y estratégico realista. Y los segundos, como los reductos hippies y sus derivaciones, porque sencillamente caen en el error de considerar que operan fuera del sistema. En realidad e inevitablemente son parte del sistema y, muchas veces, de forma mucho más arraigada de lo que parece. Aunque comparto algunos aspectos de sus respectivas filosofías y sobre todo de sus denuncias sociales, veo más bien que la adscripción a tales modas responde a una necesidad de autocomplacencia emocional más que a una respuesta en positivo ante lo denunciado.


Mis referentes teóricos

Mi principal referente teórico, quien vertebra mi pensamiento, es el marxismo. La obra de K. Marx es para mí una fuente de inspiración prioritaria, si bien no un producto teórico completo y cerrado. Los trabajos de los autores neomarxistas como P. Baran, P. Sweezy, J. B. Foster o F. Magdoff son también para mí una poderosa herramienta para entender el mundo moderno. J. Torres, V. Navarro o E. Hein completan el núcleo de los autores más influyentes en mi pensamiento. Puede decirse, por lo tanto, que mi pensamiento es deudor del pensamiento heterodoxo marxista y postkeynesiano, y con un toque de atención fundamental a la ecología política.
 
En el campo de los no economistas también han sido de importancia para mí pensadores como S. Zizek, E. Morin, J. Baudrillard, G. Debord, Z. Bauman, N. Chomsky, T. Eagleton, H. Hesse, A. Gramcsi y V. Lenin.



Mis Referentes políticos
Tuve la suerte de conocer y tratar a muchos grandes militantes políticos, casi todos ellos tan anónimos como heroicos. Sin embargo, mis grandes maestros políticos  fueron Simón Sánchez Montero con quien compartí casi un año en Carabanchel y de quien aprendí que la política sin ética no es más que impostura; Enrique Tierno Galván con quien milité en el Partido Socialista Popular (PSP) hasta su integración en el PSOE y de quien aprendí que es más importante el “bienser” que el “bienestar”; y quizá quién mayor huella dejó en mi persona Salvador Allende Gossens que con su vida me enseñó que se debe vivir en coherencia con las ideas, y con su muerte me enseñó que las ideas no pueden traicionarse aún a riego de la vida

No hay comentarios:

Publicar un comentario