miércoles, 22 de mayo de 2013

LOS IDEALES DE PABLO IGLESIAS MAS VIVOS QUE NUNCA


El giro ideológico que inicia el PSOE en el Congreso de Suresnes (octubre de 1974), acaba conduciendo al partido no sólo al abandono del marxismo (Congreso Extraordinario “Forjando el Socialismo” (Madrid, septiembre de 1979), sino a una profunda desideologización, en tanto que partido de izquierdas, y a un rumbo cada vez más escorado hacia posiciones socioliberales. 
         Alejado incluso de las posiciones socialdemócratas más progresistas, el PSOE ha ido editando una socialdemocracia progresivamente desfigurada en su naturaleza política, configurando la peor versión posible de la misma.

Un cambio que acaba por transformar al PSOE en un partido “atrapalo todo” (catch-all party, Otto Kirchheimer) con un discurso ideológicamente vaporoso y ambiguo, basado en una retórica muy bien desarrollada por su intelligenza orgánica durante años. Vocación de catch-all party reafirmada a medida que el PP se iba deslizando hacia posiciones de la derecha extrema. Una retórica la del PSOE que parece decir cosas, pero que en realidad dice nada.
En efecto, el partido ha sabido desarrollar un lenguaje político del decir nada, aunque muy sobrecargado de un léxico que le otorga verosimilitud y blindaje ante la crítica de primera instancia del ciudadano de a pie, ya que toma la apariencia de una liturgia con música de buenismo y progresismo.
Es así como el principal partido de la actual oposición, se ha ido travistiendo para adoptar la apariencia del mago de las palabras litúrgico-rituales, en una puesta en escena en la que decir - aunque sea nada - es un acto de habla, una acción dialéctica performativa, pero pura cascarilla teórico-ideológica y placebo político para las masas.
Desde los diferentes gobiernos del PSOE durante estos 30 años de bucle bipartidista, se ha intentado el arte de la imposible prestidigitación: compaginar políticas económicas de la órbita del neoliberalismo (Boyer, Almunia, Solbes, Elena Salgado...) con políticas sociales que acaban siendo asfixiadas, disminuidas, relativizadas, menguadas en su eficacia… en base a esta contradicción raíz.
Sin duda, uno de los más graves errores del partido fue el abandono de la lucha de clases, vector irrenunciable en la identidad de la izquierda política sin el cual la izquierda deja de ser izquierda para convertirse en otra cosa. Y lo hizo en aras de un interclasismo post-Suresnes, acorde con su nueva identidad política “atrapalo todo”.
Era inevitable que esto ocurriese, una vez que el partido fija como meta final no ya la consecución de un socialismo democrático, sino la de un capitalismo de color rosa, un capitalismo feliz en el que supuestamente todos podríamos llegar a comer perdices y vivir felices. Un capitalismo repensado desde la cocina ideológica del partido como una nueva Arcadia, en la que el rico y el pobre, el explotador y el explotado, el banquero y el currante del salario mínimo... enlazarían sus manos alegres y felices gozando de la armonía y la fraternidad perpetuas.
Un capitalismo al que incluso se rebautiza eufemísticamente para darle nombre santo: economía social de mercado. Han transcurrido tres décadas de bucle bipartidista, en las que el partido ha puesto énfasis en convencernos de que todos somos clase media, un concepto etéreo que esconde las profundas contradicciones de clases y la lucha de clases de la sociedad actual.
Ahora mismo, en estos momentos de agonía ciudadana provocada por la crisis sistémica y por los chatarreros del estado del bienestar, el partido manifiesta alergia discursiva si tiene que hablar de clase trabajadora; parece sentirse más cómodo hablando del hundimiento y problemas de la clase media. Y es que ya se sabe: todos somos clase media.
Obviamente esto incita al debate sobre las teorías sociológicas de la estratificación social y sobre la estructura de clases en el actual período social marcado por la globalización. No existe un proletariado o una clase obrera como la que existía hace décadas y vivimos en una sociedad post-industrial en la que la clase trabajadora aparece fragmentada, dividida y sometida no pocas veces a conflictos internos. Habrá tiempo de tocar este tema en el blog.
Esta entrada del blog está dedicada a rescatar del olvido un escrito de Pablo Iglesias, fundador del PSOE.
 
Difícilmente podría ser asumido por la actual nomenclatura orgánica del partido, lo que nos hace reflexionar acerca de si en los tiempos actuales IU es acaso quien mejor representa el legado, los valores y todo aquello por lo que luchó Pablo Iglesias. Es un texto de hace 124 años, pero que sigue manteniendo en su esencia una profunda actualidad. El lector, ¿sería capaz de reconocer al actual PSOE en este texto de su fundador? He aquí un extracto del artículo de Pablo Iglesias:
“Por ignorancia unos, y otros por conveniencia, los hombres que tienen a su cargo la defensa de los intereses patronales han negado siempre que la base de la sociedad actual, como la de las sociedades precedentes, fuera la lucha de clases. Y partiendo de esta negación han calificado de locos, perturbadores y hasta criminales a los socialistas revolucionarios, que, ateniéndose a la verdad y a los hechos, han sostenido con firmeza la existencia de aquella lucha y recomendado, por tanto, a la clase trabajadora que la mantenga conscientemente hasta que logre acabar con sus opresores y establecer un sistema social donde la solidaridad haga imposible todo antagonismo entre los seres racionales. (…)
¿Dónde existe hoy la conciliación y la armonía entre los asalariados y capitalistas de que nos hablan los economistas burgueses? (…)
¿Y es posible que después de todo esto, de pugna tan marcada, de guerra tan abierta y tenaz como la que en la actualidad mantiene la clase oprimida con la clase opresora, los pobres con los ricos, haya quien se atreva a decir que la lucha de clases no existe y que es solamente una invención dañina de los socialistas revolucionarios?
Esto no es ya cínico ni descarado, sino simplemente torpe; porque, ¿qué adelantan los portaestandartes de la clase parasita con negar una cosa que no sólo se ve perfectamente, sino que puede decirse que se palpa y se respira por todos? ¿Tranquilizar a su clase? ¿Darle a entender que su dominio se quebranta y que disfrutará por mucho tiempo las riquezas que ha acaparado y las que pueda arrancar todavía a los productores? Imposible. (...) Saben ya los que viven del trabajo ajeno que tales manifestaciones encierran suma gravedad para su existencia como clase, y que sólo la fuerza material podrá permitirles prolongar un poco su imperio sobre las masas obreras.
 (...) ¿Y cómo no, cómo podría ser otra cosa, cuando hoy los explotadores los fustigan más que nunca, los atormentan horriblemente y les roban como jamás lo han hecho el fruto de su trabajo?
(...) Al presente, en que el antagonismo social, la lucha de la clase poseyente con la clase desposeída se manifiesta por multitud de señales y fenómenos, no cabe más que reconocerla francamente y aceptar la situación en que coloca a unos y a otros, y así como los socialistas declaran que aún no tienen fuerza bastante para hundir en el polvo el último régimen social basado en la esclavitud, confiesen los abogados de la burguesía que la muerte, únicamente la muerte, es lo que espera a su clase al término de dicha lucha.”
 Pablo Iglesias, fundador del PSOE
Esta descripción tan clara y rotunda de lo que está ocurriendo hoy mismo en España, fue escrita por Pablo Iglesias y publicado en El Socialista, el 31 de mayo de 1889.
Algunos militantes (no muchos, desgraciadamente), encuadrados fundamentalmente en Izquierda socialista, hemos venido defendiendo las posiciones filosóficas, reivindicativas, sindicales y políticas de los fundadores del Partido, basándonos en el materialismo dialéctico e intentando desarrollarlo con propuestas programáticas, actualizándolas y poniéndolas al día, pero manteniendo la esencia de la defensa a ultranza de los intereses de la clase trabajadora, contra los ataques del capitalismo.
En los momentos actuales, deberíamos estar inmersos, no en una Conferencia Política de maquillaje ideológico, sino  en el debate para la elaboración de una nueva táctica y una estrategia global que recoja el Programa actualizado y posibilite la transición del capitalismo al socialismo con el menor coste social posible para la clase trabajadora. Porque bajo el capitalismo no hay salida para los pobres, la juventud y la clase trabajadora.

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