El
Partido Popular está indignado porque el Parlamento Europeo ha concedido el
premio “Ciudadano Europeo 2013” a La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, a
pesar de haber sido concedido por unanimidad de un jurado de cinco miembros en
el que había dos del Partido Popular Europeo.
Tanta
es la indignación que Carlos Iturgaiz,
eurodiputado europeo del PP ha calificado de "escándalo" y
"verdadero desatino" el premio para la PAH al considerar que se trata
de una "organización violenta" y con "muy poco talante
democrático" por organizar escraches contra los políticos.
El
PP debería hacer algún esfuerzo para evitar la ligereza con que usa las
palabras terrorismo o terrorista. Si no, habremos de pensar que echa de menos a
ETA que, a falta de otros méritos, servía para forjar, a la contra, la idea de
un dirigente, individual (Aznar) u orgánico (el PP) con atributos
incontestables de salvador de la patria. Y para identificar con la banda armada
cualquier forma de disidencia (los independentistas, el 15M, los mineros) que
no se plantee en una queja por escrito y guardando la cola. No están nada lejos
aquellos días en los que el PP llamaba al gobierno socialista, con decenas de
víctimas, en sus filas, de las balas y las amenazas etarras, «amigo de los
terroristas».
Es
un mecanismo muy tentador porque libera a quien gobierna de la carga de la
crítica, porque disuade a los adversarios y bloquea el debate. Un chollo. Por
eso no me extraña que esa obra maestra del cinismo (hecha a sí misma) que es
González Pons se haya convertido en portavoz oficioso del PP y tenga suficiente
papo para decir que hace falta un pacto contra la corrupción (a ver si es
verdad: de paso, encarcelen a los acreditadamente corruptos) y que se acabó el
tiempo del «¡Y tu más!» y a continuación le recuerde al presidente andaluz sus
problemas con los ERE fraudulentos.
Pero
entre dos extremos hay siempre un recorrido; y si hay dos orillas (y siempre
las hay) eso significa que existe en medio un mar potencialmente navegable. Los
afectados por las hipotecas deben conducir sus protestas por los cauces
legales, claro. No es lo mismo montar un escrache frente al domicilio de un
diputado que ante la puerta de su casa. Son matices muy importantes, pero ¿que
puedo hacer yo, sentado ante mi ordenador, en mi casa?. Hay gente que ya no
cuenta con cosas como éstas que empiezan a ser vistas, al igual que el trabajo,
casi como un privilegio.
Quiero
decir que, dadas las circunstancias, el personal está manifestando una
contención y un buen sentido extraordinarios. De paso, cuando disuelvan una
manifestación, aunque sea ilegal, si no hay personas en peligro, procuren no
dejar tuerto a nadie.
No
es difícil leer y releer en estos días las barbaridades a las que la activista
Ada Colau esta siendo sometida en verbo y forma por los diferentes dirigentes
políticos de nuestro país. Desde Rosa Díez hasta Cristina Cifuentes pasando por
una amalgama de seudo cargos públicos que no han dejado títere con cabeza
atacando a Ada Colau personalmente y/o en su defecto a la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca.
Como
decía Javier Gallego en un artículo reciente titulado Escrache, toda esta gente
no se ha dado cuenta de que quienes vienen desde hace años haciendo un Escrache
monumental contra la ciudadanía son la clase política y la banca.
Los
límites a los que estamos llegando en nuestro país con los recortes en sanidad,
educación o cultura, por poner algunos ejemplos son del todo irracionales si
además le sumamos que mientras todo eso sucede, los casos de corrupción no
dejan de saltar a los medios de comunicación y hemos de encontrarnos con la
paradoja diaria que personas son desahuciadas de sus casas mientras políticos
corruptos, equipos de futbol con deudas millonarias a la Hacienda Pública y a los
bancos, banqueros condenados o miembros de la realeza siguen haciendo su vida
como si con ellos no fuera la cosa. Estos contrastes no hacen otra cosa que
alimentar el odio, evidenciar el injusto sistema en el que vivimos y por supuesto,
demostrar la profunda falta de respeto de los dirigentes políticos y las élites
a las que representan sobre el conjunto de los ciudadanos.
Que
se pretenda asociar a Ada Colau con el terrorismo es una bajeza moral que era
previsible que tarde o temprano se produciría, como previsible era que quién la
realizase fuese la cachorra de Esperanza Aguirre, Cristina Cifuentes. Según la
Rae, terrorismo es una “sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir
terror” o bien la “dominación por el terror” y según estas acepciones me
pregunto si no tenemos un gobierno que domina gracias al terror y produce actos
de terrorismo cuando facilita el desalojo de miles de familias de sus casas a
las que previamente les han disminuido sus derechos sociales, laborales,
educativos o sanitarios y deja en el total desamparo.
Esas
actitudes no solo vulneran los derechos humanos sino sin duda alguna son actos
de terrorismo ejecutados desde el estado y cuyos destinatarios son la
ciudadanía entera.
Los
escraches de los que se quejan los diputados son el mar menor dadas las
circustancias. Y como decía la periodista Maruja Torres en su columna de El
Pais, “El problema es que exploten pocos; eso proporciona excusas a los
carceleros del régimen” a lo que yo añado que están haciendo méritos para que
la explosión sea mayoritaria y al final el escrache se convierta en algo
mayoritario hasta que les consigamos echar del poder, y a algunos hasta del
país.
Los
recortes y la falta de oportunidades laborales han provocado que miles de
estudiantes hayan tenido que buscar becas lejos de sus lugares de origen u
oportunidades laborales más allá de nuestras fronteras. Y son esos, los exiliados
económicos los que ocupan las calles fuera de nuestro país, “dañando la marca
España”. Sin duda, en sus reivindicaciones asumen las de las PAH y llevan con
ellos su distintivo circulo verde del SI SE PUEDE, porque ellos también son víctimas del terrorismo del
gobierno, porque #NoNosVamosNosEchan y son una Juventud Sin Futuro.
Todos
nosotros podemos ser los siguientes, si no nos envían antes al "cobrador
del frac" algo que la ciudadanía asume con un morbillo nauseabundo y en
muchas ocasiones "cómplice"; el otro día andaba uno de esos por mi
pueblo, ¿eso no es acoso? ¿eso que es?, no tengo idea a quién buscaba, ni me
interesa, quizá, a un padre de familia al que le han jodido la vida, bancos,
políticos y demás mandangas, y se ve abocado a está ridícula persecución a la
que están expuestos, en muchas ocasiones sus hijos pequeños,¡¡¡qué pena!!! María
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