Como continuación al artículo
anterior “NI DE IZQUIERDAS NI DE DERECHAS” Me propongo hacer un breve listado
de conceptos -no meros términos- que a lo largo del tiempo fueron tradiciones
de la izquierda, antes de que ésta se acomodase en el sofá-cama del capitalismo
del Estado del Bienestar, el crecimiento y el desarrollo y el aplazamiento
“sine die” de la “emancipación de la
explotación del hombre por el hombre” (entendido en su expresión histórica
y anticipándome a que alguien me quiera crucificar por machista).
Iré exponiendo y analizando los
principales de esos conceptos inoculados
a la izquierda desde la derecha, si bien con frecuencia esos virus son
transmitidos por agentes patógenos que suelen camuflarse como populares,
democráticos e incluso de izquierda.
1)
Arriba y abajo:
Sustituir las dualidades oposicionales empresario/capitalista vs. trabajador, o
explotador vs. explotado, es un modo fullero de borrar las huellas de la
opresión de clase, precisamente cuando la crisis económica y sus efectos sobre
el mundo del trabajo desvelan, cada vez a más personas, una realidad que antes
no les resultaba tan evidente de las relaciones entre las clases sociales.
¿Cuántos/as trabajadores/as no se han sentido en algún momento explotados en
este tiempo de la crisis capitalista? ¿Cuántos/as de quienes han perdido su
puesto de trabajo no se habrán dado cuenta de que no siempre es que la empresa
no pueda mantenerles en nómina sino que les sustituyen porque ahorran costes
sociales mientras la empresa sigue ganando dinero con menos empleados/as?
Arriba y abajo tan sólo
expresan un hecho: que hay quienes se encuentran en la parte superior de la
pirámide social y quienes están en la base de la misma pero ocultan el porqué.
No sólo no muestran la relación que existe entre las dos clases sociales
principales, porque supongo que es a las clases sociales a lo que se alude con
eso de arriba y abajo, sino que la esconde. Y lo que es peor, enmascara la
injusticia misma de esa dualidad/relación entre unos y otros. Porque la
explicación de la diferencia entre ese arriba y abajo y de la injusticia del “statu
quo” social está en la explotación de unos seres humanos por otros a través de
unas relaciones sociales de producción en las que unos imponen las condiciones
laborales, de trabajo y contractuales y otros no tienen otro remedio que
aceptarlas o pasar a engrosar las listas del paro. He ahí la razón de que unos sean poseedores y otros desposeídos.
Esta dualidad no se da sólo
entre grandes empresarios/magnates y trabajadores. Por muchos pequeños y
medianos empresarios que haya la relación laboral siempre es explotadores y
explotados puesto que la relación contractual, sin hablar incluso del concepto
plusvalía [concepto de plusvalía para no iniciados], no es entre dos agentes en
igualdad de condiciones ¿Por qué emplear otras que ocultan la naturaleza de las
relaciones entre los seres humanos en el mundo productivo capitalista en base a
que puedan echar para atrás a quienes las escuchan por parecer anticuadas o
demasiado ideológicas y radicales? ¿Acaso radical no viene de raíz? ¿Acaso las que se proponen como alternativas
tienen más valor explicativo sobre la realidad? Se empieza siendo un
“moderno” y se acaba siendo un cómplice de los capitalistas al desdibujar cómo
son las cosas en realidad.
Ese “raca-raca” con el que nos
machaca a todas horas el partido-secta lanzado por la corporación Atresmedia,
(propiedad del empresario del PP, señor Lara, y en la que su socio Roures tiene
participación a través de La Sexta), de que hablar de capitalismo genera
rechazo, de que hablar de explotación suena demasiado duro a la gente y de que
hablar de izquierda echa para atrás a mucha gente. Este es el discurso de la quinta columna del capital, de quienes
buscan no ya desarmar ideológicamente a la izquierda política y sociológica
española sino vaciarla de contenido, derechizarla aún más y destruirla.
Si los conceptos resultan duros
en una sociedad que se ha derechizado, (entre otras cosas por la propia
derechización de la izquierda y su renuncia a la didáctica política y la lucha
ideológica) la solución no es vaciar de contenido a lo que es la izquierda,
para que ésta corra detrás de la involución social hasta alcanzarla para ver si
la acepta, sino recuperar la propia identidad de la izquierda y politizar las luchas sociales y económicas
también desde la recuperación de esa lucha ideológica que fue abandonada. Mucho
tergiversar a Gramsci con la simplificación penosa de su concepto de hegemonía
para luego practicar un entreguismo ideológico repugnante.
Es cierto que las expresiones
“los de arriba” y “los de abajo” se emplean mucho en América Latina,
precisamente donde la estructura de clases, en la mayoría de los países que la
componen, es muy distinta que en España, ya que en ellos el papel del
campesinado, y en concreto del campesinado pobre, propietario en unos casos de
sus tierras y en otros no, es muy determinante. Pues bien, en esa estructura de
clases y de propiedad de la tierra no
siempre se da un tipo de relación dominador-dominado del tipo de la que se
da entre empresario y trabajador. De ahí que en latitudes en las que esa
relación no es tan evidente, salvo en los casos de los campesinos contratados
en las plantaciones, la expresión arriba y abajo funcione de un modo distinto
al que lo hace en nuestro contexto y exprese más bien la idea de ser poseedor o
desposeído.
En cualquier caso, es
significativo que un personaje como Ollanta Humala, de quien las izquierdas
latinoamericanas del socialismo del siglo XXI esperaban un hermano del
movimiento bolivariano, el imperialismo USA temía tal cosa y al que pronto unos
y otros hubieron de descartar como tal, declarase en 2011 (año 15M): “No soy ni
de izquierda ni de derecha, soy de abajo y mi tarea es unir el país”. No debe
sorprendernos que un personaje derechista como Vargas Llosa declarase en ese
mismo año “Sin alegría y con muchos temores yo voy a votar por Humala”. Hoy la
política de Humala podría calificarse de neoconservadurismo fujimorista y de
mafia matonesca, aunque sin las salvajadas en derechos humanos de Fujimori.
La tentación de ciertas
izquierdas claudicantes de sus propias ideas de convertir en sinónimos de
izquierda y derecha al “abajo y arriba” es
una falacia que muestra ignorancia y oportunismo a dosis iguales. Esa
equivalencia no existe porque arriba y abajo serían, en el mejor de los casos,
categorías sociales, mientras que izquierda y derecha lo son políticas y los
conceptos no son trasladables ya que no se da una correspondencia directa entre
un tipo y otro de instancias.
2)
“Pobres y ricos”:
Cabe decir sobre esta segunda dualidad algo muy parecido a buena parte de lo ya
expresado para arriba y abajo. Enmascara, de nuevo, los motivos de esa pobreza
y riqueza: la propiedad privada de los medios de producción y la relación
desigual que se produce entre empresario y trabajador bajo el capitalismo
porque enfatiza un hecho, el ser pobre y el ser rico, como realidades sin causa.
Al no aludir de modo directo al
origen de la pobreza o de la riqueza cabe preguntarse si la riqueza es
igualmente injusta en todas las circunstancias. ¿Es lo mismo la riqueza que
nace de unas relaciones de producción que, bajo el capitalismo, siempre
entrañan la explotación, que la proveniente de la herencia o de los caprichos
de la fortuna (juegos de azar)?
Parece que la herencia, incluso
en los casos en los que el origen de la riqueza sea la propia explotación, no
cabe calificarla de igualmente inmoral por parte de quien la recibe que por
parte de quien la acumuló, a menos de que el heredero continúe ejerciéndola. Es
obvio que el heredero contrae con la herencia una responsabilidad moral -acepte
esa responsabilidad o no- cuál es el origen de su nueva riqueza (la explotación
citada, el crimen, el tráfico de armas, personas, drogas,...) pero no entraña
el proceso de acumulación de la fortuna sino su recepción.
No son exactamente lo mismo una u otra. Cierto
es, y éste es un asunto muy notable desde una perspectiva de emancipación e
igualdad entre los seres humanos, que la
herencia es esencialmente injusta por cuanto que perpetúa la propia desigualdad.
El acaudalado siempre donará una herencia muy superior a la persona de renta
baja. En cualquier caso, el rico heredero no se convierte en explotador en sí
mismo si él a su vez no dedica esa herencia a perpetuar el mecanismo de
producción empresarial de la misma.
En el caso de quien se ha
convertido en rico, pongamos por caso, a través de alguna forma de lotería, es
obvio que aquí no hay explotación y que, en consecuencia, en términos morales
no es lo mismo que un empresario rico.
Por este lado, parece que
tampoco los conceptos pobre y rico ayudan en absoluto ni en términos
explicativos sobre el origen de la riqueza/pobreza ni en términos morales
acerca de la misma.
Desde esa condición de foto
fija que da la dualidad pobres-ricos hay algo reaccionario en la cultura que se
mueve alrededor de ambos conceptos. En el campo connotativo de la pobreza
entran otros términos como caridad, humildad y viejos refranes conservadores
del tipo “siempre ha habido pobres y ricos y siempre los habrá” o del
"arrímate al que tiene que por lo menos no te pedirá".
Pero es que además la dicotomía
pobres y ricos plantea un manejo desventajoso desde una perspectiva de
izquierdas porque activa el mecanismo defensivo del discurso de la derecha
sobre “la envidia igualitaria” hacia la riqueza y la responsabilidad (culpa)
personal del “pobre” respecto a su condición, a su éxito o a su fracaso. De ahí
que, en realidad, hablar de pobres y
ricos, en lugar de resultar explicativo es una idea que opera en connivencia
con el estatu quo capitalista.
(Continuará)
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