3) “Casta política”:
La expresión tiene su precedente en la de “clase política” elaborada por los
teóricos prefascistas italianos Gaetano Mosca y Vilfredo Paretto, a quienes
Mussolini nombró senadores vitalicios.
Uno
de los primeros voceros del concepto de casta política fue el periodista Enric
González, que el 25 de Mayo de 2007, pocos meses antes de que detonara la
crisis capitalista mundial, escribe en El País -un periódico poco sospechoso de
izquierdismo- un artículo titulado “La República italiana, en caída libre”.
Llamativamente el neopopulismo de tendencias reaccionarios de Beppe Grillo y el
M5E fueron notablemente influidos desde sus orígenes por el libro al que alude
el citado artículo: “La casta”.
El
señor Enric González parece haberse resituado aún en una mejor plataforma
periodística para defender sus ideas políticas ya que ahora escribe desde “El
Mundo”. En uno de sus últimos artículos expresa desde este medio su simpatía
por Podemos, gran difusor actual de la teoría de la “casta política”, que este
partido recoge, a su vez, del 15M.
Es
indudable que en la política institucional existen enormes y numerosos casos de
corrupción, abuso de poder, eternización en cargos políticos, y otros síntomas
de esclerotización de la vida política y la representación institucional.
¿Quién duda de que la puerta giratoria de la política a los consejos de
administración de las grandes compañías con grandes sueldos es una cuestión que
irrita sobremanera a quienes están padeciendo las consecuencias de la crisis
económica?
Pero
¿tiene sentido que el tema de la “casta política” sea el asunto central de un partido que dice que hay que superar la
dicotomía terminológica izquierda-derecha y que, cuando le zurran la badana en
las redes sociales y en un sector de la opinión pública más formada e informada
y de izquierdas, se reivindica de ésta? Sí, si lo que le importa, en realidad,
es limitar su acción política a la reforma de lo institucional ¿Debe serlo en un
contexto social de 6 millones de parados, más de la mitad de ellos menores de
30 años, gran parte de ellos de larga duración y que han agotado sus
prestaciones de desempleo. ¿Debe serlo en el marco de un proceso de regresión
de los derechos laborales, de los salarios, de las conquistas de la clase
trabajadora sin precedentes?
Sin
duda debe serlo,...siempre que lo que se busque no sea tanto la “regeneración”
-concepto con algunas connotaciones ultraderechistas en la historia de España
de principios del siglo XX- como la voladura del actual sistema de partidos, si lo que se busca es un quítate tú para
ponerme yo.
Podemos
entró con el tema de la casta política en la carrera electoral generalizándolo
desde sus redes sociales al conjunto de la representación institucional, sin
matizar. Sus fervorosos y agresivos fieles en las redes sociales incluían en
ella a partidos con los que a partir del día siguiente de los resultados
electorales empezaron sus dirigentes a decir que sería bueno converger (IU). A
los pocos días tanto Monedero como Iglesias como el eurodiputado liebre,
Jiménez Villarejo, puesto en las listas para darles lustre y tirón entre el
votante de mediana edad y que acaba de anunciar que cede su puesto al siguiente
de la lista -viva la ética política- ya
incluían al PSOE, siempre que "haga cambios profundos" -¿cuáles?-,
pero a la vez matizaban y circunscribían luego la casta política al PP y al
PSOE. Hasta que el señor Monedero, hombre del aparato de Podemos, jalea a las
bases para que sigan hostigando a la organización a su izquierda -no por
demasiado, todo hay que decirlo-, IU (a la que Podemos copió su programa de las
elecciones europeas) , diciendo aquello de “un sector de Izquierda Unida se ha
hecho régimen” . Si lo sabrá él que, cuando ejercía de asesor aúlico de
Llamazares, entonces coordinador general de IU, ayudó a casi hundirlo,
poniéndolo a las órdenes del zapaterismo.
Estos
vaivenes respecto a los límites de las organizaciones que conforman la casta
política son una mezcla de improvisación, aventurerismo, falta de planteamiento
estratégico y de cohesión en el discurso, parcheo sobre la marcha y oportunismo
por parte de un grupo de jóvenes profesores universitarios, y de un partido que
no se comía ni una rosca antes del invento de “la cosa” -Izquierda (Anti)
Capitalista- con una desmedida ambición de pasar a ser parte de ella.
Ya
se comporta como tal. ¿O es que no son tretas de casta, siempre según las
categorizaciones de la misma que hacen estos “indignados” del partido que ya
les representa, el presentar a un anciano a unas elecciones a sabiendas de que,
una vez logrado el tirón electoral que su adorno en la lista de las europeas
pudiera depararles, permitir que se retire, para dar paso al siguiente? ¿Eso no es engañar a los electores?
¿O
es que no es un comportamiento propio de esa casta de la que tanto hablan que
el cabeza de lista de Podemos, una vez elegido europarlamentario, diga que no
descarta presentarse a las generales en 2016, cuando todavía le quedarán 3 años
como europarlamentario? ¿Eso tampoco es engañar a los electores?
¿O
es que pretende que creamos que no serán parte de lo que este partido llama
“casta” sus europarlamentarios en una sociedad en la que no todo el mundo puede
ser, en realidad, elegido, que no compartirá parte de la información
parlamentaria que no nos llegará, que el trato dado a sus miembros electos será
el mismo que el dispensado a cualquier persona común?
¿O
es que no es coquetear con la casta decir, como hizo el amigo Jiménez Villarejo
recientemente, que contemplan sumar al PSOE a su frente amplio de izquierdas si
hace “cambios profundos” que no especificó?
¿Y
díganme si no es una actitud de casta, pero de las de verdad, no simplemente
política, sino de las que nos llama gilipollas al resto de los mortales que-no-somos-científicos-del
CSIC-como-él, la prepotencia de jovencito soberbio de Pablo Echenique,
eurodiputado de Podemos, de decir no sólo que es partidario de la
experimentación con animales y llamarnos anticientíficos por este motivo a los
que desde la izquierda lo rechazamos?
Estos
jovencitos universitarios de Podemos, sobradamente preparados porque son la
generación más preparada de la historia, son tan impertinentemente fatuos que a
uno le hacen pensar que en algo hemos fallado sus mayores a la hora de transmitirles
no ya el hilo rojo del pensamiento de la izquierda sino la modestia necesaria
que ayuda a no comportarse como botarates. Esa arrogancia la pagarán muy
pronto, mucho antes que el clan de la tortilla del amigo IsIdoro, de cuyo
partido juegan a ser recambio.
Por
otro lado, estos politólogos -¡cómo les gusta pavonearse de serlo!- debieran
plantearse si el concepto “casta política” es muy científico porque las castas, para serlo, son hereditarias.
Se pertenece a ellas por nacimiento y
son inmóviles y rígidas. A lo que ustedes llaman casta política se entra
-es cierto que no se suele salir-, no se nace en ella, no es hereditaria más
que en parte -como ascenso social derivado de las facilidades de acceso que da
ser hijo de don fulano o de doña zutana- y no es una como estructura estamental
rígida y cerrada porque fluctúan sus componentes y la proveniencia de los
mismos.
(Continuará)
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