sábado, 21 de diciembre de 2019

LA AMENAZA QUE INVENTAN CADA DÍA


Un hombre  de unos cincuenta años pasaba por la plaza de mi pueblo mientras hablaba por teléfono. Parecía tener una conversación muy animada y cuando pasó a mi lado le escuché decir: a mí me da mucho más miedo lo que dice el de Podemos. Después dijo algo así como dictadura comunista. Miedo. Dictadura. Comunismo.

La derecha recupera el comunismo como amenaza, como elemento subjetivo que moviliza en contra. El análisis ajustado a lo que está sucediendo se anula pronunciando una de las palabras más temidas para las personas que votan a la derecha. Comunismo. No saben qué es pero la palabra está llena de significados. La bajada de impuestos es comunismo. La defensa de lo público es comunismo. El laicismo es comunismo. La II República española es comunismo. Si ademas lo unes a separatismo juntas dos asustaviejas temibles.

El preacuerdo alcanzado entre el PSOE y Podemos ha revolucionado a la derecha. La nueva socialdemocracia, representada por los pesoístas, y la vieja, representada por los podemitas, se han convertido en una alianza comunista dirigida a destruir España. Ninguno de los 10 puntos que recoge el preacuerdo es una amenaza pero si lo adjetivamos como 10 puntos comunistas se convierten en un ataque frontal a la idea conservadora de España. Entonces hablamos de enemigos de España, fraude electoral, extrema izquierda, recetas social-comunistas, frente popular, crispación social o desgobierno. 
      
La realidad es que las medidas, que están por desarrollar, vienen a reforzar el estado de bienestar de naturaleza socialdemócrata como combatir la precariedad del mercado laboral y garantizar el trabajo digno, estable y de calidad, proteger los servicios públicos, como la educación la sanidad pública y la atención a la dependencia o el blindaje de las pensiones. Todo suena muy peligroso.

La derecha mediática y política sabe qué tecla apretar para convertir unas ideas poco desarrolladas en una amenaza. De repente la simple idea de justicia social se transforma en agresiones fiscales a las clases medias.

Nada de esto es nuevo, por supuesto. Lo que es novedoso es la posibilidad de un gobierno de coalición entre dos fuerzas socialdemócratas, una más escorada hacia la derecha y otra hacia la izquierda. La derecha reacciona ante la pérdida de poder de la manera que sabe. A principios de siglo organizó el tamayazo en la Comunidad de Madrid y concedió licencias de TDT a corporaciones amigas para iniciar una guerra mediática descarnada que configuró el actual análisis marciano de la realidad de medios como Libertad Digital o OkDiario. El hiperbólico Eduardo Inda escribe en un panfleto “Esto es un proceso revolucionario que los comunistas [están] mandando tanto como en el 36”. Ni en 1936 mandaban los comunistas ni ahora pero qué les importa.

1936 está muy presente en el imaginario de la derecha reaccionaria. Sus actuales alusiones al Frente Popular y al comunismo les permite situar mentalmente a sus votantes en una época en la que se produjo un levantamiento militar armado y una guerra civil. El relato está trillado. El levantamiento militar fue provocado por la deriva izquierdista del gobierno republicano y la [inexistente] amenaza comunista.

Esta versión derechista, falsa e interesada, sirve en la actualidad para que se sientan amenazados y temerosos del preacuerdo entre el PSOE y Podemos. La lógica les lleva a pensar que esta nueva coalición derivará en un desastre político, económico y social. Por eso el señor de unos cuarenta años le da miedo lo que dice Podemos y habla de una dictadura comunista. Es una paranoia política que omite, como en el caso de un paranoico, su responsabilidad en la construcción de una realidad amenazante.

Si se puede denominar a alguien guerracivilista es a la derecha reaccionaria. Su desequilibrado análisis de la realidad no es vivido como una invención sino como una creencia cierta. En sus acciones les reconoceremos. Mientras, el irrelevante partido Ciudadanos propone un acuerdo entre el PP y el PSOE ante el horror que plantea Pedro Sánchez. El preacuerdo no es definido como un documento legítimo entre dos fuerzas políticas sino como un horror. 

El mensaje va dirigido a las tripas. Tiene la intención de movilizar emocionalmente y bloquear el pensamiento. Las tripas son las que han llevado a votar partidos como VOX. La reflexión, el análisis y la emoción en equilibrio son sustituidos por las tripas, el actuar desde las entrañas. Así nos sitúan en un escenario de crispación social, el que profetizan ante la posibilidad de un gobierno indeseado. Esta es su manera de manipular a sus votantes.

En el caso de que este gobierno se conforme no habrá una amenaza comunista ni será de extrema izquierda. Será un gobierno más, enmarcado en una democracia liberal, una monarquía parlamentaria y un sistema capitalista que, al menos de manera intencional, buscará suavizar los filos cortantes del capitalismo. Es decir, un gobierno socialdemócrata.

No se preocupen señores de la derecha. La propiedad seguirá en manos de las élites. Las decisiones las tomarán los de siempre. No se cambiará nada que los organismos financieros y económicos internacionales no quieran. Igual tienen que pagar más impuestos, sí, pero ya les dirán sus asesores cómo saltarse las normas. Los comunistas seguirán siendo esos seres mitológicos que solo sirven para asustar a los niños, además de comérselos. Y la revolución… esperen sentados.

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