jueves, 26 de julio de 2012

ALMAS VÍRGENES DE LA IZQUIERDA


13 almas vírgenes de la izquierda


Para mi nieto Olmo, nacido el 11-11-11

“Decidles a esas almas vírgenes de la izquierda que se enfaden y que nos critiquen, que nos critiquen cada día, pero que el 20 de noviembre acudan a votar en defensa de la educación de sus hijos.” Estas son las palabras atribuidas a Alfonso Guerra en Dos Hermanas, Sevilla (Cádiz para Rajoy) y recogidas en un artículo de Rafael Simancas publicado por Tribuna Socialista, que he vuelto a releer hoy para preparar mi estudio sobre la derrota del 20-N, y no he podido evitar sentir una profunda pena y decepción. El texto hacía una reflexión al pragmatismo, invitaba a la izquierda del PSOE, tanto a los que están fuera del partido en otras formaciones como a los socialistas más críticos y enfrentados con las políticas “anti-crisis” del gobierno, a hacer un esfuerzo más y plegarse a las demandas de Alfredo Pérez Rubalcaba. Era sin lugar a dudas un argumentario destinado a militantes y concienciados.

Los militantes socialistas difundimos esas propuestas, les dimos carta de derecho y las adoptamos como nuestras. Somos conscientes de que los errores y los éxitos en este Partido se reparten por igual, aunque no todos tengan las mismas posibilidades.

Hoy por hoy, la llegada del Partido Popular al gobierno ha marcado claras diferencias con el modelo que hemos conocido hasta ahora. Muchos de sus hipotéticos votantes en esa reflexión absurda y creada de que los cambios simplemente por ser cambios arreglan o mejoran la situación, han sellado la salida conjunta a la crisis. Los que se “sumaron al cambio”, lo hicieron en gran medida con la vana esperanza de retornar a esa nube de algodón que supuso el boom inmobiliario. Trabajadores que buscan volver a percibir grandes sumas en dinero negro de la construcción, gente que sólo ansía gastar y consumir bajo criterios insostenibles y por qué no, reciclar poco, que la gasolina baje de precio y a ser posible, pagar poquitos impuestos. Es la ley de la selva, el más grande gana. Pero esos comportamientos no son materia a criticar; ¿Quién renuncia a esas tasas de bienestar y despreocupación? ¿Quién renuncia a casas, coches o créditos baratos que ya pagará? Nadie. ¿Qué persona está dispuesta a vivir peor en pos del común? Cada día menos, seamos realistas.

“El que más pueda, que más haga” braman las tertulias neoliberales. Cada día ese mensaje cala en mayor grado y eso, sin lugar a dudas, es el fracaso más grande de la izquierda en los últimos 50 años. Perder a los ciudadanos que durante años intentaron defender esa plaza. Ahora le pedimos a quien ya de por sí soporta cargas familiares, precariedad laboral, bombardeo publicitario y acoso de la burocracia que confíe en nosotros. No podemos exigir al soldado en el frente que no fume. Sin embargo eso tiene remedio y para que llegue, vamos a tener que desterrar frases como la dicha por Alfonso Guerra al inicio del mitin de Dos Hermanas.

Algunas de esas almas vírgenes de la izquierda a las que se refirió el compañero Guerra, son las que han mantenido vivo el compromiso “histórico” de la izquierda con la sociedad. Normalmente, cuando se utilizan este tipo de adjetivos a algunos lectores se les levanta el vello del brazo mientras braman en contra de la ortodoxia, de los viejos valores y del atraso que suponen esos “trasnochaos” que hablan de Marx, de Banca Pública o de poner coto a la especulación de la vivienda. Son víctimas de la falsa seguridad que da mantenerse en la clase media y que quizás, no ven que la paz social será insostenible para sus hijos si no consiguen estabilidad laboral y seguridad social digna.

Esas almas vírgenes, forman parte de la columna vertebral de todo el abanico ideológico de la izquierda, mantienen la relación con los movimientos sociales, trasladan actividades a la ciudadanía, salvan la cara a los sindicatos en las manifestaciones y sufren día a día la precariedad que tratan de combatir confiando en las instituciones. Son los verdaderos artífices de los éxitos y los principales afectados por la precariedad.

En esto, los militantes socialistas principalmente, hemos demostrado una vez más que somos capaces de resistir a cualquier bombardeo. Ante el paro, los recortes, el mal ejemplo o las bravuconadas, hemos sabido mantener su espíritu intacto a sabiendas de que este partido representa más. Hemos sabido entender, bastante mejor que Rafael Simancas (perdóname compañero), que el proyecto socialista de Rubalcaba intentaba poner freno a gran parte de esos desmanes y digo que lo hemos entendido mejor que él, porque sufrimos cada día en los barrios, en los puestos de trabajo, en los pequeños pueblos o incluso entre nuestros familiares más jóvenes una crítica brutal ayudada en parte por la maquinaria neoliberal (sí, dos términos “trasnochados” más; neoliberal y capitalista) de medios de comunicación, publicidad, cine, etc. Pero sin embargo, continuamos dando la cara con mayor o menor éxito siempre que arrecia el temporal y se escucha en la barra de un bar, en una reunión de empresa o en la tienda de la esquina, alguna crítica contra el gobierno socialista y su herencia.

Es por eso que quien, además, ha sido considerado por muchos precisamente como eso, un alma virgen de la izquierda, el compañero Alfonso Guerra, nos ayudará a conseguir apoyos sumando en lugar de menospreciando una vez más a los que decidieron moverse aunque no salieran en la foto. Esa suma viene por explicar a la ciudadanía que con lo que se hizo se evitó, no la quiebra de la economía, sino la destrucción de la misma por parte de agentes externos a los que nosotros mismos toleramos ese poder que ostentan.

Yo personalmente, no he descartado la batalla, ni he dado nada por perdido. La militancia demanda cambios en la dirección de las políticas y la izquierda mundial demanda unión. De nada sirve ya quedarse en el centro, todos sabemos que hay demasiado peso en la derecha. La pax política que ha dominado la tónica hasta ahora y la continua cesión de derechos por parte de los trabajadores nos ha arrastrado a una crisis de identidad e imagen que sólo nosotros mismos podemos corregir. El famoso PPSOE es un trágico ejemplo, que cada día cunde más. Vamos a dar la batalla, pero para eso también deberemos contar con las almas vírgenes y ponerlas en valor. Cuando carga la caballería, suelen ser las primeros que sujetan las lanzas.


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