En
el contexto de la operación Púnica -la trama de consecución de contratos
públicos a cambio de comisiones, capitaneada por Francisco Granados-, Rosa Díez
le espetó a Mariano Rajoy que la corrupción podría ser como el ébola de la
democracia. Tiene su gracia que UPyD se erija en azote de esta lacra que todo
lo ensucia, si tenemos en cuenta que dentro de la formación magenta han surgido
todo tipo de críticas, relativas a su liderazgo narcisista y despótico,
implacable con las voces disidentes. Hay que recordar, entre otras polémicas,
que los orígenes de este partido progresista y no nacionalista están manchados
igualmente por la sombra de la duda. Según informaciones publicadas en El País
, el 31 de enero de 2013, la plataforma Basta Ya, germen de UPyD, pudo ser
financiada con dinero proveniente de la contabilidad B del Partido Popular.
Nos
podríamos entretener un buen rato en el ejercicio de desmontar la imagen
impoluta que pretende vendernos pero en algo tendremos que darle la razón a la
exdiputada socialista: tal y como sostienen buena parte de expertos en la
cuestión, si no se toman las medidas adecuadas, la corrupción es altamente
contagiosa.
La
subcultura del soborno, la prevaricación, el nepotismo, el tráfico de
influencias, el enriquecimiento ilícito y, en general, del abuso de autoridad,
está fuertemente arraigada en España, un país de larga tradición caciquil, en
el que las artimañas oscuras del poder se transmiten fluidamente de generación
en generación.
Uno
de los casos más espeluznantes, a la par que interesantes, de los conflictos
internos que se fraguan en las altas esferas lo encontramos en la muerte a
tiros de la presidenta de la diputación de León, Isabel Carrasco, el pasado mes
de mayo, desaparecido, por cierto, como por arte de magia de los medios de
comunicación. La frustración de las ansias de trepar y la condena al
ostracismo, condujeron a una madre y a una hija a poner punto y final a la vida
de su odiada contrincante, compañera de filas del mismo partido. En el puente
donde fue asesinada se podía leer una reveladora inscripción sobre el contexto
sociocultural en el que ocurrió el crimen: “Aquí murió un bicho” recomiendo la
lectura del artículo del periodista Jesús María López de Uribe, Isabel Carrasco
y el León maquiavélico, publicado en la revista Tinta Libre, en la edición de
julio-agosto.
Es
imposible dejar de mencionar a los hermanos Pujol Ferrusola, paradigmas de la
relación de la delincuencia de cuello blanco con los lazos de sangre. Sería un
auténtico reto encontrar un solo miembro de la famiglia que no fuera experto en
gestión de turbias transacciones bancarias o en coacción de empresarios, entre
otras turbias competencias.
Últimamente,
hemos conocido otro caso de contagio intergeneracional cuando nos hemos
enterado de las pintorescas aventuras del joven de veinte años Francisco
Nicolás Gómez Iglesias, conocido con el apodo de pequeño Nicolás en la prensa, y
como Marqués de Prosperidad en el humilde barrio de Madrid de donde procede. La
mayoría de tertulianos de los mass media lo han presentado básicamente como un
aprendiz de conseguidor que cameló a todo el mundo con su tremenda picardía.
Dada la lógica interna de las tramas ilegales, sería toda una rareza que se
subvirtieran las relaciones de vasallaje, clientelismo y protección, para
permitir que alguien actuara de una forma tan anárquica y desenvuelta, al
margen de las triquiñuelas de los veteranos.
Sin
la protección de algún pez gordo de la élite política o financiera parece
imposible concebir que semejante pardillo reuniese los ingresos, los contactos,
la infraestructura y los privilegios de los que gozaba para llenarse los
bolsillos.
Por
mi parte, más bien apostaría por suponer que, finalmente, la falta de madurez
le impidió cultivar la necesaria fría previsión que se requiere para robar el
dinero de los demás. A través de una ridícula fabulación como supuesto miembro
del CNI y una chulería tan poco elaborada no se puede llegar muy lejos. Para
ser Eduardo Zaplana no hay que finalizar ninguna carrera, es cierto, pero se
requiere una mínima racionalidad para que los negocios no se te escapen de las
manos.
Otro
aspecto destacable en la trayectoria de este muchacho es su afiliación a las
Nuevas Generaciones del PP, así como a FAES. Detrás del escaparate de los
valores excelsos promovidos en estas canteras de futuros dirigentes, se
persiguen unos objetivos que, a juzgar por los casos que conocemos cada día,
tienen muy poco que ver con lo que debería ser noble arte de gobernar
.
Así
las cosas, podemos imaginar que el joven Francisco Nicolás escogió un entorno
adecuado, que le permitió su escalada hacia el estilo de vida del típico
corrupto chabacano, que tanto codiciaba, a través de un sencillo proceso de
aprendizaje por observación.
Si
tenemos en cuenta que la mayoría de saqueadores salen indemnes de su actividad
delincuencial, entendió que el negocio podía salirle redondo. Pocos castigos y
múltiples recompensas. ¿Quién querría alejarse del riesgo y abstenerse de
escapadas en yate, coches de alta gama y hoteles de lujo? Si se siguen
promoviendo medidas como la amnistía fiscal de Montoro y, al mismo tiempo, se
cierra el grifo de los recursos para que la Justicia investigue las redes
mafiosas, tendremos aseguradas camadas de Nicolases por decenios.
Los
códigos éticos son bien decorativos pero en ausencia de medidas estructurales
serias para atacar de raíz las prácticas deshonestas, nunca lograremos salir
del lodazal de la corrupción. De momento, parece que todo el mundo tiene las
recetas muy claras. El problema siempre radica en ponerlas en práctica con
éxito. ¿Podremos o no podremos?
Toma
la pasta y corre dijo el personaje de míster Allen. Tomaron nota. No se salva
(casi) nadie. Ni la Casa Real borbónica (¡hasta los cimientos si existieran!),
ni los dos partidos que se han ido turnando en el poder (no hablo de todos sus
militantes) con las organizaciones más próximas, ni ex presidentes de la
Generalitat, ni ex presidentes y presidentes de grandes multinacionales del
fútbol, ni ex presidentes de grandes corporaciones bancarias o de grandes
organizaciones empresariales, ni numerosos alcaldes y regidores, ni destacados
miembros del aparato judicial. Largo etcétera. La corrupción, la impiedad, el
clasismo, el elitismo, el desprecio de los más desfavorecidos, la expropiación
de los bienes comunes está generalizada.
La
trama, que diría Manolo Monereo, tiene tentáculos por doquier, por todos los
rincones del país. ¡Que se vayan, que se vayan todos! ¡Fuera, fuera! No hay
otra, no hay más, no podemos aguantar más.
Por
si faltara algo: Esperanza Aguirre, quien según parece volvió a mentir a la
ciudadanía negando relaciones con alguno de los alcaldes implicados en esa
nueva trama de corrupción, la presidenta que nombró a Francisco Granados como
alto cargo (llegó a ser vicepresidente) de sus gobiernos, trabaja (¿trabaja?)
como caza-talentos. ¡Como caza-talentos…! y en una empresa catalana.
Es
la España, incluida Cataluña, sin exclusiones, que hiela el corazón. Machado
nos advirtió hace décadas de ella. ¡En qué manos estamos! ¿En qué manos
deseamos? ¡En nuestras propias manos! ¡Que se vayan, echémosles!.
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