Hoy quiero compartir contigo amigo lector, que del
cabreo sordo que arrastro desde que gobierna el PP estoy pasando a sentir miedo.
La cuestión es que, al salir Jorge Fernández Díaz y su ángel Marcelo del
Ministerio de Interior, pensé que sin él
y con un PP sin mayoría, el nacionalcatolicismo
y la censura empezarían a remitir. Que en un tiempo más o menos breve,
se recuperaría un nivel soportable de
toxicidad nacionalcatolicista en las instituciones públicas y, a partir de ahí, con la libertad de
expresión como bandera, podría empezar a ser realidad eso de que el Estado español es laico.
¿Remitir
el nacionalcatolicismo carpetovetónico español? ¡Qué error de cálculo el
mío! El tsunami beateril y rancio crece
por días. La mezcla entre la febril promoción turística de territorios,
ciudades, pueblos y hasta caseríos, en las que todo vale; las ansias por rivalizar y protagonizar
eventos festivo-religiosos -romerías, procesiones, festividades patronales,
etc.- por cierto, todos financiados de
una manera u otra con dinero público; el auge en suntuosidad y despilfarro de
las celebraciones religiosas particulares –primeras comuniones, bodas y hasta
entierros; y el protagonismo de la institución eclesial católica en lo público
–ejército, prisiones, escuelas, hospitales,
ayuntamientos, gobierno, etc.etc. no es que no decaiga, sino que se
incrementa y envalentona más y más.
Por
ejemplo, de un tiempo a esta parte las procesiones no sólo son en la Semana
Santa. Ahora, denominadas salidas extraordinarias, cualquier fin de semana las
procesiones ocupan calles, cortan el
tráfico, salen con sus bandas de trompetas y tambores. Montan su auto
sacramental y todo el mundo a comulgar con ruedas de molino ajenas.
Las
procesiones, aunque me incomodan, no me
dan miedo. Sólo me incomodan. Lo que me empieza a dar miedo es la mezcla entre
beaterio, que no de cristianismo, Ley
Mordaza y el artículo 525 del Código Penal. En mi opinión en este aumento del nivel de toxicidad
nacionalcatolicista tiene un papel destacadísimo la institución judicial. Si es
verdad eso de que la justicia es uno de los tres pilares en que se sustenta
todo Estado de derecho que se precie, el Estado español está en riesgo. Entre
el mamoneo que se trae el Partido Popular con el sistema judicial y el
comportamiento de la judicatura misma el tercer pilar del Estado español dura
tres telediarios.
Los
casos judiciales por temas relacionados con la religión católica se
multiplican. Entre los últimos el “Juicio a un joven de Jaén por difundir un
fotomontaje con su cara y la imagen del cristo de una hermandad”. La fiscalía
imputa a Daniel un delito contra los sentimientos religiosos por la “vergonzosa
manipulación del rostro de la imagen” de la Hermandad de la Amargura. “El
montaje demuestra un “manifiesto desprecio y mofa hacia la cofradía con
propósito de ofender” según la fiscalía”. El joven se enfrenta a una sanción de
2.160 euros y hasta 180 días –seis meses- de privación de libertad si no hay
impago.
Todos recordamos el juicio contra Rita Maestre
acusada del delito de ofensa a los sentimientos religiosos o el de cantautor
Javier Krahe, juzgado y absuelto en 2012 por unas imágenes grabadas en 1977 en
las que explica a unos amigos “cómo cocinar un Cristo”. O el caso no tan
reciente –pero ahora archivado definitivamente por la Audiencia de
Navarra– del artista Abel Azcona por su
exposición “Desenterrados” en la que se podía leer la palabra “pederastia”
formada por hostias de comunión. O el
también conocido caso, ahora reverdecido por la Audiencia Provincial de
Sevilla, de “la procesión del coño
insumiso” en las que están encausadas tres mujeres. “Una parodia de las
procesiones de Semana Santa donde sobre el palio, en lugar de la virgen había
la imagen de una vagina cubierta con un manto. El recorrido festivo fue una
expresión contra la explotación y la precariedad de las mujeres en el Primero
de Mayo de 2014”.
La
Audiencia sevillana, después de que el juzgado archivase la causa al considerar
que no había delito ya que “no creer en
los dogmas de una religión y manifestarlo públicamente entra dentro de la
libertad de expresión” dicta un auto de procesamiento. Cual puñado de teólogos
sobrados de tiempo y telarañas, toda una Audiencia que debiera ser laica dentro de un Estado
laico, dice no está de acuerdo con el
archivo del caso y lo reabre. Y en su auto llega nada menos que a
establecer que la procesión supuso “un escarnio al dogma de la santidad y la
virginidad de la Virgen María”. ¡La santidad y virginidad de la Virgen María!
Claro
que ni jueces, ni juzgados, ni audiencias, entrarían en estas historias si no
fuese porque se hacen denuncias y existen fiscales que por ellos mimos o a
instancia de sus jefes interponen denuncias. Denuncias que, por lo
general, vienen, de grupos como, por
ejemplo, la Asociación Española de
Abogados Cristianos (AEAC) o de la propia Iglesia Católica Apostólica y Romana
de España.
La
AEAC fue fundada en 2008 con la finalidad de intoxicar, digo, “promover los
valores cristianos en el ámbito de la justicia”. Encariñados con el artículo
525 del Código Penal no hay día que no lo saquen a pasear. Claro que el hecho
de que haya gente encariñada con sus obsesiones
no significa que los jueces tengan que darles satisfacción.
Y
en esas estoy con mis miedos y viene la “nueva política” o, mejor,
los Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados (JASP) que la encarnan y le dan una medalla de oro a
una virgen. Y no contentos con darle la medalla porque “lo pide el pueblo”
(seis mil firmas en una ciudad de 120.000 habitantes) van y lo explican. Para que los trasnochados de siempre, los
incapaces de entender la “nueva política”, aquellas y aquellos “cabezas grises”
que les llenan los mítines y las urnas -pero que son unos nostálgicos pesados y
gruñones-, lo entiendan. Y escriben en los papeles y hablan en las emisoras los
pesos pesados de la “nueva política”, Monedero, Teresa y hasta el “macho alfa”,
el Sr. Secretario General Don Pablo Iglesias Turrión.
A
cada explicación dada más confuso y esperpéntico resulta todo. Cuando yo,
ingenuo de mí, creo que es muy simple: el Estado y todo lo que ello significa e
integra, debe ser laico. Y quien quiera que su hijo haga la comunión que se
entienda con la parroquia y quienes quieran pertenecer a una Hermandad e irse
al Rocío a gozar de la superstición, la manzanilla y la carne, que lo
haga. Y, por cierto, que pague una tasa para sufragar el coste que
dicho evento supone al erario público. Y el que quiera ponerse un capirote y
quemar cera en la calle para expiar sus pecados o desahogarse un poco en vez de
ir al psicólogo, que lo haga pero que alquile para ello el ferial o el
estadio. Y quien quiera una medalla
para su virgen que se gaste su dinero y se la ponga.
Señores
y señoras de la “nueva política” y demás adláteres y botafumeiros varios, como
dejó escrito León Felipe: “No me contéis más cuentos, que vengo de muy lejos y
sé todos los cuentos”.
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