Ante
la imposibilidad de formar gobierno desde el pasado 20-D, la repetición de las
elecciones generales el próximo 26 de junio supone una nueva oportunidad para
los partidos políticos que defienden un cambio real. Oportunidad que no debe
ser desaprovechada. Nos jugamos mucho. El momento es histórico y hay que estar
a la altura de las circunstancias.
Lo
acontecido estos últimos meses de transición desde las pasadas elecciones
generales del 20 de diciembre de 2015 es muy aleccionador. Podemos, IU y sus
aliados, además de hacer un gran esfuerzo para encontrar la fórmula que les
permita presentarse de manera conjunta en todo el Estado español, deberán
esmerarse en la campaña electoral. Tienen la coherencia y la razón de su lado,
pero tendrán en contra al resto de partidos prosistema y a los grandes medios
de “comunicación”.
El
sistema tiene realmente miedo y pondrá toda la carne en el asador para
desactivar, o por lo menos contener, el “fenómeno Podemos”. No es de extrañar
que incluso algunos políticos y “periodistas” que defienden el actual sistema
hayan abogado por no tener una campaña electoral o por acortarla todo lo
posible.
Los
mismos que llevan años cansando a la gente repitiendo sus habituales y
aburridos mantras ahora dicen que no quieren cansar a la ciudadanía, quienes
llevan décadas despilfarrando dinero (cuando no robando) dicen ahora que
quieren ahorrar costes, pero en verdad lo que les pasa es que saben que Podemos
y sus aliados tienen poderosos argumentos para emplear en la campaña, en la
cual pueden crecer notablemente en intención de voto.
Todo
dependerá de cómo sean capaces sus portavoces de defender sus argumentos y muy
especialmente de desenmascarar a sus enemigos políticos. Los dirigentes de
Podemos saben manejarse muy bien en los medios televisivos, pero no deberán
bajar la guardia ni confiarse en ningún momento. Cualquier error, por pequeño
que sea, y esto ya lo han podido comprobar en sus propias carnes, será
explotado al máximo por sus enemigos. Además de que nunca hay que olvidar que
todavía una gran parte de la ciudadanía está muy alienada y desinformada, está
presa del pensamiento único capitalista, de muchos prejuicios, del pensamiento
conservador de que más vale malo conocido que bueno por conocer.
Y
es que el PSOE va a tener realmente muy difícil defender su reciente actuación
en las “negociaciones”. Un partido que se declara de izquierdas pero en el que
algunos de sus personajes de más peso apuestan abiertamente por una gran
coalición con el PP. Un partido que dice ser de izquierdas y se echa a los
brazos de Ciudadanos, calificado por el propio Pedro Sánchez como la nueva
derecha, como las nuevas generaciones del PP.
Un
partido que dice ser socialdemócrata y se niega a intentar formar gobierno de
coalición con los partidos a su izquierda, que defienden esencialmente, al
menos por ahora, un programa económico socialdemócrata. Un partido que pacta
antes con la cuarta fuerza, a su derecha, pero que se niega a pactar con la
tercera fuerza, a su izquierda. Un partido que dice que Podemos es el que
impide un gobierno de cambio pero que cuando se reúne con sus dirigentes les
dice que no se puede más que retocar levemente el pacto hecho previamente con
la derecha. ¿No hubiera sido más lógico primero intentar pactar con Podemos?
Las
evidencias son abrumadoras. Sus muchos años de gobierno, sus actos, sus
contradicciones, le delatan: al PSOE le sobran la S y la O desde hace mucho
tiempo. Su pretendida regeneración es falsa. Este partido es el gran traidor a
las clases populares. Gracias a ese partido “socialista” se ha llegado al
actual estado de cosas. El régimen no sería posible sin el PSOE. ¡Ya es hora de
que la mayoría social le dé la espalda, le dé su merecido! Uno de los grandes
enemigos a combatir es el PSOE.
Nada
de lo acontecido estos últimos meses puede sorprender a quienes ya han calado a
ese falso partido de izquierdas, a esa derecha disfrazada de progresismo.
Pero
no es el único enemigo a combatir. Ciudadanos también va a tener muy difícil
defender su actuación de estos últimos meses. Ya sabemos en la práctica en qué
consiste lo que ellos denominaban el “cambio sensato”: evitar por todos los
medios posibles que Podemos y sus aliados lleguen al poder político, trabajar
todo lo posible para una gran coalición de PP, PSOE y Ciudadanos, es decir, ser
la muleta del viejo bipartidismo. Es el nuevo partido del IBEX-35. Sus hechos
le delatan.
La
“nueva política” de los Rivera y compañía consiste en que unas pocas personas
negocien secretamente y firmen solemnemente sus pactos sin, por supuesto,
consultar a sus bases. Quienes dicen defender una regeneración democrática no
quieren ni oír hablar de la democracia en sus propias filas. El “cambio
sensato” de Ciudadanos no es cambio, ni en el fondo ni en las formas.
El
“cambio sensato” de Ciudadanos consiste pues en coaligarse con los partidos de
siempre, en aplicar la misma, o peor si cabe, política económica, en cambiar
sólo algunas caras, para que en verdad nada cambie, más allá de algunos gestos
simbólicos.
Es
obvio que Ciudadanos representa un cambio falso, aparente, como el del “nuevo”
PSOE. Es la vieja política de siempre disfrazada de “nueva”. Podemos y sus
aliados tienen ahora más fácil poner en evidencia al partido de Albert Rivera.
Muchos votos que fueron a parar a Ciudadanos, al “cambio sensato”, que no tiene
nada de cambio, deben ir ahora hacia el cambio real.
Ciudadanos
nació, a nivel estatal, con el solo objetivo de engañar a la gente para
redirigir el voto desde Podemos hacia el nuevo partido de la oligarquía, para
que el cambio dé paso al recambio.
El
verdadero enemigo de Ciudadanos es Podemos, es decir, el cambio (real). En
nombre del cambio ellos combaten el cambio. En nombre de la democracia intentan
evitarla. Nada nuevo en verdad. La burguesía lleva haciendo esto desde hace
décadas. Sólo cambian las formas, los disfraces.
Por
consiguiente, yo pienso que ahora sí hay muchas posibilidades de desenmascarar
a los falsos profetas. Los hechos están a nuestro favor, “sólo” nos hace falta
ser suficientemente elocuentes en los debates públicos para que las abrumadoras
evidencias lo sean también para la inmensa mayoría social. La coherencia es
nuestra mejor arma. ¡Usémosla!
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