Poco
más de 4 años han pasado desde ese 15M sorprendente, embriagador, liberador,
que parecía propio de una alucinación colectiva, de un desatado tsunami que iba
a arrasar con todo hasta los cimientos y que iba a desterrar para siempre todas
las contradicciones que ponían en evidencia una democracia en descomposición.
En esos días prerrevolucionarios
de vino y rosas, de rabia y represión, las élites políticas se asustaban,
pues el miedo había cambiado de bando y una gran mayoría de españoles y
españolas salieron sin miedo a las calles a gritar lo que sólo se atrevían a
decir de puertas adentro.
Lo
paradójico de este nuevo escenario político es que los conservadores se
hicieron con una amplia victoria en las elecciones autonómicas y municipales que
luego culminaron en las generales, haciéndose con el poder político más omnímodo que ningún partido ha conseguido tener
durante la segunda restauración borbónica.
Sobre
este resultado producido en medio de una reacción política popular nada
conservadora poco aún se ha estudiado, aunque hay evidentes causas como la
pérdida de buena parte de la confianza de las bases del PSOE, la fuga de votos
de las desideologizadas clases medias hacia el PP y unas organizaciones
políticas a la izquierda del PSOE a las que les pilló a contrapié este
acontecimiento, por diversas razones.
Cuatro años después de una
demolición programada de derechos sociales, civiles y económicos,
con el “conforme” de organizaciones supranacionales antidemocráticas y la
tutela permanente de Bruselas, nos
encontramos de nuevo ante unas elecciones generales.
Mucho
han cambiado las cosas, es inopinable, pero lo cierto es que las élites hispanas han conseguido de
manera milagrosa reforzar su poder mientras el sistema, del cual son
arquitectas, sigue descomponiéndose. De ahí que la situación sea trágica,
angustiosa, terrorífica.
Bajo
estas premisas, es indignante lo que está ocurriendo en esta campaña electoral con
los debates electorales protagonizados por representantes de los partidos en
liza donde se censura la aparición tanto de Alberto Garzón, líder de “Unidad
Popular-Izquierda Unida”, como de Andrés Herzog, de UPyD, ambos partidos con
grupo parlamentario en esta última legislatura. Al parecer la explicación que
se da es la del resultado en las encuestas, como si estas sirvieran para dar o
quitar la voz a alguien y despreciar de manera indecente a los cientos de miles
de votantes que estas organizaciones políticas tuvieron y podrían tener.
Esto
es censura y manipulación de la peor especie aunque, a mi juicio, lo peor del
asunto es que ningún afortunado invitado a los diferentes “banquetes” haya
levantado la voz contra este indescriptible ataque a una democracia gravemente
enferma, ni siquiera un gesto de nobleza
por parte de las llamadas fuerzas emergentes.
Y
qué decir de las maravillosas modificaciones
en la Ley electoral protagonizadas por el gobierno de Zapatero y apoyadas por Pedro Sánchez, con el apoyo siempre
inestimable del PP y de CIU: el famoso voto rogado y los requisitos para la
creación de agrupaciones electorales.
El voto rogado
consiste en que l@s español@s expatriad@s, ahora mismo un gran número de
jóvenes, deben solicitar previamente el
derecho de voto antes de unas elecciones. Esto no parecería un problema
demasiado grande si no fuera porque l@s
residentes temporales, la gran mayoría entre l@s emigrantes que han salido
en los últimos años del país, tienen
sólo 7 días concretos para realizar una serie de trámites administrativos de
manera presencial en las oficinas consulares que, por supuesto, no están
precisamente en todas las ciudades. En definitiva, una verdadera gymkhana
diseñada para desalentar a los votantes y reducir el electorado en el exterior.
Tal es así el perverso desaguisado, que “Eldiario.es”
informaba el 29 de noviembre “que sólo un 6 % de los españoles residentes en el
extranjero tendrá la oportunidad de votar en las elecciones generales del 20D.
¡Y estamos hablando de más de un millón y medio de elector@s!
Otras
cosillas que afectan literalmente a la calidad de nuestra democracia son la
función de los medios de comunicación y la financiación de los partidos que
influye, guste o no, en su proyección mediática y en su capacidad de colocar su
relato de manera transversal en todos los ámbitos de nuestra vida.
No
hace falta explicar demasiado cómo anda el panorama periodístico español con
todas las cabeceras de periódicos en papel volcadas en un espectro que va desde
el centro-derecha de “El País” hasta la extrema derecha de “La Razón”. En
cuanto a las radios generalistas tenemos otro tanto, con la excepción de “La
Ser” que busca en sus espacios políticos a todas las voces de las diferentes
opciones para buscar una especie de pluralidad que sin embargo se le niega a la
izquierda en el resto de emisoras. Por último, qué decir de las televisiones,
en las que no voy a entrar por no extenderme en su permanente adoctrinamiento
neoliberal, todas ellas inclinadas, exceptuando La Sexta, hacia la derecha, cubriendo también las opciones nacionalcatólicas
y ultramontanas.
El
paisaje es evidente y aún más demoledor cuando comprobamos que la mayor parte de los grandes medios de
masas son propiedad de bancos y grandes fondos financieros que evidentemente
utilizan éstos como instrumentos para la persecución de sus intereses privados.
Y esto no lo digo yo, basta con leer las declaraciones del veterano periodista Miguel Ángel Aguilar en el “The New
York Times” por las que fue despedido de “El País”. Entre otras cosas afirmaba
que “Los periódicos están en manos de sus
acreedores y también en las del Gobierno, que ha convencido a los acreedores
que los periódicos deben mantenerse vivos en lugar de asfixiarlos bajo sus
deudas.”
También
sería interesante recordar, para terminar con este tema, el despido fulminante
de Pedro J. Ramírez en El Mundo por su investigación de la financiación ilegal
del PP; la desaparición por supuestos problemas financieros del diario Público;
las amenazas del Ministro de Hacienda del uso de la Agencia Tributaria para
“apretar” a periodistas poco amables con el gobierno; y , en última instancia,
la financiación directa y oculta del Partido Popular al medio digital de
extrema derecha “Libertad Digital”.
Y
sí, como no, la dichosa financiación
y toda la mancha sucia que deja el dinero allá por donde se arrastra. No hará
falta explicar lo que ello implica: si tienes más dinero que los demás
contrincantes tendrás muchas más apariciones mediáticas, producirás más
publicidad, comprarás los mejores espacios y te ubicarás en las zonas más visibles,
contratarás a más personas que te lo agradecerán eternamente, montarás
fundaciones, extenderás con más facilidad tu proyecto ideológico e incluso,
como ya hemos comprobado, te dará para comprar voluntades y extender tus
tentáculos creando relaciones de poder
.
Y
si además detrás de esta financiación está la banca el resultado es francamente
desastroso para el resto del país, pues la banca no da nada a cambio de nada.
Afortunadamente una formación política, PODEMOS, ha sabido arriesgarse y
confiar en los microcréditos que multitud de gente aporta, lo que asegura una
independencia de las decisiones que tomen sus representantes respecto al
principal enemigo de la democracia y sostenedor del sistema.
Pero claro si esas ventajas las consigues fuera de las
reglas del juego que le das al resto, estás acabando directamente con la
igualdad de condiciones y, por tanto, con la lucha legítima dentro y fuera de
las instituciones: si antes fueron los Filesa del PSOE, la Banca Catalana
de CIU o el caso “Naseiro" del PP, ahora volvemos a encontrarnos con la
misma flagrante realidad en forma del 3 %, de los ERE de Andalucía y de la
Gürtell. Los mismos partidos empeñados
en convertir la democracia en una gran farsa, con la connivencia de los
tribunales.
Seis
años desde el inicio de la instrucción de la trama Gürtell, cinco años de los
ERE fraudulentos de Andalucía, seis años del caso Noos con la monarquía en
medio de la trama de corrupción, tres años de operación pokemon y un fiscal
suicidado de por medio, con Blesa, Rato, Bárcenas, Pujol y dos presidentes de
Andalucía jugando al trile, unas fiscalías dedicadas a torpedear cualquier
investigación de corrupción que afecte al partido en el gobierno y
convirtiéndose en defensores de las elites imputadas, y un pacto entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy para paralizar el
inicio de estos juicios hasta después de las elecciones que afectarían a los
dos principales partidos en sus resultados electorales.
Todo
ello conforma un marco político que invita a la deserción, aunque quizás sea lo
que busquen. Sólo espero que los
observadores internacionales que han dado el visto bueno a innumerables
elecciones en Venezuela y que limpiarán la mancha de la sospecha tras ganar los
que deseaban, se pasen por aquí para que cuenten todos los votos, porque yo
de la canalla que maneja los hilos no me fío “ni un pelo”.
Ah,
y que nuestro particular Hombre Sabio, Felipe
González Márquez, deje ya de defender a los pobres presos políticos venezolanos
porque tiene curre en casa de sobra si es que los sindicalistas condenados,
los anarquistas sin habeas corpus y un tal Alfon se lo permiten: qué mejor
defensa que la de alguien que conoció a las mil maravillas cómo pasarse los
derechos humanos por el arco de triunfo que todo buen general se dedica a sí
mismo.
¿Y
aún hay alguien que no crea que los liberales son ahora mismo los mayores
enemigos de la democracia y de la libertad?