Paris
en estos días no es una fiesta, muchos desean que lo siga siendo como desafió a
los terroristas. París no se rinde, es una ciudad que ha sabido resistir, por
ejemplo resistió a los versalleses vendidos a los enemigos del país en tiempos
de la gloriosa comuna. Ahora la resistencia se hace de otra manera, se sale a
la calle, se ponen flores en los sitios castigados por los terroristas, las
velitas iluminan la ciudad de la luz, “La ville Luniere”, las terrazas y los
restaurantes se llenan de jóvenes que para mostrar que no tienen miedo beben,
cantan y bailan, también se abrazan y lloran.
Los
jóvenes han sido las victimas del terrorismo Parisino, iban a por ellos y 130
muertos no son pocos. Quedaran para siempre gravadas en nuestro recuerdo las
imágenes terribles de la noche trágica que vivimos sobrecogidos de terror, no
lo olvidaremos, esos jóvenes podían haber sido mis hijos o mis nietos, los
hijos y nietos de todo el mundo.
Por
las calles y plazas, en escuelas y
parvularios, en actos deportivos o culturales suena la Marsellesa. La
gente entona este himno vibrante para así dominar su angustia y mostrar que
juntos nada les da miedo.
La
marsellesa es el himno francés. Durante la Revolución francesa la patria estaba
en peligro, Francia debía proteger sus fronteras y los logros de una revolución
que empezaba, la Europa de los monarcas tiránicos no lo podía consentir, fue la
guerra de la libertad contra la tiranía.
Los
voluntarios de Marsella que salieron hacia Paris para incorporarse al ejército,
iban cantando la Marsellesa. Sus palabras son terribles, es una canción
guerrera. Los niños la cantan con sus caras angelicales pidiendo que la sangre
impura riegue los surcos, sus palabras son duras pero no hay que olvidar que es
una canción de libertad. Durante el régimen franquista estuvo prohibida en
España, como tantas otras cosas.
Muchos
dicen que los atentados del 13 noviembre son los peores de la historia de
Paris. Olvidan que en el año 1961, cuando la guerra de Argelia se acababa, los
argelinos que residían en Paris salieron a la calle en manifestación pacífica
para pedir la independencia de su patria, la policía cargo contra ellos.
Al
parecer a los policías se les había proporcionado bebidas para animarlos a la violencia.
El resultado fue más de 200 muertos, hombres, mujeres y niños, sin armas y sin
defensa. Los cuerpos de los asesinados por las fuerzas del orden fueron
encontrados colgados de los árboles y durante muchos días se vio los cadáveres
flotando en el Sena.
Los
periódicos nada dijeron de ello, nadie habló ni en radios ni televisiones y la
gente no atrevía a evocar estos hechos, crímenes contra la humanidad, eso es lo
que fueron y hasta hoy el silencio lo cubre todo. Deberían pensar los jóvenes
que entonan la Marsellesa que el fanatismo y el crimen no es la exclusiva de
los islamistas.
La
Marsellesa es un himno de guerra. Acompaño las guerras de Napoleón que
destrozaron Europa, también se cantaba en Marruecos, Argelia en el Vietnam y en
Siria, que fue protectorado. Países donde se quería implantar un imperio
francés, países de donde fue difícil desalojarlos y solo al precio de horribles
matanzas por parte de los colonialistas que entonaban su himno nacional para
animarse a la violencia. Un himno de libertad que se convirtió en cántico de
opresión.
Me
gustaría decir a los jóvenes que lloran los muertos que abran los ojos, que
miren a su alrededor para no ignorar quien son los culpables de la tragedia,
que se abracen, que se cojan de la mano y que cantando lo que en sus labios es
un cántico fraternal se dirijan hacia
los políticos que nos gobiernan y que les pidan cuentas de lo sucedido.
Que
les pregunten quien paga a los terroristas del Daesh, quien los arma, quien
compra su petróleo y quien protege sus caravanas de crudo que atraviesan el
desierto escoltadas por aviones y helicópteros norteamericanos.
Que
se denuncie a Arabia Saudita como el principal sostén del terrorismo árab. Hace
treinta años que arma a todos los asesinos, a todos los movimientos fanáticos
que ensangrientan Oriente y Occidente, sin olvidar toda África.
Que
se enteren del porque los países tales como Libia, Irak, Afganistán y ahora
Siria han sido destrozados, sumidos en la miseria y entregados a los fanáticos.
Allí
había gentes que querían vivir como nosotros, mostrar los cabellos las mujeres,
estudiar, vivir sin ser degollados, decapitados en plazas públicas, asesinados
a latigazos o quemados vivos. También se crucifica y se apedrea a las mujeres
hasta la muerte, a veces por haber sido violadas.
Los
jeques del petróleo los dueños de eso pueblos benditos de Ala y del petróleo
van a Siria para comprar esclavas sexuales que los del Daesh venden baratas, les
gustan sobre todo las niñas. Muchas mueren la primera vez que son violadas,
otras sobreviven para cuando ya no las desean acabar vendidas como prostitutas,
el tráfico de mujeres es una fuente de ingresos de esos fanáticos asesinos.
No
hay que olvidar y tener siempre presente que los muertos no son víctimas de una
guerra de religión, se trata de una guerra de petróleo.
La
religión no sirve más que para fanatizar a los asesinos y ponerlos al servicio
de los intereses de los poderosos. Para eso han servido siempre las religiones,
todas, se mata en nombre de Ala para que los imperialistas puedan apoderarse de
los países que les conviene.
Afgnanistan
era necesario para poder conducir a través de su territorio el petróleo y el
gas , también por esa razón se destrozó la antigua Yugoslavia, el pipe-line debía
pasar por allí.
Después
fue Irak, su presidente fue asesinado, era independiente y laico, se lo
merecía, luego Libia, también Kadafi fue asesinado, así no podría contar como
dio millones a el entonces candidato a la presidencia Sarkozy para su campaña
electoral.
Norteamérica,
Francia cada uno tenía su dirigente asesinado, Francia necesitaba otro. Fabius,
el ministro de asuntos exteriores francés necesitaba la cabeza de Assad, así se
la pedían sus amigos sionistas dispuestos a anexionarse parte de Siria: hay
petróleo en los altos de Golán.
Los
del Daesh esperaba los bombardeos para entrar en Damasco, así lo decían
públicamente diciendo a Fabius que no les hiciera esperar tanto. No se hizo.
Rusia se opuso, si no la bandera del grupo estado islámico flotaría en la
capital de Siria y Assad ya no existiría.
Obama
ha dicho estos últimos días que no daría más dinero a los terroristas, al
estado islámico, poniendo así de manifiesto con qué dinero se compran las armas
que nos asesinan.
Hay
que saber, no hay que olvidar. No olvidemos a nuestros muertos, cantemos
juntos, y cogidos de la mano vayamos hasta la Cámara de diputados donde los
elegidos del pueblo entonan el viril cántico que en sus bocas es un canto de
guerra, una guerra para poder de una vez repartirse Siria.
Cantemos
nosotros también la Marsellesa como himno de unión, unión de todos para pedir
que de una vez se deje de apoyar a los terroristas, se deje de engañarnos con
las mentiras mediáticas para justificar guerras. Gritemos el nombre de las víctimas,
de todas las victimas del terrorismo instaurado por el capitalismo y el
sionismo asesino. Hagámonos oír porque si no nos oyen seguiremos muriendo sin
remisión, adelante, cantemos todos la marsellesa.
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