lunes, 6 de octubre de 2014

CONCEPTOS DISOLVENTES DE LA IDEOLOGÍA DE IZQUIERDAS (Parte 5 y última)

6) Ciudadanos: Es otro concepto que actúa como disolvente del antagonismo de clase entre trabajadores y burguesía.

Pero es que además, por tratarse de un concepto universal -ciudadanos son todos y cada uno de los miembros de una comunidad poseedores de derechos y deberes. Desde usted, que está leyendo este texto, hasta los ciudadanos/as Emilio Botín, Esther y Alicia Koplowitz, Amancio Ortega, Florentino Pérez, la familia Entrecanales, José Manuel Lara (Corporación Atresmedia) y tantos otros- hace tabla rasa de la existencia de clases sociales en su interior.

El concepto ciudadanos es muy pertinente cuando se refiere a las relaciones de la persona con el Estado, sus instituciones.

Pero carece de sentido cuando alude a las relaciones sociales de producción entre esos ciudadanos. ¿Son acaso los ciudadanos los que hacen huelgas generales? ¿Los empresarios contratan a ciudadanos? ¿Los despedidos de una empresa son ciudadanos? ¿El antónimo de empresario/capitalista es ciudadano? No. La característica principal que define a todos ellos es ser trabajadores. Incluso la persona que busca su primer empleo lo hace en tanto que futura trabajadora, siempre que no lo haga como empresaria.

Cuando dos personas mantienen entre sí relaciones salariales, una de ellas como realizadora de un trabajo y otra como empleadora, la primera es trabajadora y la segunda empleadora.

Carece de sentido, por tanto, hablar de ciudadanos cuando, en lo que los pensadores liberales llaman “sociedad civil”, existen relaciones sociales de producción entre empleados y empleadores, entre trabajadores y empresarios. Y éstas son claramente desiguales.

¿Por qué, entonces se habla tanto de ciudadanos/as y apenas de trabajadores/as? Sencillamente porque se intenta ocultar que las sociedades están divididas en clases sociales, que esas divisiones son, en esencia, irreconciliables en intereses y hay un interés no explícito de dirigir las demandas sólo hacia la esfera de lo político y no de lo socioeconómico. O dicho de otro modo porque, en el actual contexto de la crisis capitalista, lo que se intenta es ocultar la auténtica fuente de la desigualdad, la explotación de unos seres humanos por otros y quiénes son los auténticos responsables del paro y la brutal transferencia de las rentas del trabajo hacia las del capital. El plano de lo político acaba por convertirse en el señuelo para evitar que se cuestione el de lo económico.

Todo partido, organización o movimiento que aluda al término de ciudadanos como el colectivo al que apela actúa desde un discurso de derechas, se autocalifique a sí mismo como quiera, porque ocultar la existencia de clases sociales y de la lucha de clases y tratar de que nos olvidemos de lo que sucede en el marco de la actividad económica es, de facto, justificar la opresión de clase.

Cuestiones finales:
Después de todo este paquete infumablemente largo -no sé escribir más corto si tengo mucho que decir- quizá diga usted, con razón: ¡colega, para hablar de la lucha de clases y de que en la economía se libra la batalla contra el capitalismo, podrías haberlo hecho más corto!

Muy cierto. Pero si uno pretende desmontar todo el conjunto de heces que buscan legitimar a través de su palabrería hueca el capitalismo, hay que decir algo de cada una más allá del consabido y conciso "no soy partidario" que suelen decir por el norte.

La ofensiva sin precedentes por acabar con la dualidad política izquierda-derecha tiene en la involución ideológica su más decisiva arma de destrucción masiva.

Los motivos fundamentales de que ello esté sucediendo, por encima de la ofensiva de la derecha en el pensamiento político, se encuentran principalmente en la izquierda.

La crisis de marxismo de la que éste aún no se ha recuperado, por mucho que Marx y otros pensadores marxistas hayan regresado con gran fuerza editorial, explica mucho del brío con el que los fundamentos del pensamiento de la izquierda están siendo atacados y del modo con el que se intenta negar la dualidad, primero de la terminología izquierda-derecha, después de su oposición histórica fundamental.
 
Hoy muy pocos teóricos políticos relevantes se consideran marxistas. En el mundo universitario esta corriente se encuentra en franca retirada y los pensadores marxistas actuales tienen un escaso nivel frente al de sus predecesores de hace tan sólo tres o cuatro décadas.

Aquellos supuestos marxistas que han sido puestos de moda por medio de editoriales, conferencias y aparatos ideológicos del capital lo son más bien de un marxismo esotérico (Žižek , Holloway,...), por no decir otra cosa, o bien están ya dentro de corrientes postmarxistas, lo admitan o no (Negri).

No hablemos ya del pedorreo que algunas corrientes políticas se traen con “pensadores” del tipo de Derrida, Foucault, Deleuze o Guattari, entre otros. La búsqueda de lo raro, lo incomprensible (apuesto a que la gran mayoría de sus fans no los entienden), “pour épater la bourgeoisie”,  no es más que la pataleta inocua del pensamiento middle class que se degrada cuanto más se aleja del “análisis concreto de la situación [y de la realidad] concreta”.

El caso contrario, el dogmatismo en el pensamiento que trata de encarcelar al marxismo en una colección de citas de autoafirmación para revolucionarios en horas bajas, lo ha esclerotizado, destruyendo su potencial transformador.

Por en medio, el gran grueso, del posibilismo, del oportunismo, del-llamémoslo-de-otro-modo-para-que-no-asuste-la-gente-porque-al-fin-y-al-cabo-hablamos-de-lo-mismo, no es otra cosa que la forma vergonzante y ultrarreformista de negar los atributos configuradores de lo que es la identidad de la izquierda porque no se trata de una mera permutación de palabras sino de categorías del análisis de la realidad y un modo de ir borrando las huellas de lo que se fue en el pasado tras los pasos de a dónde se va.


En este cambio de escenario hacia, primero el populismo transversal, luego hacia la derecha porque es ésta la que niega que el motor de la historia es la lucha de clases, y luego, luego...hasta el infinito y más allá, que diría Buzz Light Year, el factor generacional ha hecho estragos.

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