domingo, 8 de junio de 2014

LA ABDICACIÓN; GOLPE DE ESTADO CONSTITUCIONAL


La abdicación de la Corona de Juan Carlos de Borbón nos pilló por sorpresa a todos, y   eguramente es verdadera la versión oficial, según la cual se trata de una decisión tomada hace meses, y muy en secreto entre los muy allegados a la Casa Real, Rajoy y Rubalcaba.

La abdicación así concebida por ese pequeño cenáculo, tendría como primer objetivo recomponer hasta donde se pueda, los ya obsoletos acuerdos básicos que configuraron el arco político dinástico de la Transición (UCD, PSOE, PCE-PSUC (luego IU/ICV) AP (luego PP), CiU y PNV y otras formaciones regionales menores). Y más urgentemente aún, dirigidos a enfrentar  algunas reformas constitucionales que les permitan acometer con una mínima perspectiva razonable de negociación al masivo desafío soberanista catalán, que tiene citas decisivas con la calle y con las urnas el 11 de septiembre y el 9 de noviembre próximos.  Y a partir de ahí, acaso comenzar una "segunda Transición" –también protagonizada y controlada por estas  elites— capaz de revertir la manifiesta crisis de la Segunda Restauración  borbónica e insuflarle un nuevo soplo de vida.

Sin embargo, todos los indicios apuntan a que la decisión de que el anuncio se produjera precisamente el pasado lunes fue tomada con ciertos nervios y vacilaciones de última hora, que explicarían la impresión de improvisación en la comunicación a la opinión pública, así como la "cantada" protocolaria de que fuera Rajoy, y no el propio rey, quien compareciera primero ante los medios de comunicación.

En mi opinión, sin embargo, este fue su primer error estratégico, porque este movimiento forzado de la abdicación no se produce en el escenario político ideal previsto (justo después de las elecciones europeas, para que no pasara factura política electoral a los “conjurados”, y con tiempo suficiente para abordar de otra manera el envite catalán; sino con un resultado electoral absolutamente catastrófico para el bipartidismo dinástico, cuya primera consecuencia fue la defenestración política de Rubalcaba, tramposamente retrasada unas semanas para evitar que una nueva dirección política del PSOE pudiera no apoyar el plan previsto.

El momento no resulta precisamente oportuno para los desacreditados intereses de quienes necesitan perpetuar con trampas, maquillajes  amaños en secreto el lamentable statu quo presente.

No es un buen momento, para el propio Príncipe de Asturias, quien, de tener éxito la delicada maniobra sucesoria, comenzará su reinado teniendo que apechugar con los coletazos del sinnúmero de escándalos protagonizados estos últimos años por la Familia Real, y especialmente el del caso Noos de Urdangarín y su esposa, la Infanta Cristina (hermana del heredero al Trono).
Por si fuera poco, el inexperimentado heredero, tendrá que comenzar su reinado lidiando nada menos que con el bravísimo proceso democrático soberanista catalán en curso; ese imprevisto iceberg político contra el que ha terminado estrellándose el fastuoso Titanic de la Segunda Restauración borbónica. 

Precisamente cuando las elecciones europeas acaban de hacer patente el desplome del bipartidismo dinástico, soporte fundamental del criminal cártel formado por las grandes empresas del Ibex, los grandes grupos mediáticos de comunicación y buena parte de dirigentes y exdirigentes de PP, PSOE, CiU y PNV, previas anchas puertas giratorias: un cártel enseñoreado del capitalismo oligopólico de amiguetes políticamente promiscuos en que terminó fraguando la economía política de la Transición y al que el estallido de la crisis capitalista mundial y su pésima gestión por parte de la UE ha puesto patas arriba provocando un inaudito sufrimiento entre la población trabajadora española.

Pero no es buen momento, sobre todo, para un PSOE más hundido electoralmente que nunca, totalmente desnortado ideológico-políticamente y fatalmente desvencijado organizativamente. Su secretario general, Rubalcaba, se había visto precisamente forzado a anunciar su renuncia al cargo de mala manera unos días antes que el monarca, aunque para hacerla efectiva después de él.

Las razones  de esta "abdicación en diferido" de Rubalcaba resultan ahora evidentes: había que paralizar cualquier reacción de los barones territoriales y del grupo parlamentario socialista en el proceso sucesorio, que no por constitucional es menos antidemocrático. Y es evidente que muchos socialistas han empezado a comprender tras las elecciones europeas –unos de buena fe, otros porque a la fuerza ahorcan— que la única alternativa a la "pasokización" irreversible del PSOE es un giro drástico y creíble a la izquierda.

Si el PSOE, en el momento crítico de esta inoportuna sucesión monárquica aparece como parte esencial de una "casta" empeñada en arrebatar a todos los pueblos de España, y no solo al catalán, el "derecho a decidir", votando en las Cortes con el PP y UPyD la Ley orgánica ad hoc que necesariamente tendrá que regular esta sucesión hereditaria, lo que quedará enterrado para siempre  es la credibilidad de cualquier eventual giro del PSOE a la izquierda en su Congreso de julio, a pesar de las honrosas y clarísimas posiciones republicanas de las Juventudes Socialistas y de Izquierda Socialista.

Recuérdese que una Ley orgánica –desarrollo de la Constitución— exige no solo  mayoría absoluta (que ahora mismo la tiene todavía el PP en las Cortes), sino además, por razones de legitimidad política, que la mayoría favorable sea holgadísima, como de 2/3 cuando menos, y que no haya una oposición muy evidente en el tercio restante. Sin embargo, después de la prohibición de la consulta catalana, CIU y PNV no podrían votar a favor o incluso abstenerse como han anunciado.

Por lo demás, el pacto en la sombra entre Rubalcaba, Rajoy y la Corona, para ser efectivo y no una simple maniobra para salir del paso, tiene que abrir perspectivas para una reforma constitucional controlada que ofrezca la negociación de una formula territorial mínimamente razonable a CiU. Ésta y no otra parece ser la explicación del voto afirmativo empeñado hoy por CiU. Y asalta inmediatamente la pregunta: ¿a qué coste mantendrá ERC su apoyo al gobierno de la Generalitat con la sola justificación de no entorpecer los preparativos de la Diada y la Consulta? ¿Y cuánto tiempo seguirá callada la ANC ante la complicidad de CiU con el proceso sucesorio español?

Por motivos obvios, los conjurados que han diseñado esta especie de golpe constitucional para iniciar la farsa de una segunda Transición no pueden ir a una reforma constitucional que exija referéndum. Es decir, sus reformas no podrían tocar, según el art. 168, ni el Título Preliminar, ni el I ni el II. A la espera de descubrir el trilero artilugio jurídico que se prepara, parece casi imposible ofrecer nada razonable a CiU –incluso a Durán— que no pase por tocar esos Títulos de la Constitución del 78. Así pues, Rajoy y Rubalcaba se enfrentan a un verdadero dilema: o abandonar toda idea de reforma constitucional, o someter las acometidas a referéndum.

Es verosímil pensar que el Rey haya anunciado a toda prisa su intención de abdicar –en vez de esperar, por ejemplo, todavía unas semanas a que amainara la tormenta de las europeas— pensando que se agotaba el tiempo en el que el PSOE de Rubalcaba podría aún perpetrar in extremis, antes de iniciarse la desbandada, una última deshonra  a esta patria de la que tanto se llenan todos las bocazas y no dejar sólo y desairado al PP en la votación de la Ley sucesoria redactada por el gobierno.

Por eso se trata de una abdicación humillante: para el propio rey, desde luego. Pero sobre todo para el PSOE, si es que sus miles de militantes de verdad socialistas y de verdad republicanos no conseguimos  ser capaces de impedirlo. Porque el paisaje "reformador" que veríamos después del trámite parlamentario de la Ley orgánica no podría ser más desolador: el otrora poblado arco político dinástico, reducido ahora apenas a un PP en horas bajas y a un PSOE pasokizado desde arriba, desventrado y desangrado por el estúpido harakiri de un Rubalcaba que lo que único que de verdad aprendió en la escuela de Felipe González es el siniestro arte "político" de llevar a las gentes hacia donde de ninguna manera quieren ir.

Mientras tanto, las plazas se llenan de ciudadanos indignados que se niegan a jugar el papel de comparsas en el triste carnaval de la Coronación. IU, ICV-EUiA, ANOVA, Podemos, Equo-Compromís, el BNG y distintas fuerzas y organizaciones de las izquierdas sociales han llamado inmediatamente a luchar por la convocatoria de un referéndum en ejercicio del "derecho a decidir" de todos los ciudadanos del Reino de España.

No tardarán en secundarlas otras: la cosa no ofrece duda. La erosión de legitimidad del régimen constatada recientemente en las urnas se hará aún más irreversible en medio de la vergonzosa y vergonzante campaña mediática pelotillera a la que asisten estupefactos los distintos pueblos de España. Hasta las elecciones municipales y autonómicas de mayo de 2015, cuando las gentes hartas de tanta y tan grosera manipulación en su nombre puedan por fin expresarse en las urnas a favor de las fuerzas del gran bloque republicano político-social que se anuncia.

Es más, puestos a jugar esta partida de ajedrez a que se nos fuerza, no tendría sentido para IU seguir siendo la peana sobre la que se sustenta el poder de Susana Díaz, nuevo factotum del PSOE en el gobierno autonómico andaluz, una vez se ha hecho hoy pública su participación en la conspiración de los poderosos para negar al pueblo andaluz que pueda hacer oír su voz en esta cuestión democrática esencial. IU debe plantearse muy seriamente provocar unas elecciones anticipadas en las que el pueblo andaluz pueda expresarse inmediatamente en esta crucial disyuntiva entre la pseudoreforma tramposa del régimen o la apertura de un proceso democrático constituyente

Pase lo que pase, los republicanos españoles siempre tendremos que agradecer al pueblo catalán la inestimable ayuda democrática prestada en este final de tragicomedia chabacana de la Segunda Restauración. Pero queda a los demócratas catalanes –también en provecho propio— un último esfuerzo por realizar, acaso el más difícil y delicado: acompasar republicano-fraternalmente y sin tardanza su justa lucha por el "derecho a decidir" del pueblo catalán con la lucha por el "derecho a decidir" de todos los pueblos de España. Ojala sepamos todos estar a la altura de las circunstancias.

 

 

 

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