El pasado fin de semana se ha
celebrado en Madrid la esperada Conferencia del PSOE, aplazada durante meses, y
cuya preparación no auguraba nada especialmente bueno, debido a importantes déficits democráticos, tales como
la afirmación contenida en la Presentación de la Ponencia de Base de que “La CP
no elabora el Programa Electoral”; el procedimiento de elección de Delegados
(en su mayoría designados por las direcciones Regionales/Federales del PSOE); o la valoración de Enmiendas:
mismo valor de las enmiendas personales que de las Organizaciones. Finalmente,
la altísima participación de miles de afiliados y militantes ha confirmado las
grandes expectativas que la CP había despertado.
Sin embargo, conviene hacer algunas
reflexiones sobre el debate, en el que,
con algunos matices progresistas y atisbos de reformas positivas, en el fondo
observamos que la línea política se ha quedado al borde de la socialdemocracia
pero sin ni siquiera profundizar lo suficiente. Además ha dejado abiertos y sin
resolver grandes temas que sin duda serán decisivos en el inmediato futuro,
tales como quienes serán las personas que liderarán este nuevo Proyecto y cual
será la “herramienta” o modelo de Partido transformador (no sólo electoralista)
que se derive de un Próximo Congreso.
A mi entender, ha faltado algo
más de sintonía con los trabajadores
para concretar mejor las líneas políticas y las alternativas. Baste con
dar unas pinceladas sobre lo ocurrido en la clausura, cuando se mencionó el
posicionamiento del partido sobre la República, que fue interrumpido y
aplaudido con entusiasmo por los asistentes, pero luego, a renglón seguido, se
plantea un apoyo a la Corona, lo cual es una contradicción intolerable, aunque
el sector más de derechas respiró más tranquilo. Uno de esos representantes
destacados, Pepe Bono, desautoriza a las bases al declarar entre otras
lindezas, que “prefiere entenderse con
el PP que con Cayo Lara” desmarcándose de lo que él entiende que es un “giro a
la izquierda”.
También otras posiciones
aprobadas es necesario que se clarifiquen y concreten en los próximos debates
congresuales, como la Laicidad, el Federalismo, las primarias, las listas
abiertas, un profundo análisis de clase,
con autocritica y rectificación que posibilite la necesaria catarsis que los
votantes esperan; la defensa de lo
Público, la incompatibilidad de cargos, la lucha contra la corrupción, la Reforma Fiscal, etc… que han quedado
esbozadas con poca claridad en esa ambigüedad calculada. Invito a todas y todos los ciudadanos a que
lean, los que así lo deseen, las resoluciones aprobadas e incluso las
enmiendas de izquierdas que han quedado por el camino, que la podrán encontrar en las páginas web
del partido.
Pero sobre todo ha faltado una
autocrítica seria y en profundidad, con propuestas claras para enmendar los
errores. Por ejemplo, nadie ha hablado del, a mi entender, mayor error del
Gobierno de Zapatero: la reforma del artículo 135 de la Constitución que
consagra el límite de déficit y la sacralización del pago de la deuda pública,
anteponiéndola a cualquier otra consideración. Se dice que se “blindará” el
reconocimiento al derecho a la educación y a la atención sanitaria, pero esto
no será posible mientras se mantenga la absoluta priorización del pago de la
deuda.
Cuando los dirigentes de la
izquierda aceptan el capitalismo como el único modelo posible, se quedan sin
poder ofrecer una alternativa realmente de clase, auténticamente socialista.
También ha venido ocurriendo eso en los aspectos sindicales, en las mesas de
negociaciones los empresarios y la burguesía en su conjunto no encuentran
contrapartidas claras a su discurso en bases al reformismo, porque el
capitalismo ya no admite reformas, solo quieren contra-reformas que debilitan
las condiciones de vida de las masas trabajadoras. Se llega a la falsa conclusión de que
únicamente es posible mantener derechos sociales y crear empleo si antes el
empresario tiene beneficios. Y si en la izquierda asumimos esa lógica falsa y
terrible del capitalismo, fracasaremos cada vez más.
Una vez más se ha perdido la
oportunidad para un verdadero giro a la izquierda; una oportunidad para superar
el social-liberalismo y avanzar
decididamente hacia el auténtico socialismo. No obstante, es indudable que se
han dado pasos importantes en la dirección adecuada, por tanto, habremos de esperar
al próximo Congreso y continuar aportando propuestas, porque en momentos tan
cruciales a los que nos enfrentamos, el partido tendrá que optar. Y como decía
Pablo Iglesias, “o con los unos o con los otros”: o bien cede a las presiones
de la burguesía e intenta un pacto de Concentración Nacional después de las
próximas elecciones (donde nadie sacará mayorías absolutas), pactando con la
derecha del PP, o de CiU-PNV, y aplica una política de recortes sociales, lo que sería muy peligroso porque representa seguir quitando dinero del
bolsillo de los trabajadores para restaurar la tasa de ganancias del capital y
dar una salida capitalista; o bien, basándose en la fuerza de la mayoría que es
la clase trabajadora, plantear una alianza de un Frente de Izquierdas,
encabezando una coalición con I.U. y los sindicatos, así como con otras fuerzas
que quieran participar en la defensa clara de un programa auténticamente
socialista que beneficie a la clase a la que el partido se debe, a los
trabajadores y a las capas más desfavorecidas de la sociedad.
Si el partido no toma
decididamente la opción correcta de defensa a ultranza de los trabajadores, en
un futuro próximo corre el riesgo de verse barrido por el huracán de la
historia, porque una vez más, desmintiendo a todos los agoreros que han venido
pregonando el fin de la historia y la desaparición de la clase obrera como
clase en sí y clase para sí (la entierran sobre el papel una y otra vez, de
acuerdo con sus deseos, pero
prematuramente), el espíritu de lucha y sacrificio de las masas
resurgirá de sus cenizas como el ave Fénix, y todos esos oportunistas, trepas,
acólitos serviles y corruptos del gran capital se verán sorprendidos.
Es preciso continuar luchando
por esa nueva sociedad de personas
“libres, justas, iguales, honradas e inteligentes”, como defendía Pablo
Iglesias y los fundadores del PSOE, basada
en una economía socializada y planificada, una nueva sociedad por la que un
puñado de trabajadores empezaron a luchar hace tiempo y que debe seguir siendo
la aspiración natural de cualquiera que se considere digno de pertenecer al
género humano y que honestamente quiera avanzar hacia la superación de esta
sociedad de clases mediante la construcción de un nuevo modelo de sociedad,
basado en la democracia obrera y el SOCIALISMO.