miércoles, 24 de abril de 2013

VIGENCIA DEL PROGRAMA MÁXIMO DEL PSOE

            Estos amarguísimos tiempos que corren para las clases trabajadoras en general, se hacen doblemente amargos para los militantes socialistas que, catorce meses después de la derrota electoral de 2011, y a pesar de la tremenda indignación popular provocada por las políticas regresivas y antisociales del PP, vemos como nuestro Partido no solo no recupera la confianza de los ciudadanos, sino que, día a día pierde más afiliados, simpatizantes y votantes.
 
          Y es lógico que así ocurra porque este partido no le plantea a la sociedad auténticas alternativas al neoliberalismo imperante. Los ciudadanos no ven diferencias esenciales entre las recetas neoliberales del PP, y los parches y remiendos a esas recetas que estamos planteando nosotros. La ciudadanía está cansada de oír decir que debe hacerse aquello que no se hizo  a los mismos que no lo hicieron cuando gobernaron.
          La dirección del partido está anclada en la inacción, enrocada en dejar pasar el tiempo, a ver si el tiempo nos trae soluciones y una nueva oportunidad para gobernar. Estamos instalados en una “oposición responsable, dicen que para demostrar que somos un “partido de gobierno”. ¿Para demostrárselo a quién?. Parece que la obsesión de la dirección de nuestro partido es gobernar; pero lo importante de gobernar es saber para qué se gobierna. El gobierno no puede ser un objetivo en sí mismo, sino simplemente una herramienta para conseguir arribar a una sociedad socialista. Para hacer otra cosa, mejor que no gobernemos nunca.
          Quizá es esa obsesión por gobernar la que lleva a Elena Valenciano a decir en una entrevista publicada  por el Huffington Post el pasado día 8 de abril, que “es la marca (PSOE) la que pesa sobre Rubalcaba y no al revés”. ¿Quiere decir con esto que Rubalcaba estaría gobernando si no fuera por el lastre que para él supone la marca PSOE?. Si es así, somos muchos en este partido los que pensamos que debería liberarse del lastre de la marca, y de paso nos hacía el favor de liberarnos a nosotros del lastre de su presencia en la dirección del partido, especialmente si se lleva con él a la pléyade social-liberal que tiene secuestrado al verdadero PSOE.
La emancipación de las clases trabajadoras del cáncer social de la explotación, la discriminación y el dominio constituye la tarea fundamental de un espacio socialista,  (partido, colectivo, sindicato o asociación). Sabemos que el socialismo como proceso secular de liberación del capitalismo está, en muchos sentidos, por inventarse y que será una tarea heroica construida colectivamente por las clases trabajadoras, los intelectuales críticos y los nuevos movimientos emancipatorios.
          Es un enorme desafío que determinará toda una etapa histórica. El siglo XX podrá ser visto como el fracaso del socialismo (y directa o indirectamente el triunfo del capitalismo) o  bien como una experiencia frustrada de una sociedad alternativa. Sin embargo, este siglo XXI que tan convulsamente estamos iniciando puede pasar a la historia como el del gran estallido revolucionaria que marcó el inicio del largo camino de construcción del socialismo. Esto no es solo una cuestión de convicción moral sino que será obra de las luchas sociales, de la autoorganización de  los trabajadores y clases populares y de la capacidad para elaborar objetivos emancipatorios críticos con lo existente y capaces de crear de una esperanza que puede ser posible.
          Esto dependió y dependerá siempre de las personas, de las clases y de la voluntad creadora.
 
          El Socialismo español organizado, desde su fundación, siempre tuvo un Programa Máximo, breve pero muy claro, decantándose a favor de una sociedad sin clases, es decir sin explotados y explotadores y por la propiedad social de los medios de producción y de consumo. Para lo cual y ante la lucha de clases existente, era imprescindible lograr el poder político de la clase obrera.
          Desde 1888 hasta el presente, este Programa Máximo ha seguido contenido en los papeles del PSOE. Sin embargo, en sus Congresos celebrados a partir de la transición, una vez legalizado y en la vida pública el PSOE, jamás se ha tenido en cuenta, ni se ha elaborado una estrategia tendente a lograr una articulación práctica del tránsito hacia el Socialismo. Al contrario, la gran ola de privatizaciones se inicia con Felipe González y sus Gobiernos, de forma que Aznar, no tiene sino que continuar la tarea y completarla, en cuanto a sectores industriales, de comunicación y bancarios se refiere. Delenda est la propiedad pública de los medios de producción y de servicios; y en este sentido, un partido llamado socialista y otro conservador y liberal, son ampliamente coincidentes. Ni siquiera en los servicios esenciales en puridad existen diferencias irreconciliables.
          Por esta razón, hablar de Programa Máximo exige el máximo respeto por el mismo, y trazar una hoja de ruta para alcanzarlo. Aunque sea a medio o largo plazo. Eso es lo que podemos definir como tener proyecto: tener valores e ideas. Es proponer un nuevo camino diferente del orden burgués. Un proyecto de futuro distinto, que nos hace aspirar a algo más que a gestionar de forma diferente el sistema capitalista, del cual abominamos; es decir, proponer a la sociedad nuestra solución: la sociedad socialista, la democracia total, que incluye la propiedad común y el reparto real de la riqueza. La igualdad, no solo de género, sino sin dominados y dominadores a la que los y las socialistas aspiramos.
          Para trazar ese tránsito, es absolutamente imprescindible un estado social fuerte, una banca pública, unos servicios públicos, unos pilares del estado del bienestar y unos sectores estratégicos y energéticos públicos, junto a un desarrollado y potente sector de economía social, además de una distribución controlada y no especulativa y una reforma fiscal tan fuerte como progresiva. Sin esas premisas previas no existe ni siquiera socialdemocracia.
          Por lo tanto, nuestro programa máximo es el Socialismo,  y nuestra vía de transito la democracia social fuerte y un estado republicano y laico garante de la democracia, de la justicia y la redistribución social, además de protector de los derechos ciudadanos. Y en esa vía de tránsito es también necesario el control económico y el reparto social, garantizando el poder de la ciudadanía, la soberanía popular por encima de intereses privados, grupos de poder económico, clases opresoras y leyes injustas.
          La democracia liberal, es imperfecta. En el Reino de España, la exigencia de igualdad total ante la ley no existe, cuando un ciudadano o ciudadana cualquiera no tiene derecho a ser jefe del estado, y la Constitución, - tras la reforma exprés de 2011 - sitúa los objetivos de déficit y el pago de la llamada deuda a bancos, sobre las personas.  Estas – y otras muchas - son cuestiones de principio a considerar antes de hablar sobre un programa máximo simplemente de adorno. Se es socialista o no se es. Ser socialista, no es compatible con aplicar de grado políticas neoliberales, privatizar bienes públicos o ceder ante los poderosos. Tampoco lo es proteger castas privilegiadas y exclusivas.
          Pero para conseguir la necesaria recuperación, no solo del ideal, sino de la esperanza en el socialismo, es necesario analizar cuál es nuestro proyecto, y la situación actual para implementarlo. El Socialismo en democracia, no es una utopía imposible.
          Para realizar serenamente ese análisis de la situación, que nos permita implementar una estrategia real de tránsito al socialismo, se hace cada día más urgente un Congreso Extraordinario que permita la participación activa de toda la militancia, a dos vueltas como se hizo siempre tradicionalmente en este Partido. Un Congreso que explicite ante la sociedad española nuestro total rechazo al sistema capitalista, porque el capitalismo ha fracasado y a la postre produce desigualdades e injusticias, hambrunas, pobreza y guerras. El capitalismo hace infelices a las personas y no les garantiza su derecho al trabajo, la educación, la sanidad, la vida digna y la vivienda. El capitalismo solo beneficia a los detentadores de las riquezas y al mundo financiero y los grupos de poder privilegiados, por eso creemos en una sociedad socialista.
          Y una vez hecho esto, deberemos elegir a aquellos de entre nosotros con mayor capacidad, empuje y decisión para llevar adelante ese inicio del tránsito al socialismo. Porque creemos en los ideales, no en los ídolos.

 

PROGRAMA MÁXIMO DEL PSOE, REDACTADO EN 1888

Considerando:

Que esta sociedad es injusta, porque divide a sus miembros en dos clases desiguales y antagónicas: una la burguesía, que, poseyendo los instrumentos de trabajo, es la clase dominante; otra, el proletariado, que, no poseyendo más que su fuerza vital, es la clase dominada.
Que la sujeción económica del proletariado es la causa primera de la esclavitud en todas sus formas: la miseria social, el envilecimiento intelectual y la dependencia política.
Que los privilegios de la burguesía están garantizados por el poder político, del cual se vale para dominar al proletariado.

Por otra parte:

Considerando que la necesidad, la razón y la justicia exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que los produce.
Que esto no puede conseguirse sino transformando la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad común de la sociedad entera.
Que la poderosa palanca con que el proletariado ha de destruir los obstáculos que a la transformación de la propiedad se oponen ha de ser el poder político, del cual se vale la burguesía para impedir la reivindicación de nuestros derechos.
El Partido Socialista declara que tiene por aspiración
1.       La posesión del poder político por la clase trabajadora
2.       La transformación de la propiedad individual o corporativa de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común.
Entendemos por instrumentos de trabajo la tierra, las minas, los transportes, las fábricas, máquinas, capital-moneda, etc., etc.
3.       La organización de la sociedad sobre la base de la federación económica, el usufructo de los instrumentos de trabajo por las colectividades obreras, garantizando a todos sus miembros el producto total de su trabajo, y la enseñanza general científica y especial de cada profesión a los individuos de uno u otro sexo.
4. La satisfacción por la sociedad de las necesidades de los impedidos por edad o por padecimiento.
En suma: el ideal del Partido Socialista Obrero es la completa emancipación de la clase trabajadora; es decir, la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes.

1 comentario:

  1. Bonitos documentos y que de haberse llevado a cabo cuando han gobernado España, no sería lo que es ahora y quizás viviríamos mejor. Pero se ha hecho todo lo contrario a estos escritos. ¡Una pena!

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