martes, 31 de julio de 2012

No la creamos, pero la pagaremos los ciudadanos


La burbuja inmobiliaria española se debió, entre otros factores, a las malas políticas que promovieron que el derecho constitucional a una vivienda digna y adecuada, se pervirtiera en un negocio en el que participaron muchos actores económicos, y del que obtuvieron grandes beneficios muy pocos, y que a largo plazo ha resultando desastroso para la economía nacional, que está al borde de la quiebra técnica.
La Ley del suelo del Gobierno Aznar, que con la finalidad de abaratar el suelo disponible plantea medidas encaminadas a incrementar la oferta de suelo urbanizado declarándolo todo urbanizable excepto el especialmente protegido, cambió el ordenamiento legal para permitir que el suelo recalificado como urbanizable se pudiera vender a precio de mercado por parte de sus propietarios -fueran estos personas privadas, Ayuntamientos o Comunidades Autónomas-, facultándolos para contar con una fuente de financiación mejorada que se ha aprovechado para especular.
Los diferentes Gobiernos han realizado una política fiscal en el ámbito de la vivienda, utilizándola como un instrumento que ha influido poderosamente tanto en el desarrollo de la propiedad frente al alquiler como en la producción indiscriminada de viviendas. Además medidas como la deducción por inversión o construcción, rehabilitación o ampliación de vivienda habitual, cuenta ahorro vivienda, la aplicación de coeficientes de abatimiento a las ganancias patrimoniales por venta de inmuebles no afectos a actividades económicas hasta dejarlas exentas, o la exención de la ganancia patrimonial por reinversión en vivienda habitual, no son un elemento neutro porque disminuyen la presión fiscal sobre las rentas medias y altas que desgravan cantidades en proporciones mucho más elevadas que la media del conjunto de declarantes, según la Memoria del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas en 2009 de la Dirección General de Tributos.
Junto a estas políticas públicas que fomentaban la compra de vivienda frente a otras opciones como el alquiler, el sector financiero inyectó en el mercado gran disponibilidad de crédito para la compra de vivienda. Las hipotecas que se concedían en España durante el boom inmobiliario eran superiores al 80% del valor de tasación y, peor aún, muchas entidades financieras se saltaron este límite sobrepasando incluso el 100%.
El milagro económico español era un espejismo, porque nos hemos dedicado a construir casas que no habríamos querido de haber sabido lo poco que iban a valer en el futuro. Una casa solo vale para vivir en ella y, si nadie quiere hacerlo, entonces no vale nada. Hemos comprado pisos que están cerrados o a los que vamos unos cuantos días al año, no porque tuviéramos grandes deseos de consumir viviendas, sino porque pensábamos que eran una reserva de valor para el futuro. Una generación de españoles va a perder sus ahorros porque los ha dedicado a comprar viviendas cuyo precio se está desmoronando. Muchos se han endeudado tanto que ahora no pueden hacer frente a sus obligaciones. Además nos hemos especializado en ser albañiles, fontaneros, electricistas, camioneros, cristaleros, fabricantes de puertas, vigas, grúas, baldosas o lavabos, aparejadores, vendedores de hipotecas, tasadores, registradores y un sinfín de ocupaciones relacionadas con la construcción; y ahora nuestra experiencia laboral ya no vale y tendremos que dedicarnos a otra cosa.

El efecto ha sido devastador sobre los precios, además ha provocado un endeudamiento gigantesco de empresas y familias, que ha generado una de las mayores deudas externas privadas del mundo y que ha creado grandes problemas en el sector financiero, ya que se han dedicado a prestar a empresas promotoras y constructoras con la única garantía del suelo y muchas de éstas ahora ni pueden devolver los préstamos ni sus garantías valen nada, con riesgo de quiebra de bancos y cajas.
Mientras, los ciudadanos, que no somos responsables de estos desmanes, presenciamos perplejos cómo directivos cuyos únicos méritos consisten en llevar a la quiebra a las entidades que dirigían se van a casa con indemnizaciones millonarias. Además, con la disculpa del excesivo déficit público, se nos somete a unas políticas de recortes, que se justifican como única solución para salir de la crisis, dirigidas a desmembrar los pilares del Estado del bienestar y de las políticas sociales que tanto trabajo, esfuerzo y luchas ha costado conquistar. Los terribles excesos cometidos por el sector financiero durante la crisis han sido en buena medida responsables de la última burbuja. Los grandes perjudicados de esta crisis financiera y de la burbuja inmobiliaria vamos a ser los ciudadanos de a pie, los trabajadores, los parados, los jubilados y los inmigrantes.

jueves, 26 de julio de 2012

ALMAS VÍRGENES DE LA IZQUIERDA


13 almas vírgenes de la izquierda


Para mi nieto Olmo, nacido el 11-11-11

“Decidles a esas almas vírgenes de la izquierda que se enfaden y que nos critiquen, que nos critiquen cada día, pero que el 20 de noviembre acudan a votar en defensa de la educación de sus hijos.” Estas son las palabras atribuidas a Alfonso Guerra en Dos Hermanas, Sevilla (Cádiz para Rajoy) y recogidas en un artículo de Rafael Simancas publicado por Tribuna Socialista, que he vuelto a releer hoy para preparar mi estudio sobre la derrota del 20-N, y no he podido evitar sentir una profunda pena y decepción. El texto hacía una reflexión al pragmatismo, invitaba a la izquierda del PSOE, tanto a los que están fuera del partido en otras formaciones como a los socialistas más críticos y enfrentados con las políticas “anti-crisis” del gobierno, a hacer un esfuerzo más y plegarse a las demandas de Alfredo Pérez Rubalcaba. Era sin lugar a dudas un argumentario destinado a militantes y concienciados.

Los militantes socialistas difundimos esas propuestas, les dimos carta de derecho y las adoptamos como nuestras. Somos conscientes de que los errores y los éxitos en este Partido se reparten por igual, aunque no todos tengan las mismas posibilidades.

Hoy por hoy, la llegada del Partido Popular al gobierno ha marcado claras diferencias con el modelo que hemos conocido hasta ahora. Muchos de sus hipotéticos votantes en esa reflexión absurda y creada de que los cambios simplemente por ser cambios arreglan o mejoran la situación, han sellado la salida conjunta a la crisis. Los que se “sumaron al cambio”, lo hicieron en gran medida con la vana esperanza de retornar a esa nube de algodón que supuso el boom inmobiliario. Trabajadores que buscan volver a percibir grandes sumas en dinero negro de la construcción, gente que sólo ansía gastar y consumir bajo criterios insostenibles y por qué no, reciclar poco, que la gasolina baje de precio y a ser posible, pagar poquitos impuestos. Es la ley de la selva, el más grande gana. Pero esos comportamientos no son materia a criticar; ¿Quién renuncia a esas tasas de bienestar y despreocupación? ¿Quién renuncia a casas, coches o créditos baratos que ya pagará? Nadie. ¿Qué persona está dispuesta a vivir peor en pos del común? Cada día menos, seamos realistas.

“El que más pueda, que más haga” braman las tertulias neoliberales. Cada día ese mensaje cala en mayor grado y eso, sin lugar a dudas, es el fracaso más grande de la izquierda en los últimos 50 años. Perder a los ciudadanos que durante años intentaron defender esa plaza. Ahora le pedimos a quien ya de por sí soporta cargas familiares, precariedad laboral, bombardeo publicitario y acoso de la burocracia que confíe en nosotros. No podemos exigir al soldado en el frente que no fume. Sin embargo eso tiene remedio y para que llegue, vamos a tener que desterrar frases como la dicha por Alfonso Guerra al inicio del mitin de Dos Hermanas.

Algunas de esas almas vírgenes de la izquierda a las que se refirió el compañero Guerra, son las que han mantenido vivo el compromiso “histórico” de la izquierda con la sociedad. Normalmente, cuando se utilizan este tipo de adjetivos a algunos lectores se les levanta el vello del brazo mientras braman en contra de la ortodoxia, de los viejos valores y del atraso que suponen esos “trasnochaos” que hablan de Marx, de Banca Pública o de poner coto a la especulación de la vivienda. Son víctimas de la falsa seguridad que da mantenerse en la clase media y que quizás, no ven que la paz social será insostenible para sus hijos si no consiguen estabilidad laboral y seguridad social digna.

Esas almas vírgenes, forman parte de la columna vertebral de todo el abanico ideológico de la izquierda, mantienen la relación con los movimientos sociales, trasladan actividades a la ciudadanía, salvan la cara a los sindicatos en las manifestaciones y sufren día a día la precariedad que tratan de combatir confiando en las instituciones. Son los verdaderos artífices de los éxitos y los principales afectados por la precariedad.

En esto, los militantes socialistas principalmente, hemos demostrado una vez más que somos capaces de resistir a cualquier bombardeo. Ante el paro, los recortes, el mal ejemplo o las bravuconadas, hemos sabido mantener su espíritu intacto a sabiendas de que este partido representa más. Hemos sabido entender, bastante mejor que Rafael Simancas (perdóname compañero), que el proyecto socialista de Rubalcaba intentaba poner freno a gran parte de esos desmanes y digo que lo hemos entendido mejor que él, porque sufrimos cada día en los barrios, en los puestos de trabajo, en los pequeños pueblos o incluso entre nuestros familiares más jóvenes una crítica brutal ayudada en parte por la maquinaria neoliberal (sí, dos términos “trasnochados” más; neoliberal y capitalista) de medios de comunicación, publicidad, cine, etc. Pero sin embargo, continuamos dando la cara con mayor o menor éxito siempre que arrecia el temporal y se escucha en la barra de un bar, en una reunión de empresa o en la tienda de la esquina, alguna crítica contra el gobierno socialista y su herencia.

Es por eso que quien, además, ha sido considerado por muchos precisamente como eso, un alma virgen de la izquierda, el compañero Alfonso Guerra, nos ayudará a conseguir apoyos sumando en lugar de menospreciando una vez más a los que decidieron moverse aunque no salieran en la foto. Esa suma viene por explicar a la ciudadanía que con lo que se hizo se evitó, no la quiebra de la economía, sino la destrucción de la misma por parte de agentes externos a los que nosotros mismos toleramos ese poder que ostentan.

Yo personalmente, no he descartado la batalla, ni he dado nada por perdido. La militancia demanda cambios en la dirección de las políticas y la izquierda mundial demanda unión. De nada sirve ya quedarse en el centro, todos sabemos que hay demasiado peso en la derecha. La pax política que ha dominado la tónica hasta ahora y la continua cesión de derechos por parte de los trabajadores nos ha arrastrado a una crisis de identidad e imagen que sólo nosotros mismos podemos corregir. El famoso PPSOE es un trágico ejemplo, que cada día cunde más. Vamos a dar la batalla, pero para eso también deberemos contar con las almas vírgenes y ponerlas en valor. Cuando carga la caballería, suelen ser las primeros que sujetan las lanzas.


miércoles, 25 de julio de 2012

Érase una vez…una fábrica de bombas de racimo

     
      Érase una vez un comerciante de armas cuya empresa fabricaba bombas de racimo que vendía, entre otros, al gobierno de su país.
 
     Y resultó que su país firmó un convenio internacional contra esas bombas, que desde ese momento dejó de comprar.
      Entonces el comerciante denunció al gobierno por dejar de comprar esas armas (supongo que habría un contrato con la empresa fabricante que le comprometía a unas compras con sus correspondientes pagos).
     Y resultó que hubo un cambio de gobierno, y el nuevo presidente tuvo una ocurrencia genial: nombrar como ministro de Defensa a dicho comerciante de armas, ¿Alguien lo puede mejorar?
       Ahora el comerciante, transmutado en ministro, pagará a su antigua empresa la indemnización correspondiente, 40 millones de euros (6.600 millones de pesetas).
     PREGUNTA: ¿De qué país y de qué época son estos hechos? ¿Del quinto mundo? ¿De un pasado oscuro? La respuesta a continuacion:
    
 
El Ministro de Defensa de España pagará 40 millones a su antigua empresa por prohibir las bombas de racimo.
- Pedro Morenés, ministro de Defensa, fue consejero de la empresa de fabricación de armamento Instalaza entre 2005 y 2007.
- Después ocupó el puesto de representante hasta el 4 de octubre de 2011, según recoge el Boletín Oficial del Registro Mercantil.
- Instalaza fabricaba bombas de racimo.
El 31 de octubre de 2011 – 27 días después de dejar el cargo -, el diario Cinco Días reveló que Instalaza había decidido recurrir a los tribunales para pedir que el Gobierno le indemnizara con 40 millones de euros en concepto de desagravio por la prohibición del uso, almacenamiento y fabricación de las bombas de racimo en España como consecuencia de la firma del Tratado de Dublín. Sin embargo, esta empresa ya había anunciado en mayo de 2011, cuando Morenés era su representante, que pediría una compensación económica al Ejecutivo en concepto de “daño emergente y lucro cesante”.
Hoy sabemos que Instalaza venderá la deuda a una tercera empresa que a su vez la revenderá y finalmente el Ministro pagará diciendo que no es su empresa la que cobra. El dinero saldrá de los impuestos de todos, naturalmente. Nuestro dinero pagando bombas que mutilan a niños. Porque las submuniciones esparcidas por las bombas fabricadas por Morenés tienen un rango de fallo de entre el 5% y 30%, por lo que pueden quedar bombas enterradas sin explotar siendo peligrosas tiempo después de terminada la guerra. Especialmente para los niños por sus formas llamativas, como pelotitas de tenis o latas de refrescos. Porque es así como las camufla la empresa del Ministro.
¿De verdad no había en todo el país otra persona que pudiera ser Ministro de Defensa?