Las promesas de
don Mariano han caído en el saco roto de las palabras. Con tan solo nueve meses
en el sillón de la Moncloa el desmantelamiento del Estado del Bienestar es solo
un aperitivo de lo que todavía está por llegar. La ignorancia de un millón de
votantes procedentes de la izquierda ha legitimado el ruido urbano del
presente. Hoy la izquierda de este país llora la culpa de su sumisión ante el
guante blanco de sus derechos. La contrarreforma o mejor dicho, el empobrecimiento
social de la clase media en contraposición con la dolce vita de los pudientes
deja patente la
trampa que durante meses anticipamos.
Después de nueve meses en el poder,
la escoba ha vuelto a barrer para las capas de la nobleza. El rodillo azul de
la derecha ha tapado los aciertos rojos de Zapatero. La involución ha quedado
patente durante estos nueve meses gobernados por Rajoy. La eliminación de
Educación para la Ciudadanía y el nuevo Proyecto de Ley de Educación, que
promete devolvernos a la escuela de los años 60, junto con los drásticos
recortes presupuestarios a la educación pública; las impúdicas y vergonzosas
reformas y modificaciones del sistema de salud pública, con escalofriantes
recortes presupuestarios que colocan fuera del sistema a más de un millón de
ciudadanos; el indecente desprecio a la Ley de Dependencia que deja en la
cuneta a cientos de miles de personas en
las peores condiciones de subsistencia; la reforma legal que amenaza con penas
de cárcel la resistencia pasiva? y la
vuelta con la ley de plazos del aborto, los toros como "ingrediente de la
marca España" en palabras del ministro Wert, el abaratamiento del despido,
el desmantelamiento de la negociación colectiva, el aumento de poder de las
corbatas en detrimento de los cuellos azules de la balanza, la subida del IRPF
con la consiguiente pérdida de poder adquisitivo, la subida del I.V.A. a
niveles suecos (que amenaza con la ruina del sector de la cultura) la vuelta
con las teorías de la conspiración como instrumento de la derecha para
legitimar sus medidas basadas en la desigualdad, y la sumisión a los dictados
de Merkel para "sacar pecho" en las calles de Europa, son una pequeña
muestra de la contrarreforma de la derecha en sus nueve meses de Moncloa.
El último error de ZP ha sido el mayor favor que los socialistas hemos hecho al nefasto
gobierno de don Mariano. Con Rubalcaba a la cabeza el discurso progresista ha
perdido la credibilidad necesaria para recuperar el millón de desencantados que
votaron cambio y se han encontrado con la vuelta a su pasado. La figura de
Alfredo es el recuerdo constante de las políticas neoliberales de Zapatero. Las
mismas decisiones que le costaron el cetro a José Luis por traicionar sus
principios socialdemócratas y romper con la identidad política de sus votantes.
La mesa democrática sin la pata de una oposición crítica y alternativa es la
causante de buena parte de los abusos de poder de las mayorías. La disputas
internas por conseguir el sillón en la casa de Ferraz ha dejado huérfanos de
voz a millones de votantes que convencidos de la despolitización de la crisis
votaron a la rosa como la mejor opción para evitar el vuelo bajo de las
gaviotas (aves carroñeras por naturaleza).
La involución que decíamos atrás y
una oposición desacreditada son la combinación perfecta para que miles de
ciudadanos afectados por las "élites tóxicas del poder" salgan a la
calle para manifestar su descontento con sus elegidos. Es precisamente el
cabreo social con el poder, el lubricante que une a nuestros manifestantes con
los millones de ciudadanos que un año y medio atrás perdieron su vida en
diferentes plazas de corte musulmán. La “primavera valenciana” o el 25-S deja
en las pantallas del televisor la huella crónica de una España herida que vive
angustiada por la asfixia de su presente, ante la incapacidad de sus élites
para poner remedio a lo irremediable.
A
mí, juzgar la política de nuestro gobierno se me antoja difícil, más que juzgar
la política juzgar las responsabilidades de nuestros políticos respecto a la
política que aplican, pues como todos sabemos nuestro país vive sometido a los
dictados de Alemania y su canciller, directamente o vía Bruselas. Vivimos en un
tipo de semi-soberanía (y estoy siendo generoso) y de “Pax Merkeliana”
mediante la cual mantenemos una democracia aparente y formal vaciada de forma
obscena por los “consejos”, los “compromisos” y la ortodoxia de imposible
incumplimiento.
La
mentira, o el engaño si se prefiere, es el concepto clave que define lo que ha
hecho este gobierno y este presidente durante los primeros nueve meses de
gobierno. No creo que haya en la historia de la política un gobierno que haya
actuado de forma tan contraria a lo que había prometido en tan poco tiempo como
lo ha hecho éste. En nueve meses todas las promesas y palabras de Rajoy han
saltado por los aires, en nueve meses todo ha quedado en evidencia. Supongo que
los votantes del PP racionales que no sean hooligans se sentirán engañados. Los
votantes del PSOE de 2008 también se sintieron engañados por Zapatero, pero se
sintieron engañados en 2010 dos años después de las elecciones, no a la semana
como este caso. Supongo que a quien votase a Rajoy en base a lo que decía y
prometía se le habrá quedado la cara de tonto en todas y cada una de las
decisiones que se han tomado.
Aquello
de la “confianza” era una absoluta patraña y ellos lo sabían, por mucho que
ahora se escuden detrás de las más estrambóticas excusas. Que si el déficit que
les han dejado era mayor (cosa que sabían perfectamente porque gobernaban la
inmensa mayoría de las comunidades), que si es Europa quien nos lo impone (¿y
al gobierno anterior no?), etc. Y lo peor del caso es que hay gente que se cree
las excusas en vez de ir al centro de la cuestión y aceptar que les estuvieron
engañando en la precampaña y campaña electoral.
De
hecho la semana antes de la presentación de los presupuestos para el 2012 se
especulaba con la posibilidad de que el IVA reducido desapareciese para ciertos
productos, avanzada por el ministro Montoro a los empresarios. ¿Por qué no se
hizo? Es difícil de saber. Francamente parece que este gobierno actúa a
impulsos (las famosas “ocurrencias” que criticaban al gobierno anterior), como
unos malos estudiantes que tienen que presentar un trabajo en una fecha límite
y el día anterior aún no saben ni cómo hacerlo. Al final parece que escriben
cuatro cosas sobre la marcha para cuadrar los números y las presentan, pudiendo
haber presentado las contrarias de haber tenido que presentarlas otro día
diferente. La otra posibilidad es que las órdenes sean claras y concisas y
lleguen justo el día antes de tener que hacer las reformas, por lo que los
ministros, que serían absolutamente desconocedores de lo que se cuece y decide,
se dedicarían a hablar y avanzar cosas sin tener ni reverenda idea de lo que
están diciendo. Ambas posibilidades son igualmente terribles.
Esta
política loca y destructiva llegó a impregnar a los votantes potenciales del PP
y a algunos que no lo son ya que, ciertamente, es muy primaria y toca mucho el
corazón y el orgullo del ciudadano español. Pero una vez llegas al gobierno los
populismos y disparates que dices en la oposición son inasumibles.
La
cuarta gran mentira es que no abarataría el despido. La actual reforma laboral está generalizando los despidos con 20 días por
año trabajado, menos de la mitad que teníamos antes, e incluso en el mejor de
los casos estaríamos en 33 días. Una reforma laboral horrible que nos
sudamericaniza como país,
Porque
a todo esto tenemos que añadir las idioteces constantes del ministro Wert, la
contra legislación absurda de Gallardón con el aborto, el peligro constante de
un gobierno que puede recortar en todo y no tiene línea roja alguna. Todo esto
nos produce la terrible sensación de que estamos ante un gobierno esclavo del
exterior que no tiene limitación alguna y sobre el que no podemos hacer
previsiones porque no parece tener ni línea política coherente.
La sumisión permanente de los
Estados miembros a los dictámenes neoliberales de Merkel será la causante de la
mayor Revolución de la Izquierda que tendrá lugar dentro de
las fronteras artificiales de Europa.
Desde nuestras convicciones de
izquierda, debemos hacer un llamamiento contundente a la indignación colectiva
para solicitar a gritos la restitución de nuestros Estados por encima de los
mercados. La imposición de estos últimos a la voluntad popular, o dicho de otro
modo, el golpe de poder mediante la militarización de la oferta y la demanda,
está siendo la grieta que terminará por asfixiar los pulmones encharcados de la
libertad política occidental.
Los 630.000 nuevos parados que,
según el mismo gobierno nos traerá la reforma laboral vaticinan los metros de pancarta que colapsarán
las calles y avenidas en la España triste del presente. La falta de ética
kantiana causada por la incoherencia entre los silencios de la oposición y los
hechos actuará como arma destructiva en el sólido poder del nuevo ciclo
marianista. La crítica destructiva y populista a las políticas de Zapatero por
parte de la bancada azul conservadora será la trampa que impedirá a Rajoy
terminar su contrato de cuatro años como inquilino de la Moncloa. El rodillo
azul tendrá dificultades para dar una nueva pasada al deterioro futuro de su
fachada.
Los mercados serán las olas que
destaparán la verdad de las arenas demagógicas de la derecha. Los datos
reiterados de la EPA y las tijeras exacerbadas de Europa pondrán sobre el
asfalto cientos de metros de pancarta que marcarán los inicios de la revolución
de la izquierda. La frustración electoral por la búsqueda de soluciones en
frentes equivocados y la ausencia de grúas en la España de Rajoy serán las
causantes del desahucio forzoso de Mariano en su incómodo chalet popular. La
visualización en un horizonte temprano de un número superior a seis millones
de parados sin tener a ZP para lanzarle los dardos envenenados
de los males existenciales, precipitará al vacío los cimientos ideológicos
neoliberales y la toma de conciencia colectiva de repulsa europea.
Este sentimiento social será la
razón para la regeneración de la izquierda y la puesta en práctica de un cambio
ideológico que anteponga la supervivencia de los Estados a las exigencias
competitivas de los mercados. Las exigencias del cambio de modelo político
conseguirán devolver a los políticos la libertad perdida durante los años de
prisión en una cárcel llamada Europa.
A día de hoy, el político soberano
elegido libremente mediante el escrutinio de las papeletas de ayer ha pasado a
ocupar el rol de mando intermedio en los cuadros directivos del poder europeo.
Hoy los políticos han pasado a ser los "jefecillos" de millones de
subordinados cuyo poder de control viene determinado por las decisiones de sus
directivos de arriba. La ausencia de libertad que supone la escenificación del
rol de mando intermedio en la empresa europea impide gobernar la casa con
libertad. Los mercados, o dicho de otro modo, los cuadros directivos de Europa
han sustituido a los "jefecillos emocionales de Grecia e Italia" por
tecnócratas racionales sin la legitimización civil de su poder. En España,
probablemente Rajoy, será sustituido antes de salir de su trinchera por la
supremacía "merkeliana". La izquierda deberá levantarse para impedir a
España arrodillarse ante un nuevo "Tejero" llamado Mercado.
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